Cuento de Omar Pérez Santiago
Cuando ella era joven me susurraba al oído desvaríos y excesos y me producía el mismo licor sexual que la Marilyn Monroe, el deleite pleno y prolongado en que arden los enamorados. Era una casi-ángel. Al morir a los cincuenta y cinco años, ella era un estropajo.
Cuando ella era joven me susurraba al oído desvaríos y excesos y me producía el mismo licor sexual que la Marilyn Monroe, el deleite pleno y prolongado en que arden los enamorados. Era una casi-ángel. Al morir a los cincuenta y cinco años, ella era un estropajo.