viernes, julio 26, 2024

Hay un joven leyendo un libro. Los consumidores de libros en Chile. Investigación dirigida por Pérez-Santiago, Consejo Nacional del libro. Año 1995


Frustración y Modernización del Mercado del Libro

El desarrollo del mercado artístico y literario es precario. Esta realidad produce indignación y llamados encendidos. Se realizan conferencias de prensa, seminarios, encuentros y debates para denunciar esta realidad. Las autoridades reciben presiones. proyectos e ideas dispersas. Algo hay que hacer. Se monitorean tendencias globales y se proyectan para el país. Los gerentes de las empresas editoras critican los impuestos y las bajas de ventas. Los escritores piden mayor intervención del Estado y aumentos de subsidios. En fin, se gastan cantidades interminables de tiempo empresarial en reuniones para hacer las cosas mejor. Sin embargo, el mercado del libro parece no mejorar.
Da la impresión que la situación llega a un límite, a un estrecho callejón sin salida

Modernidad cultural frustrada
Resumamos una apreciación general: La modernidad latinoamericana no sido acompañada de una onda expansiva de modernizaciones en el mercado cultural. No se ha conseguido una profesionalización extensa de artistas y escritores. La modernización abarca a una pequeña minoría, restringida a un mercado ensimismado. Las razones han ya sido vastamente debatidas. Generar una red de pensamiento que provoque un cambio es una tarea nacional y es el espíritu de una investigación que hemos realizada con el apoyo del Consejo Nacional del Libro.

Inflexión del ángulo mental: nuevas estrategias
No basta ya con la denuncia de la débil dinámica del mercado cultural. Es obvio que se necesita un cambio metodológico, un cambio de enfoque, una inflexión del ángulo mental.
Hay que mirar al consumidor, ver lo que está ocurriendo en la mente de lo que la gente lee y compra.
Si bien la realidad del libro es débil, existen, paradojalmente, en todos los sectores, consumidores de libros. Es un mercado disperso y segregado, pero de carne y hueso. Preocuparse de la mente de ese lector, definir su perfil, su imaginario compartido, el conjunto de valores previos que usa como marco, debería ser una tarea prioritaria si de lo que se trata es de aumentar el consumo de libros. Digamos, a modo de ejemplo y adelantando una conclusión, que los lectores de libros son, en su mayoría, jóvenes.
Las políticas de promoción del libro generalmente no asumen esa realidad. El desarraigo a las referencias del público, a su patrimonio colectivo, disminuyen. 

¿Qué piensa el lector?
Todo hecho literario supone tres actores escritores, libros y lectores. O. para hablar en forma más general, creadores, obras y un público. De esos tres elementos los temas que más se estudian son los dos primeros los creadores y sus obras. El tema del público es menos conocido. Se estudia siempre la cultura desde el lado de quienes la emiten, la Comunican y reelaboran. Pero muy raramente la mirada es desde el lado de los receptores. os consumidores culturales.
Quizás valga de algo decir que esta falencia no es sólo nacional. Según nuestros Jatos, es escasa la información empírica disponible en los países latinoamericanos sobre el impacto en el público del consumo cultural. ¿En qué medida las campañas educativas, la difusión del arte y la cultura, han permeado a la sociedad? ¿Cómo interpreta y usa cada sector lo que la escuela, los museos, las editoriales y la comunicación masiva quieren hacer con ellos? Esas respuestas han sido tentativas de unos pocos estudios. Los estudios cualitativos de audiencia realizados en forma sistemática son mínimos.

