domingo, diciembre 24, 2006

Navidad, muerte del tirano y esculturas de cómic en San Miguel

Foto de Ignacio Iñiguez
“Ahora que ha muerto el tirano, el bautizo de Mampato es un símbolo del renacimiento de la democracia y la cultura”, dijo el viernes pasado el padre claretiano José Miguel Valenzuela en la ceremonia de bautizo de la escultura de Mampato en San Miguel. El cura decía mucha verdad, según mi opinión.
Jorge Montealegre y Héctor Morales en su libro "Von Pilsener, primer personaje de la historieta Chilena", de 1993, establecieron que 1906 fue el año del surgimiento del primer personaje de comic, Von Pilsener.
Ese rescate serviría para que entusiastas agrupados en el Centro de Cómic de San Miguel (Patricio Flores, Emilio Gutiérrez, Edwin Salinas, Jorge Pérez Santiago) estableciéramos que la comuna de San Miguel era la cuna de la historieta, pues allí vivió Pedro Subercaseaux, el creador de Von Pilsener. Y entonces y como consecuencia, pensamos en rendir homenaje y construir una estatua, que luego sería un parque con personajes totémicos como Condorito, Von Pilsener, Mampato, Ogú y Pepe Antártico
Inicialmente, con un Fondart de algo más de 7 millones de pesos, y el apoyo de la Casa de la Cultura de San Miguel, financiamos un taller en el viejo gimnasio municipal y con un grupo de 6 ayudantes, dirigidos por Sammy Salvo, durante cinco meses se levantaron las esculturas con armaduras de fierro, recubiertas con concreto, y pintadas con óleo.
La primera escultura se colocó en el año 2000, Condorito. El resultado de Salvo generó controversias y reproches estéticos. El Consejo de Monumentos solicitó que se madurara el tema matérico.
Efectivamente, en esos años, y con el mandato de renovar la plasticidad de las esculturas, iniciamos una ronda de sondeos, que duró largo tiempo. Luis Santibáñez, arquitecto paisajista de vasta cultura, uno de los creadores del Parque Villa Grimaldi, nos ayudó a resolver el tema de la coherencia del parque en su conjunto y fue con él que decidimos agregar el Parque de la Fama, cerámicas al piso con dibujos de los más distintivos personajes del cómic chileno.
En el marco de esa investigación fui con Luis y mi hermano Jorge a hablar con el talentoso y emblemático escultor nacional, Mario Irarrázabal. El maestro nos recibió en su parque de esculturas en Peñalolen. Efectivamente, sus esculturas estaban cubiertas con menudas cerámicas de tonos grises, que le daban un tono elegante. En su taller Mario nos explicó, con su agradable humor, su larga y profunda reflexión sobre la materialidad, sus compromisos plásticos, el uso de la cerámica en la escultura (Gaudi, la cúpula moscovita, etc) y nos estimuló a colocarle cerámicas de colores que le inoculan una dialéctica plástica más calculada. También el poeta y profesor Sergio Badilla nos ayudó con sus reflexiones sobre las coordenadas teóricas del arte totémico moderno.
El 2006, con el soporte del alcalde Julio Palestro, la Corporación Municipal obtuvo 32 millones de pesos del Consejo Regional para el Parque y sus nuevas ideas. Esta vez el parque recibió el apoyo técnico artístico del paisajista Emilio Cifuentes. Tal como lo sugirió Mario Irarrázabal, Condorito, Von Pilsener, Mampato, Ogú y Pepe Antártico fueron recubiertas de cerámicas por Emilio Gutiérrez y Jorge Pérez Santiago y los ayudantes Jorge Delgado, Francisco Armijo, Emersson Pérez, y Daniel Piña. Esas esculturas han sido instaladas ahora en diciembre del 2006. En marzo inauguraremos el Paseo de la Fama del cómic chileno.
El viernes pasado, el padre Claretiano dijo: “Ahora que ha muerto el tirano, el bautizo de Mampato es un símbolo del renacimiento de la democracia y la cultura” .
Efectivamente, de algún modo literal esto es así. Varios de los protagonistas de del parque de cómic, mis amigos Jorge Montealegre, Mario Irrarázabal, Sergio Badilla, fueron torturados y exiliados; el Alcalde Palestro y su familia, yo mismo y mi familia, perseguidos y exiliados por el tirano.
Como dijo el José Miguel Valenzuela, esto es un símbolo de democracia y cultura. Es lo que les deseo, por lo demás, cordialmente, a todos ustedes en estas fiestas.
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domingo, diciembre 17, 2006

