Mostrando las entradas con la etiqueta Pérez Santiago. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Pérez Santiago. Mostrar todas las entradas

jueves, octubre 10, 2024

Novela corta «El pezón de Sei Shonagon». Tres ediciones sobre una historia en Tokio entre Matsuo Basho y Sei Shonagon y la sensibilidad en el desarraigo.


Novela «El pezón de Sei Shonagon», de Omar Pérez: La sensibilidad en el desarraigo

Esta es una obra escrita de manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan en la Deep web, pero también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad insegura y huérfana de soportes reales. En suma, se trata de una ficción a la que hay que prestar atención.

Por Emilio Vilches Pino

Publicado el 31.8.2018

El pezón de Sei Shonagon, la nueva novela de Omar Pérez se sitúa en el Japón actual para contarnos la historia de la relación de (des)amor entre Matsuo Basho y Sei Shonagon. Se conocen en una Escuela de Arte (la Tokyo Gaidai). Ella es una mujer que “no tenía miedos; tenía autoestima, audacia y ambición” y de quien se rumoreaba en la Escuela que “seducía a los hombres con solo mirarlos a los ojos. Los usaba sexualmente y luego los lapidaba (…) una femme fatale cuyos novios aparecían después arrastrando tristes su propio sarcófago”. La llamaban Pezón Dorado por la altura casi legendaria del deseo que sentían por sus senos. Él, en cambio, “además de malcarado, era relativamente gordito e ingenuo y vestía con traje de factura sencilla y parca”. El autor es enfático al resaltar las diferencias entre ambos, no solo en lo físico sino en toda una forma de ver y vivir el mundo. Él la ve casi como a un ídolo (“hincado, como si estuviese rezando al divino, Matsuo Basho se acordó de sus compañeros de arte de la Universidad que soñaban con este pezón”), tanto así que crea una obra de arte, una especie de escultura, del pezón de Sei Shonagon y la exhibe en la Escuela.

La obra comienza a ser admirada y alabada, pero no precisamente por la calidad de la misma, sino por su referente: el pezón de Sei Shonogan. Empieza así un vertiginoso proceso en que la mujer irá sucumbiendo ante las bondades efímeras de la fama virtual, perdiéndose entre redes sociales y páginas web, dejando atrás su vida y convirtiéndose, de cierta forma, en nada más que una imagen digital. (“Ella era un nuevo tipo de animal digital. Se utilizaba a sí misma voluntariamente. Ella estaba imposibilitada de amar a un ser de carne y hueso. Todo tenía que estar en gigas, o no era seductor para ella.”) Por otro lado, su novio, irá viviendo un proceso de celos artísticos en un comienzo, para luego ir derivando a la tristeza y la desesperación ante una mujer que lo deja de amar tan pronto se convierte en una celebridad de Internet.

Andy Wharhol, casi como un oráculo, anunció en un programa de televisión en los ya lejanos años sesenta que “en el futuro, todos tendrás sus quince minutos de fama”. Internet y todas las actuales tecnologías han cambiado la manera de comunicarse y de obtener notoriedad pública, tanto que hoy, efectivamente, muchas personas pueden tener sus quince minutos de fama a través de YouTube, Facebook, Instagram, virales, etc. El arte mismo ha cambiado producto de esto. La técnica y el talento parecen ya no tener una supremacía total por sobre la masividad, y este proceso lo refleja el cambio en los personajes:

“Los llamativos y enigmáticos pezones se viralizaron en las redes sociales de todo el mundo. Paradojalmente, junto con la fama de los pezones, comenzó la ruina de Matsuo Brasho (…) Así Sei Shonagon se valorizó en el mercado del arte de las redes sociales, en spams y motores de búsqueda. Toda una máquina digital barata y persuasiva funcionó gratis para que Sei Shonagon expusiera sus hermosos pechos. Like, like, like. Mientras ella recibía más like, ella era más feliz”

La novela, desde este punto en adelante, permite ser leída como un trhiller, debido a la misteriosa desaparición y muerte de una serie de muchachas japonesas, a la vez del acontecer de Sei Shonagon; también puede ser leída como una novela juvenil con tintes ciberpunk; pero sobre todo como una crítica al mundo superficial de las redes sociales y a cómo han cambiado la manera de concebir las relaciones humanas y de percibir el arte.

El Japón actual aparece hiperconectado e hiper-tecnologizado. El autor hace gala de un no despreciable conocimiento de la cultura nipona, incluyendo referencias sociales, religiosas y culturales, pero que se van mezclando con las nuevas tecnologías y formas de comunicación, dándoles un nuevo significado. Por ejemplo, los mismos nombres de los personajes son homenajes a antiguos escritores japoneses y, tal como lo hizo Jim Jarmusch en Ghost Dog: The Way of the Samurai (1999), existen referencias directas a los códigos y la tradición de los samuráis, pero insertas en un mundo donde el honor y la lealtad ya no son prioridad.

El pezón de Sei Shonagon es una novela escrita de manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan en la Deep web, pero también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad insegura y huérfana de soportes reales.

Una novela a la que hay que prestar atención.

 

Emilio Vilches Pino (Santiago, 1984), además de ser autor de la novela Labios ardientes (La Polla Literaria, Santiago, 2014), y del volumen de cuentos Noches en la ciudad (Santiago-Ander, Santiago, 2017) -ambas lanzadas bajo el seudónimo de Emilio Ramón- registra ser profesor de Estado en castellano, titulado en la Universidad de Santiago de Chile, y magíster en literatura latinoamericana y chilena, también por la misma Casa de Estudios.