Lector informado
El consumidor de libros pertenece a un segmento pequeño de la población. El conocimiento empírico de ese público es, además, como ya dijimos, exiguo.
No hay duda de que, desde escritores a libreros, los hombres del libro y el sistema educacional, ganarían mucho si se ampliara el estudio sistemático de su público, conocerían mejor las reacciones de éste y, por consiguiente, los medios de llegar hasta él.
Conocer y determinar con exactitud quienes integran ese mercado objetivo y donde se localizan esos mercados, parece ser la tarea prioritaria, si se desea modernizar la actividad cultural. Prepararse mejor para llegar a ese mercado específico y empleando el medio preciso. El inconveniente de las técnicas publicitarias habituales y de técnicas de promoción del libro, consisten en que se dirigen al público en general y no al público que interesa al editor. Vivimos en una sociedad sobre comunicada y de saturación publicitaria. Muy pocas de las personas tocadas por la publicidad son susceptibles de interesarse por un libro. La mayor parte de los programas de difusión y promoción del libro no logran comprobar a las claras sus efectos sobre las ventas, mucho menos su rendimiento sobre la inversión. Para que sea económicamente productiva, hay que concentrar la publicidad, la promoción y el fomento sobre las diez o veinte personas que tienen la posibilidad, siquiera remota, de ser influenciados por ella. 

Sin público no hay hecho literario

Escribir es una actividad que se ejerce en el cuadro de sistemas económicos cuуа influencia sobre la creación es innegable El libro constituye un producto manufacturado distribuido comercialmente, sometido a la ley de la oferta y la demanda. La ampliación del mercado cultural favorece la especialización, el cultivo experimental de lenguajes artísticos y una mayor sincronía con los movimientos culturales internacionales. Por el contrario, el ensimismamiento del mercado cultural produce una separación más brusca del arte con la gente.

La red del libro
La atención directa a los clientes del libro y la creación de un sistema único de distribución de canales múltiples, buscando formas novedosas para comunicarse directamente con los diferentes segmentos que las conforman. Crear un enfoque unificado -público y privado, según el cual las personas que son real o potencialmente los mejores consumidores de libros se identifican, contactan, persuaden, motivan, activan, convierten y cultivan. La idea consiste en identificar a los auténticos consumidores de libros y mantener un estrecho contacto con cada uno de ellos, entablando un diálogo directo e individualizado.
Se trata de buscar una forma de promoción que reconoce, admite, aprecia y sirve a los intereses y a las necesidades de grupos, de lectores cuyas identidades y perfiles individuales el editor, el distribuidor, el promotor, el educador, conoce o acaba por conocer. Esta relación no sólo incluye el contacto directo y la comunicación interactiva entre el editor o promotor del libro y los lectores identificados, también implica un contacto con el público mediante la aplicación de eventos y acontecimientos promocionales, las relaciones públicas, los encuentros con escritores en los diversos lugares donde se encuentran los consumidores de libros, estableciendo relaciones de largo plazo con participantes involucrados. Iniciar una relación a largo plazo con los lectores potenciales, con las asociaciones normales de encuentro, sumando esfuerzos para conseguir efectos sinergéticos. La investigación se focalizó en la comuna de San Joaquín. Si bien, los resultados estadísticos solo valen para esa comuna, es posible concluir que las tendencias generales son válidas para la mayoría de las comunas de Santiago y de ciudades de regiones. 

 



 

Siete Conclusiones

Existe una extendida visión sobre el lector de libros que, sin embargo, a la luz de la encuesta realizada con financiamiento del Fondo Nacional del Libro y la lectura, es inexacta.
Es la visión del lector de libros como una proyección gutenberguiana: según esto el lector de libros es un personaje vocacional rodeado de libros, a los cuales les rinde culto cada día y que responde a los gustos, convenciones y jerarquías preestablecidas en la agrupación de la cultura letrada, de raíz iluminista. Este lector respeta las opiniones de en grupo especializadas de persones, el Culturburgo y desecha la televisión y la cultura de masas por inhibidora del buen lector. La televisión es. para él, el enemigo número uno del libro y la lectura Tiene una idea del deber ser muy arraigado, cree en las disputas y en las escaramuzas de la elite y en sus místicas de la diferenciación. No le preocupa el grado de adhesión que un libro tenga dentro del público masivo y, más bien, ve como antagónico el éxito popular con la calidad artística
¿Es esto cierto? No.


