miércoles, junio 19, 2024

El fundador de la desatada sensibilidad de los años 60 en Holanda, el escritor Jan Cremer, falleció a los 84 años.


Jan Cremer, escritor holandés traducido y publicado en más de 30 países, colaboró a crear la sensibilidad cultural de los años sesenta con su novela Ik Jan Cremer, Yo Jan Cremer, de 1964.

Jan Cremer  revolucionó la bucólica sociedad holandesa. Es la vida de un muchacho de clase trabajadora extrovertido y ansioso de sexo. Nacía la descarada y entretenida picaresca moderna con la técnica del Narrador no fiable. 

  “Al principio me follaba a Brigitte cinco veces por noche, -salvaje, más salvaje, salvajísimo-. Pero,  al cabo de unas semanas, Brigitte me llamó intelectual  (intellectueel), porque sólo me la follé una vez y con dificultad.”

 La aburrida y tradicional época literaria de los años 50 quedaba atrás. 

(Aunque esa literatura flemática de los 50 volvería a resurgir ahora con nuevos autores que juegan poco al Mete-saca, Y el renacimiento de la persecución conservadora)

 Ik Jan Cremer se convirtió en un éxito de ventas.  A pesar que los sorprendidos  críticos literario lo acusaron de sadismo, egoismo, sucias ensoñaciones  mal escritas.


 

jueves, junio 13, 2024

Vocación, Inspiración. Mi relación con Luis Cornejo y Barrio Bravo

 


