Una clase media aspiracional se esparció bajo los gobiernos de la Concertación. Como todo maridaje, la relación entre la Clase Aspiracional y la Concertación fue basada en algo de amor y calentura y en algo de conveniencia.
Pero, la Clase Aspiracional (CA) hace rato que venía coqueteando con los vecinos, sin que el marido quisiera darse cuenta.
Al final, la CA ya cansada del marido, se acostó con un vecino.
Ya no votó por el candidato de la Concertación y la relación se trizó.
¿Por qué?
Lo diré de modo descortés.
La nueva clase media y clase media baja que surgió en los años ochentas venía saliendo de un hoyo, de un socavón de pobreza y dificultades, entre otras, la re concha represión social y política de la dictadura de Pinochet. Esas masas de clase media y baja, era la clase que los publicistas llamaron “emergentes” y los analistas políticos llamaron, "aspiracionales". En realidad, eran la amplia base del pueblo, un chileno standard que quería progresar, que tenía la esperanza en mejorar. Ellos y ellas serían quizás los primeros en sus familias en entrar a estudiar en institutos y universidades. Les gustaban Sol y Lluvia, los pajeos intelectuales en las peñas, y eran consumidores voraces de las extravagancias, el camp y el neopop gráfico del Trauko. A veces usaban las páginas de la Biblia para liar porros. Era una clase numerosa y curiosa, votaron por el NO y aceptaron la Concertación.
En esa clase media tirada a pobre, también era acomodaticia y pragmática. Muchos de ellos se adaptaron y fueron el sostén o la plantilla de la democracia a medias que instauró la Concertación. Fueron felices al comienzo. Una relación perfecta de amor, con paseos al parque y al zoo.
Nunca se dieron cuenta como aceptaron la No ruptura.
Luego, una linda araña les metió un dulce veneno en su interior que lentamente fue realizando una metamorfosis. Lenta y dulce, pero cruel metempsicosis.
Esa masa estaba contentilla con ser profesionales de medio pelo, y se licuó en su autocomplacencia de su vida standard. De apocalípticos a integrados y su incapacidad de darse cuenta.
Pero, la mayoría de ellos, a pesar del veneno que les metió la araña de la adaptación, (comerse esos diagnósticos aparentemente tan modernos de Tironi, de Halpern, de Correa, de Brunner) tienen en su disco duro las imágenes con las que se dejaron sorprender y seducir cuando eran jóvenes.
Esa masa no sabía bien lo que quería. Eso no es raro. En muy pocos casos sabe la masa lo que quiere. Pero, sin duda que disfrutó con la pastilla de droga aspiracional que les dieron los Tironi-Halpern-Correa-Brunner.
Esa masa –algo modernilla, algo culturiza, algo liberal y acomodaticia- creyó en la movilidad social, por que efectivamente mutó.
Concertación & paradoja
La reforma social que significó la Concertación fue un proceso contradictorio. Por una parte, un progreso en libertades y mejoras en las costras de pobreza. Pero, al mismo tiempo, fue el triunfo de las fuerzas conservadoras. La Concertación fue, a la vez, una avanzada y un conservador, defendió la libertad y la equidad social, pero finalmente, consolidó el antiguo régimen en sus pilares económicos y su razón política excluyente.
La Concertación cumplió una función progresista en la historia de Chile, pero, a la vez, fueron ordenadores de un sistema conservador. Consolidaron una democracia excluyente y retrocedieron al empirismo. Por instinto, se volvieron a la costumbre, a la rutina, a los precedentes. Todos los pilares del antiguo régimen se consolidaron, en nombre de la conveniencia práctica. Una parte de su labor consistió en enmascarar y en disfrazar el antiguo régimen. La Concertación reafirmó una tradición conservadora, una prolongación del viejo régimen, urdió un nuevo Chile y utilizó luego, en una nueva trama, los hilos de tradición. La Concertación fue la venganza del pasado. De ese modo, hay una continuidad histórica: son defensores de un modelo desde arriba, basado en la razón de estado. El espíritu de cambios se congeló. Aunque sobreviva cierta aura de prestigio de sus orígenes.
