viernes, diciembre 20, 2024

Escenas de la vida posmoderna: intelectuales, arte y videocultura en la Argentina de Beatriz Sarlo


Hace treinta años, el diario La Época de Chile publicó mi reseña del importante libro de Beatriz Sarlo, "Escenas de la vida posmoderna", que copio aquí:
MALDITOS INTELECTUALES. ESCENAS DE LA VIDA POSMODERNA
Por Omar Pérez-Santiago, Diario la Época, 1994.
Los intelectuales se ponen catetes. Nadie los pesca. Esto los desconcierta y los neurotiza. De tiempo en tiempo, lagrimean en público: "Nadie discute nuestras utopías, snif, snif, sólo el mercado es rey". Se ponen sentimentales, nostálgicos y delirantes como borrachos.
Recordemos: ¿quién era el intelectual tipo?
Se creía la vanguardia de la sociedad, la voz de los que no tenían voz. Iría a tocar el cielo. Sentía que sabía más que nosotros. Esa fuente de poder la usaban para latiguear a los ricos y para educar a los pobres. Estuvo en las primeras filas de las revoluciones. Fue asesor de príncipes y dictadores. Hablaba al Pueblo, al Mundo, a la Historia. Creyó que su arte era de vanguardia, que su arte tenía algo que decirnos, aunque no lo entendiéramos. Se creía intérprete de nuestro gusto artístico y cultural. El sí sabía lo que era o no era el arte.
Ahora, sin embargo, mirado en el tiempo, los gestos heroicos del intelectual que se creía santo o profeta son risibles o, más bien, dejan indiferente.
Este tema lo puso sin anestesia Beatriz Sarlo en su libro "Escenas de la vida posmoderna" (Ariel, 1994). En su libro, Beatriz Sarlo -profesora de literatura, nacida en 1942 en Argentina y directora de la revista Punto de Vista- habla de los intelectuales, el arte y la videocultura en Argentina sin complejos y sin repetir lugares comunes.
El mercado decide hoy lo que es arte o no y mediatiza las disputas entre artistas. Antes, una obra o un autor debía ser aprobado por los miembros del Culturburgo, en largas y a veces odiosas contiendas y guerrillas personales.
Hoy puede obtenerse la legitimidad en instituciones más desinteresadas de las perspectivas estéticas.
Beatriz Sarlo confiesa que lo que el mercado tenga que decir sobre el arte no es insignificante e intrascendente.
Beatriz Sarlo se pregunta, a la vez, dónde se recomponen los valores en una sociedad relativista y el rol de la actitud crítica frente a la sociedad.
Digamos que allí la discusión recién empieza a complicarse.
"Escenas de la vida posmoderna" es un libro recomendable para intelectuales con cargo de conciencia y sobre todo para esa masa de gente joven trabaja o está interesada en los medios audiovisuales


 

viernes, noviembre 01, 2024

“Barrio Lastarria”, la nueva novela de Pérez-Santiago. “La vida se pasa volando y la muerte camina eterna por las calles”. Revista Off The Record, 1 de noviembre 2024




 

Por Patricio Melillanca, periodista, Rahue, Los Lagos.

 

El Barrio Lastarria es histórico. Visitado por cineastas, escritores y artistas de la mejor factura. Por sus callecitas se atraviesa de la Alameda al Parque Forestal y al Museo de Bellas Artes, desde el Cerro Santa Lucia o Cerro Huelen hasta el río Mapocho y desde allí a Recoleta, al Mercado Municipal y el barrio la Chimba.

Pérez Santiago, escritor, traductor y viajero, posee una narrativa caracterizada por una exploración de la identidad, la memoria y la experiencia migratoria. Un viaje transcultural que entrelaza la literatura chilena y nórdica.

Con su pluma segura, sin siutiquerías y con gran conocimiento de la literatura chilena y universal, Pérez-Santiago publica su nueva novela “Barrio Lastarria”, en el que aparece la cotidianidad, la juventud y luego la mirada aguda y ya reposada frente a la muerte que fue protagonista en estas calles.

Barrio Lastarria está escrita con vitalidad ¿De dónde procede el tema?

Dios me libre de ser chismoso. Pero la novela procede del amor, del amor joven, de alegre sonreír. Y procede del ineludible paso del tiempo, la alta velocidad de la vida, una verdad que punza, que pica como los mosquitos. Un día eres un pobre muchacho ansioso de amor  y al otro día usas un lindo bastón. Fin. Se acabó. Todo se funde como un copo de nieve. Se terminó. Gracias por la atención.

El protagonista tiembla. No es un viejo indulgente.  Es mala pulgas. Aunque ningún escritor, viejo o joven, puede ser indulgente con un tiempo histórico que decepciona. En las últimas décadas vendieron a Chile como un país de esplendoroso desarrollo. Pero, la modernización emocional no siguió el ritmo.
Y el protagonista ve con delirio como su barrio Lastarria se ha convertido en una especie de averno. La gentrificación destroza barrios para comprar barato y vender caro. Un nuevo despojo.  El día menos pensado su barrio deja de existir.  Fin de época.
¿Por qué el barrio Lastarria, uno de los más antiguos de Santiago?

El dicho sostiene que la tetera no hierve si la estás mirando. El Barrio Lastarria es un imaginario fantástico entre un río, el Mapocho; un cerro, el Santa Lucia, el GAM y la Alameda. De tanto ir y venir, te das cuenta la vida que allí hay adentro. Y es una tetera que hierve: buble, buble, buble.