YO TENÍA TRECE AÑOS

Yo tenía trece años el año 1965 cuando mi padre llegó a casa con un librito pulp, encuadernación en rústica, de hojas amarillas y portada blanda, una edición barata y de consumo popular.
El título decía, “Barrio Bravo”.
Mi padre lo había comprado en la calle firmado por su autor, Luis Cornejo.
Nadie me obligó a leerlo. El libro estaba allí para ser leído y lo leí en una tarde sin esfuerzo.
Y nunca más lo olvidé.
Eran cuentos auténticos, vivos y llanos sobre asuntos del barrio Vivaceta de Santiago, bautizados con slang o jerga vernácula chilena: “La Cuatro Dientes”, “Cuello de loza”, “El señor González”, “El Chicha Fresca” y “El Capote”.
Los cuentos abrieron una puerta en mí.
Era una bendita época en que un escritor podía influir como un médium o un portal en mi limitado modo de ver el mundo. Yo descubría con felicidad a un cuentista fuertísimo. No lo podía comparar con los cuentos chilenos que nos hacían leer en la escuela.
Me inquietó.
Me arrebató.
Cambió mi forma de ver la literatura.
En la página 77 venía lo tremendo, el cuento “El Capote”. Era un cuento que, como escribió Alone, no se puede olvidar, aunque pasen cien años. Cornejo se atrevía a relatar aquello que no se podía contar, un brutal abuso sexual de una pandilla en un potrero de Vivaceta.
Luis Cornejo autoeditó el libro por primera vez en el año 1955 y lo vendía por su cuenta en la calle. Vendió miles de ejemplares.
Yo tenía trece años.
Y tal como hacían los fanáticos con las lecturas que uno admiraba, decidí copiarlo en un cuaderno escolar. En aquella época no existía el copy&past. Lo copié palabra por palabra. Yo tenía un vecino de mi edad, que se llama Tito. Con él jugaba a la pelota en una calle en que entonces pasaban pocos autos.
Terminé de transcribir el cuento El Capote y se lo pasé a mi vecino, el Tito.
—Lo escribí yo, le dije.
Tito el leyó el cuento y estaba impactado. Fue tal su entusiasmo que yo no pude, o no supe, echarme atrás con mi mentirilla.
La vida pasó. Pasarían los años, tan rápido como pasa la vida.
LA VIDA ES BREVE
La vida es breve, pero en ese pedazo de tiempo pueden pasar cosas relevantes. Nos hicimos mayores y nos pasó todo lo que nos pasó. Terminé mi educación secundaria. Fui a la universidad.
En algún momento, y de algún modo, una forma de vivir de los chilenos, el pluralismo, se hizo trizas y hubo purga.
PAF
Un día la dictadura, en medio de la noche y la impunidad, se llevó preso a mi padre y a mi hermano.
Yo amo a mi país. Pero amo también mi vida y mi libertad. A fines de los años sesenta me expatrié. Me metí en una embajada en medio de una fiesta diplomática, pedí asilo y viajé al exilio a Suecia, donde viví por más de diez años. Viví enseñando y aprendiendo idiomas.
Un día volví a vivir en mi país, en el año 1990.
Había vuelto la pluralidad.
Yo caminé de nuevo por la Plaza de Armas de Santiago.
La vida es breve.
Un día caminé por la Plaza de Armas de Santiago y allí, por casualidad o por suerte o por el destino, me encontré con Tito.
Habían pasado 25 años desde el año 1965, pero eran años que me parecieron cortos, porque la vida es breve.
Con Tito nos fuimos a tomar un café en la fuente de soda Marco Polo, de la Plaza de Armas de Santiago.
Sentíamos el apego, la familiaridad. Habíamos crecido como vecinos. Hablamos de nuestras madres, de nuestros padres, de nuestros hermanos. De allí venimos.
Luego, Tito me dijo algo que me sorprendió:
—Cuando chico yo sabía cuál sería tu futuro.
—¿Cómo?
—Sí, yo sabía que tú ibas a ser escritor, lo supe desde esa vez que escribiste un cuento que se llamaba El Capote.
Ya lo había escrito el crítico literario Alone: es imposible que un hombre, aún joven, aún chico, pueda olvidar en algún momento esos personajes del cuento de Luis Cornejo.
¿Cuántos libros habremos leídos? ¿Y de cuántos realmente nos acordamos de algo?
Pero Tito, de todos los cuentos que él había leído, Tito se acordaba de uno, El Capote. Habían pasado 25 años desde que yo le pasé mi copia del cuento en el año 1965, cuando éramos chicos y cuando jugábamos a la pelota en una calle donde pasaban pocos autos.
DE NUEVO NO FUI CAPAZ
De nuevo, no fui yo capaz de decirle a mi estimado Tito que ese cuento incorrecto lo había escrito don Luis Cornejo y que yo era un simple y joven admirador que lo había copiado en un cuaderno escolar.
De nuevo, no supe yo decirle la verdad.
Y yo espero que esta confesión, que esta confesión vergonzosa quede entre nosotros. Sean discretos, por favor. Espero que ustedes si lo ven, no le cuenten. Sean indulgentes.
Después de despedirme de Tito, salí a la Plaza de Armas.
SALÍ A LA PLAZA DE ARMAS
Salí a la Plaza de Armas. Como en una película de Hollywood, donde todo lo hacen fácil, salí a la Plaza de Armas y crucé hasta allí donde había un señor narizón y calvo. Era él. Era Luis Cornejo, el verdadero autor del cuento “El Capote” del libro “Barrio Bravo”.
Era el año 1990, y todavía estaba Cornejo vendiendo sus libros en la Plaza de Armas de Santiago, el punto cero. Andaría por los 65 años.
Hablé con él, le confesé mi temprana admiración. Adquirí una copia del libro Barrio Bravo, que él firmó tal como se lo había firmado a mi recordado padre en el año 65.
NO DIGO NADA NUEVO
