
viernes, febrero 26, 2021
Literatura fantástica. Aproximaciones.

jueves, febrero 18, 2021
Pushkin
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Aleksandr Pushkin en versión de María Camila Quiceno |
I value little those much vaunted rights
that have for some the lure of dizzy heights;
I do not fret because te gods refuse
to let me wrangle over revenues,
or thwart the wars of kings; and ‘tis to me
of no concern whether the press be free
to dupe poor oafs or whether censors cramp
the current fancies of some scribbling scamp.
These things are word, words, words. My spirit fights
for deeper Liberty, for better rights.
Whom shall we serve -the people or the State?
The poet does not care -so let them wait.
To give account to none, to be one’s own
vassal and lord, to please oneself alone,
to bend neither one’s neck, nor inner schemes
nor conscience to obtain some thing that seems
power but is a flunkey’s coat; to stroll
in one’s own wake, admiring the divine
beauties of Nature and to feel one’s soul
melt in the glow of man’s inspired design
-that is a blessing, those are the rights!
Traducción al inglés de Vladmir Nabokov. Curso de literatura rusa.
Poco estimo esos derechos tan cacareados
que para otros encierran el señuelo de las altas cumbres,
ni me apura que los dioses no me hayan concedido
pelearme por una renta o torcer las guerras de los reyes,
ni me preocupa que la prensa sea libre para engañar a los simples
o que el censor estorbe las fantasías en curso de un tunante de la pluma.
Todo eso son palabras, palabras, palabras. Mi espíritu lucha
por otra Libertad más profunda, por otros derechos mejores.
Si hay que servir al pueblo o al Estado,
es cuestión que al poeta no le importa.
No rendir cuentas a nadie; ser vasallo y señor de sí mismo
y sólo a mí mismo complacer; no doblegar ni la testuz,
ni el proyecto interior, ni la conciencia,
a cambio de lo que parece poder y no es sino librea de lacayo;
seguir tranquilo la propia senda, admirando las bellezas divinas
de la Naturaleza y sentir cómo el alma
se derrite al calor del designio inspirado del hombre,
¡esa es la bendición, esos son los derechos!
Traducción inglés castellano de María Luisa Balseiro.
NABOKOV. Literatura, pedofilia y Víctor Gutiérrez
por Omar Pérez
en Utopista Pragmático Nº112, Noviembre Diciembre 2003
Viernes de una noche cálida. Tertulia en El Parrón de Providencia. Alguien cuenta que el periodista Víctor Gutiérrez afirmó por Chilevisión que Vladimir Nabokov, el aristócrata emigré creador de Lolita (1955), fue pederasta. De pronto, los tertulios estamos de acuerdo en que Gutiérrez se confunde. Nabokov nunca fue un pederasta.
Serían algo más de las 11 de la noche y salgo de El Parrón con el escritor Jorge Calvo. Cruzamos frente al bar Liguria. Extrañamente, miren lo que es el destino, nos atravesamos con Víctor Gutiérrez. Obviamente, Calvo no puede dejar de decirle: -¿Tú dijiste por la tele que Nabokov era pederasta?
-Sí, dice Gutiérrez, si lo es, Nabokov.
-Te equivocas, Nabokov no es pederasta
-Sí, lo es, sostiene Gutiérrez.
Dialogo de viernes por la noche. Gutiérrez entra al Liguria algo contrariado.
El periodista comete un error, un desliz común a los que ven la literatura con ojos del crítico higiénico y los bienpensantes que catalogan a las novelas por sus efectos pedagógicos.
El brillo de Vladimir Vladimirovich Nabokov era discreto hasta la publicación de su novela Lolita (1955). Rechazada por las editoriales norteamericanas, finalmente, se imprimió en París por Maurice Girodias, editor de Samuel Beckett, Jean Genet y William S. Burroughs. La novela pasó desapercibida hasta que Graham Greene en el London Times la incluyó en enero de 1956 entre "las tres mejores del año". Tres años más tarde, se publicó en Estados Unidos. Vendió tres ediciones en cuatro días y cien mil libros en tres semanas. Nacía una leyenda. De ser un profesor modesto Nabokov se convirtió en un literary star, regalón del Playboy y de The New Yorker. Colaboró en el guión para la adaptación de Lolita al cine por Stanley Kubrick en 1962.
