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Los dibujantes de cómics pueden vencer esta limitación aparente y a menudo logran complejidad de pensamiento, pero es útil mirar las Biblias de Tijuana como modelos de laboratorio de la historieta en su formato básico. Hay una buena unidad de forma y contenido en estos libros: pornografía y tiras cómicas tratan ambos acerca de cómo desnudarse con dignidad; ambos dependen de la exageración; y ambos despliegan lo qué Susan Sontag, en "La Imaginación Pornográfica," llama "un teatro de tipos, nunca de individuos."
Debido a su foco monotemático, hay una paleta de arquetipos aún más limitada en las Biblias de Tijuana que en los actuales cómics de los periódicos. Las mujeres pueden ser brillantes o estúpidas, inocentes o experimentadas, pero todas son cachondas al punto de la insaciabilidad. El asunto principal es si juegan ese rol únicamente por placer y por diversión y por lucro. Los hombres, guapos o (más a menudo) feos, son limitados a viejos cachondos o jóvenes cachondos. Aun, cuando son más efectivos, los personajes de los Eight-Pagers permanecen creíbles debido a sus contrapartes legitimadas en los medios. Harpo Marx es tan alegre e ignorante en estos cómics, como él lo es en las películas. El mayor Hoople era siempre un fanfarrón en los papeles chistosos, y era más literal en estas revistas. El deseo colonialista implícito en Tarzán sólo se hizo más transparente cuando puso nocaut a un salvaje que deseaba violar a una diosa blanca, pero que luego él mismo usa.
Por Art Spiegelman (1948, USA)
Versión en español de Omar Pérez Santiago
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