El propio desarrollo de la sociedad, su permanente crecimiento en las últimas décadas, las mejoras urbanas y educativas, fomentan tendencias democráticas. La transformación de la vida de la sociedad, la eliminación gradual de la pobreza extrema y el aumento de la educación en grandes masas, tienen consecuencias políticas de largo alcance: la tendencia de la gente a asumir su rol ciudadano, a no depender de estructuras enclaustradas, a democratizar la sociedad. El crecimiento económico, urbano y educativo propugnan una evolución democrática.
A diferencia de lo que hacen creer los aparatos ideológicos de legitimación, la Concertación quiso enterrar cualquier utopía política. Su socialdemocracia sin obreros, su socialdemocracia sin trabajadores, su socialdemocracia sin sociedad civil organizada, decidió enterrar la imaginativa de los movimientos sociales y estableció su intolerancia frente a las utopías y los sueños. Cumplió ciertas esperanzas, pero destrozó las importantes, dejando un amplio campo de frustración y de cinismo, administradores del realismo político, funcionarios que creen moverse en un espacio vacío emocional, con sus encuestas y fórmulas de ejercicio del poder y sus concepciones políticas descarnadas desde arriba. Sus asesores elevaron lo fáctico a la categoría de virtud. La Concertación llevaba en sí misma su propia refutación.
Oh, qué lindas son las grandes compañías
La Concertación no sólo reafirmó un proyecto de desarrollo basado en las grandes compañías, sino que también silenció el debate sobre los fundamentos de la lógica anónima del mercado y del capitalismo global. Aceptó e hizo que se aceptara como neutra la despolitización de la economía. El modo como se funciona la economía era un “estado objetivo” de las cosas.
También, sobre todos los últimos años se empezó a legislar directamente para las grandes compañías. La Ley de la calidad de la vivienda para darles facilidades a las corporaciones de la construcción y que la regularización se dejó en manos de la misma industria. El royalty a la minería fue una operación de encubrimiento.
La institucionalidad medioambiental apoyó casi siempre a las grandes empresas.
La ley de la pesca está hecha para beneficiar a los grandes empresarios del salmón.
Hicieron surgir y protegieron al monopolio de la Farmacias.
Protegieron a las industrias de alimentos, cuando las organizaciones de consumidores pedían mayor control y mayor calidad.
Nunca hicieron la reforma laboral.
Dejaron que se desarrollara la peor industria televisiva y cultural.
Familiocracia
Despolitizada la economía, quedaban dos líneas de corrupción en desarrollo.
Por un lado, la familiocracia. La Concertación cerró la participación. Sociológicamente lo necesitaban. Nadie podía hacer olitas. Necesitaban clausurar la política colocando a subordinados apolíticos leales, objetos bisagras, hombres y mujeres sin libertad. El amiguismo más dulzón y más meloso: apitutar a la familia. El mapa de nepotismo de la Concertación es desembozado. Las familias ejerciendo el control de los aparatos políticos y de las instituciones públicas.
Las instituciones funcionaban, pero para que todo quedara donde mismo, en las manos de unos pocos, pero muy pocos.
Por otro lado, le abrieron la puerta a una camada de cuadros técnicos alquilados, que no tenían que ver con la tradición originaria de la Concertación. Técnicos fríos como una madrugada de invierno, fríos y sin carisma y alquilados, pero con dientes de piraña.
Desigualdad & vulnerabilidad
Pero, la Clase Aspiracional había empezado a sentir un cosquilleo inquietante:
La movilidad social era ascendente, pero podía ser descendente también.
