Históricamente, cómo se explica que Atenas en el siglo V a. C., se haya convertido en el centro de la cultura, la política, la filosofía, el arte y la ciencia de Occidente.
La población de Atenas en el siglo V a.C. era bastante
considerable para la época. Se estima que rondaba los 250.000 habitantes.
Sin embargo, no todos ellos gozaban de los mismos derechos. Los
ciudadanos con derechos era un grupo relativamente pequeño: De esos
250.000 habitantes, solo alrededor de 40.000 eran considerados ciudadanos con
plenos derechos políticos. Estos eran hombres libres, mayores de edad, hijos de
padre y madre atenienses.
Estos ciudadanos eran los que podían participar en la
Asamblea, elegir a los magistrados y tomar decisiones sobre asuntos de Estado.
¿Y el resto de la población?
Ni las mujeres, ni los 140 mil esclavos, ni los 70 mil
extranjeros o metecos tenían derechos
Aún así, a pesar de ser una sociedad excluyente, Atenas logró el esplendor.
¿Cómo fue que un pequeño grupo de hombres le haya
dado trascendencia a Atenas?
La transformación de Atenas en el siglo V a.C. en un
faro de la cultura occidental es un fenómeno fascinante que merece ser
explorado, para entender como progresan los pueblos
Se dice que hay algunos factores claves que contribuyeron
al auge de Atenas: la democracia, la prosperidad económica, el liderazgo de
Pericles y la educación
¿Por qué Atenas se convirtió en un centro de cultura,
filosofía y arte?
Los atenienses tenían un ideal de la excelencia:
Los atenienses buscaban la excelencia en todas las esferas de
la vida, desde la política hasta el deporte y las artes.
Los atenienses valoraban la
discusión y el debate: La democracia ateniense fomentó un ambiente de libre
pensamiento y debate, lo que estimuló la creación de nuevas ideas y teorías.
Los atenienses patrocinaban
las artes: Los ciudadanos ricos y el Estado apoyaban a los artistas y
filósofos, proporcionándoles los recursos necesarios para crear y difundir sus
obras.
El rol de estrellas
individuales de influencia clave: Filósofos como Sócrates, Platón y
Aristóteles, así como dramaturgos como Esquilo, Sófocles y Eurípides, dejaron
una huella imborrable en el pensamiento occidental.
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