lunes, agosto 27, 2007

Notas de Quintana, rencoroso veterano de ONG (3)

Legimity

La María Carmen tiene ahora una cicatriz que le atraviesa el rostro.

Veterana con la fe de las libertinas, gorda solazada, paladín de ONG ecologista, conquistó a Roberto Lagunas, un veinteañero de cabellos claros, talentoso periodista del diario nacional. La María Carmen lo llamaba Titín
(¿Qué le costaba a la desenfrenada llamarlo Roberto?)

Titín se sintió atraído por los vastos conocimientos de María Carmen sobre la verde malaquita en los salmones, los efectos de la pesca de arrastre y la desaparición de la pesca artesanal.

Es bien mórbido que hoy periodistas jóvenes se enamoren de las señoras que hablan de la pesca de arrastre.
(¡Creen los cebones que están aquí para salvar al planeta!)

Pero, lo que hizo dependiente a Titín fue la carencia de recatos sexuales de María Carmen. Ella sabe de dominación y alta sumisión, los recovecos de la libido y la insensibilidad del dolor. Con cadenas y látigos, le destapó sus deseos endemoniados. Con cadenas, máscaras y látigos, le abrió sus deseos.
Ella era una postfeminista prosexual. Añejita, pero virtuosa manipuladora de pijas jóvenes, lo que más le gustaba a María Carmen era el masaje oral y no escupir el semen.
Lo ató una vez, lo azotó con una fusta negra, larga y fina, de bambú forrado en cuero.
Roberto se resistió, pero pronto ella lo oyó suplicar:
-Mamá…
(Eres un arruinado copuchento, Raúl Quintana)

Titín se hizo adictivo a la sumisión. María Carmen obtuvo, a cambio, amplia cobertura en el diario nacional.
(Eres un cabrón envidioso, Raúl Quintana)

Para que la relación no se viera corrupta –además de incestuosa- María Carmen optó por mantener la picaresca en secreto. El secretismo le servía a María Carmen para mantener doble vida. Pero Titín estaba enamorado y sufría con esa distancia. El huevón cursi, se creía sincero. Preocupado del beso, la mirada, los celos. ¡Ay! ¡Fin amour! ¡Fin amour! ¿Cómo se puede enamorar de una veterana de cincuenta?

Una vez, María Carmen se fue de viaje y Roberto lloró en brazos de Cuchee, la otra vieja verde de las ONG, que aprovechó de tocarle el pico varias veces. Así se supo todo.

Al final, Roberto le dejó una cicatriz en la cara a la María Carmen. En un ataque de celos el joven periodista le arrojó una botella y la rajó para siempre.




Imagen: María Carmen le pasa la lengua por la oreja al periodista enamorado.

1 comentario:

  1. ¡Qué increíble!
    Miren las patitas de estas mujeres libidinosas, ¿no? Y se hacen las lesas parece.
    Jijiji, pesca de arrastre...

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