La pasta no se distribuye en Chile. Por más que se esfuerzan, no les toca a todos por igual. No hay una movilidad social ascendente dura. No hay inclusión real. La educación superior no ha servido de mucho. Los huevones con apellido, con contactos, o con pasta, siguen saltándose la cola por delante, en todos los ámbitos de la vida. El 80 % de la población percibía menos de 200 mil pesos mensuales per cápita, lo cual enfatizaba la vulnerabilidad de la población. Basta perder 100 mil pesos –una enfermedad, una cesantía- para caer de nuevo en la pobreza.
La Calaña, la Corporatocracia nacional, insensible, odiosa, que concentra casi todo el poder, seguía haciendo lo que les daba la gana.
El ascenso social era una paja fulera en Chile. Una masturbación interruptus. La masa aspiracional tiene pega. Sí, pero una pega rasca, que apenas alcanzaba para llegar a fin de mes y con derechos laborales apañados.
Primero, la gente se desconcierta, luego les empieza a dar vergüenza y luego rabia.
Son la mayoría de los chilenos, siempre inseguros, siempre temerosos de que el sistema, (el banco, la casa comercial, el patrón, la salud), les juegue una mala pasada.
Ese es el sustento material del deterioro de la mentalidad acomodaticia de la política controlada desde arriba.
Y el amor cobijado y manipulado tiene sus límites.
“Yo creo que en una relación siempre hay uno que es sordo” (Juan Carlos Onetti)
“Que las instituciones funcionen” fue el riff de la Concertación.
Sí, las instituciones funcionaban, pero para suavizar las melodías críticas dentro de la casa. Para que la señora se quedara tranquila, cuidara a los chiquillos y no se vaya por ahí, a buscar aventurillas.
Así, los últimos años fue una odisea de reproches, disgustos y decepciones mutuas de la relación entre la Clase Aspiracional y la Nomenclatura. Se escuchaba en esa familia un blues ruidoso, chillón y rasposo, de amor desvastado, en que una de las partes –la Nomenclatura- no escuchaba.
-¡Tú nunca me escuchas!
La Concertación era sorda. Ninguneó a su pareja melancólica y algo lastimada.
El sordo no entendía que el chillido era un tren que se estaba descarrilando.
Allí están las bases sociológicas, estructurales, del hastío con ese marido llamado Concertación.
Ustedes saben, así es como las parejas se convierten en perfectos desconocidos. (“tus lágrimas se pierden bajo la lluvia”, Deep Purple)
¿Dónde podría escapar la pobre Clase Aspiracional ninguneada?
-Me voy con los chicos del barrio.
(Votar por Meo, o por Arrate o por Piñera. Cualquiera de las anteriores.)
Aspiracionales sin ascenso social ni político
La Concertación estableció el consenso con el pensamiento conservador de que el alto crecimiento es una medicina patentada para los problemas sociales, dejando solos a los individuos y grupos afectados. O que reclamen al Sernac. José Roa lo repitió durante años: eleve sus quejas a Sernac. Haga valer sus derechos de "cliente". Saque número y haga cola en la oficina del Sernac. Y si eso no resulta, demande, demande a las grandes empresas. (Je, je je.)
Sin embargo, la nueva sociología ha demostrado con bases estadísticas que el empeoramiento de la vida social e individual, va de la mano con la desigual distribución del ingreso. En efecto, Richard Wilkinson y Kate Pickett sostienen la tesis de que la desigualdad en sí causa la mayoría de los problemas sociales en las sociedades modernas. Enfermedades físicas y mentales, adicciones, sobrepeso, malos niveles educacionales, criminalidad, embarazos prematuros y limitada movilidad social están en directa relación con la desigualdad económica.
Los efectos se ven en todas las clases sociales.
