domingo, julio 04, 2010

¿Mujeres de treinta años con aspiraciones literarias son tan dueñas de sí mismas? P. Roth


Quizás hay que amar a Norteamérica, para disfrutar completamente el libro de Philip Roth, Sale el espectro (Exit Gosh, 2007), traducido por Jordi Fibla. 
Quizás hay que amar a Norteamérica y yo no amo a Norteamérica.
(Confieso que no pude con La Conjura contra América)

Sin duda que lo más vital o mejor del libro Sale el espectro son los diálogos que se inventa el viejo autor, cargados de erotismo gratuito y de mala leche, con una joven escritora.




“ELLA
¿Por qué has venido aquí?
EL
Para estar a solas contigo.
ELLA
Ya veo
EL
Sí, para estar a solas contigo.
ELLA
¿Por qué quieres estar a solas conmigo?
EL
¿Debo serte sincero?
ELLA
Yo he sido sincero contigo
EL
Porque me excita estar a solas contigo.”

Lo que vale en Roth, como siempre, es su anarquismo vitalista y su fuerza narrativa, el vibratorio de los sentimientos y el cuerpo.  Es decir, su fuerza lúdica.

Al igual que en obras anteriores, a Roth - experto realista- le gustan los retratos escatológicos. En la crónica familiar El mal de Portnoy (1969) relataba sobre el estreñimiento enfermizo y protocolar del padre de narrador, Alexander Portnoy. En este libro cuenta las incontinencias y sus necesarios pañales del protagonista Nathan Zuckerman, un escritor operado de próstata. La caca como motivo literario. Vaya uno a saber, pero puede ser probable que ese tema humorístico les guste a los judíos de Nueva York.

Los espectros son los fantasmas que salen cuando uno cree que va a enfrentar a la muerte, la santísima Muerte  que se aproxima con su guadaña y los cuerpos que se marchitan, en un personaje escritor –como en la mayoría de las novelas de Roth-,  de 71 años. Zuckerman regresa a Nueva York para someterse a un tratamiento de cáncer a la próstata. Se enamora de una  bella escritora de treinta años. Aparece otro espectro a Zuckerman, Amy Bellette, señora enamorada E. I. Lonoff, un escritor muerto hace mucho, el maestro de Zuckerman.

Y así continúa la historia paralela de El y Ella, la que me interesa más, entre un viejo escritor y una joven escritora:

“EL
¿Las mujeres de treinta años en estos tiempos sois todas tan dueñas de vosotras mismas, o solo lo hacéis el tiempo necesario para sostener vuestra actuación?
ELLA
Ni una cosa ni la otra
EL
Entonces, ¿sólo sucede con las mujeres de treinta años con aspiraciones literarias?”

Foto: Man Ray  "Noire et Blanche", 1926,

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