No digo nada nuevo si afirmo que en los años 80 leímos lo que se llamó el realismo sucio, dyrty realism, asociado a los escritores norteamericanos Raymond Carver y Charles Bukowski.
El realismo sucio, igual que la literatura de Luis Cornejo, era una literatura de hechos contados de forma descarnada. Su artificio era no ser descriptivo ni usar demasiados adjetivos calificativos. Sus personajes eran gente corriente de vidas fragmentadas cargadas de amargura, de humor negro e ironía.
No digo nada nuevo si afirmo que el realismo sucio de Charles Bukowski tiene su antecedente en la excelente novela “Pregúntale al Polvo”, de John Fante de 1939.
Charles Bukowski, en un prólogo de “Pregúntale al Polvo” introduce a John Fante, de la siguiente modo: “Yo era joven, pasaba hambre, bebía, quería ser escritor (…) Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y, entonces, a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa.”
¿De qué va el libro “Pregúntale al Polvo”?
El libro es desenfadado y vital y en el primer párrafo dice así: “Era una noche de importancia vital para mí. Ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión. O pagaba o me iba”. Es Arturo Bandini, un escritor pobre y sin éxito de 27 años; sin éxito y sin un libro escrito, pero anhelante de sueños gloriosos. Desesperado e impulsivo camina a una fuente de soda donde conoce a una camarera mexicana, Camila López, una morena princesa azteca a la que él también anhela con ardiente desesperación. La presencia de sus muslos delicados se le incrustó en la cabeza.
No digo nada nuevo si afirmo que el título de la obra “Pregúntale al Polvo”, la tomó John Fante, de la novela “Hambre”, del noruego Knut Hamsun, de 1890.
“Hambre” es también una novela corta en cuatro partes sobre el monólogo de un candidato a escritor, un artista de hambre, un pobre y famélico existencialista, que se pasea hambriento por la helada Christianía, que así se llamaba entonces la capital de Noruega. Vivía en un conventillo en la Vivaceta de Christianía, en un conventillo helado donde no le alcanzaba para pagar la renta.
No digo nada nuevo: Fante era un gran admirador de Hamsun. El título Ask the Dust (“Pregúntale al polvo”) deriva de “Pan”, novela de Hamsun de 1894: "Pregúntale al polvo de la carretera y a las hojas que caen.” (En noruego: Spør støvet paa veien og løvet som falder).
No digo nada nuevo si afirmo que Fante fue luego una inspiración para otros escritores como Henry Miller o Jack Kerouc.
APPEASEMENT O APACIGUAMIENTO CHILENO
Cornejo. Piensa en Cornejo.
Todos sus libros los auto editó. Y los vendió por cuenta propia. 40 mil ejemplares. 15 ediciones.
Hubo quizá una conspiración del silencio chilensis, el rancio appeasement o apaciguamiento chileno.
De esto no se habla mucho. Ignorado por la crítica, esa red hermética de insiders con agenda propia y persianas cerradas.
Enrique Lafourcade publicó la antología “Cuentos de la generación del 50”, en el año 1959.
No está Luis Cornejo.
El año 2001 Camilo Marks publicó la antología “Grandes cuentos chilenos del siglo xx”.
No incluyó a Luis Cornejo.
Era el sistema industrial chileno del libro y sus estructuras de appeasement conspiraron contra Luis Cornejo. Un plan para evitarlo de modo malintencionado. Los elusivos comentaristas de libros encerraron dudosa y erróneamente a Cornejo en el nicho de la llamada Novela Social. Mañosamente, como forma de sacarlo de circulación y de bajarle el perfil, lo asociaron a Nicomedes Guzmán y a los autores de la llamada generación del 38.
Qué le vamos a hacer.
Esa es la aislada o endogámica república literaria en que le tocó batallar, una república bananera donde unos porteros definían quien entraba; poderes fácticos sin pudor pero con la falsa sonrisa del apaciguamiento. Fome.
LO CIERTO ES QUE
Lo cierto es que Luis Cornejo es el padre del realismo sucio chileno, un real autor de vanguardia.
No me digan que no habían escuchado esto.
Recuerden: en el año 1955 antes de publicar su libro, Cornejo había dado vueltas por Europa en una delegación en que estaban reales artistas de vanguardia y modernidad, talentos chilenos que han hecho historia: Violeta Parra, los hermanos Duvauchelle, el arquitecto social Miguel Lawner, etc.
Lo cierto es que en los años 60 Cornejo trabajó con más o menos éxito en Chile Films, la modernidad visual.
En 1962 Cornejo fue productor del cortometraje, “A Valparaíso”, del gran cineasta neerlandés Joris Ivens. Fue productor del verdadero suceso del nuevo cine chileno, el film, “El Chacal de Nahueltoro” de Miguel Littin (1969).
En 1970 escribió y dirigió el largometraje “El Fin del juego”, con actores como Calvin Lira Portales, Raquel Parot, Héctor Noguera, Lucy Salgado y Bélgica Castro.
¿No han visto el film?
Adivinen.
El film trata sobre el tema preferido del realismo sucio: un pobre candidato a escritor, un hombre mediocre, petulante, atormentado por sus deseos de grandeza, y al fin, existencialmente derrotado.
¡No me digan que no han visto ese film del realismo sucio chileno!
Al fin. Luis Cornejo murió en 1992.
En 1999, “Barrio Bravo” fue editado por la editorial LOM.
Eso es todo. Gracias.
Octubre 2018, Feria Internacional del Libro de Santiago, Chile