La tesis es conclusiva: mientras más desigualdad, mayores son los problemas, en todas las clases sociales. Los autores comparan países con elevadísimas diferencias de ingreso como Inglaterra y Estados Unidos, con países más equitativos como Japón y los países nórdicos. Los ricos en Inglaterra o en Estados Unidos tienen mayores riesgos a morir antes, a tener enfermedades mentales, cardiovasculares o adicciones que los ricos en países con mayor nivel de igualdad como Japón, Noruega y Suecia. Altos índices de diabetes y de enfermedades mentales en Estados Unidos e Inglaterra, en todas sus clases sociales. Casi un cuarto de la población de esos países tiene enfermedades mentales y tienen una mayor cantidad de gente en las cárceles. El consumismo, el aislamiento, la alienación, el stress y la ansiedad son productos de la desigualdad.
Stress de la desigualdad
La explicación de Wilkinson y Pickett está en los nuevos descubrimientos de la neurocirugía, las técnicas de scanner cerebrales, que demuestran que los humanos tenemos una relación racional con el entorno. La vida es dependiente de la relación con los demás para poder funcionar y una de nuestras estrategias básica de sobrevivencia es cuidar nuestro status en el grupo. Sólo si los ingresos se distribuyen de mejor modo, podemos relajarnos. Al contrario, las grandes diferencias de status crean stress. La peor parte la sacan los que están abajo en la escala de ingresos sin posibilidades de ascender. En cambio, en sociedades más igualitarias las tendencias son más colaborativas.
“Las relaciones del sistema económico son relaciones sociales.”
Chile es una de las sociedades más desiguales del planeta. Y los síntomas modernos de la pobreza y la desigualdad ya no es la falta de pan, techo y abrigo, como aún creen los decimonónicos. Los síntomas de la desigualdad y la pobreza en las sociedades modernas son la obesidad, las adicciones, la falta de integración social. Y las tasas de obesidad, las adicciones al tabaco y al alcohol, las muertes cardiovasculares, la cantidad de presos en las cárceles, son también las más altas del planeta en Chile, según todas las cifras oficiales.
Ya No
La Concertación mira hoy las viejas y amarillas fotos del pololeo, recuerdan las canciones que bailaban chic to chic cuando se conocieron, siente de nuevo los primeros besos eléctricos. Pero, su visión romanticota y su épica de Indiana Jonas es un espejismo que le provoca el vagar por el desierto de la derrota.
Como si no hubiesen pasado veinte años, la Concertación ansía creer que el matrimonio se arreglará con autocrítica y un besito en la oreja, o un cónclave en un motel para afinar ciertos métodos.
No es así.
Ha caído una matriz político económica que generó desigualdad y que la desigualdad generó la necesidad del silencio y de partidos políticos controlados por personal de servicio.
Sorry, baby. El matrimonio está roto, ya nada será como antes.
Ya No. Demasiado tarde.
“Si alguna vez fui tuya, olvídalo.”
La Clase Aspiracional ya se acostó con otros.
Ya No
“Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.
Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.”
(Poema de Idea Valeriño)
Notas
El Electorado que Decidió las Elecciones 2009 Cristóbal Aninat y Gregory Elacqua, Matías Martínez, Revista de Ciencias Sociales v.15 n.4 Marcaibo dic. 2009
Movilidad social en Chile: El caso del gran Santiago urbano, Espinoza, Oscar González, Luis Eduardo Uribe, Daniel
Desigual pero fluido: El patrón chileno de movilidad en perspectiva comparada, Florencia Torche, 2005 Expansiva.
Dinámica de la pobreza y movilidad social hile 1996-2001, Dante Contreras Ryan Cooper Christopher Neilson Jorge Herman. Departamento de Economía, Universidad de Chile, 2004.
The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better (Hardcover) by Richard Wilkinson (Author), Kate Pickett (Author)
Las causas de la derrota, José Miguel Zapata, El Mostrador, 21 de Enero de 2010. La derrota de la Concertación y la alternancia de gobierno en Chile, Huneeus, Carlos, CriterioNº 2357 » Marzo 2010
La Concertación estaba cansada, Andrés Sanfuentes, CED, Viernes 19 Marzo, 2010
Omar Pérez Santiago es escritor
jueves, mayo 06, 2010
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