 

martes, julio 23, 2024

Pérez Santiago. Futorología. Tendencias Prospectivas. Desarrollo de la cultura y las artes. Posibilidades y desafíos para el 2018. Ministerio de Planificación. Gobierno de Chile. 2008

 



“Desarrollo de la cultura y las artes. 

Posibilidades y desafíos para el 2018”.

Ministerio de Planificación, Gobierno de Chile.

2008

Omar Pérez Santiago

 

Los análisis estratégicos y estudios prospectivos que promueve hoy el Ministerio de Planificación, y que buscan explorar escenarios futuros de desarrollo de Chile analizando el impacto de tendencias y eventos que incidirán en el devenir del país en los próximos años, es una tarea interesante y necesaria y un ejercicio intelectual muy actual y muy técnico. Es una manera sabia de abrir una grieta en  el gris muro del presentismo de los tiempos, fisura por donde entre algo de luz.

Cuando se me solicita esbozar el escenario más posible en el arte y la cultura para el año 2018, una futurología cultural, lo primero que se me ocurre, paradojalmente, es comenzar con un acto retrospectivo, y  retrotraerme hasta hace más de diez años atrás, para buscar las huellas de  como estaba el estado del arte y la cultura.

Entonces Chile había salido de una cruel dictadura que dejaba un gran hoyo negro cultural. El mundo del arte y la cultura estaba expectante por los cambios que se esperaban. Y con el  nuevo gobierno democrático comenzó en esos años un  factor de cambio muy central en la configuración de políticas públicas culturales. Desde entonces se produjo en el ámbito de la cultura y las artes profundas transformaciones dadas centralmente por la diversificación y expansión cuantitativa, a través de los años, de los fondos de cultura y la institucionalización de la cultura en un Consejo de Arte y Cultura.

 El Fondart, el Fondo del Libro, el Fondo audiovisual, el Fondo de la música y el Fondo nacional de escuelas artísticas se desarrollaron de un modo muy específico. No financian obras, libros, pinturas, u obras de teatro, como ocurren en muchos países, si no que financian “proyectos” “artísticos culturales, Se financian parcial o completamente simples planes, ideas, intenciones, deseos, aspiraciones.

 Pero esta política cultural no estuvo exenta de crítica. Podemos hacer un eco prospectivo a esos primeros años de cambio. Yo mismo sostuve públicamente mi divergencia. El año 1994, hace ya 14 años -había yo vuelto hace algún tiempo de mi exilio sueco-, y tímidamente pero con claridad, realicé  en el diario La Época una opinión prospectiva sobre  los riesgos de los nuevos fondos de cultura  

 Dije entonces: “Los fondos tienden a una estandarización de la producción cultural. Producen o tienden a producir una actitud consensual e institucional. Liman las aristas culturales. No sólo por los evidentes riesgos de que los fondos sean dominados por criterios ideológicos de moda. No sólo porque los miembros de los comités sean de una cierta tendencia. Eso ocurre o puede ocurrir,  sobre todo cuando esas llamadas personalidades del jurado son designadas por funcionarios que a su vez han sido nombrados por la autoridad política. Eso ocurre. Si no ocurriera, sería bien extraño en un país altamente partidizado.

El problema principal es que los mismos creadores tienden a autocensurarse, a frenarse y buscar escuchar los rumores de las conversaciones de pasillos, las orientaciones estéticas de los jurados. El creador se autocensura por una actitud pragmática, a objeto de tener posibilidades en el concurso del Fondo. La llamada producción cultural tiende a recaer sobre aquellos que saben desarrollar funciones diplomáticas.  Los fondos son discriminatorios. Para tener oportunidades se debe usar un cierto lenguaje, un cierto código, una cierta forma de pensar. Hay que estar conectado, tener relaciones, usar la figuración pública. El Fondo tiende a apoyar a determinados conglomerados, aquellos que saben hacer el trabajo de lobby y que se informan directamente de los criterios que se manejan dentro de las comisiones y las formas de hacer presión. Se desarrolla el arte de manejar las influencias y se fortalecen los circuitos auto recompensados. Se desfavorece a aquellos que no participan de ese juego de los circuitos de la influencias, principalmente los creadores de las regiones, de las comunas populares, los jóvenes y los sectores marginados en general.””. (“El Fondart no es progresista” La Época, Jueves 18 de septiembre de 1994).

 Postulaba yo como alternativa a esos fondos concursables el fortalecimiento de la infraestructura cultural sobre todo en  comunas y regiones más pobres del país, que no tenían cines, ni teatros, ni salas de exposiciones y carecen de escuelas artísticas y centros de extensión cultural. Los conglomerados culturales copaban el escaso espacio existente, en relación con el tamaño de la población, como para haber creado un monopolio por defecto. El trabajo cultural mantenía un carácter piramidal, estaba politizado y había ausencia de mecanismos democráticos de presión.

 Nivia Palma, entonces una joven directora del Fondart, y hoy actual Directora de la Biblioteca Nacional, respondió en el mismo diario, algo molesta que yo presumiera mala fe. O creyó ella quizás entonces, que lo mío era una simple boutade.