La novela trata de una niña de 12 años, Dolores Haze, conocida como Lolita, que pierde a su madre viuda en un accidente de automóvil y cae en manos de su padrastro, quien abusa de ella a lo largo de unos meses, en que atraviesan en coche los Estados Unidos. Nabokov creó un arquetipo, una mixtura de efebo-niña, media boba, ramplona y kitsch, capaz de aniquilar al triste sátiro, Humbert Humbert. El hombre ve en una vana colegiala a una criatura mágica. La nínfula sólo existe en la contumacia de Humbert. El linaje de la novela es la ironía, el humor negro, el juego de palabras, el uso del detalle, el ojo clínico, en fin, su plataforma verbal y acrobacia novelística.
Nabokov se cansó de declarar que él no tenía nada que ver con el profesor que se enamora de una chica de 12 años. Ni siquiera la novela había nacido de una experiencia real del autor. Fiction is fiction. El proyecto comenzó un día "en que me hallaba postrado por una neuralgia intercostal”. Nabokov luchó contra la mala leche: “Lolita no es una niña perversa. Es una pobre niña que corrompen, y cuyos sentidos nunca se llegan a despertar bajo las caricias del inmundo señor Humbert, a quien una vez pregunta: "¿Siempre viviremos así haciendo toda clase de porquerías en camas de hotel?"
La fama de Lolita como pederasta es, más bien, el servilismo del periodismo ante el gran público. “No sólo la perversidad de la pobre criatura fue grotescamente exagerada sino el aspecto físico, la edad, todo fue modificado por ilustraciones en publicaciones extranjeras. Muchachas de 20 años o más, pavas, gatas callejeras, modelos baratas, o simples delincuentes de largas piernas, son llamadas nínfulas o "Lolitas" en revistas italianas, francesas, alemanas, etc. . El colmo de la estupidez. Representan a una joven de contornos opulentos, como se decía antes, con melena rubia, imaginada por idiotas que jamás leyeron el libro.”(Nabokov)
Estos últimos años se publicaron otras novelas inquietantes: En American Psycho de Breat Easton Ellis, (1991), un yuppie fetichista, Patrick Baterman, recoge prostitutas callejeras y las viola, tortura y mata lentamente. Es un joven rico de éxito que se aprovecha de tantos dejados a su suerte y que al otro día de su desaparición nadie, pero nadie los reclama. El sicótico se va luego de compras y de fiestas con sus amigos. Nada le pasa. Está protegido.
La perturbadora novela El fin de Alice (1999) de la norteamericana A.M. Homes, describe los tormentos y obsesiones sexuales de un pederasta encarcelado y obsesionado con el recuerdo de una niña llamada Alice. Chappy (mezcla de Humbert Humbert de Lolita y Hannibal Lecter de El silencio de los corderos) imagina desde su celda, donde lleva recluido 23 años, una relación con una adolescente con la que mantiene asidua correspondencia. También El fin de Alice despertó controversia en Estados Unidos. En Gran Bretaña estuvo a punto de ser prohibida.
Así ocurre. De tiempo en tiempo una novela es cuestionada, no por su calidad literaria, sino porque toca temas prohibidos, y entonces se le procesa, se rivaliza si hace daño o no, si es bueno o no que los jóvenes la lean. Normalmente, la novela sale redimida y gana más lectores.
Por otro lado, y más allá de la literatura, estos años revueltos han demostrado que el abuso infantil es una realidad. El abuso infantil real, no simulado, alcanzó a todo el mundo provocando alarma social. La “agenda” social (y a veces política) se llenó de este tema en todas partes. Esto es lo grave, amigos leedores: un millón de niños pobres son forzados hoy a prostituirse (4.000 niños chilenos según el SENAME). No sólo eso. Hay 40 millones de niños que se quiebran el espinazo trabajando en el mundo. 40 millones de niños. Esa es la verdadera contrariedad que nadie puede esquivar y sobre el cual hay que levantar la voz. Amigos, vivimos un momento extraño. Hay gente rica y con poder (a los que al parecer el mundo les prometía algo más) y no son felices consigo mismos. Una vez más, es un ejemplo de lo necios que podemos ser en ocasiones los seres humanos, tanto los que se equivocan, cómo los que observamos con indiferencia. En eso Víctor Gutiérrez puede tener, desgraciadamente, razón.