1.El lector de libros es gente de mundo.
La visión arraigada e ideológica del lector ensimismado, no es ya predominante, alguna vez lo fue. Es probable que ese señor o señora exista en Santiago, pero es, sin duda un ser marginal.
Según las conclusiones de este nuevo estudio, el lector de libros típico es un joven hombre o mujer, soltero o soltera. Vive de trabajo remunerado, habita en los sectores menos pobres de su comuna, y tiene buen nivel educativo. El lector de libros es un ser de mundo, de muchos cruces comunicacionales, se relaciona y se conecta con ámbitos variados, a la vez con lo culto, lo popular y lo masivo.

Es adicto al consumo de medios masivos de comunicación. Ve mucha televisión (85,1% ven más de 2 horas al día), escucha radio (el 74,1 escucha radio más de 2 horas diarias). Lee libros, intrusea revistas y lee periódicos (el 75,3% leen diarios alguna vez la semana). Estos resultados refuerzan la idea de que la lectura es una experiencia cultural en dialogo e interconectada con experiencias comunicativas diversas. Es un consumidor de "banalidades y también de obras serias". Podemos inferir que el lector santiaguino de fin de siglo es un personaje de buena educación, en fluida interconexión con otras formas de comunicación masiva, la televisión, la radio, los periódicos y las revistas. Por eso mismo, está sobre informado e influyen en las fuerzas llamadas extra culturales y, a menudo, contradice en sus elecciones de lecturas, a los gustos de los críticos. 

 

2 El lector de libros es un ser moderno y actual.
La analogía con el público del cine puede ser aclaratoria. Cuando usted va al cine, digamos con su novio o su novia, no va ver un clásico como Casablanca, sino que va a ver la última película de la taquilla. De la misma manera, el comprador de libros no gasta prioritariamente en clásico literario, como en el Poema del Mio Cid, sino en la última novedad editorial
El lector común hace mucho zapping televisivo, pero es posible inferir que también zappea en los medios escritos hojea y vuelve a hojear diferentes cosas, se concentra en algunos, mira otros, lee varias cosas a la vez, etc. No carga con sentimientos de culpa y de auto represión con respecto a sus gustos estéticos y a sus hábitos de lectura. Sus autores preferidos son Pablo Neruda e Isabel Allende. Los escritores extranjeros preferidos son García Márquez y Vargas Llosa.

Sus diarios preferidos son, en primer lugar, La Tercera de la Hora, seguido de Las Ultimas Noticias y La Cuarta, Sus radios preferidas son la Rock& Popy la Romántica



3. Son jóvenes "bacanes"
Lon resultados indican que los lectores son gente principalmente joven. El 54,2% de los lectores de libros tienen menos de 30 años. Solo el 3,7% tiene más de 65 años. De esa manera, la encuesta desmitifica un dato comúnmente sostenido, la iletraridad de la actual juventud. El dato debería ser digno de tomar en cuenta. Y si uno lo piensa mejor, la conclusión puede parecer obvia. Los jóvenes leen porque experimentan poderosas motivaciones la reafirmación de la personalidad, los enfrentamientos con la colectividad, la educación, la formación profesional, la conquista de posiciones, etc. Esas son razones más que valederas para leer libros. Los lectores de libros son jóvenes con ambiciones, sueños e inquietudes



4. El ambiente personal es importante
Si bien ve mucha televisión y lee otras cosas, sin embargo, los amigos y amigas, las formas micro sociales o interpersonales de comunicación-influyen significativamente at comprar un libro. Las redes personales, la familia, los amigos, las asociaciones de participación permanente, juegan un rol destacable en la formación de hábitos de lectura (el 31% se informa con un amigo al comprar un libro, el 26.8% se informa por comentarios en los diarios). Sólo el 7,4% se informa a través de la televisión. Esta conclusión nos lleva a enunciar la hipótesis postulada en estudios de países europeos y que en Chile debería ser investigada más a fondo, que afirma que los estímulos puntuales de la comunicación masiva por televisión fomentan poco la relación con la lectura. 

 


5. El lector espera comprar un libro barato.
últimamente se ha afirmado que el precio de los libro no es un factor concluyente para motivar o desmotivar el consumo de libros. La encuesta contradice claramente esta afirmación.