Dios me libre también de aburrir con aspectos técnicos. Pero concentrar la acción de la novela en un espacio reducido es una probada técnica literaria. William Faulkner inventó Yoknapatawpha, un condado ficticio en el Misisipi. El mexicano Juan Rulfo inventó su Comala, Gabriel García Márquez su Macondo y Juan Carlos Onetti su ciudad imaginaria de Santa María

Llama la atención los dibujitos intercalados en la novela

Cuando yo era niño, mi abuelo llegó un día con un cuaderno de caricaturas que hacían de sus compañeros de trabajo, narigones, ojos como huevos fritos. Me morí de risa.  Empiezas a mirar las cosas de otro modo. Recuerdo que fue una época muy gráfica, cuando nacieron los afiches y corrían los comics populares, penetrantes como un bisturí.  Eso, me daba risa, me rompía el coco. Y el género de la novela es omnívoro, come de todo. Invade, anexiona y coloniza territorios. No tiene miedo. No es pusilánime.

En la novela “Barrio Lastarria” la muerte aparece como un personaje muy presente. ¿Por qué?

Tan latente estuvo la parca para mi generación de jóvenes chilenos que supimos temprano que la vida podía ser breve. Vi como sacaban a un vecino de su casa, para nunca más volver. Vi morir a jóvenes compañeros de la universidad. Todo es ridículo cuando piensas en la muerte.

¿Es un ajuste de cuentas con las huellas del pasado, una retrospección?

Todo lo que alguna vez vivió y obró, continúa vivo y obrando, a veces románticamente y a veces como símbolo. Es la tradición literaria llamada “La Escuela del Pervivencia”.

¿Lo que pervive en tu novela son los temas permanentes de Chile?

Quizá perviven los puntos ciegos de mi historia. Mi pasado continúa ejerciendo una influencia en mi presente. Pero esta pervivencia no es estática, sino que se ve moldeada por las nuevas interpretaciones y contextos históricos. Mi pasado no es algo que se quedó atrás, sino que interactúa con mi presente. Se desplaza, quizá a veces en un mar de melancolía, y se dilata y contrae dándole un nuevo valor.

La escritora María Luisa Bombal… ¿por qué tan presente en tu novela?

Es un reconocimiento, un homenaje. Bombal es la más grande narradora chilena. Inventó la literatura fantástica en Latinoamérica, antes que Borges.

 


 

miércoles, octubre 23, 2024

Pérez-Santiago, Emersson Pérez

 


Mi pequeña antología de influencias: La Escuela de la Pervivencia. María Luisa Bombal, Johann Peter Hebel, Santiago Dabove.

 

 La Escuela de la Perviviencia.

Nombraría tres obras.

1.La Amortajada, de María Luisa Bombal.


Ana María, la muerta, habla desde el ataúd, con sensación de eternidad. Una manera de encontrarte a ti mismo. Y su hábil técnica literaria, su fluir de la conciencia.

2. El encuentro inesperado, de Johann Peter Hebel.


Una pareja joven se va a casar. Pero el joven novio muere en el derrumbe de la mina donde trabajaba. Han pasado 50 años de la desaparición del novio en la mina. Y entonces alguien descubre su cadáver en el fondo de la mina. La novia, que ya tiene 70 años, va a verlo y nota que su novio está igual al día en que se casaron. La mina lo ha conservado. Pide que lo lleven a su casa, donde lo vela sola.

3.  Ser Polvo  del argentino Santiago Dabove.


A un hombre le da un ataque y cae del caballo. Queda incapaz de moverse, tendido en un campo aislado e indefenso. Y el hombre siente, ahí tendido sobre la tierra mojada, cómo poco a poco se va convirtiendo en un vegetal, en parte del paisaje.

lunes, octubre 21, 2024

Anna Ersdotter fue quemada en Malmö. Cuento de Pérez-Santiago. Memorias eróticas de un chileno en Suecia. 1992.

 


Las musas son personas habituadas a las deferencias. Desatendedlas y veréis como se vengan. No ceden en su cólera. Transforman la ofensa en cárcel.

Cocteau

 

Nunca unca antes había estado más desprovisto de barreras como aquel día en una playa vacía de Malmö cuando me enamoré de una bella mujer de cabellos rojos y aire de maliciosa ausencia; seguía insolentemente las modas y charlaba con agradable cinismo e implacable y dulce agresividad. Apenas alzaba el tono, no forzaba jamás la voz ni nunca fruncía el ceño. Para facilitar la narración la llamaremos Anna Ersdotter.

—Soy escorpión, nacida en las espumas de las aguas, y pariente de todas las brujas quemadas en las colinas de Kirseberg.

Sonrió mientras movía casi imperceptiblemente su pubis cubierto sólo de una tanga blanca. Su mención a las brujas quemadas aquí en Malmö me hizo gracia, lo tomé entonces como una simpática broma feminista.

El arte de esa mujer de cabellera risada y de grandes ojos inteligentes me embrujó. Me drogó con su humor de mujer malcriada y penetró por las rendijas de mi alma sus elaborados signos de la libertad humana.

Atardecía cuando bicicleteamos desde la playa y nos introdujimos lentamente en la ciudad escandinava. En diez minutos nos apeamos en el centro y aparcamos nuestras bicicletas en la central plaza Gustav Adolf y entramos al edificio renacentista holandés en la que ella vivía. Al ingresar al departamento me descalcé, habituado ya a este religioso hábito sueco. Me extrañó la salita de estar, sin grandes ventanas y, el atardecer afuera era claro, había una oscuridad letárgica adentro. Extraña oscuridad casi húmeda. Pronto me acostumbré a la penumbra y cuando abrió una botella de buen vino, una capa amistosa cubrió nuestros desvaríos sobre el presente. Y el pasado: ella era profunda y podía hacer afirmaciones conmovedoras.

