“-Voy a pasármelo fatal. Pero también usted: va a tener que mirar dentro de mi boca. La parte inferior de mi dentadura es, sencillamente, muy mala. Pero la superior… Tengo un puente que me va de oreja a oreja, y lo único que lo mantiene ahí, que yo sepa, es la costumbre. El problema es hereditario, amén de la falta de adecuado cuidado cuando era más joven. Mi madre tenía buena dentadura y malas encías. Mi padre tenía las encías bien y mala dentadura. Yo tengo mala dentadura y malas encías.
—Echemos un vistazo.
—Ármese de valor —dije, y abrí la boca.”
Todo es material literario. Hasta los dientes.
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