miércoles, junio 12, 2024

«Una lograda e inquietante historia policial» Pérez Santiago, Asesinato en Copenhague, Por Ramón Díaz Eterovic

 

Pérez-Santiago y Ramón Díaz Eterovic

Por Ramón Díaz Eterovic

Omar Pérez Santiago: Asesinato en Copenhague y otros cuentos
En la última semana estuve leyendo a Omar Pérez Santiago (1953) un autor chileno que ha transitado por la novela, el cuento, las crónicas y los libretos de cine y teatro. También es traductor de poetas suecos y daneses, como el Premio Nobel de Literatura Tomas Tranströmer.
El libro “Asesinato en Copenhague y otros cuentos” presenta cuatro buenas e interesantes historias, de las que quiero destacar el cuento largo que da título al volumen. Nos parece una lograda e inquietante historia policial, protagonizada por Klaus Klausen, jefe de la Brigada de Homicidios de la Policía de Copenhague, quien tiene una novia de origen chileno cuyos padres han sido víctimas de la dictadura de Pinochet.
Klausen es descrito como un hombre “casado con el trabajo policíaco, emocionalmente comprometido con resolver crímenes”. Su especialidad es construir acertados perfiles sobre los hábitos y conductas de los criminales, lo que le lleva a oportunas deducciones. Construye narraciones de los casos que investiga y reconoce que la ficción permite entender los asuntos humanos.
En el cuento investiga la desaparición de una periodista y en el transcurso de la investigación llega a enfrentarse con Jason Jensen “un famosillo de medio pelo”, dueño de un submarino, que termina detenido luego de los elaborados raciocinios del policía.
Lo interesante de este cuento, aparte de las características del protagonista, es qué a través de su desempeño, Pérez Santiago desarrolla una descripción minuciosa del asesinato mientras mantiene al lector en el mismo plano del investigador. El relato tiene una sobriedad o distancia narrativa que va a la par con la racionalidad del policía y la fría descripción de su crimen que finalmente termina haciendo el asesino.
Klausen, quien se considera a sí mismo solo un funcionario que cumple una labor policial, nos parece un personaje con las características ideales para reaparecer en otros cuentos o novelas, cosa que desde luego es uno de los méritos de su autor.
Editorial Mago. Santiago, 2021.
Ramón Díaz Eterovic y Pérez-Santiago

TROMPAS DE FALOPIO
Novela de Omar Pérez y Gabriel Caldés


Por Ramón Díaz Eterovic

Gabriel Caldés y Omar Peréz, acaban de publicar la novela "Trompas de Falopio". Una novela escrita a "cuatro manos" que representa una nueva etapa en el trabajo literario desarrollado por ambos autores en sus anteriores libros de poesía, cuentos y crónicas.

"Trompas de Falopio" gira en torno a la vida de dos estudiantes de la carrera de Ciencias Políticas -Cipol- y retrata sus vivencias durante el inicio de la década de los años setenta. Muchas de las cosas que ellos relatan no las viví directamente, pero si supe de ellas, porque cuando llegue a nuestra universidad, formaban parte de cierta "mitología" de Cipol, que durante los años de la Unidad Popular fue un centro de gran ebullición política, y de la cual egresaron muchos estudiantes que más tarde, y aún en nuestros días, juegan un reconocido rol en la actividad política chilena.

La novela es el retrato emotivo, cargado de buen humor y punzante ironía, de algunos alumnos de la escuela de Ciencias Políticas. Es un relato ágil, entretenido, bien estructurado, lleno de personajes atractivos y lograda calidad literaria. Actividades políticas, romances, chascarros estudiantiles, son algunos de los elementos que encontramos en esta novela. Julían Condeminas y Jordi Castell son dos antiguos estudiantes que, a la vuelta de unos años se encuentran en el aeropuerto de Copenhague. Han pasado 29 años desde la última vez que se vieron, y como muchos otros de su generación, cargan con un pasado de persecusiones, exilios, romances quebrados, desencantos y cierta dosis de cinismo para mirar los cambios experimentados en sus vidas y en el país de donde salieron. El encuentro detona los recuerdos y la decisión de escribir un relato donde quede reflejada la época en que -al decir de ellos- eran unos universitarios dedicados a vivir a concho. El reencuentro de los amigos transcurre en los primeros capítulos de la novela, y el resto corresponden a las vivencias del pasado. "Trompas de Falopios" es por lo tanto una novela de añoranzas, de ajuste de cuentas con la historia, y una novela de crecimiento, de tránsito -con tonos inicialmente festivos y luego brutales- de una adolescencia libertaria a una adultez de colores oscuros.

La novela no se queda solo en el recuerdo de algunas vivencias. Apunta y llega a algo mayor. En ella encontramos un retrato chispeante, acertado, de los sentimientos que impulsaban a muchos jóvenes universitarios de la época. Los personajes son muchachos que vibran y comparten los cambios sociales y políticos que se viven. Son los años del gobierno del presidente Allende y de un entusiasmo revolucionario que se anida en los corazones de los jóvenes. Comparten sus estudios con el quehacer político, sus primeros romances, insertos en una época de mayor liberalidad. Por lo tanto, la novela aporta un retrato de época. Aparecen los trabajos voluntarios, la Peña de Los Parras, las tomas universitarias, la educación política, la alegría de ser parte de un proceso histórico, de cambios que serían radicales.