Novela de la dictadura

Hace más de treinta años se inició una era, y se rumorea, que está llegando a su fin. Se dice que no se ha escrito aún la novela de la dictadura de Pinochet. Se dice que de algún modo no se habría escrito algo esencial sobre ese periodo. Sospecho que lo dicen pues buscan la pomposa novela total, obra abarcadora, novelas como las de antes, tipo Conversación en la catedral, El Otoño del Patriarca o La Fiesta del Chivo, con visiones comprensivas y abarcadoras de la totalidad. Pero, eso está ahora en desuso. Esto lo sabe cualquiera: las nuevas generaciones ya no escriben así y ya difícilmente lo harán en el futuro. Tampoco nosotros, los lectores, leemos igual que antes. A libros posmodernos, lectores posmodernos. No leemos en forma recta, desde el comienzo hasta al final. Somos lectores civiles, de medios electrónicos e hipertextuales. Inferimos. Saltamos. Somos laicos. No leamos como un cura, buscando ontologías.
Pero, si no hay novela total, hay mosaicos, y de diversa calidad. El listado es diverso y enorme y convendría en algún momento hacer una verdadera recopilación. Recordemos nuestras lecturas.
Las primeras novelas de la dictadura son la historia inmediata: el Chile allendista, su caída y la violencia inmediata: La guerra interna (1979) de Volodia Teitelboim, El paso de los gansos (1975) de Fernando Alegría, Salvador Allende (1973) de Enrique Lafourcade, Casa de Campo (1978) de José Donoso, A partir del fin (1981) de Hernán Valdés, La casa de los espíritus (1982) y De amor y de sombra (1984) de Isabel Allende, La sang dans la rue (1978) de Guillermo Atías, Actas de Marusia (1993) de Patricio Manns, Soñe que la nieve ardía (1975) de Antonio Skármeta, Los búfalos, los jerarcas y la huesera (1977) y Abel Rodríguez y sus hermanos (1981) de Ana Vásquez, Un día con su excelencia (1981) e Himno nacional (2001) de Fernando Jerez, La Casa Vacía de Carlos Cerda, La Desesperanza de José Donoso, El gran Taimado (1984) de Lafourcade, Cien águilas de Germán Marín, La muerte y la doncella (1992) de Ariel Dorfman.
Las novelas de la diáspora son también novelas de la dictadura: Eva Luna (1987) de Isabel Allende, El jardín de al lado (1981) de Donoso, No pasó nada (1980) y La insurrección (1985) de Antonio Skármeta, Frente a un hombre armado (1981) de Mauricio Wacquez, Nuestro años de verde olivo (2000) de Roberto Ampuero y Cobro revertido (1992) de José Leandro Urbina.
La generación de los ochenta ha escrito muchos, muchos cuentos sobre la dictadura y alguien debería juntarlos y hacer una antología. Pero también varias novelas: La Partida (1991) de Jorge Calvo, la mayoría de las novelas de Ramón Díaz Eterovic, Todo el amor en sus ojos (1990) de Diego Muñoz, A fuego eterno condenados (1994) de Roberto Rivera, Los años de la serpiente (1991) de Antonio Ostornol, Tengo miedo torero (2001) de Pedro Lemebel y Nocturno en Chile de Roberto Bolaño.
Hay, por lo demás, una abundante literatura testimonial: Chile: Prisión en Chile (1977) de Alejandro Witker, Dawson (1984) de Sergio Vuskovic, Chile, el estadio, los crímenes de la junta militar (1974) de Sergio Villegas, Tejas Verdes (1974) de Hernán Valdés, Nunca de rodillas (1974) de Rodrigo Rojas, Testigo presencial (1981) de Francisco Reyes, Diario de un preso político chileno (1979) de Haroldo Quintero, Cerco de púas (1977) de Aníbal Quijada, Chacabuco (1974) de Jorge Montealegre, Two Years in Chilean Concentration Camps (1977) de Belisario Henríquez, Viaje al infierno (1984) de Alberto Gamboa, Puchuncaví, resistencia cultural en campos de concentración chilenos (1979) de Urs Fietchner, Escribo sobre el dolor y esperanza de mis hermanos (1976) de Luis Alberto Corvalán, Prigué (1977) de Rolando Carrasco, Chile: 11808 horas en los campos de concentración (1975) de Manuel Cabieses, Isla 10 (1987) de Sergio Bitar, La vida a través de una reja (1981) de Osvaldo Ahumada, Tienes que Llegar Silbando de Franklin Quevedo y de Patricia Verdugo: Una herida abierta (1979), André de La Victoria (1984), Quemados vivos (1986), Los zarpazos del puma (1989), Operación siglo XX (1990), Tiempo de días claros (1990), Interferencia secreta (1998) y Bucarest (2001). Estos libros son algunos ejemplos de una lista no completa.
Una de los primeros testimonios de la nueva generación de escritores es Relato en el frente chileno publicada en Barcelona el año 1997 por Michell Bonnefoy, bajo el seudónimo de Ilario Da. Bonnefoy tenía apenas 21 años cuando publicó este libro. Es bueno recordar, para nuestra dignidad, que hubo muchos jóvenes que se resistieron activamente a la dictadura. Eran valientes y heroicos. Bonnefoy relata con la calidad de una gran novela, como tres jóvenes resisten a la dictadura y luego se pierden en una región siniestra, esas instituciones del horrorismo de Estado que existieron en Chile, donde el subhumano del guatón Romo, tenía su lugar de trabajo. Es una verdadera novela de terror y, a la vez, de héroes, ejemplo de jóvenes chilenos dignos. Relato del frente chileno, 26 años después de haber sido enviado a la imprenta por vez primera, fue reeditado en Santiago. Su relectura es toda una sorpresa. Yo, ciudadano chileno, la recomiendo como lectura voluntaria para los estudiantes.
Publicado inicialmente en Utopista pragmático, La Nación, mayo 2003 y en el libro
Escritores de la Guerra, Foro Nórdico, 2004; Editorial Universidad Bolivariana, 2008.

