lunes, octubre 30, 2006

Operadores políticos: moscas alrededor del culo del político

De todos los lanzamientos de libros de la feria del libro, la presentación Del profesor Lagos a la Chica de Rojo, crónicas de la casta política del Reino de Estupidilandia se convertirá en mito. El libro recopila las crónicas políticas de Rafael Gumucio Rivas, que firmó como Diógenes de Pelequén, en las Ultimas Noticias.
Su hijo, Rafael Gumucio Araya, el editor de la Últimas Noticias, Patricio Abarca y el diputado y sobrino, Marco Enríquez-Ominami alabaron al escritor. Pero Gumucio inició su disertación tratándolos de siúticos. “Mi mamá decía que un siútico es aquel que alaba a un huevón en vida”.

Gumucio, con uso reiterado de la chuchada, criticó la "Borregolandia" y la “Tontilandia” de la política chilena y se rió de la mediocre casta de operadores políticos: “son moscas que andan alrededor del culo de un diputado o un senador. Cuando hay algo de caca siempre aparece una mosca, esos son los operadores políticos. Nunca van a ser nada, sólo moscas alrededor de la caquita.”


Prólogo del libro
Rafael Gumucio Rivas

La verdad, es que nunca se me había ocurrido escribir columnas y, mucho menos, que los Diarios las publicaran. En el transcurso de vida me he dedicado a burlarme de los mitos de la historia de Chile ante los pacientes alumnos de la Universidad Bolivariana, con miras a desarrollar el análisis y el espíritu crítico en el alumno universitario. De cuando en vez publicaba algunos artículos en la Revista Polis, de esta Universidad. Debo esta nueva pasión, que absorbe mis horas libres, al periodista Sergio Mardones que, después de una inesperada entrevista al Gumucio desconocido, una especie de jamón de sándwich entre mi padre, Rafael Agustín Gumucio, (fundador de la Falange Nacional) y mi hijo, Rafael Gumucio Araya, (escritor de renombre en las letras nacionales), sólo podía ocupar la Tumba del Soldado Desconocido, en la Plaza Baquedano que es tan falsa como la mayoría de los acontecimientos chilenos. No sé cómo se le ocurrió a Sergio Mardones ofrecerme una columna, nada menos que en la página política del diario Las Últimas Noticias. El seudónimo fue todo un acierto: Diógenes, el filósofo helenístico, que vivía en un tonel, y que se burlaba del poder; además, le agregamos de Pelequén ciudad que no conocía, pero me parecía muy chilena. Con el tiempo supe que se celebraba a Santa Rosa que, seguramente, debe ser muy parecida a la virgen Michelle.
Posteriormente, fui conociendo a los editores de Diarios electrónicos, como mis amigos Paul Walder, editor de El Clarín.cl; Raúl Gutiérrez , del Gran Valparaíso; César Carrasco, (amigo desde mi estada en Canadá, donde fui Agregado Cultural), director de Chile Informa, el doctor Hermes Benítez, que envía mis columnas a Piensa Chile dirigido en forma brillante por un ángel; Manuel Cabieses, director de Punto Final; a Patricio Abarca, director de Últimas Noticias. Y Paskin.cl Todos ellos son los responsables de haber dejado pasar mis insolentes estulticias.
No quise titular este libro como Crónicas Irreverentes, pues pienso que muy pocos seres humanos merecen reverencia. Por lo demás, pretendo ser un hombre respetuoso y honesto, que sólo se dedica a criticar lo que encuentra mal en nuestro país. La verdad es que no sirvo para la apología ni, mucho menos, para rendir pleitesía a quienes detentan el poder.
Las Crónicas se constituye en género literario, a mi juicio, mucho más valioso que muchas de las eruditas obras académicas; a veces bastan unas pocas páginas lúcidas e irónicas para presentar una época a algún personaje. El recuerdo de las sopaipillas, degustadas en el campo por el exiliado Padre Lecunza, retrata mejor el amor a Chile, que su famosa Segunda venida del Mesías en gloria y majestad. Algunas frases de Joaquín Edwards Bello bastan para pintar un personaje, como Pedro Montt o Ramón Barros Luco: La tontilandia; de los artículos de Genaro Prieto, en El Diario Ilustrado pintan, a la perfección, a los limitados habitantes de este país. Reconozco que tengo un dulce vértigo por el plagio, por esta razón uso y abuso del cándido Voltaire y de la Tontilandia del escritor Genaro Prieto y, para que no me sorprendan, llamo al Chile actual Borregolandia, Vencejolandia y con otros epítetos. Nada más entretenido que copiar las Vidas Paralelas, de Plutarco, aplicándolas a los mediocres políticos chilenos que, a veces se creen Julio César o Alejandro Magno. Por lo demás, dejémonos de hipocresías: todos los historiadores se plagian unos de otros: Encina, a Nicolás Palacios y Barros Arana, y así suma y sigue.
No pretendo ser un cronista, apenas me alcanza para un plumario columnista que sólo persigue, con esta obra recopilar una especie de conjunto de escritos que retratan un período corto -que los historiadores llaman escenario- que va desde octubre de 2005 hasta junio de 2006. Es una visión irónica y crítica desde la elección presidencial, hasta los cien días de la diosa Michelle. Espero que al lector le provoque, al menos, una sonrisa y, si no le agrada el sarcasmo, puede botarlo al basurero de la historia.
Agradezco a Antonio Elizalde, rector de la Universidad Bolivariana, quien me alentó a publicar estos trabajos; a Eduardo Yentzen, recopilador y corrector; a Ana María Sanhueza, que aportó sus artísticos y creativos diseños; en fin, a todos los editores de Diarios, que han tenido la paciencia de corregirlos y la amabilidad de publicar mis artículos.
Dedicado a mi señora, Clara Castro, a mis hijos, Rafael e Ignacio y a mi sobrino Marco.