Para los que vivimos la época y los hechos que se narran, la novela tiene el atractivo de las remembranzas, del reencuentro con sus propios pasados y experiencias. Para los lectores jóvenes, el atractivo debe estar en el retrato de un tiempo del que me parece aún no se ha escrito lo suficiente en la narrativa chilena. La novela evade todo tono pesado, quejumbroso, y la voz de los narradores suena como debió ser en el tiempo relatado: festiva, demistificadora, vital. Como bien dice uno de los protagonistas, mientras reflexiona acerca de lo que cuenta, se trata de "iluminar mejor la embriaguez colectiva de alegría, de fervor sexual, de rito y de juego y de cortejo transgresor que nos imponía el medio". En "Trompas de Falopio" se respira la chispa del momento, el pulso de un país que apostaba a un futuro diferente. La historia, lo sabemos, se encargó de decir otras cosas, y por eso creo que esta novela más que un llamado a la nostalgia, es una invocación a la alegría, a creer como dice un eslogan que crece por estos días, que otro mundo es posible.


RAMON DIAZ ETEROVIC (Punta Arenas, 1956). Ha publicado los libros de poemas "El poeta derribado" y "Pasajero de la Ausencia". Los libros de cuentos: "Obsesión de Año Nuevo", "Atrás sin golpe" y "Ese viejo cuento de amar". Las novelas: "La ciudad está triste", "Solo en la Oscuridad", "Nadie sabe más que los muertos", "Nunca enamores a un forastero" "Angeles y Solitarios", "Correr tras el viento", "Los siete hijos de Simenon" y "El ojo del alma".




domingo, junio 09, 2024

Belle de Jour de Joseph Kessel



"Lo que he pretendido mostrar con Belle de Jour es el terrible divorcio entre el corazón y la carne, entre un verdadero, inmenso y tierno amor y la implacable exigencia de los sentidos. Este conflicto, con rarísimas excepciones, lo lleva consigo cada hombre y cada mujer cuando aman durante largo tiempo. Puede ser percibido o no, puede desgarrar a un ser humano o dormir plácidamente dentro de él, pero en un caso o en otro siempre existe.
¡Cuántas veces se le pinta como un antagonismo banal! 
Sin embargo, para elevarlo a un grado de intensidad que permita a los instintos actuar en la plenitud de su grandeza y de su eternidad, es indispensable, a mi juicio, una situación excepcional. 
He concebido esta situación deliberadamente, no por lo que tenga de atrayente, sino porque la considero el único medio de poner al descubierto con puñal firme y acerado el fondo de todas las almas que encubren este embrión trágico. 
Escogí el tema como quien toma en sus manos un corazón enfermo, para averiguar a través de él el secreto de los corazones sanos, o como quien estudia las perturbaciones de la mente, para comprender el movimiento de la inteligencia. 
El tema de Belle de Jour no es la aberración sensual de Severine, sino su amor hacia Pierre por encima de esta aberración, u la tragedia de este amor. 
¿Seré yo el único capaz de amar a Severine y de llorar por ella?"

Prefacio de Belle de Jour, Joseph Kessel, 1928

Belle de Jour, Gallimard, 1928




La oscuridad del Ragnarök. Mientras la banda sigue tocando en el Titanic

 

Pérez-Santiago.
Foto de Claudio Geisse Sarrett



La cultura y el arte de un país o de una ciudad, su sensibilidad de época,  se construye con históricas ideas fuerzas: sueños, visiones, liderazgos, diversidad, oportunidades y un zumbido de actividades. 
La sensibilidad de una época es el grado de esteticismo de un tiempo, su artificio estético. Su
 textura, su superficie sensual, su estilo. Un artificio de magnetismo y versatilidad que surge de los sueños, de una obra de teatro, de una novela, de una canción, de un poema y que modelan su tiempo. 

Es una voz interior que pica, que pincha, que agita, que seduce. Un modo de divertirse que empieza a ser el modo de divertirse de mucha gente.

Una luz luminosa que irradia felicidad y sueños. Una luz que no se puede crear artificialmente, ni menos manipular. Esa luminosidad se produce en un marco de extensa libertad. Tampoco es lineal, es, más bien, cíclico. Es decir, no siempre la luz está en el futuro, también puede estar en el pasado. Toda nueva luz cultural reescribe el pasado.

El ambiente es decisivo para crear una sensibilidad de época. Los artistas pueden ser jovenes o viejos. No está relacionado con la edad de los protagonistas. No es un asunto de ser un artista precoz o un viejo experimentado. En un ambiente fértil o fecundo, sea un artista precoz o un viejo experimentado, tendrán su oportunidad. 