domingo, diciembre 10, 2006

La muerte de Pinochet y los escritores

Estoy de acuerdo con Bachelet por Jorge Edwards
La agonía, la muerte, etc de Rodrigo Fresán
Adiós dictador de Aristóteles España
Video Clip de Juan Cameron
Un día de tristeza y alegría de Reinaldo Edmundo Marchant
Hoy es un mal día para el diablo de Carlos Fuentes

Luis Sepúlveda
"Cada vez que algún miserable fallece, abro una botella de vino. Pero para el sátrapa, para el asesino, el cínico ladrón, el cobarde, el traidor de Pinochet, tuve dispuesta una botella de Dom Perignon. Es un reserva especial y me la obsequió con ese fin mi querido amigo Vittorio Gassman. Ahora, la Justicia debe seguir adelante."

Antonio Skármeta
"Una dictadura tan cruel deja secuelas. La sociedad fue tan ultrajada que hoy es más conservadora. La herencia de Pinochet sigue presente."

Ariel Dorfman
"Pinochet era la personificación de la tiranía, el culpable de los asesinatos que convirtieron a Chile en una copia infeliz del infierno."

Murió el fantasma que se nutría de pulmones

Murió el fantasma que se nutría de pulmones
Las canciones sueltan sus amarras por los mares libres
Murió el vampiro que sorbía los globos de la luz
Las flores lanzan campanadas sobre el mundo
Murieron las aves de rapiña en su leyenda negra
Las olas juegan como los niños
Murió el señor de las batallas y la señora de las llagas
Los árboles bailan tomados de la mano

Vicente Huidobro,
"Ver y Palpar" 1941.

martes, diciembre 05, 2006

HE COMETIDO EL PEOR DE LOS PECADOS...

Jorge Luis Borges

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron
para el juego arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

Escenas de la vida posmoderna: intelectuales, arte y videocultura en la Argentina de Beatriz Sarlo

Hace treinta años, el diario La Época de Chile publicó mi reseña del importante libro de Beatriz Sarlo, "Escenas de la vida posmodern...