Fue una noche con mucha conversación inútil, amorosas insinuaciones íntimas y desvelo placentero, humedecido con frecuentes libaciones. Su dormitorio era grande, oscuro, suave y frío como jardín de otoño. Se tendió sobre la cama y se dejó amar. Estaba decidida a tomar un rol pasivo en nuestra primera relación camal. Desvestirla fue fácil. Ardía el cobre de los vellos que cubrían su pubis, Fue también fácil entrar en su selva húmeda y tibia con la sensación dichosa de estar cayendo de gran altura a un mundo desconocido y misterioso.

—Quédate allí y no te muevas, dijo. 

Me quedé allí y no me moví. Pero ella... se movió sabiamente mirándome a los ojos. Creo que enrojecí.

Luego me fotografió desnudo, bebimos un poquito más de vino y habló de tristezas humanas, palabras elementales y un tanto esotéricas que escuché en silencio, meditaciones e historias que rasgaban vestiduras en la plaza pública. Leyó que los cítisos eran vegetales que florecen con el amor. Entonces intuí que esta aventurilla no sería pasajera y, en cambio, se transformaría en una pasión inesperada y tormentosa.

Un día ella propuso escribir un libro de poesías, palabras suyas y más elaboradas con una sola mano. Libro de amor y de odio, pues de ambas se nutren las relaciones, dijo. O, a veces, nos hacíamos los locos en galerías de arte y nos reíamos levemente del esnobismo publicitario de unos artistas de la nada. Nos saciamos de lealtad y franqueza

Pero el amor es una aventura fácil de convertirse en peligrosa.

Durante el festival de Malmö, me vio besar a una amiga noruega Ulrika en la plaza Lilla Torget de Malmö.

Anna Ensdotter no dijo entonces nada, más su exclamación sonó como un relámpago cuando al otro día me encontró, anclada entre las hojas del libro de poesía de Lars Gustafsson, una cartita y una foto de Ulrika. Desnuda.

—Dios mío, ¿Qué es esto?

Le hice ver de inmediato, para no agraviar más su orgullo y honor, que era una carta vieja, una historia insignificante y muerta. No creyó en mis explicaciones y unió carta y foto con el beso en la plaza. Me hizo la vida imposible.

—La relación con ella no fue nada importante, dije con la calma que da la conciencia limpia.

—Me había olvidado decirte que conmigo nunca debes besar a otras mujeres.

Anna Ersdotter clasificó duramente a Ulrika-noruega de usurpadora, mujer pirata y de allí en adelante nuestra relación se desvía de la alameda de la placidez y se desplaza por el callejón de la duda. Fascinada del presente y del futuro, Anna Ersdotter apenas empezó a soportar mi pasado.

La atormentaron celos retrospectivos.

No fue sólo Ulrika-noruega la que sufrió los latigazos de su ira. Nunca había estado en Chile, ni podía imaginarse Santiago o San Miguel, la comuna proletaria en la que yo crecí; cubierta de inseguridad, miraba mi pasado chileno con un agrio desconcierto. Ella había leído en alguna parte, la tremenda calumnia de que los hombres chilenos somos mujeriegos.

Fue un tormento.

No bastaba que yo la poseyera desde la noche hasta el alba; ni mis promesas y juramentos insistentes. Su necesidad mal saciada la obstinó. Y me acorraló, me apresó en un verdadero infierno, cubrió mis caminos de escape con minas altamente explosivas. Amedrentado no podía salir a la calle solo. Iba del trabajo a su departamento y desde su departamento al trabajo. Si osaba fugarme un rato al cine o una copa en el bar, debía con detalle irritante reportear donde había estado y a quien había encontrado. Cuando escribía algún artículo o alguna crónica se deslizaba sigilosamente y me leía por sobre el hombro. Escribir en castellano era trabajo doble, me hacía traducirle.

Me obligaba a acompañarle a sus horrorosas visitas familiares, comer arenque crudo untado en yogur y soportar al imbécil de mi suegro que, con cara de Strindberg en el exilio, me preguntaba insistentemente si me gustaba Suecia.

Me despertaba a media noche y la veía vigilándome con desazón y con una cara de loca que me daba miedo.

Cargados de tensión nos alteramos el humor, nos rompimos la crisma, azuzados, se entiende, por los instintos desatados del orgullo. Estábamos perdidos, enervados ya, en la maraña de la incomprensión mutua. Dejamos de ser lo que éramos. Estaba ya establecido que nos separaríamos.

—Yo soy un hijo adoptivo de este país, me ahogo en esta seguridad artificial, en esta cuasi intelectual sociedad olofpalmeña, dije un día. Era una forma indirecta de quejarme de la cárcel en la que ya me estaba pudriendo.

—Vuelve a tu país y cuéntaselo a Pinochet, me contestó ella con su seguridad testaruda.

Pero un día, para mi sorpresa y alivio, ella, con extraña lucidez y sangre fría que no comprendería hasta más tarde, decidió irse a vagar por el mundo.

—A aventurar, dijo.

Quería, en verdad, evitarme.

Temía que su sola presencia despertara aún más mis agravios. Era quizás la única posibilidad de un futuro común. Viajó a Roma. Se confundió entre miles de turistas, japoneses de pies chuecos, alemanes mochileros, ingleses protestantes que venían a ver al polaco. Y me escribió una postal sentada en el obelisco de la Plaza de San Pedro que me amaba.