La sensibilidad de época se construye, pues, con tres pilares coordinados entre sí:

1.El mercado

2.Mecenas privados o públicos y 

3. El esfuerzo personal del artista.

Nuevas habilidades

Por ahora, la cultura mundial ha entrado un nuevo fenómeno cíclico de nuevos mitos fundacionales de fantasía. Lo que es obvio, es que se hace con las nuevas habilidades surgidas en las últimas décadas: un sistema que trabaja con datos, streamings, youtubers, inteligencia artificial, impresión por demanda, ebooks, redes sociales, web, marketplace, marketing digital, migración de las audiencias, micro-nichos, etc. 

Nuestro hastío

En Chile, en cambio, la pobreza de esa sensibilidad de época es evidente. Hay un grave retraso sobre la percepción de los drásticos  cambios en el mundo. Chile está culturalmente atrasada y pasiva. Los debates culturales son débiles. Se nota una sociedad cansada, bucólica, o, digamos, medieval. No hay más vida nocturna.

Por desgracia, el ambiente cultural enmohecido es un caldo de cultivo para que surgan y predominen los barbarismos en las redes sociales. Se ve por todos lados. La suciedad y la pocilga. Teorías conspirativas, estupidez, anticiencia, el poder de los prejuicios. Ciudadanos que todos los días tragan la comida podrida llena de odio, resentimiento y mala leche. La falta de escrupulos empieza a dominar el ambiente cultural. Los estupidos ganan votantes, cierran conversaciones.

Esto también retrasa, sin duda, los esfuerzos chilenos  por crear un ambiente o ecosistema de mejora general de la innovación, los avances científicos y tecnológicos en el país y que genere  conocimiento nuevo y reducción de la brecha digital.

Es como si una erupción volcánica haya lanzado ceniza a la atmósfera. El sol apenas proyecta sombra sobre Chile. Este velo de cenizas desencadena años sin verano. Como si viviéramos en un eclipse prolongado e inquietante. Es decir, una especie de Ragnarök, el oscuro apocalipsis de la mitología nórdica.

Sin embargo, no todos lo notan. 

Hoy el común discurso de los actores culturales en Chile se reduce a  pedir más recursos estatales y la necesidad del financiamiento público. La fallida política de fondos concursables por más de 30 años condujo a la burocracia de evaluadores anónimos y a la politización del sistema. (Quién elige a los anónimos evaluadores?).

Los políticos, no hay que preocuparse de los políticos. Están atados a una anquilosada taxonomía de comportamiento, a una jerarquía irrelevante y decadente. 

 Pocos liderazgos. Poca mística. Poca magia.

Se avanzó en la construcción de centros culturales importantes en todo Chile. Sí. Pero, a pesar del éxito de algunos, no hay vitalidad y la mayoría falla en la gestión.

Tampoco hay esfuerzos de conectarse  con el ecosistema que promueve la ciencia y la tecnología, y la atracción y retención de talentos. La inteligencia artificial es una realidad hace rato ya. Pero a nadie parece importarle en Chile.

Bucles comunicativos

 Las culturas o las sensibilidades de época solo se transforman y crecen por medio de bucles o intensos procesos comunicativos abiertos, honestos y vitales. Son el conjunto de actitudes que un grupo de artistas comparte en común. Es una sensibilidad, no es una ideología ni un movimiento: es más sutil, atmosférico. (Susan Sontag).

Son las nuevas ideas penetrantes, nuevos debates, nuevos líderes artísticos que enfrentan con coraje una era.

Los rápidos cambios en el mundo obligan a cualquier empresa a salir de su zona de confort e invertir en nuevas habilidades para percibir esos cambios. Creo que la eficacia y la sostenibilidad financiera de las organizaciones y empresas culturales o unidades básicas del arte y la cultura se garantizan mediante el fortalecimiento de sus capacidades de gestión para colocarse en el mundo.

Al integrar la autenticidad del trabajo cultural con la perspicacia estratégica, el programa es un faro de cambio progresivo, que mejora las habilidades de liderazgo, fomenta redes vitales y estimula el crecimiento colaborativo en todo el panorama cultural.

 Por lo pronto, los desafíos del sector cultural han sido los mismos que los demás sectores de la economía: hay escasez de recursos, rápida digitalización y expectativas cambiantes de la audiencia. Esta nueva era de creciente volatilidad y ambigüedad exige nuevas habilidades y un cambio en la mentalidad de liderazgo.

El sistema cultural debería comprender aún mejor qué ventaja competitiva se puede obtener al combinar habilidades de diferentes campos, como la ciencia y la tecnología.

En la mitología, el Ragnarök inicia una época dura, son años de oscuridad, de invierno incesante, la desaparición de cuerpos celestes que dan vida, la destrucción total de ciudades y pueblos abandonados. Y, sin embargo, a partir de estas ruinas, el mundo nace de nuevo, con nuevos dioses propios de un mundo nuevo. 