 Pero quién iba a decirlo, pasarían los años. Y sí, pasaron los años, rápidamente me parece a mí ahora,

 Y luego de estos años que pasaron rápidos, hoy la situación de la cultura y de los fondos de cultura está muy enrarecida. Tal como lo sospeché hace 14 años, sustentado en experiencias internacionales,   hoy los postulantes a los fondos comprenden perfectamente como hay que adaptarse al sistema mediante el lobby, un lenguaje apropiado y simulacros verbales para elaborar un “proyecto” artístico. Y cuando se denuncian las permanentes irregularidades de los fondos, los funcionarios someten a  los fondos culturales  a sucesivos ajustes formales. Pero esos acomodos no solucionan los problemas de fondo, lo único que hacen es complejizar los formularios, es decir, burocratizan aún más los procesos. Hay  expertas y expertos en Fondos de cultura, creo que existen cursos universitarios. En general no son artistas, son peritos de la treta y del timo, expertos inventores de pomadas y encubridores de antecedentes. 

 El sistema, como agua estacada, no funciona, las obras no circulan, las obras no se ven, no se habla de literatura, de pintura o de teatro. Más y más hablan agentes y funcionarios donde el arte en general ha sufrido un embarazoso proceso de funcionarización.

 Irritación artística

 La molestia por la situación de los fondos de cultura en el mundo artístico y cultural se ha expresado de modo persistente, pero subterráneo. Pero ya el año pasado la critica al fondo del libro fue explicita y más de 300 escritores firmaron una carta de protesta que se llamó “La infelicidad permanente”. Ese solo título demostraba el enojo y el descontento de la clase literaria.  Hay rabia también y se nota en el tono de las críticas permanentes a los fondos de cultura entre músicos, actores, pintores. Esta rabia es, en parte, producto de la frustración que genera la impotencia de ver el modelo constituido y funcionando sobre si mismo.

Los artistas andan con sangre en el ojo, y lo dicen en todos los circuitos como funciona esto: hay que ser mamón por un rato, formatearse, aprende a leer formularios, saber quien es el jurado y hacer  lo  que le guste al amigo funcionario, ese crupier de feria que reparte los números de la lotería. Y luego a esperar rogando como lo niños: “viejito pascuero, acuérdate de mi, me porto bien en casa y también en el jardín”. Ese ambiente de entreguismo ya está plasmado en la excelente novela “Informe Tapia”, de Marcelo Mellado. Este deterioro va unido a un paralelo enfriamiento de un movimiento democrático progresista y la ausencia de medios críticos de comunicación.

 En general, el artista no tiene otra alternativa que ser cobardón, nunca dirá las cosas claramente. Gasta su tiempo en hacer vida social, para que lo vean aquellos que deciden los fondos. Existe toda una cháchara seudo intelectual  de truquillos baratos archi conocidos del arte oficial. Más o menos ese es el estado del arte. Así el arte ya no incomoda y ya no tiene efectividad.

 Paralelamente, no ha habido distribución del capital cultural. La situación continúa, en general, de la misma manera. En la mayoría de las comunas de Santiago todavía no hay cines,  teatros, librerías,  salas de exposiciones.  .

 Futurología

 ¿Cómo se verá Chile el 2018 en el área del arte y la cultura?

 El futuro sobre el arte y la cultura es altamente predecible y estadísticamente pueden describirse por medio de modelos matemáticos simples. El pronóstico estratégico es que si el país sigue funcionando de este modo en el ámbito de la cultura, en diez años más los fondos de cultura habrán aumentado al doble. Se duplicarán. Pero lo único que harán será construir más funcionarios, y más arte mediocre y de cartón que no servirá para nada más que para el tedio. Los artistas estarán aún más condicionados y, les puedo asegurar,  los ganadores de proyectos seguirán siendo esencialmente los mismos, un particular centro de pequeños negocios,  aunque diez años más viejos.

 Si las cosas siguen así como ha sucedido en los últimos quince años, se consolidará una costra artística burocrática. El arte será acrítico, amable y manso con los encargados del reparto, triunfante en ese pequeño reducto. La historia, si continúa de esto modo,  mostraría la ocupación paulatina y definitiva del espacio artístico por  un poder funcionario.

 Por otro lado, los jóvenes habrán acumulado aún más rabia en las poblaciones, aún más desoladas.

 Actitud proactiva

 ¿Qué habría que hacer para cambiar esta situación si deseamos tener una actitud proactiva?

 Primero, habría que tener una visión temeraria. Frente a los delicados problemas, no podrá haber cambio con mentalidad timorata.  Por lo tanto, la primera condición, es naturalmente, ser valiente y mirar lucidamente  las cosas como son. El mismo camino seguido hasta hoy no es la solución. La solución, sociológicamente hablando, está definitivamente en una revolución político cultural.

 Segundo, El capital cultural real en Chile está vinculado al ejercicio del poder y autolegitimación, por lo tanto la revolución política cultural debe ser parte de un nuevo proyecto social y político que postule redistribuir el poder. Verdaderos actores culturales no pueden existir si no hay una democratización efectiva de la cultura. De ahí que es importante redefinir lo que se entiende como servicio público cultural. La exclusión cultural producto de la  pobreza, y el hecho de que la gente no tenga acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación son temas de poder.