jueves, febrero 04, 2021
EL RUSO TARKOVSKI Y EL SUECO BERGMAN EN UN MUNDO FRAGMENTADO
EL RUSO TARKOVSKI Y EL SUECO BERGMAN EN UN MUNDO FRAGMENTADO(Revista Off the record. Febrero 2021) https://www.offtherecordonline.cl/PDF/OFF_2021_02.pdf )Yo tenía 28 años y un atardecer fui a ver "Stalker", el film de Tarkovski, en un cine de la ciudad de Malmö, Suecia..Fíjate que ahora ya pasaron casi 40 años desde aquel atardecer.Salimos del cine y caminamos al bar. Caminar al bar. Saludar a la gente: hola, hola. Hoy caminar está restringido por la pandemia. Y luego pocos miran por donde van, encorvados en el celular.La vida era más fácil en la democrática Suecia. Aún para un chileno exiliado como yo. A fines de los 70, en el Chile de Pinochet entramos con invitaciones falsas a una fiesta diplomática en la embajada de Venezuela.¡Quiero huir de este pozo de desdoro!Del zumbido de voces que había en el bar. Un panal. Podría escribir una notable crónica de esa colmena, de opiniones sonoras, divergentes, subjetivas. Era feliz en el bar y parlotear sobre la película que vi, o sobre el libro que leí. Era feliz y liviano como pájaro.Ese recuerdo es como un sueño.Después de ver el film de Tarkovski, caminé al Bullen, mi bar preferido de aquella dorada juventud, (la juventud es siempre dorada).De eso quería hablarles.La película lenta y poética estaba basada en el clásico de la ciencia ficción rusa, la novela "Picnic Extraterrestre" de 1971, de los hermanos Strugatsky, Arkadi y Boris. En la novela hay numerosos stalkers. En el guión hay un stalker y la trama ocurre en un día. La ciencia ficción fue un punto de partida táctico.Stalker, rodada en 1979, trata sobre una Visitación extraterrestre que dejó una zona prohibida de basura extraterrestre. Un stalker o acechador se infiltra en la zona en busca de la habitación donde, uh, se cumplirá su más hondo deseo.Uno amable, quizá irónico, el otro, huraño.Después Tarkovski llegó exiliado a Suecia y vio a Ingmar Bergman en persona por primera vez en el Film Institutet. Bergman daba una charla a jóvenes sobre "Fanny y Alexander", su lujosa obra cumbre sobre un padrastro, un arzobispo sádico. Bergman consideraba un genio a Tarkovski, “sus películas son como milagros”.A Tarkovski le causó una extraña impresión. Lo encontró egocéntrico, frío, superficial.Lo que son las cosas.Se desencantó de Sven Nykvist, el director de fotografía, y escribió con ánimo gruñón: “Es viejo y lento para absorber nuevas ideas”.Yo había visto al maestro Bergman en un funeral. El año 82, yo aún tenía 28 años. A mediodía paseaba frente a la catedral gótica de Uppsala.Mira, ahí está, Bergman.Filmaba la escena del funeral de Oscar, el padre de los niños Fanny y Alexander.1985. Tarkovski grabó "Sacrificio" sobre un enfermo de cáncer que se cura al inmolarse.En la isla Gotland con el equipo de Bergman, la dirigió en ruso y una asistente traducía.Un mes después, en la planta nuclear sueca Forsmark, detectaron radiación en los zapatos de un funcionario. Se descubrió que la fuente de radiación venía en una nube radioactiva desde Chernóbil. Llovió y la radioactividad cayó en Suecia.Entonces, Tarkovski fue mortal herido de cáncer. Stalker se filmó en 1979 en una zona de sacrificio, en el río Jägala, Estonia, en dos plantas eléctricas abandonadas y una industria química que había contaminado las aguas. Solonitsin, el actor de sus películas, había ya muerto de cáncer.La edición de "Sacrificio" la terminó desde la cama. El film se presentó en Cannes en mayo del 1986.Cierren ventanas y puertas –se nos dijo- y coman tabletas de yodo.Chernóbil fue una zona de exclusión.Hoy todos los frágiles ecosistemas del mundo están dañados.A los 54 años, diciembre del 86, Tarkovski murió de cáncer. Una muerte sin pathos, con la paz de los caballos que pastan en silencio después de la lluvia.
Es un deber mío recordar que todo era entonces muy humano. No obstante, fragmentado como un espejo roto. Cuando yo tenía 28 años, hace casi 40 años, y un atardecer fui a ver Stalker.
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