Rocangliolo se llama Santiago


En la Feria del Libro subí también a la presentación del libro Abril Rojo del peruano Santiago Rocangliolo (1975). La presentación estuvo a cargo de Alberto Fuguet.
Fue más bien una conversación, que nos informó que Rocangiolo se llama Santiago pues sus padres se enamoraron en una marcha allendista en Santiago de Chile. Rocangliolo escuchó a menudo en su casa la canción del cubano Pablo Milanés, sobre pisar las calles de Santiago nuevamente y en una plaza liberada llorar por los ausentes. La conversación no ahondó en ese tema.
(Ni en ese ni en otros temas).
Derivó hacia las preocupaciones de un escritor joven que viaja promocionando su libro. Me dio la impresión que Alfaguara (el editor de Abril Rojo) envía a sus escritores a un curso standard sobre como promocionar un libro en público.
Muy pronto me levanté y me fui a otra presentación mucho más sabrosa, mucho más sustanciosa, la presentación del libro de Rafael Gumucio, Del profesor Lagos a la chica de rojo Bachelet, que comentaré en mi próxima nota.
Al que le interese saber algo sobre Abril Rojo, lea este link del peruano Iván Thays

Coré y el Peneca

Ayer domingo bebimos un aperitivo de vino arreglado (vino tinto, frutilla de la estación, azúcar a gusto, hielo) y almorzamos merluza frita con ensaladas varias.

Luego de una breve siesta fui a la feria del libro de Santiago en la estación Mapocho. A las 17 y 30 presentaron el libro Coré, del artista Mario Silva Ossa (Coré), (1913-1950), que reúne las mejores ilustraciones que Coré publicó en las portadas de El Peneca con la compilación y textos de Juan Domingo Marinello. Alfonso Calderon, un cronista destacado, contó sus encuentros con El Peneca en su sureño pueblo natal y luego su conversación con Coré en Santiago. El joven Rodrigo Salinas contó su especial relación con un original de Coré que permanecía en la casa de su abuela.
El libro es un placer hojearlo, ( cuesta 18 mil pesos, unos 35 dólares)
Presentación del libro de Juan Domingo Marinello :