 Es decir, no habrá cambio cultural artístico auténtico mientras no haya un movimiento artístico  ligado a la lucha por la democratización plena, por una Constitución democrática, por la lucha por el agua, los ríos, el mar, el aire limpio, de los ecosistemas, las carreteras gratuitas, de la educación en todos sus niveles,  las ondas electromagnéticas del Internet, de los nuevos movimientos de consumidores, del rescate de la diversidad cultural de los  pueblos originarios y particularmente al pueblo mapuche.

Es decir, el cambio de la cultura y el arte necesitan ser inserto en cambios integrales.

 Juntas de Desarrollo Cultural

El cambio puede empezar con la participación de la gente a nivel barrial, comunal, territorial construyendo efectivos centros de activación o juntas de desarrollo cultural. Se deben modernizar las bibliotecas comunales y construir allí verdaderos centros de reunión, de acopio e intercambio de ideas, verdaderos centros de comunicación digital, de espacios compartidos, de alcance nacional, que vaya más allá de la gestión de los centros propios. El desarrollo, en un marco de  cooperación,  la creación de centros culturales a partir del engrandecimiento y modernización de  las bibliotecas  públicas contribuirá a garantizar el derecho y la libertad de acceso a la información y la cultura de los ciudadanos chilenos, ayudará a paliar la desigualdad, garantizando  el derecho de todos los ciudadanos a acceder a Internet y a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación sin discriminación alguna y en igualdad de condiciones; facilitar la formación de los ciudadanos para el uso de las tecnologías y aprovechar las posibilidades en el nuevo entorno de la cultura y la lengua, que suponen una ventaja objetiva y comparativa.

El objetivo es que las actividades culturales surjan desde las comunidades. Las actividades culturales que coordinan las propias comunidades tienden a ser más duraderas. La vinculación con la sociedad civil es un elemento de gran importancia para el desarrollo y la promoción de las políticas culturales. Deben ser un centro de patrimonio, de teatro, de encuentro con escritores,  centros de recuperación y estimulo de la participación ciudadana organizada, mediante la descentralización de fondos públicos participativos y poner el arte al servicio de la gente.

 Si en diez años se invierte en todas las comunas más pobres del país en bibliotecas modélicas y modernas, que incluyan, cafeterías, Internet, servicios básicos, salas de lectura de periódicos y revistas y salas de reuniones, en un programa de ese tipo, administradas por consejos locales de cultura, mejorará, qué duda cabe, de modo significativa la vida social y comunitaria de Chile, la gran falencia de estos años.

 

Omar Pérez Santiago es escritor. Egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y estudio  Historia económica en la Universidad de Lund.

 Libros: Breve historia del comic en Chile, Editorial Universidad Bolivariana, 2007. Escritores de la Guerra. Vigencia de una generación de narradores chilenos, ensayo, Aura latina, 2005. Editorial Universidad Bolivariana, 2007. Trompas de Falopio junto a Gabriel Caldés, novela. Foro Nórdico de Aura latina, 2002. Editorial Universidad Bolivariana, 2007. Negrito no me hagas mal, novela -comic, Centro Nacional de Cómic, 2000. Memorias eróticas de un chileno en Suecia, cuentos, Editora Kipus & Aura Latina, 1992. Malmö är litet novela en Sueco como Pancho Pérez Santiago, Skrivareverkstad, Suecia. 1988. La pandilla de Malmö con traducciones al castellano de poetas suecos (1990).

 




miércoles, junio 12, 2024

«Una lograda e inquietante historia policial» Pérez Santiago, Asesinato en Copenhague, Por Ramón Díaz Eterovic

 

Pérez-Santiago y Ramón Díaz Eterovic

Por Ramón Díaz Eterovic

Omar Pérez Santiago: Asesinato en Copenhague y otros cuentos
En la última semana estuve leyendo a Omar Pérez Santiago (1953) un autor chileno que ha transitado por la novela, el cuento, las crónicas y los libretos de cine y teatro. También es traductor de poetas suecos y daneses, como el Premio Nobel de Literatura Tomas Tranströmer.
El libro “Asesinato en Copenhague y otros cuentos” presenta cuatro buenas e interesantes historias, de las que quiero destacar el cuento largo que da título al volumen. Nos parece una lograda e inquietante historia policial, protagonizada por Klaus Klausen, jefe de la Brigada de Homicidios de la Policía de Copenhague, quien tiene una novia de origen chileno cuyos padres han sido víctimas de la dictadura de Pinochet.
Klausen es descrito como un hombre “casado con el trabajo policíaco, emocionalmente comprometido con resolver crímenes”. Su especialidad es construir acertados perfiles sobre los hábitos y conductas de los criminales, lo que le lleva a oportunas deducciones. Construye narraciones de los casos que investiga y reconoce que la ficción permite entender los asuntos humanos.
En el cuento investiga la desaparición de una periodista y en el transcurso de la investigación llega a enfrentarse con Jason Jensen “un famosillo de medio pelo”, dueño de un submarino, que termina detenido luego de los elaborados raciocinios del policía.
Lo interesante de este cuento, aparte de las características del protagonista, es qué a través de su desempeño, Pérez Santiago desarrolla una descripción minuciosa del asesinato mientras mantiene al lector en el mismo plano del investigador. El relato tiene una sobriedad o distancia narrativa que va a la par con la racionalidad del policía y la fría descripción de su crimen que finalmente termina haciendo el asesino.
Klausen, quien se considera a sí mismo solo un funcionario que cumple una labor policial, nos parece un personaje con las características ideales para reaparecer en otros cuentos o novelas, cosa que desde luego es uno de los méritos de su autor.
Editorial Mago. Santiago, 2021.
Ramón Díaz Eterovic y Pérez-Santiago

TROMPAS DE FALOPIO
Novela de Omar Pérez y Gabriel Caldés


Por Ramón Díaz Eterovic

Gabriel Caldés y Omar Peréz, acaban de publicar la novela "Trompas de Falopio". Una novela escrita a "cuatro manos" que representa una nueva etapa en el trabajo literario desarrollado por ambos autores en sus anteriores libros de poesía, cuentos y crónicas.

