El montaje de Víctor Carrasco de la obra del noruego Henrik Ibsen, Hedda Gabler, convocó a mucho público en el teatro Matucana 100, en el enero santiaguino. Víctor Carrasco por años ha sido el encargado de los guiones de las precarias telenovelas: Sucupira, Pampa Ilusión, Puertas Adentro y Los Pincheira.
Seguramente el elenco tele novelero (con la altiva armada que encabeza Claudia Di Girirolamo, Delfina Guzmán y Willy Semler) puso su inevitable cota comercial y la clásica obra sobre una mujer insatisfecha, puso el resto.
El montaje de Carrasco es peculiar.
Las mesas, las sillas, las cortinas son blancas. Los trajes de los actores y actrices también. Los actores y actrices no actúan: declaman. Quietos en el escenario mientras modulan. Además el escenario tiene una malla fina, una fina tela que el da al escenario –mirada desde la platea- una insólita capa de ensuciamiento visual. Los autores se ven borrosos, en una especie de neblina matinal, a ver si me entienden.
Vistas así las cosas, bien pudo ser una producción radial. Los textos en la traducción de Sergio Badilla es de calidad, moderna y actualizada y la obra podría ser escuchada por la radio Hubiésemos estado obligados a imaginar una escenografía y unos movimientos que la versión de Carrasco no tiene.
¿Por qué hace esto Víctor Carrasco?
Vean ustedes, Carrasco ya lo hizo en otra obra de otro noruego que tuve también la oportunidad de ver. En Nadie va a venir del actualísimo Jon Fosse, el talento de la actriz Amparo Noruega, es obligada a declamar el texto sin moverse del escenario.
Seguramente el elenco tele novelero (con la altiva armada que encabeza Claudia Di Girirolamo, Delfina Guzmán y Willy Semler) puso su inevitable cota comercial y la clásica obra sobre una mujer insatisfecha, puso el resto.
El montaje de Carrasco es peculiar.
Las mesas, las sillas, las cortinas son blancas. Los trajes de los actores y actrices también. Los actores y actrices no actúan: declaman. Quietos en el escenario mientras modulan. Además el escenario tiene una malla fina, una fina tela que el da al escenario –mirada desde la platea- una insólita capa de ensuciamiento visual. Los autores se ven borrosos, en una especie de neblina matinal, a ver si me entienden.
Vistas así las cosas, bien pudo ser una producción radial. Los textos en la traducción de Sergio Badilla es de calidad, moderna y actualizada y la obra podría ser escuchada por la radio Hubiésemos estado obligados a imaginar una escenografía y unos movimientos que la versión de Carrasco no tiene.
¿Por qué hace esto Víctor Carrasco?
Vean ustedes, Carrasco ya lo hizo en otra obra de otro noruego que tuve también la oportunidad de ver. En Nadie va a venir del actualísimo Jon Fosse, el talento de la actriz Amparo Noruega, es obligada a declamar el texto sin moverse del escenario.
El estilo de Carrasco es espectralmente frío, espectralmente fome.
¿Las razones? No sé.
¿Un prejuicio, quizás?
Un mal entendido sobre el estilo: si la tierra y el clima es frío…entonces….los seres humanos son fríos y distantes.
O sea, reduccionismo de estilo.
O sea una mirada condolida -basada en un prejuicio poco sutil -un pasaje mental, una visión llena de compasión caritativa sobre una supuesta frialdad y distancia de los nórdicos. Entonces el teatro de Carrasco es esto: una falsa postal nórdica.
Si Carrasco exagera un poco más, Carrasco sería un director cómico.
¿Las razones? No sé.
¿Un prejuicio, quizás?
Un mal entendido sobre el estilo: si la tierra y el clima es frío…entonces….los seres humanos son fríos y distantes.
O sea, reduccionismo de estilo.
O sea una mirada condolida -basada en un prejuicio poco sutil -un pasaje mental, una visión llena de compasión caritativa sobre una supuesta frialdad y distancia de los nórdicos. Entonces el teatro de Carrasco es esto: una falsa postal nórdica.
Si Carrasco exagera un poco más, Carrasco sería un director cómico.
(A lo mejor lo suyo es la caricatura).
Pero esta versión de Ibsen (y la versión de Jon Fosse) es fome, una broma algo pesada.
(Al revés: hubo (hay) nórdicos que creían en el prejuicio de que el estilo latinoamericano era el realismo mágico. Así Borges, por ejemplo, no podía ser latinoamericano. Un mal entendido. Fuguet y Cía crearon el MACcondo, a partir del mismo malentendido).)
Del mismo modo, pero al revés, (a ver si me siguen) Víctor Carrasco es un director que pretende hacernos creer que los nórdicos son unos fomes cargados de tensiones.
Cuando uno vive con una creciente histeria, entonces, supone Carrasco, lo que uno quiere es aburrirse.