martes, abril 24, 2012

Leonard Cohen y La Musa de Hydra

































“Todavía sueño con Leonard”, ha suspirado  Marianne Ihlen en una entrevista,  décadas después de haber vivido plenamente el amor juvenil y de haberse convertido en la completa  inspiración de un joven y desconocido poeta llamado Leonard Cohen, en la isla griega de Hydra, cuando, como hippie chic, viviendo la contracultura sesentera de la vida simple, le compuso la hermosa canción “So long, Marianne”.


La isla de Hydra, a 193 kilómetros de Atenas, siempre ha sido una pequeña colmena de escritores, una colonia de artistas, una isla sin automóviles, cuyo puerto asemeja un anfiteatro gigante, una herradura rodeada de pequeños “palazzos” de piedra,  refugio bohemio para escritores y artistas que viven, sin pretensiones, la contracultura de la vida simple y en sus tabernas comen mariscos y pescados y beben retsina, un antiguo y sabroso vino griego.
Aún no era catalogado de obsceno y pornógrafo, cuando el escritor Henry Miller (1891-1980)  subió y bajó miles de escalones del pueblo de  Hydra en el año 1939 y luego escribió en su relato de viaje, “El Coloso de Marusi” que Hydra era  “una roca pelada que hace de isla”, una roca inmaculada con  dos colores: azul y blanco.


Katsikas’ Bar
El escritor australiano, George Johnston (1912–1970) abandonó su carrera de periodismo en 1954 y se trasladó a Hydra con su mujer Charmian Clift  y empezó a escribir a tiempo completo y formaron parte de un círculo de escritores de la isla que trataban de vivir de lo que escribían (¡simple heroísmo!). Muchas casas estaban abandonadas, la electricidad era limitada, y había pocos teléfonos. Y al final estaba el almacén de los hermanos Anthony y Nick Katsikas y detrás su pequeño, pequeño pero muy ameno bar.
La vida simple y estoica y la mundanización.
Las dos cosas a la vez: Ser hippie y ser del mundo, mundo arcaico e hipercivilización cosmopolita.


Axel &Marianne
En 1958 se unió a ese peculiar centro literario el escritor noruego y reputado bohemio, Axel Jensen (1932 – 2003) con su pareja, la joven y bella Marianne Ihlen de 22 años.  Esa historia había comenzado en 1953 en Oslo, cuando ella vivía con su abuela. Axel Jensen de 24 años recién había publicado su primera novela en Oslo, llamada Icaros.
En Hydra vivía también otro joven escritor, inédito entonces, el sueco Göran Tunström (1937- 2000), inédito pero que llegaría a ser uno de los más queridos escritores suecos.
Así, Hydra era una autónoma Residencia de Escritores.
La electricidad funciona solo una hora en la mañana  Axel y Marianne compraron una casa vieja, “la ruina”, la llamaba Axel y allí escribía, mientras ella le servía pan y sopa. Era una buena y tranquila vida en una bella isla del mar Egeo, para escritores jóvenes que practican una arte difícil, muy difícil: vivir de lo que escriben.

Pero, llegarían las turbulencias y, como en una tragedia griega, todo lo que comienza, termina mal.

Un día del verano de 1958 Axel Jensen viaja a Oslo. Allá encontró a “La Morocha”, mujer que se invitó a visitar la isla.  Marianne se indigna al saber la noticia y se fue a Atenas a trabajar en un barco de un amigo. Un mes después aparece Axel. “La Morocha” no llegó nunca a Hydra. Axel  y Marianne hacen las pases y se casan en el otoño de 1958 en la iglesia inglesa de Atenas y viven en Hydra.

Un día viajan a Oslo y fueron entrevistados y fotografiados por los medios. El segundo libro de Axel Jensen, A Girl I Know, se publica en ese momento y fue un suceso. Ella está embarazada y muere su padre. Alex vuelve solo a Hydra.  En enero de 1960 nace Axel. Y en abril de 1960 viaja ella a Hydra con su bebé de tres meses.