Me enviaba postales de la Fontana di Trevi, o luego de Pompeya, Atenas, del Medio Oriente. Luego desapareció, se había enterrado en las labranzas, en sus llamas fragantes.

Volvería después de varios meses.

Días antes que Anna Ersdotter llegara me enteré de la muerte de Ulrika en Malmö.

Fui al entierro de Ulrika en el viejo y hermoso cementerio de Malmö.

Allí me enteré la causa de su muerte.

Ulrika tuvo una extraña herida, una quemadura producida como por una piedra o un golpe, un cáncer maligno, a la altura del pecho, que le provocó la muerte repentina.

Nunca, si no hasta más tarde, asocié a Anna Esdotter con la muerte imprevista de la noruega Ulrika.

Dos días después volvió Anna Ersdotter a Malmö, subió a mi departamento. Se sentó frente a mí, desafiante y me preguntó:

—¿Cómo estás?

—Bien. Cuéntamelo todo.

—No sé qué me pasa, parece que me siento sola.

Y yo sentado allí, divertido como siempre cuando ella desenrolla sus cuentos y ansiedades. Allí nuevamente como tantas oportunidades perdidas para aceptamos mutuamente.

Y nos sumergimos en nuestros viejos conflictos mundanos para terminar discutiendo sobre las diferentes formas de amar.

—No existe ninguna otra manera más que la corporal.

Pero nosotros sabemos muy bien que es el preámbulo para entregamos en cuerpo y alma.

Y ella, esta vez, como si tuviera prisa, como caballo desbocado. Y lentamente nos introducimos en los pensamientos escondidos que no se dicen cuando uno se desnuda frente a un amante, con la esperanza de encontrar placeres en un nuevo amor, embarrarse del calor y de sus propias ansiedades.

—¡Entrégate!

Ella exige que yo me pierda en ella. Debo negarme a mí mismo para amarla. Me asusto y me excito con su violencia.

Y el día 23 de marzo de 1984 a las 16:35 eyaculo y al fumar el cigarrillo del amor le diré entonces que la quiero, que la necesito:

—Te quiero, te necesito, Anna.

—No basta decir te quiero, te necesito. No basta con el decir ni con la palabra ardorosa. No basta con mirarse, hacerse favores, respetarse mutuamente. Mi amor tiene condiciones. Yo quiero seguir siendo la que soy.

—Tú quieres seguir siendo la que eres, pero y ¿yo? y ¿yo?

Esa noche volvemos a la playa vacía, para imaginarnos que el enamoramiento es eterno, para charlar con la naturaleza, aspirar de su armonía, volver al amor. La paz del mar congelado de Marzo nos ayudó a romper nuestras cadenas, nuestras redes, silenció nuestras protestas. Caminamos sobre el hielo una noche sin estrellas.

El mar escuchó nuestra risa y nuestro llanto.

Lloramos tristemente.

Nos acercamos, nos reconocimos. Fuimos una idea, un sentimiento, un rostro. Queríamos obviar contestar los por qué, los cuándo, los dónde. Olvidamos nuestra furia y cantamos nuestra canción. Cuando la ciudad dormía en su viento poderoso y bárbaro nos acariciamos en silencio sobre el Öresund. Sin agresiones éramos sólo un leve grito de amor, y entonces, quizás, y entonces es posible, quizás todo es posible. Un grito de amor y quizás. La noche de la pacificación se borraba lentamente con la llegada de la mañana.

La lucha eléctrica continuó en la claridad pálida de la madrugada. Volvimos al departamento. Preparamos café y acumulamos datos y más datos, historias y más historias para llegar a la conclusión que nuestros miedos eran más viejos que nuestra relación. Un miedo milenario: el miedo de los hombres a aceptar las diferencias.

Suspiramos profunda y seriamente.

—Oh, ¿qué hacemos?

—¿Qué pasa con el amor?

No, estábamos de mal humor, irritados peligrosos.

—¿Qué pasa con el amor?

Suspiramos profunda y seriamente de nuevo.

El café se acabó y entonces sonó el reloj, la provocación, el desierto. El eco del tañido del reloj golpeaba nuestra cansada paciencia, derrumbaba nuestras caletas.

Debemos decirnos una vez más que todo está terminado.

—Todo está terminado. No volveremos atrás. Nuestra nostalgia nos impide ver nuestra inocencia, dice ella.

—¡Inocencia! somos en el fondo todos inocentes, plenamente ingenuos, traslúcidos de bondad campesina, dije y me sorprendí de mi ironía.

Antes de marcharse sacó de su cartera una pequeña piedra verdosa de peso imperceptible.

—Es un Gan, dijo y sonrió con gesto malvado y maldito de las brujas de los libros.

La dejé irse y la observé desde la ventana hasta que su cabellera roja desaparece tras la niebla helada de Marzo.

Obsesionado y confundido en impotencia observé la pequeña y liviana piedra. El diccionario de la academia me entrega una respuesta conmovedora. Gan es una palabra irlandesa (gandr) que

se le otorga a un instrumento mágico redondo como una pelota, del tamaño de nuez y de color amarillo o verdoso. Me coloqué el abrigo, deposité la piedra en el bolsillo y bajé a la biblioteca en el palacio que está a una cuadra y media de mi departamento. Durante horas hojeo libros de mitología nórdica, brujerías y hechizos.

La palabra gan es un conjuro, en besvärjelse.

Después del conjuro es como si una piedra pequeña hubiese sido lanzada contra un pie o una parte del cuerpo de una persona, sin que el afectado pueda ver la piedra ni captar el golpe. Se produce una quemadura y la pronta muerte. Varias brujas fueron quemadas en las colinas de Kirseberg en Malmö acusadas de estas oscuras prácticas. La conclusión me escandaliza.

Continúo investigando.

Descubro en el libro Svensk Mystik, obra respetada por su credibilidad, ¡recopilado por Per Gustaf Berg y publicado el año 1871 en la ciudad de Estocolmo que ANNA ERSDOTTER ha sido quemada el 15 de junio del año 1704!

Una carta real enviada al Juzgado del reino y publicada íntegra en el libro, acusa a Anna Ersdotter de bruja y de haber provocado la muerte de varias personas. Cubierto de sudor helado bajo a la calle con la piedra apretada en la mano y un pensamiento fijo:

"esta piedra hirió de muerte el pecho de Ulrika".

Llueve sobre Malmö con oscuridad aletargadora, soledad única de esta vieja ciudad hermosa de secretos apresados.

Siento una tranquilidad pesada.

Desde el puente de cemento que cruza el canal a un costado de la biblioteca lancé la pequeña piedra volátil. Los canales de la ciudad que rodean los secretos de tantas batallas mortales están calmos como siempre y sus aguas levemente escarchadas se quejan húmedamente cuando la piedra parece disolverse en el agua.

Camino al bar.

Nunca volví a ver a la mujer mal amada, más cada vez que cruzo el puente suelo oír su risa apagada desde la profundidad de las aguas del canal.

Alguna vez, si es primavera, lanzo una flor al agua y doy gracias por los amores verdaderos.

 

 

sábado, octubre 19, 2024

Cómo progresan las naciones. El caso de Atenas

 


Históricamente, cómo se explica que Atenas en el siglo V a. C., se haya convertido en el centro de la cultura, la política, la filosofía, el arte y la ciencia de Occidente.

La población de Atenas en el siglo V a.C. era bastante considerable para la época. Se estima que rondaba los 250.000 habitantes.

Sin embargo, no todos ellos gozaban de los mismos derechos. Los ciudadanos con derechos era un grupo relativamente pequeño: De esos 250.000 habitantes, solo alrededor de 40.000 eran considerados ciudadanos con plenos derechos políticos. Estos eran hombres libres, mayores de edad, hijos de padre y madre atenienses.

Estos ciudadanos eran los que podían participar en la Asamblea, elegir a los magistrados y tomar decisiones sobre asuntos de Estado.

¿Y el resto de la población?

Ni las mujeres, ni los 140 mil esclavos, ni los 70 mil extranjeros o metecos tenían derechos

Aún así, a pesar de ser una sociedad excluyente,  Atenas logró el esplendor.

¿Cómo fue que un pequeño grupo de hombres le haya dado trascendencia a Atenas?

 La transformación de Atenas en el siglo V a.C. en un faro de la cultura occidental es un fenómeno fascinante que merece ser explorado, para entender como progresan los pueblos

Se dice que hay algunos factores claves que contribuyeron al auge de Atenas: la democracia, la prosperidad económica, el liderazgo de Pericles y la educación

¿Por qué Atenas se convirtió en un centro de cultura, filosofía y arte?

Los atenienses tenían un ideal de la excelencia: 

Los atenienses buscaban la excelencia en todas las esferas de la vida, desde la política hasta el deporte y las artes.

Los atenienses valoraban la discusión y el debate: La democracia ateniense fomentó un ambiente de libre pensamiento y debate, lo que estimuló la creación de nuevas ideas y teorías.

Los atenienses patrocinaban las artes: Los ciudadanos ricos y el Estado apoyaban a los artistas y filósofos, proporcionándoles los recursos necesarios para crear y difundir sus obras.

El rol de estrellas individuales de influencia clave: Filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, así como dramaturgos como Esquilo, Sófocles y Eurípides, dejaron una huella imborrable en el pensamiento occidental.

martes, octubre 15, 2024

Antonio Skármeta y nuestro exilio, 1986.

Skármeta vivía su exilio en Alemania occidental. En esos días del año 1986 lo invitamos a Malmö, Suecia. Presentamos su película «Ardiente Paciencia» en la Folkets hus.

Skármeta ya era conocido en los círculos literarios. Ya habían traducido al sueco varias de sus obras como La insurrección, 1982, Soñé que la nieve ardía, 1975, El cartero de Neruda, 1983 y, No pasó nada 1978.

Organizamos un seminario y luego hubo una alegre fiesta. En esa fiesta los hermanos Moya tomaron unas guitarras y Antonio cantó boleros y tangos.

Después nos dio hambre.

Por la noche seguimos la conversa comiendo pizzas en un restaurant de la calle Davihallsgatan.

Esto publiqué entonces en el diario de Malmö, Kvallsposten.

Latinoamericano al tapete

SKÁRMETA INVITADO EN MALMÖ

El escritor chileno Antonio Skármeta participará mañana en un seminario sobre literatura latinoamericana, que se celebrará en Folkets hus, Malmö. También participan Lasse Söderberg, Oscar Hemer y Fredrik Ekelund.

Antonio Skármeta pertenece junto con Osvaldo Soriano (n. 1940), Ariel Dorfman (n. 1942), Cristina Peri Rosso (n. 1941), Isabel Allende (1942) y Fernando Gabeira a los productivos 40 talistas, los latinoamericanos de los “68″: la generación posterior a García Márquez, Vargas Llosa, Julio Cortázar, José Donoso, etc.

SANTIAGO CAÓTICO

Skármeța creció con la rápida industrialización de Chile, la urbanización violenta, y las mejores condiciones en la educación y la democratización general de la sociedad. Cuando era adolescente, asistió al fútbol, ​​a discotecas y a manifestaciones políticas en el caótico y ruidoso Santiago con miles de otros nuevos inmigrantes.

Skármeta debutó en 1967 (El entusiasmo) y su segunda colección de cuentos llegó en 1969 (Desnudo en el Tejado). Los temas consistentes son que sus personajes practican juegos ingenuos y acalorados, que aman las jergas populares, el lenguaje íntimo…

Skármeta adopta un enfoque fragmentado y caótico de la realidad.

Una anécdota cuenta que Skármeta llegó a un pequeño pueblo del norte de Chile para amenizar la fiesta anual del colegio. En el podio estaban sentados el sacerdote, el presidente de los bomberos, el director, el presidente del consejo municipal, el jefe de policía, el presidente de Rotary; En otras palabras, las grises eminencias del pueblo.

Skármeta no siguió las convenciones.

VAYANSE DE AQUÍ

¡Chicos, no sé qué diablos están haciendo en este horrible pueblo! Creo que lo único correcto que puedes hacer es coger una mochila y hacer autostop en la autopista. Váyanse de aquí!

La anécdota apunta a un estado de ánimo que tiene que ver con la ruptura de la generación Beat, la vitalidad, las ansias de vida y la solidaridad.

Cuando el socialista Allende llegó al poder mediante elecciones democráticas en 1970, Skármeta se unió a la asociación de escritores de izquierda junto con compañeros generacionales como Ariel Dorfman. Cuando un mediocre pero astuto general machista tomó el poder en 1973, Skármeta y  la mayoría de sus amigos escritores dejó  Chile. Skármeta se establecerá en Alemania Occidental.

CONDICIONES EN EL EXILIO

Skármeta ha publicado varios libros en sueco.Colecciones de cuentos (Frispark, 1973) y novelas (Soñé que ardía la nieve, 1981, Sandinistas!, 1983 ambas en la editorial Federativ). Ardiente Paciencia es el nombre de la obra cinematográfica y teatral que escribió sobre Pablo Neruda. Éste es también el título de la última novela de Skármeta. Mañana Skármeta hablará sobre las condiciones del exilio en la literatura latinoamericana y también mostrará sus películas. Lasse Söderberg hablará sobre  la diferencia entre la literatura latinoamericana y la española, y Oscar Hemer hablará de la contribución latinoamericana al «arte de la novela». Fredrik Ekelund nos brindará sus impresiones sobre el clima literario en el Chile actual.

El seminario se llevará a cabo en sueco y comienza. a las 10:00 am

PÉREZ-SANTIAGO, Kvallsposten, 24 de octubre de 1986.

lunes, octubre 14, 2024

La tristeza de un amor imposible con La Persa. Huele a peligro. "Sí", la novela de Thomas Bernhard

 


El libro "Sí" de Thomas Bernhard de 50 páginas es una obra escrita con frases largas sobre la psique de un solo. El protagonista, un narrador vehemente, ¿Stream of conciousness? nos arrastra a un laberinto de reflexiones, obsesiones y una  introspección de un solitario existencialista. 
El protagonista trataba de describirle y  explicarle a su amigo Moritz, un corredor de fincas,  los síntomas de su enfermedad sentimental e intelectual. Ya sabemos lo que es un alienado. Es simplemente, otro hombre convertido en un insecto. Es Kafka.  Es Memorias del subsuelo de Dostoievski o Memorias de un loco de Gogol.
Pero, la historia del solitario cambia. 
Un Suizo y su compañera, una Persa natural de Shiraz, llegaron a casa de Moritz  buscando un terreno en el que edificar su casa. 
Luego y entonces la novela se torna rápida con la técnica de acortar las frases. 
La mujer de la historia, La Persa, es quizás la solución a su crisis de soledad y autodestruccción. Una chispa de erotismo. Leve chispazo de una mujer culta e inteligente. Un paseo por el bosque sombrío en compañía de La Persa. Dos personas que no se conocen y sólo se han visto antes una vez, dan juntas un paseo, aunque se callan al principio mucho tiempo.
Aunque hay silencio, hay una salida, una chispa. La Persa estaba contenta de haber ido al bosque de alerces con él. Por primera vez desde hacía años, dijo La Persa, había estado con alguien que no fuera su compañero.
El encuentro con La Persa, lo había salvado a él de un aislamiento y desesperación.
Si La Persa no hubiese aparecido, se habría matado.
Pues bien...
Para vivir y sobrevivir hay que tener un placer externo: un amor, un sueño erótico. 
El bosque de alerces fue en cada uno de esos días, hacia la noche, un refugio para ambos.
Una sensible historia de amor. Un amor imposible, que, como ocurre con regularidad, terminan mal. Huele a Peligro.


domingo, octubre 13, 2024

Escándalo del Premio Nacional. "No tenemos nada que reportar excepto que somos patéticos." Thomas Bernhard en la entrega del Premio Nacional Austríaco. 1968


 


Estimado Ministro,

estimados asistentes,


No hay nada que alabar, nada que condenar, nada que acusar, pero hay mucho de ridículo; Todo es ridículo cuando piensas en la muerte.

Vas por la vida, impresionado, no impresionado, por la escena, todo es intercambiable, mejor o peor entrenado en el estado de utilería: ¡un error! Comprendes: un pueblo desprevenido, un hermoso país, están muertos.

o padres concienzudamente sin escrúpulos, personas con sencillez y bajeza, con la pobreza de sus necesidades... Es toda una historia de lo más filosófica e insoportable. Las edades son estúpidas, lo demoníaco que llevamos dentro es una perpetua prisión patriótica en la que los elementos de estupidez y crueldad se han convertido en una necesidad diaria. El Estado es una estructura que está constantemente condenada al fracaso, el pueblo es una estructura que está constantemente condenada a la infamia y la debilidad mental.

La vida es la desesperanza, en la que se basan las filosofías, en la que al final todo debe volverse loco.

Somos austriacos, somos apáticos; Somos vida como desinterés común por la vida, somos en el proceso de la naturaleza el sentido de la megalomanía como futuro. No tenemos nada que reportar excepto que somos patéticos.

sucumbir a una monotonía filosófico-económica-mecánica a través del poder de la imaginación.

Medios para el fin de la decadencia, criaturas de agonía, todo se nos explica, no entendemos nada. Habitamos un trauma, tenemos miedo, tenemos derecho a tener miedo, ya podemos ver, aunque vagamente en el fondo: los gigantes del miedo.

Lo que pensamos es pensamiento,

lo que sentimos es caótico,

Lo que somos no está claro.

No tenemos por qué avergonzarnos, pero tampoco somos nada y no merecemos nada más que el caos.

En mi nombre y en nombre de los homenajeados aquí conmigo, este jurado, quisiera agradecer expresamente a todos los presentes.


Thomas Bernhard


REDE ANLÄßLICH DER VERLEIHUNG DES ÖSTERREICHISCHEN STAATSPREISES FÜR LITERATUR 1968


Verehrter Herr Minister,

verehrte Anwesende,


es ist nichts zu loben, nichts zu verdammen, nichts anzuklagen, aber es ist vieles lächerlich; es ist alles lächerlich, wenn man an den Tod denkt.

Man geht durch das Leben, beeindruckt, unbeeindruckt, durch die Szene, alles ist austauschbar, im Requisitenstaat besser oder schlechter geschult: ein Irrtum! Man begreift: ein ahnungsloses Volk, ein schönes Land - es sind tote

oder gewissenhaft gewissenlose Väter, Menschen mit der Einfachheit und der Niedertracht, mit der Armut ihrer Bedürfnisse... Es ist alles eine zuhöchst philosophische und unerträgliche Vorgeschichte. Die Zeitalter sind schwachsinnig, das Dämonische in uns ein immerwährender vaterländíscher Kerker, in dem die Elemente der Dummheit und der Rücksichtslosigkeit zur tagtäglichen Notdurft geworden sind. Der Staat ist ein Gebilde, das fortwährend zum Scheitern, das Volk ein solches, das ununterbrochen zur Infamie und zur Geistesschwäche verurteilt ist.

Das Leben Hoffnungslosigkeit, an die sích die Philosophien anlehnen, in welcher alles letztenendes verrückt werden muß.

Wir sind Österreicher, wir sind apathisch; wir sind das Leben als das gemeine Desinteresse am Leben, wir sind in dem Prozeß der Natur der Größenwahn-Sinn als Zukunft. Wir haben nichts zu berichten, als daß wir erbärmlich sind

durch Einbildungskraft einer philosophisch-ökonomisch-mechanischen Monotonie verfallen.

Mittel zum Zwecke des Niedergangs, Geschöpfe der Agonie, erklärt sich uns alles, verstehen wir nichts. Wir bevölkern ein Trauma, wir fürchten uns, wir haben ein Recht, uns zu fürchten, wir sehen schon, wenn auch undeutlich im Hintergrund: die Riesen der Angst.

Was wir denken, ist nachgedacht,

was wir empfinden, ist chaotisch,

was wir sind, ist unklar.

Wir brauchen, uns nicht zu schämen, aber wir sind auch nichts und wir verdienen nichts als das Chaos.

Ich danke in meinem und im Namen der hier mit mir Ausgezeichneten, dieser Jury, ganz ausdrücklich allen Anwesenden.


Thomas Bernhard



Pérez-Santiago, Templo Bahai


 

Han Kang. El destino de los alienados

 


Han Kang evitó tres enfermedades de la literatura:

Evitó a ser parte de la “Asociación para la admiración mutua” la famosa AAM, en que participa la mediocracia literaria. Yo te la chupo, tú me la chupas.

Evitó la novela burguesa de corte realista, vida cotidiana sin fantasía.

Evitó la infantilización o estrangulación de la literatura por  el pop infantil de  ositos de peluche, dinosaurios y hombre araña.

El poder de la pesadilla.

En su novela "La vegetariana" la protagonista Yeonghye tomó la decisión de no volver a comer carne, a raíz de una serie de pesadillas. La abstinencia de la carne -en un país donde comen perros o sopa de perro (Boshintang)- convierte su aburrida vida en un permanente conflicto con su familia, su esposo,  sus padres y el entorno.

Kafka.

Igual que Gregorio Samsa en La Metamorfosis, que una mañana, tras un sueño intranquilo,  se despertó convertido en un monstruoso insecto. 

Destino, al parecer, de los alienados, los desadaptados.

Relatan la historia de La vegetariana su esposo,  su cuñado artista, su hermana y la joven Yeonghye que cuenta su pesadillas intercaladas en la novela.

Crisis civilizatoria y existencial.

Yeonghye termina en el hospital.

Al salir del hospital se recupera y tiene un especial amorío con su cuñado el pintor. Primero le pide que pose para él, y él le pinta flores en el cuerpo. Se acerca al erotismo de  la película The Pillow Book dirigida por Peter Greenaway en 1996.

Ante el aburrimiento, el erotismo parecer ser una salvación.

¿Eso, la salva?

jueves, octubre 10, 2024

Novela corta «El pezón de Sei Shonagon». Tres ediciones sobre una historia en Tokio entre Matsuo Basho y Sei Shonagon y la sensibilidad en el desarraigo.