"Trompas de Falopio" gira en torno a la vida de dos estudiantes de la carrera de Ciencias Políticas -Cipol- y retrata sus vivencias durante el inicio de la década de los años setenta. Muchas de las cosas que ellos relatan no las viví directamente, pero si supe de ellas, porque cuando llegue a nuestra universidad, formaban parte de cierta "mitología" de Cipol, que durante los años de la Unidad Popular fue un centro de gran ebullición política, y de la cual egresaron muchos estudiantes que más tarde, y aún en nuestros días, juegan un reconocido rol en la actividad política chilena.

La novela es el retrato emotivo, cargado de buen humor y punzante ironía, de algunos alumnos de la escuela de Ciencias Políticas. Es un relato ágil, entretenido, bien estructurado, lleno de personajes atractivos y lograda calidad literaria. Actividades políticas, romances, chascarros estudiantiles, son algunos de los elementos que encontramos en esta novela. Julían Condeminas y Jordi Castell son dos antiguos estudiantes que, a la vuelta de unos años se encuentran en el aeropuerto de Copenhague. Han pasado 29 años desde la última vez que se vieron, y como muchos otros de su generación, cargan con un pasado de persecusiones, exilios, romances quebrados, desencantos y cierta dosis de cinismo para mirar los cambios experimentados en sus vidas y en el país de donde salieron. El encuentro detona los recuerdos y la decisión de escribir un relato donde quede reflejada la época en que -al decir de ellos- eran unos universitarios dedicados a vivir a concho. El reencuentro de los amigos transcurre en los primeros capítulos de la novela, y el resto corresponden a las vivencias del pasado. "Trompas de Falopios" es por lo tanto una novela de añoranzas, de ajuste de cuentas con la historia, y una novela de crecimiento, de tránsito -con tonos inicialmente festivos y luego brutales- de una adolescencia libertaria a una adultez de colores oscuros.

La novela no se queda solo en el recuerdo de algunas vivencias. Apunta y llega a algo mayor. En ella encontramos un retrato chispeante, acertado, de los sentimientos que impulsaban a muchos jóvenes universitarios de la época. Los personajes son muchachos que vibran y comparten los cambios sociales y políticos que se viven. Son los años del gobierno del presidente Allende y de un entusiasmo revolucionario que se anida en los corazones de los jóvenes. Comparten sus estudios con el quehacer político, sus primeros romances, insertos en una época de mayor liberalidad. Por lo tanto, la novela aporta un retrato de época. Aparecen los trabajos voluntarios, la Peña de Los Parras, las tomas universitarias, la educación política, la alegría de ser parte de un proceso histórico, de cambios que serían radicales.

Para los que vivimos la época y los hechos que se narran, la novela tiene el atractivo de las remembranzas, del reencuentro con sus propios pasados y experiencias. Para los lectores jóvenes, el atractivo debe estar en el retrato de un tiempo del que me parece aún no se ha escrito lo suficiente en la narrativa chilena. La novela evade todo tono pesado, quejumbroso, y la voz de los narradores suena como debió ser en el tiempo relatado: festiva, demistificadora, vital. Como bien dice uno de los protagonistas, mientras reflexiona acerca de lo que cuenta, se trata de "iluminar mejor la embriaguez colectiva de alegría, de fervor sexual, de rito y de juego y de cortejo transgresor que nos imponía el medio". En "Trompas de Falopio" se respira la chispa del momento, el pulso de un país que apostaba a un futuro diferente. La historia, lo sabemos, se encargó de decir otras cosas, y por eso creo que esta novela más que un llamado a la nostalgia, es una invocación a la alegría, a creer como dice un eslogan que crece por estos días, que otro mundo es posible.


RAMON DIAZ ETEROVIC (Punta Arenas, 1956). Ha publicado los libros de poemas "El poeta derribado" y "Pasajero de la Ausencia". Los libros de cuentos: "Obsesión de Año Nuevo", "Atrás sin golpe" y "Ese viejo cuento de amar". Las novelas: "La ciudad está triste", "Solo en la Oscuridad", "Nadie sabe más que los muertos", "Nunca enamores a un forastero" "Angeles y Solitarios", "Correr tras el viento", "Los siete hijos de Simenon" y "El ojo del alma".




martes, febrero 07, 2023

Nuestra propia ciudad interior, radiante y subjetiva. Escritores en Machu Pichu. Ginsberg, Allende, Borges, Neruda

 




NUESTRA PROPIA CIUDAD INTERIOR, RADIANTE Y SUBJETIVA. Palabras del escritor Jorge Hernán Calvo Rojas, presentación de Escritores en Machu Pichu. Crónicas de viaje de Pérez Santiago.