“Mario Silva Ossa, quien tomó su seudónimo Coré del nombre de un ángel rebelde que aparece en la Biblia, es uno de los ilustradores más importantes de nuestra historia, un creador de seres mágicos, un artista prodigioso cuyo trabajo pobló el inconsciente de los niños latinoamericanos durante décadas, y que hoy recuperamos para las nuevas generaciones.
La exquisita sensibilidad de Coré confirió vida eterna a hadas, ogros, duendes, piratas y aventureros sin cuenta, haciendo navegar por el mar de la fantasía a miles de mentes juveniles. Maestro en aprisionar con su trazo el instante de un gesto hiperrealista, siempre espontáneo, reconocible, cinematográfico, en sus «seres de tinta y hueso» –como los llamó el poeta Jorge Montealegre–, no deja de inquietar la expresión malhumorada de un pirata, la sensualidad de una princesa, la humanidad de sus gnomos. Sus personajes, que viajan por las historias representando y custodiando un ideal, son seres convincentes, no convencionales, expresiones esenciales de la bondad y la maldad. Sorprende la permanente curiosidad y la capacidad de estudio de épocas pretéritas en Coré, así como su fantasía y su amor por la infancia; él mismo fue un eterno soñador, un niño buscador de tesoros, un explorador de lejanos e insospechados continentes.
Mario Silva Ossa nació en San Fernando el 9 de marzo de 1913 y murió en Santiago en 1950, arrollado por un tranvía. Estudió arquitectura en la Universidad de Chile un par de años, pero abandonó la carrera para trabajar como ilustrador en la Editorial Zig-Zag, editora de El Peneca (1908-1960), la legendaria revista infantil que desde 1921 dirigía su tía Elvira Santa Cruz, la célebre Roxane, y que circulaba por toda América Latina. Desde entonces su genio otorgaría a El Peneca ese sello que fascinaba a los lectores y que motivó a gente como Constancio Vigil, dueño de la editorial argentina Atlántida, y al mismísimo Walt Disney, a realizar tentadoras ofertas para que Coré se incorporara a sus equipos de trabajo, las que éste rehusó siempre.
Tal era la sensibilidad artística de Silva Ossa que llegó a construir su propia casa de acuerdo a la imaginería de sus obras. Eximio carpintero, la ornamentó con puertas, cerrojos, lámparas y muebles medievales de inspiración propia. Su esposa, Nora Morvan, fue su modelo femenina predilecta, reconvertida múltiples veces en hada o princesa. Sus conocidos del barrio o del trabajo se reencarnaron a su vez en aventureros o piratas, y sus tres hijos les dieron identidad visual a los niños soñadores que habitaron la galaxia fantástica de El Peneca.
Mi primer contacto con las imágenes de Coré fue gracias al Silabario hispanoamericano de Adrián Dufflocq, que me regalara a comienzos de la década de 1950 mi tío Luis Lucero Quezada. También durante mi infancia, mi padre nos regaló a mí y a mis hermanos unos maravillosos boletos de viaje en la forma de una inolvidable colección de textos juveniles, la Biblioteca Amarilla de Zig-Zag, donde leímos a Salgari, Verne, May, Conan Doyle y muchos otros. Allí, en Corazón, La isla del tesoro, Lautaro, Oromaika, la virgen de la selva, Aventuras de una gorra y muchas otras novelas, seguí fascinándome con los mundos evocados por el ilustrador, y cuando el mundo mágico de la infancia se adormeció, las imágenes de princesas, hadas, ogros y duendes siguieron vigentes en mi imaginación gracias a Coré. Muchos años después, a mediados de los años setenta, en un mercadillo de Valparaíso di con una vieja maleta que contenía 189 pruebas de imprenta de portadas de El Peneca. Estaban extraordinariamente conservadas. Esa fue la chispa que encendió el motor, que me ha animado durante todos estos años siguiendo la pista de las obras de Silva Ossa. Probablemente el desafío más grande haya sido reunir una selección consistente de su obra inigualable, puesto que, tanto por tratarse de ilustraciones realizadas en soportes frágiles como por su magia intrínseca –que hacía a sus propietarios renuentes a cederlos–, después de su muerte esa obrasufrió una gigantesca dispersión.
En efecto, si consideramos sus casi veinte años de trabajo en la Editorial Zig-Zag, la aparición semanal de El Peneca y el medio centenar de libros que ilustró, un simple cálculo arrojaría una cifra cercana a las diez mil ilustraciones. Las imágenes que componen este libro se han seleccionado de un universo de más de tres mil dibujos, que a su vez constituyen el resultado de una treintena de años de búsqueda apasionante. Con mi hermano Jorge, camarada de aventuras en la exploración de mercados de viejo, hemos peregrinado cientos de kilómetros en busca de estos dispersos personajes. Cada fin de semana era, y aún lo es, dedicado a la pesquisa de las obras de Coré. Así, sin quererlo, fuimos elevando el precio de las portadas o libros que contenían sus ilustraciones. Desde hace un tiempo, sin embargo, este camino ya no ha sido en solitario. En la década de los noventa el Fondart y la Dibam me apoyaron en la reproducción fotográfica de las obras de Coré que se encuentran en la Biblioteca Nacional. Agradezco la ayuda de Carmen Martínez Valiente, quien compartió conmigo varios meses en la reproducción y ordenamiento de ese material. Vayan asimismo mis saludos a un hermano de la cofradía coretiana, Gonzalo Catalán, de la Dibam, quien manifestó en forma permanente su apoyo a esta iniciativa. En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, que acogió la idea de continuar investigando, sumando el aporte de la doctora Soledad Puente, hemos logrado reunir 4.567 obras, de las cuales hemos fichado y clasificado 2.456. Resta por ubicar más de la mitad de lo que probablemente fue su producción total.
Gran parte de las imágenes que reúne este volumen corresponden a originales; otras son pruebas de impresión y/o calce de la impresión en color. Muchas de ellas tienen manuscritas en el dorso fechas que no corresponden necesariamente al año de la publicación a que estaban destinadas. De todos modos la discrepancia se da casi exclusivamente en imágenes para novelas o libros, y no sobrepasan por más de un año la fecha de aparición en el mercado. En el caso de las portadas e ilustraciones de El Peneca, pueden diferir hasta en un par de meses, o variar de año cuando se trata de series muy extensas. Cabe recordar que muchas de las imágenes de Coré fueron utilizadas más allá de su primitivo destino y ocupadas después para ilustrar publicaciones varias o reediciones. Siempre que nos fue posible fechamos de acuerdo a nuestro dato más antiguo.”
Compilación y textos: Juan Domingo Marinello