“La tierra emergerá del mar nuevamente, y entonces será verde, justa y hermosa”, le dice Odín a un angustiado y desesperado rey sobre las secuelas del Ragnarök. Esperanza y renovación.

Nuevos enfoques

 El mundo se hace más pequeño, tenemos que encontrar enfoques cada vez más dialógicos y orientados hacia el exterior. La diversificación del diálogo en el campo cultural y artístico puede tener mucho que ofrecer, pero para tener éxito, necesitamos ampliar la competencia estratégica, las redes multidisciplinarias y el conjunto de herramientas comerciales de las organizaciones y empresas culturales. Los actores culturales y artísticos deben demostrar su propósito con significados compartidos. Tenemos que pasar del arte y los reductos profesionales hacia redes internacionales multidisciplinarias.

Al ampliar su conocimiento de otros campos y, por ejemplo, (su experiencia comercial, por ejemplo) tendrá la oportunidad de mostrar mejor sus puntos fuertes a los demás y aumentar su importancia para todos.

 Es decir, dicho claramente, hay que fomentar el fortalecimiento del liderazgo del sector cultural y artístico, el crecimiento de nuevas redes y con ello la influencia internacional del sector.

Un  nuevo ciclo que alimente el optimismo, la esperanza y las visiones audaces y así garantizar que los efectos positivos de la cultura irradien para el bien común de todos. 

Ante el estado crítico del arte  hay que lograr cambios tan necesarios como urgentes e imprescindibles.

Buscar la mística, la magia que anime el arte y la cultura.2M

 Comprender que es preciso llevar a cabo cambios del transicionales pero que, al mismo tiempo,  sean disruptivos. No hay cambios sin rupturas.

Para eso se necesita un liderazgo eficaz. 

Cooperación

Mi tesis es sencilla: 

Cooperar para generar nuevos marcos. No es cuestión de voluntad política, ni de manipulación organizativa. Es una cuestión de inteligencia. Es imperativo cambiar el eje. 

No es motivador ni atractivo que el espacio del arte y la cultura se encuentre anquilosada en visiones aburridas y que no convocan ni generan nuevas sensibilidades.

Mi pregunta es:
cómo liberar el talento humano, en una sociedad del conocimiento y la economía de los intangibles. Con una visión y valores que inspire con su competencia técnica, integridad y coherencia. Una narrativa verdadera y  que de un significado,  un sentido de las emociones y de los valores y que aumente la confianza de las audiencias. 




Alhué es un pueblo de demonios. Nefilim en Alhué. La Chascona Pérez-Santiago, Jorge Calvo


 