Buenas tardes:
Nos convoca en esta oportunidad el nacimiento o la aparición de un nuevo libro de mi amigo el escritor Omar Pérez Santiago “Escritores en Machu Pichu”. Ya, desde el título apunta o señala que se trata de un viaje, pero como tantos viajes su destino son distintos puertos de llegada.
Hoy se piensa que la ciudad de Machu Pichu fue construida alrededor de 1450, por orden del emperador Pachacutec en el Valle sagrado de los Incas y su nombre era Vilcabamba; fue un importante centro urbano y religioso, habitado por una población de entre 300 y 1000 habitantes. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983, por la Unesco. “Además de la extraordinaria belleza de su emplazamiento, Machu Picchu es probablemente la más lograda realización arquitectónica del periodo de apogeo del Imperio Inca.”
El título también alude a escritores en Machu Pichu y los escritores son cuatro; Borges, Neruda, Ginsberg e Isabel Allende. Entonces lo que se nos propone es una mirada a Machu Pichu desde la perspectiva de estos escritores y eso significa una mirada, aunque solo se trate de un vistazo, al tipo de vínculo que estos escritores pudieron tener con una ciudad que luego de 400 años de estar oculta emergió de golpe en nuestra época.
Como bien se sabe las ciudades reales o imaginarias juegan un papel central en la ficción borgeana, a partir de ese cuento notable que es Tlön Uqbar Orbis Tertius. Tlön propuesto por Borges es un mundo ilusorio que a su vez tiene regiones imaginarias en las que los habitantes de Uqbar basan sus leyendas. El narrador le atribuye a Johannes Valentinus Andreä la descripción de una comunidad imaginaria… Borges despliega una visión poética de lo fantástico. Quizá con el único propósito de demostrar que: “la metafísica es una rama de la literatura fantástica”. Meta relatos, espejos y mundos posibles. Los cuentos de Borges se sostienen a menudo en notas al margen o al pie de página señalando como referente algún pasaje de la Enciclopedia británica. Atención, nada de esto existe, el gran mérito de Borges, crear una realidad imaginaria para sostener otra realidad imaginaria, un espejo de ilusiones o un laberinto. La verdadera fascinación de Borges son los laberintos y en especial los laberintos temporales.
Y en cierto modo estos laberintos, que crea y recorre Borges, actúan a su vez como un poderoso imán que atrae a otros peregrinos de la literatura y les ofrece tours a ciudades reales o imaginarias donde acechan fantasmas de viejas historias.
Tuve oportunidad de conocer a Omar Perez Santiago, entonces bajo el apodo de Pancho, precisamente al final de un largo viaje que me llevó desde esta ciudad al pie de la Cordillera de los Andes, cruzando el Atlántico al aeropuerto de Kastrup en Dinamarca y luego cruzando el estrecho de Oresund a la casa de un amigo común, el escritor sueco Fredrik Ekelund, en cuya casa aquella noche conocí a Pancho. Nació una amistad en torno a la literatura y a menudo nos reunimos a conversar en el Café Siesta: De este modo me enteré con el andar del tiempo de su interés por Jorge Luis Borges, ese gigante literario del siglo XX, un escritor al que Pancho observa detenidamente y analiza con verdadera vocación y de vez en cuando le pega algún coscacho. Entonces Pancho había escrito un cuento La Novia de Borges, este cuento luego se convirtió en guión, se adaptó al cine y muy pronto junto a una alegre troupe de actores, camarógrafos y gente de cine se fueron a Budapest a rodar una película. Después, con el correr del tiempo Pancho se ha ido tras los pasos de Borges en otros lugares, en Buenos Aires de todas maneras, pero ojo, también en Suiza, en la ciudad de Ginebra, sus pasos lo condujeron al mismo Cimitiere de Rois, campo santo donde en la cripta cifrada con el número 735 descansan los restos de Borges.
Piedra en la Piedra
¿El hombre dónde estuvo?
Luego tenemos dos poetas que también imaginaron o jugaron a fabular que habían subido -al igual que los antiguos incas- aquellas escalinatas de piedra. Ginsberg el del Aullido y Pablo Neruda que incorpora Las alturas de Machu Pichu a su Canto General, un poema, al que después Los Jaibas pusieron música: Neruda en sus versos ve lo efímero de la vida donde el proceso de nacer y morir constituye una belleza natural.
De Isabel Allende nos habla brevemente de su infancia en Lima pero luego se refiere a su novela Ines de Suarez y el viaje, la travesía, acompañando a Don Pedro de Valdivia desde el Cusco a Chile.
En un reciente libro de fotografías sobre Machu Pichu, con poemas de Neruda, Isabel Allende ve la ciudad como un lugar espiritual, donde aún se percibe el hálito de la magia.
Viajamos a través de espacios y a través de seres y vivencias, nos asomamos como turistas a obsesiones y fantasías y así va naciendo nuestra propia ciudad interior, radiante y subjetiva.
Jorge Calvo, escritor.

lunes, septiembre 19, 2022

Arioso Poema del poeta sueco Kjell Espmark (1930-2022)

 



Arioso

Kjell Espmark

 

Yo hui convertido en llamas,

de la biblioteca de Alejandría.

Los nueve rollos de papiro que me albergaron,

aún crepitaban en el traicionado amor,

desembocó en chispas y fuegos ascendentes.

Y yo morí por segunda vez.

 

Fragmentos de mí sobrevivieron como citas.

Mi palabra para el cielo se la adueñó un pedante erudito—

Que se aferró al escritorio

cuando el azul de repente se convirtió en un azul profundo.