En primer lugar los compradores de libros se ubican mayoritariamente (61,5%) en el tramo de edad entre treinta y cuarenta y cinco años, cuando la estabilidad económica se hace más obvia.
En segunda lugar, el comprador de libros está ubicado en los estratos económicos menos pobres de la población. Mientras más pobres, menos compra libros y viceversa.

En tercer lugar, compran mayoritariamente libros (el 53,2%) en el mercado informal, en la feria o el mercado persa, donde el libro es más barato. Sólo el 14.8% lo hace en librerías.



6.Compra libros en el mercado informal
El lector se comporta racionalmente. Recordemos que comprar libros es operación económicamente absurda si no supone una utilización repetida de ese libro. Ahora bien, son raras las novelas que se releen y rarísimas las que se leen tres o cuatro veces en toda una vida. Invertir en un libro que no leerá más que solo una vez, significa pagar un alta suma de dinero, cancelar cada hora de lectura con varias horas de trabajo. Un ejemplo es gráfico. El libro de lsabel Allende, El Plan Infinito, contaba en librerías cerca de 6.000 pesos, es decir, casi 4 horas de trabajo de una persona que gana 100 mil pesos. Hoy, el cable de la televisión le procura un disfrute más extendido durante todo un mes, casi por el mismo precio. O bien, la compra del libro El Plan Infinito, le significa pagar 3 entradas al cine al mes.
La conclusión es que, el lector puede estar dispuesto a cancelar de 1 a 2 mil pesos en un libro novedad. De allí que la tendencia es a comprar libros en las ferias libres o el mercado persa. Para nadie es desconocido que los libros pirateados de Isabel Allende se vendían a 2 mil pesos en el mercado informal.
Hay libros baratos en el mercado establecido. Por cierto. Por ejemplo, la colección de la Alianza Editorial está hoy a 500 pesos con obras de Isaac Asimov, Oscar Wilde, Joseph Conrad o Pio Baroja. Pero es un atropello a la inteligencia del lector, pedirle que satisfaga su curiosidad lectora por las novedades editoriales, con un libro clásico. 
No da la misma satisfacción leer a James Joyce, aunque cueste 500 pesos, que leer Paula de Isabel Allende. 
El lector chileno es un ser racional y sus motivaciones son mundanas. 


7 El lector espera encontrar un libro en su vida cotidiana
La lectura se encuentra ligada a las circunstancias y, en general, a la vida cotidiana.

¿Cuándo leemos, en qué ocasiones?

Leemos en las horas intermedias (en el bus o en la hora de la comida), las horas regulares de descanso laboral (después de la jornada de trabajo) y los períodos de inactividad laboral (domingos, licencias, vacaciones, enfermedades, jubilación). El lector espera, obviamente, que el libro esté presente en los lugares de tránsito normales, en los trayectos de la vida cotidiana, en la realidad de todos los días en el quiosco de diarios, en la feria, en el mercado persa, en la estación de buses, en el local de ventas de cigarrillos, etc. Eso no ocurre en las comunas de Santiago. 

En la comuna de San Joaquín, por ejemplo, no existe, ni ha existido nunca, una librería. La ausencia del mercado del libro, la débil existencia de un aparato social de la literatura en la vida cotidiana, es, junto con el precio de los libros, otro fenómeno inhibidor de la lectura. 

Ficha

La investigación, que lleva por título “Hay un joven leyendo un libro”, fue realizada en el año 1995 bajo la responsabilidad de Omar Pérez-Santiago con el auspicio del Consejo Nacional del Libro.
Ficha de la Encuesta
La población encuestada representa el 100 de la población total de San Joaquín.   El universo abordado es la población de ambos sexos de 18 años y más, que habita en San Joaquín. El tamaño de la muestra es de 298 casos Fecha: entre Mayo-Junio de 1995.

Procedimiento de muestreo:
Sorteo aleatorio simple de unidades al interior de las 32 unidades vecinales. Selección de hogares por calles y números terminales domiciliarios; y los individuos por cuotas de sexo y edad. 

Los resultados estadísticos se encuentran a disposición de los interesados.

 










 

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