Pero, ¡lo qué son las cosas!, Axel se había enamorado ahora de Patricia Amlin, una pintora norteamericana. Los nuevos amantes abandonan Hydra.  Pero, Patricia sufre un accidente de automóvil  en Atenas y Axel la acompañó hasta Chicago. Marianne tuvo ganas de tirarse por la ventana.

En septiembre de 1960  Axel volvió a Hydra. Y la crisis estalló, con las desilusiones y los malos entendidos  de una pareja en crisis. 
El rompimiento fue definitivo.


Marianne & Leonard
Leonard ohen era un desconocido joven poeta que a la edad de 22 años había publicado su primer libro de poesía, Let Us Compare Mythologies, en 1956.  Llegó a Atenas en abril de 1960, al otro día tomó el ferry hacia Hydra. Lo primero que Cohen encontró fueron a los australianos  directores honorarios del activo círculo literario de Hydra, digamos, los directores de esta residencia de escritores: George y Charmian  sentados en el Katsikas’ Bar, detrás del almacén de  Anthony y Nick Katsikas, al otro lado de donde estaban los sacos de semilla, jarras de aceite de oliva y cebollas.

Allí los socios de esa comunidad literaria pasaban las tardes entreteniéndose mutuamente y comiendo ensaladas de berenjenas; hojas de parra rellenas, calamares a la parrilla, y bebiendo retsina.

Un día fue Marianne a la tienda de la aldea con su canasta a buscar agua embotellada y leche. Según ella ha contado, ve a un hombre barbudo parado en la puerta con el sol detrás de él. Y le dice:

”Would you like to join us, we’re sitting outside?”
"¿Le gustaría unirse a nosotros, estamos sentados fuera?"
Es Leonard Cohen.
Leonard le dice:  
”you’re the most beautiful woman I’ve ever seen”.
“Eres la mujer más bella que jamás he visto.”

El 6 de septiembre de 1960, Cohen compró una casa en Hydra por 1500 dólares, usando la herencia de sus abuela materna y allí se fueron a vivir. La casa "Donkey Shit Lane", de cinco piezas no tenía electricidad ni agua potable, pero era un lugar donde podía trabajar. Los Johnston le regalaron  una mesa de trabajo grande que usó para escribir y comer, así como también una cama y ollas y sartenes para su nueva casa.
Leonard Cohen se sentaba en la terraza, fumaba hachís y marihuana, tocaba guitarra y miraban las estrellas. Mientras miraba las estrellas, Marianne, (después de esa vida de dimes y diretes con Axel), encontró que Leonard era suave y paciente.
Marianne andaba descalza todo el día y, entonces, cuando él estuvo enfermo y ella le prepara cacao, nació la canción. "So Long, Marianne".
“So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.”
“Hace tanto tiempo, Marianne, que empezamos
a reírnos y llorar y llorar y reírnos de todo.”
Cohen
Marianne se enamora y lo encuentra maravilloso y ella constituye para él su inspiración, su musa.
Leonard escribe en su máquina de escribir Olivetti su libro de poemas "Flowers For Hitler" (1964) y las novelas  “The Favourite Game”(1963) y “Beautiful Losers” (1966).
Y varias de las canciones de Cohen fueron escritas en ese calor, en la serenidad de ese sol, en ese entorno hippie sesentero, por excelencia.
De esos años quizás le quedó a Cohen la idea ambiental que favorecería al escritor masculino:
"Para escribir libros, uno tiene que estar en un sitio". "Uno tiende a reunir cosas a su alrededor cuando uno escribe un libro. Se necesita una mujer. Es agradable tener niños cerca porque siempre hay comida. Es bonito tener un hogar que esté limpio y ordenado. Yo tenía esas cosas y entonces decidí ser un compositor".
Marianne, décadas después volvió un día a la isla de Hydra,  volvió una vez a la isla de su hermoso pasado hippie chic.
“Cohen me enseñó el aquí y el ahora, y a ser yo misma, eso que mi abuela había tratado de enseñar.”
Y Marianne recuerda que su abuela también le anunció, cuando ella era sólo una niña:
“Te encontrarás con un hombre que hablará con lengua de oro.”
Y Marianne está convencida que la profecía de su abuela se cumplió en la isla de Hydra.

 “Todavía sueño con Leonard”.

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