Un pronombre usado de una manera inusual.

hechizó a un gramático. La palabra

que se escribió en oro y verde: ¡un escarabajo! –

abrió sus alas y despegó

para llevar su contexto a través de los siglos.

 

Otros fragmentos de lo que fue Safo

como llamas sobre los transeúntes se posaron

para "llamar de vuelta al que ella tanto  amó".

Palabras que quemaron el viento: ¿Que querías de mí

cuando estoy partida como un leño,

"temblando de deseo y pronto casi muerta"?

 

 Sí,  mi embriaguez se mantuvo,

perdonada por su hermano fuego,

y encontró refugio en una mujer solitaria

en el resplandor verde de una lámpara de aceite,

susurrando en la tarde entre asombradas típulas.

Escribió poesía en pedazos de papel rotos.


Levanto la vista cuando alguien gritó: ¡Emily!

– indefenso por un momento.

Entonces mi mareo entró en su cabeza.

El zumbido en lo que eran mis oídos

tuvo lugar en los de ella

y yo estaba sudando en su piel

al pensar en el amado.

Yo no entendía el idioma de ella

y el dolor de los riñones no era mío.

Pero su escalofrío no requirió traducción,

ni el rubor feroz

que se sintió hasta muy abajo del cuello.


Skapelsen de Kjell Espmark, 2017

Versión desde el sueco: Pérez Santiago

miércoles, septiembre 01, 2021

Memoria y Literatura en San Joaquín. Por Pérez Santiago. Revista Off The Record, septiembre 2021


Durante el mes de Julio 2021, como parte mis tareas literarias, dirigí un taller vía zoom y whatsapp sobre  memoria y literatura, con el apoyo del Centro Cultural San Joaquín, uno de los más creativos centros culturales guiado por el bueno de Jonny Labra y la organización Santiago es de Todos.

La pandemia no nos detuvo.

Las talleristas, mayormente mujeres, (las que hoy marcan el mundo) escribieron atrayentes historias sobre significativos vecinos de San Joaquín. Los pilares o  los protagonistas de la historia, vivos retratos o gente significativa de la comunidad.

Así es.

Los humanos inyectamos en nuestros relatos  lo que hemos conocido, lo que hemos vivido. Cada generación aporta una imagen del mundo creada por su experiencia. La literatura es, pues, el punto de vista que elige el escritor. La literatura, querámoslo o no, es siempre vivencial.

Si nos extraviamos cuando niños, nadie olvida que se extravió. Y nadie conoce mejor la angustia del extravío que el niño que lo sufrió. Son cicatrices intransferibles, que solo el niño que lo vivió las puede conservar y comunicar. Y por eso, el relato de ese extravío, o hecho vivencial, puede tomar diversos caminos. No siempre todo es claro o nítido. Ese es el campo de la narrativa y la memoria. Es la libertad creativa (derecho sagrado que se debe preservar en la Constitución, ley fundamental de la República).

Es libre.

Y así, esos recuerdos vivenciales, configuran ese anecdotario que constituye el patrimonio o la memoria de una comunidad.

Aunque a veces, qué mal, la literatura chilena se enclaustra en eternas y fútiles disputas de pequeños egos, o en pautas  que dan dos críticos literarios en dos diarios nacionales que ya nadie lee. Que ya nadie lee.

Por otro lado, hay mucha gente, como los vecinos de San Joaquín, que escriben y bien y son originales.

El taller de San Joaquín tuvo dos resultados concretos y luminosos.

El primer logro fue la amistad cívica del grupo, un equipo de personas deseosas de mejorar su capacidad de contar historias. Es un logro, los grupos literarios comunitarios nunca se deben menospreciar, tienen una gran potencia.

El segundo logro o resultado fue una antología, Relatos de San Joaquín,  una bella antología de historias muy auténticas y de muy fina calidad literaria, que se llevará a libro y se presentará en la próxima Feria del Libro de San Joaquín, en octubre.

Carolina Jara escribe una grata remembranza de su vecino Tennyson Ferrada, un actor muy famoso, y que cuando ella era niña lo fue a entrevistar para una tarea del colegio.

Andrea Paz Olivares comienza escribiendo sobre su querida abuela, pero muy pronto la historia familiar se convirtió en una grata historia del barrio, la villa Armanda Harbin.

Iris Valenzuela ha escrito un texto de prosa poética, donde rememora sus miedos de niña, sobre las cosas tétricas que se contaban del entonces oscuro Callejón Ovalle.

Carlos Osorio sabe que los deportes también se viven en la literatura. Cuenta la historia de un talentoso joven y vecino, Gustavo Alarcón, un esgrimista eximio de solo 22 años. Además, Osorio ha escrito una emotiva crónica sobre la infancia del gran futbolista y vecino, Arturo Vidal.

Claudio Gajardo recuerda, en una sabrosa crónica, a un célebre grupo de rock, Los Beat 4, y a uno de sus más connotados miembros del grupo colérico, el músico Willy Benítez, que vivió en la población Vicente Navarrete.

Una sorpresa y un aporte especial es la española Eloísa Alba García, que desde España participó activamente en el taller y ha escrito un imaginado cuento de un bandolero, y los deseos de los protagonistas de venir a Chile y conocer San Joaquín.