Alhué es un pueblo de demoniosPor Jorge Calvo

Aunque resulte difícil de creer muy pronto se cumplirán tres décadas desde aquella fría noche en que conocí a Omar Pérez Santiago en las espectrales estepas del exilio. Claro que entonces se llamaba Pancho, era su apodo, corrían tiempos difíciles, y en Alhué, -el pueblo de donde ambos proveníamos- si uno quería permanecer con vida se hacía prudente no utilizar el nombre legítimo. Dejamos atrás la adolescencia para inscribimos en un proyecto que buscaba mayor justicia social para el país. Éramos, en aquellos días, jóvenes empecinados, impredecibles e inocentes, y, como este país no estaba preparado para tolerar la palabra “justicia” muy pronto salieron a relucir las armas, se decretó toque de queda y la secta de los assesins se apropio de las calles. A inicios de los 80 cuando conocí a Pancho muchas de estas cosas comenzaban a quedar en el pasado, la realidad estaba mutando, -corrían vientos diferentes-, el Mundo iniciaba una nueva era. Pronto se desplomarían los muros. Y justamente ahí, entre Malmö y Copenhagen, a la entrada del Öresund Pancho desplegaba una intensa actividad como animador cultural de la vida latina y escandinava. Organizaba recitales de poesía, escribía artículos para los periódicos, gran polemista organizaba debates, viajaba, seducía mujeres, filmaba películas, fundaba editoriales y publicaba libros.
He tenido la suerte de leer casi todo lo que ha escrito y hace unos pocos años -en el marco de una Feria del Libro de Santiago- participe en la presentación de su ensayo Escritores de la Guerra. De modo que ahora, en esta última semana, mientras leía el volumen de cuentos que bautizamos esta noche he podido cavilar sobre un hecho esencial: los temas sobre los cuales hemos conversado con Pancho a lo largo de estas tres décadas, están aquí, las obsesiones, los fantasmas, los demonios que asedian a un escritor regresan inevitablemente a visitarlo. Es el eterno retorno a imágenes y situaciones que vivimos pero que ahora, en el lenguaje, emergen rodeadas de un aura especial, irradiando colores y facetas desconocidas. Reaparecen con mayor fuerza, con toda su pasión a decir: No quieran ignorarnos, porque todo ésta vivo.
El volumen de cuentos, que aparece bajo el sello de Mago editores, lleva por título Nefilim en Alhué, y ya desde la primera página Omar Pérez Santiago deja constancia de la intensidad y la eficacia de su prosa. En un lenguaje vital, conciso y directo, con frases cortas a lo Hemingway y sin quitarle el poto a la jeringa porque el tema así lo requiere nos ofrece un relato que pinta de modo implacable las condiciones de vida de seres que quizá puedan parecernos difíciles de identificar, con algo de aliens, pero que sin embargo reflejan en sus motivaciones, su lenguaje y sus búsquedas a la mayoría de la gente de este pueblo. Perfectamente podrían ser nuestros vecinos, amigos o parientes. La angustia existencial, el descarnado erotismo y la falta de horizonte son una característica de todos aquellos que no son y nunca serán, winners en el país de hoy.
Si estos cuentos aparecieran bajo la firma de Charles Bukowski seguramente a nadie llamaría la atención: sería normal. Sin ir tan lejos pienso en otro escritor chileno -Armando Méndez Carrasco que en su novela Chicago Chico despliega personajes y situaciones en una ciudad casi esperpéntica, vidas asediadas y limítrofes. Una novela conocida solo por “entendidos” que paso casi desapercibida pero sin embargo hoy se re-edita y se descubre como un verdadero valor de las letras nacionales, porque la remilgada crítica de la época prefería destacar a un José Donoso o un Jorge Edwards. 
Como decía los tiempos han cambiado y hoy nos encontramos a mitad de camino rumbo a territorios desconocidos y palabras como neoliberal, globalización, cibernética, chateo, facebook, twittear y realidad virtual se han vuelto inevitables para mencionar nuestras actividades cotidianas. El país también ha cambiado y a raíz del Boom económico mucho se miran al espejo y casi no se reconocen en esta nueva imagen de jaguares latinoamericanos. Sin embargo, allí afuera, en las calles campea la delincuencia, el abuso, un odio latente que se expresa en las aulas estudiantiles, si hasta conducir un vehículo resulta mucho más peligroso, el lenguaje citadino también se ha subvertido, surgen nuevos vocablos, antes se decía gañan, roto, hoy es el chanta, el flaite. Y Santiago ha perdido ese aire pechoño y provinciano que tenía y se ha vuelto una urbe cosmopolita, basta con asomarse cualquier día a la Plaza de Armas para encontrarse con toda laya de extranjeros. Y esto significa que lo periférico, lo aledaño ha devenido el centro y por ende no nos debe extrañar que surjan nuevos personajes y se mencionen lugares  inverosímiles, que un estudiante mapuche conozca por el chat a una chica aymará y muy luego tiren bajo las estrellas en un lugar tan ajeno a la literatura como Combarbala.
Y para recordarnos como es nuestro pueblo y las cosas que aquí han sucedido antes de convertirnos en este paraíso plástico viajando exitosamente rumbo al futuro ahí nos entrega el último relato, el que da título al libro: Nefilim en Alhue
Y uno, como lector se pregunta: "¿Qué o quiénes fueron los nefilim?"  Encontramos la repuesta en Google:  Los nefilim, son ángeles caídos, fueron el producto de las relaciones sexuales entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres en Génesis 6:1-4. Son ángeles caídos o demonios quienes se unieron con mujeres humanas. De estas uniones resultó una raza, los nefilim, una raza de gigantes (Génesis 6:4).
Y Alhué es un pueblo de demonios, de fantasmas, de seres que no trepidan en causar daño. En Alhué eso es normal, y por tanto un tío cualquiera puede deshacerse de su familia, torturar a la sobrina, dejar cadáveres tirados en las calles, o retirar cadáveres del cementerio. Tiene un poder inaudito y lo utiliza para dejar claro a los semejantes que en Alhué no existe otra justicia que aquella que detentan quienes siempre han tenido un buen pasar. Sería una injusticia hacerle justicia a los que siempre la pasan mal.
Otra característica de los tiempos que vivimos es que ha desaparecido el concepto de prójimo. Hoy gana el winner, el más fuerte, aquel que ésta dispuesto a pasar por encima del débil. Hoy día estamos dejando ser humanos pa5ra convertirnos en seres de éxito en un Alhué que dirigido por los nefilim se ha internado en los pantanos de la ignominia.

De todo esto da cuenta el excelente volumen de cuentos de Omar Pérez Santiago.


 

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