jueves, octubre 26, 2006

Blogs se preocupan del agua y la sal en los pollos


Mi trabajo es el área técnica de ODECU. Ahora hemos realizado un análisis de pollos, donde hemos detectado que tienen mucha sal y normas permisivas sobre agua agregada. La noticia salió en todos los medios de comunicación chilenos y algunos extranjeros. También numerosos blogs comentan el estudio. Así lo hizo José Manuel Rebolledo, Potencia alimentariA y Observación gastronómica.
El estudio completo se encuentra en el diario del consumidor .
Así apareció la noticia el domingo 23 en El Mercurio, por el periodista René Olivares:

Odecu afirma que empresas obtendrían millonarias ganancias por agregar líquido al producto.100 gramos del ave poseen hasta la mitad de la sal diaria recomendada. Altas cantidades de sal y agua en los pollos que se comercializan crudos fueron detectadas por la Organización de Consumidores y Usuarios (Odecu), luego de un reciente análisis de calidad. Éste concluyó que por cada presa que se consume (de 100 gramos aproximadamente), se ingiere también casi un gramo de sal, lo que para Odecu es grave, ya que los consumidores desconocen que las empresas agregan este elemento en forma de sodio para sazonar sus productos, a lo que habría que agregar la sal añadida por las personas al momento de prepararlo.

El estudio, al que tuvo acceso exclusivo “El Mercurio”, revela que la mayor cantidad de sal entre las cuatro marcas estudiadas -Don Pollo, Ariztía, Súper Pollo y Pollos King- corresponde a esta última, que presenta 395 miligramos por cada 100 gramos. Si se considera que 400 mg. de sodio son equivalentes a un gramo de sal, consumiendo 100 gramos de un pollo de esta marca se estaría consumiendo casi la mitad de la sal diaria que las autoridades recomiendan, que es de 2 gramos. Y se agrava más, si se considera que en Chile hay más de dos millones de personas hipertensas, quienes deben controlar y reducir su consumo de sal, que está actualmente por sobre todas las normas, y llega a cerca de 12 gramos al día por persona.

A este preocupante dato se le agrega que la primera causa de muerte en el país son precisamente las enfermedades cardiovasculares. Las marcas estudiadas suman en conjunto una participación de mercado de más del 90%, por lo que la posibilidad de encontrar pollos con baja cantidad de sal agregada por la fábrica es escasa e implica un mayor gasto para las personas.

La explicación sobre el adicionado de sal lo entrega la empresa Ariztía, que explicó a este diario que “es común para acentuar el sabor y ayudar a conservar los productos frescos”. La empresa aclaró que los resultados que arrojó Ariztía en el muestreo de Odecu se deben a un sobrestock de envases, pero que “hace seis meses Ariztía tomó la decisión de terminar con la incorporación de cloruro de sal en sus productos marinados y la reemplazó por sales de potasio, que cumplen similares funciones, pero disminuyen el aporte de sodio en un 53%”. Empero, el estudio de etiquetado de Odecu fue realizado hace sólo tres meses, en julio de 2006. Ante esto, la empresa agrega que “aún así se cumple la normativa sanitaria vigente, y los aditivos están identificados en la etiqueta”.

Cobro por agua

Odecu también cuestionó las ganancias que las firmas lograrían por la cantidad de agua adicionada al pollo, ya que “las empresas obtendrían ganancias por cerca de $50 mil millones, a través de agua a precio de pollo”. Esta situación “se encuentra avalada por una norma permisiva”, a juicio de Odecu. