domingo, octubre 13, 2024

Escándalo del Premio Nacional. "No tenemos nada que reportar excepto que somos patéticos." Thomas Bernhard en la entrega del Premio Nacional Austríaco. 1968


 


Estimado Ministro,

estimados asistentes,


No hay nada que alabar, nada que condenar, nada que acusar, pero hay mucho de ridículo; Todo es ridículo cuando piensas en la muerte.

Vas por la vida, impresionado, no impresionado, por la escena, todo es intercambiable, mejor o peor entrenado en el estado de utilería: ¡un error! Comprendes: un pueblo desprevenido, un hermoso país, están muertos.

o padres concienzudamente sin escrúpulos, personas con sencillez y bajeza, con la pobreza de sus necesidades... Es toda una historia de lo más filosófica e insoportable. Las edades son estúpidas, lo demoníaco que llevamos dentro es una perpetua prisión patriótica en la que los elementos de estupidez y crueldad se han convertido en una necesidad diaria. El Estado es una estructura que está constantemente condenada al fracaso, el pueblo es una estructura que está constantemente condenada a la infamia y la debilidad mental.

La vida es la desesperanza, en la que se basan las filosofías, en la que al final todo debe volverse loco.

Somos austriacos, somos apáticos; Somos vida como desinterés común por la vida, somos en el proceso de la naturaleza el sentido de la megalomanía como futuro. No tenemos nada que reportar excepto que somos patéticos.

sucumbir a una monotonía filosófico-económica-mecánica a través del poder de la imaginación.

Medios para el fin de la decadencia, criaturas de agonía, todo se nos explica, no entendemos nada. Habitamos un trauma, tenemos miedo, tenemos derecho a tener miedo, ya podemos ver, aunque vagamente en el fondo: los gigantes del miedo.

Lo que pensamos es pensamiento,

lo que sentimos es caótico,

Lo que somos no está claro.

No tenemos por qué avergonzarnos, pero tampoco somos nada y no merecemos nada más que el caos.

En mi nombre y en nombre de los homenajeados aquí conmigo, este jurado, quisiera agradecer expresamente a todos los presentes.


Thomas Bernhard


REDE ANLÄßLICH DER VERLEIHUNG DES ÖSTERREICHISCHEN STAATSPREISES FÜR LITERATUR 1968


Verehrter Herr Minister,

verehrte Anwesende,


es ist nichts zu loben, nichts zu verdammen, nichts anzuklagen, aber es ist vieles lächerlich; es ist alles lächerlich, wenn man an den Tod denkt.

Man geht durch das Leben, beeindruckt, unbeeindruckt, durch die Szene, alles ist austauschbar, im Requisitenstaat besser oder schlechter geschult: ein Irrtum! Man begreift: ein ahnungsloses Volk, ein schönes Land - es sind tote

oder gewissenhaft gewissenlose Väter, Menschen mit der Einfachheit und der Niedertracht, mit der Armut ihrer Bedürfnisse... Es ist alles eine zuhöchst philosophische und unerträgliche Vorgeschichte. Die Zeitalter sind schwachsinnig, das Dämonische in uns ein immerwährender vaterländíscher Kerker, in dem die Elemente der Dummheit und der Rücksichtslosigkeit zur tagtäglichen Notdurft geworden sind. Der Staat ist ein Gebilde, das fortwährend zum Scheitern, das Volk ein solches, das ununterbrochen zur Infamie und zur Geistesschwäche verurteilt ist.

Das Leben Hoffnungslosigkeit, an die sích die Philosophien anlehnen, in welcher alles letztenendes verrückt werden muß.

Wir sind Österreicher, wir sind apathisch; wir sind das Leben als das gemeine Desinteresse am Leben, wir sind in dem Prozeß der Natur der Größenwahn-Sinn als Zukunft. Wir haben nichts zu berichten, als daß wir erbärmlich sind

durch Einbildungskraft einer philosophisch-ökonomisch-mechanischen Monotonie verfallen.

Mittel zum Zwecke des Niedergangs, Geschöpfe der Agonie, erklärt sich uns alles, verstehen wir nichts. Wir bevölkern ein Trauma, wir fürchten uns, wir haben ein Recht, uns zu fürchten, wir sehen schon, wenn auch undeutlich im Hintergrund: die Riesen der Angst.

Was wir denken, ist nachgedacht,

was wir empfinden, ist chaotisch,

was wir sind, ist unklar.

Wir brauchen, uns nicht zu schämen, aber wir sind auch nichts und wir verdienen nichts als das Chaos.

Ich danke in meinem und im Namen der hier mit mir Ausgezeichneten, dieser Jury, ganz ausdrücklich allen Anwesenden.


Thomas Bernhard



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