Off The Record

 


 

jueves, junio 03, 2021

El placer de llorar. Clint Eastwood y Maryl Streep en Los Puentes de Madison

 

"Se recomienda el libro "Los Puentes de Madison" a los que les gusta soñar y llorar por causa del amor imposible, ese amor que nos hace sentir que todo pudo haber sido distinto: "pero no quise, opté por los niños".
Hace 25 años se estrenó la película "Los Puentes de Madison" con Clint Eastwood y Maryl Streep. Mi comentario de hace 25 años! en el diario La Época. La Novela "Los Puentes de Madison" de Robert J. Waller, y la película con Clint Eastwood y Meryl Streep de hace 25 años. Mi comentario en el diario La Época, El placer de llorar.

lunes, mayo 03, 2021

LA REGRESIÓN: VLADIMIR SOROKIN, EL BOLAÑO RUSO

Revista Off The Record, Mayo 2021
 https://www.offtherecordonline.cl/PDF/Off_2021_05.pdf

Hay quienes no reconocieron –por flojera, comodidad o interés- que caímos en una sociedad  controlada digitalmente por rígidos billonarios, un autoritarismo tecnológico.

Me sobrecoge. ¿Cómo llegamos allí?

El escritor H.G.Wells inventó la máquina del tiempo. Si viajamos en esa máquina hasta fines de los años 80 –cuando los teléfonos aún tenían cables­- veremos que por ahí se inició una nueva era.

Pinochet perdía el plebiscito y poco a poco salíamos de una sociedad fracturada.

Yo, como autor implícito, en 1991 iba en un tren a Berlín.  Resopla la locomotora. Caía el muro de Berlín.

El mundo cambió. Eso me dio algo de fe. En Rusia y en Chile llegó la incipiente democracia.

Arthur C. Clark, otro escritor  de ciencia ficción, en 1945 creo las bases teóricas de los satélites artificiales. En 1957 la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik. Desde entonces, miles de satélites han sido lanzados. En 1990, Tim Berners-Lee diseñó la World Wide Web. La telefonía móvil, sitios de Internet y redes sociales, se convirtieron en la base de la comunicación.

Vladímir Sorokin, el escritor ruso más nombrado hoy, llamado el Bolaño Ruso, tenía sus raíces en la contracultura de los años 80. Mordaz escritor nacido el año 1955, cuyos libros contenían violencia y sexo —como Tarantino—,  ironizó sobre la Cofradía de los Flageladores literarios soviéticos, que decían representar las iras de los desheredados.

Putin dirigía la policía secreta desde 1998,  llegó al poder en el 2000. Era una corriente que nunca perdió el poder del todo. Cambiaron el Lada por un Mercedes. 

(Igual que  en Chile, digo yo como autor implícito, donde volvieron a gobernar los nenes de Pinochet)

Allí estaba el germen de la distopía, la base del autoritarismo tecnológico.

Tal como en La máquina del Tiempo el protagonista viaja al futuro y no halló una sociedad plena. Al contrario, era un mundo rígido y en decadencia. Una regresión.

Lo valioso del escritor Sorokin fue mostrar la desesperación, la soledad y el tedio de  una sociedad. Y su proyección distópica donde se pisotea los ideales de la ilustración, con la corrupción, la ignorancia, la enfermedad y la muerte.

En Moscú, Nashi, grupo ultraconservador pro Putin, destruyeron unos libros de Sorokin. Estaban molestos con la libertad expresión. En una escena de su libro Manteca de cerdo azul (1999) aparece Stalin y el mofletudo Nikita Jrushchov en rol sadomasoquista. ​

“Jrushchov se desabrochó el pantalón y se sacó su largo sexo retorcido y con glande de pezón cuya piel reluciente tenía el tatuaje de una estrella. El conde se escupió una mano, untó de saliva el ano de Stalin y, echado hacia atrás, comenzó a introducir con tiernas estocadas su sexo en el interior del Guía.”

Leí una de las novelas de Sorokin, El día del oprichnik, metáfora de la regresión. Mezcla de realidad y ficción, entre el Gógol de Almas muertas y la literatura fantástica de H.G.Wells.

El protagonista Andrey Komyaga es un oprichnik en la Nueva Rusia 2027 y narra sus crímenes. (La oprichnina original fue creada por el déspota ruso Iván el Terrible,  su guardia personal mortífera). Rusia de 2027 es una mezcla de medievo y dictadura tecnológica. Feudalismo ilustrado gobernado por billonarios. ¿Fin del humanismo, la democracia y la sociedad abierta?

Es una novela, corta, filuda y mucho de sátira.

Chile involucionó también hacia una sociedad distópica patriarcal de billonarios rígidos y corruptos que dominan con  la ayuda de la pandemia, la neurociencia y la realidad virtual. Comercializaron el agua y cada elemento de la fauna y la flora.  Además, con una débil sociedad civil, el uso de fake news y ejército de bots, deterioraron la conversación pública. Condenan a Galileo y deseaban hacernos creer que la tierra es plana. 

Quizás desearon atraparnos con la tecnología de la vigilancia y las teorías de la alienación, aplicando la precognición  que profetizó  otro grande de la ciencia ficción,  Philip K. Dick, en su cuento El Informe de Minoría.


 

Abandonarla cruel invierno ha sido. Soneto de William Shakespeare

Abandonarla cruel invierno ha sido.  Soneto de William Shakespeare Abandonarla cruel invierno ha sido, lo peor del año, placer efímero. ¡Qué...