Novela «El pezón de Sei Shonagon», de Omar Pérez: La sensibilidad en el desarraigo

Esta es una obra escrita de manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan en la Deep web, pero también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad insegura y huérfana de soportes reales. En suma, se trata de una ficción a la que hay que prestar atención.

Por Emilio Vilches Pino

Publicado el 31.8.2018

El pezón de Sei Shonagon, la nueva novela de Omar Pérez se sitúa en el Japón actual para contarnos la historia de la relación de (des)amor entre Matsuo Basho y Sei Shonagon. Se conocen en una Escuela de Arte (la Tokyo Gaidai). Ella es una mujer que “no tenía miedos; tenía autoestima, audacia y ambición” y de quien se rumoreaba en la Escuela que “seducía a los hombres con solo mirarlos a los ojos. Los usaba sexualmente y luego los lapidaba (…) una femme fatale cuyos novios aparecían después arrastrando tristes su propio sarcófago”. La llamaban Pezón Dorado por la altura casi legendaria del deseo que sentían por sus senos. Él, en cambio, “además de malcarado, era relativamente gordito e ingenuo y vestía con traje de factura sencilla y parca”. El autor es enfático al resaltar las diferencias entre ambos, no solo en lo físico sino en toda una forma de ver y vivir el mundo. Él la ve casi como a un ídolo (“hincado, como si estuviese rezando al divino, Matsuo Basho se acordó de sus compañeros de arte de la Universidad que soñaban con este pezón”), tanto así que crea una obra de arte, una especie de escultura, del pezón de Sei Shonagon y la exhibe en la Escuela.

La obra comienza a ser admirada y alabada, pero no precisamente por la calidad de la misma, sino por su referente: el pezón de Sei Shonogan. Empieza así un vertiginoso proceso en que la mujer irá sucumbiendo ante las bondades efímeras de la fama virtual, perdiéndose entre redes sociales y páginas web, dejando atrás su vida y convirtiéndose, de cierta forma, en nada más que una imagen digital. (“Ella era un nuevo tipo de animal digital. Se utilizaba a sí misma voluntariamente. Ella estaba imposibilitada de amar a un ser de carne y hueso. Todo tenía que estar en gigas, o no era seductor para ella.”) Por otro lado, su novio, irá viviendo un proceso de celos artísticos en un comienzo, para luego ir derivando a la tristeza y la desesperación ante una mujer que lo deja de amar tan pronto se convierte en una celebridad de Internet.

Andy Wharhol, casi como un oráculo, anunció en un programa de televisión en los ya lejanos años sesenta que “en el futuro, todos tendrás sus quince minutos de fama”. Internet y todas las actuales tecnologías han cambiado la manera de comunicarse y de obtener notoriedad pública, tanto que hoy, efectivamente, muchas personas pueden tener sus quince minutos de fama a través de YouTube, Facebook, Instagram, virales, etc. El arte mismo ha cambiado producto de esto. La técnica y el talento parecen ya no tener una supremacía total por sobre la masividad, y este proceso lo refleja el cambio en los personajes:

“Los llamativos y enigmáticos pezones se viralizaron en las redes sociales de todo el mundo. Paradojalmente, junto con la fama de los pezones, comenzó la ruina de Matsuo Brasho (…) Así Sei Shonagon se valorizó en el mercado del arte de las redes sociales, en spams y motores de búsqueda. Toda una máquina digital barata y persuasiva funcionó gratis para que Sei Shonagon expusiera sus hermosos pechos. Like, like, like. Mientras ella recibía más like, ella era más feliz”

La novela, desde este punto en adelante, permite ser leída como un trhiller, debido a la misteriosa desaparición y muerte de una serie de muchachas japonesas, a la vez del acontecer de Sei Shonagon; también puede ser leída como una novela juvenil con tintes ciberpunk; pero sobre todo como una crítica al mundo superficial de las redes sociales y a cómo han cambiado la manera de concebir las relaciones humanas y de percibir el arte.

El Japón actual aparece hiperconectado e hiper-tecnologizado. El autor hace gala de un no despreciable conocimiento de la cultura nipona, incluyendo referencias sociales, religiosas y culturales, pero que se van mezclando con las nuevas tecnologías y formas de comunicación, dándoles un nuevo significado. Por ejemplo, los mismos nombres de los personajes son homenajes a antiguos escritores japoneses y, tal como lo hizo Jim Jarmusch en Ghost Dog: The Way of the Samurai (1999), existen referencias directas a los códigos y la tradición de los samuráis, pero insertas en un mundo donde el honor y la lealtad ya no son prioridad.

El pezón de Sei Shonagon es una novela escrita de manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan en la Deep web, pero también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad insegura y huérfana de soportes reales.

Una novela a la que hay que prestar atención.

 

Emilio Vilches Pino (Santiago, 1984), además de ser autor de la novela Labios ardientes (La Polla Literaria, Santiago, 2014), y del volumen de cuentos Noches en la ciudad (Santiago-Ander, Santiago, 2017) -ambas lanzadas bajo el seudónimo de Emilio Ramón- registra ser profesor de Estado en castellano, titulado en la Universidad de Santiago de Chile, y magíster en literatura latinoamericana y chilena, también por la misma Casa de Estudios.

 

Escenas de la vida posmoderna: intelectuales, arte y videocultura en la Argentina de Beatriz Sarlo

Hace treinta años, el diario La Época de Chile publicó mi reseña del importante libro de Beatriz Sarlo, "Escenas de la vida posmodern...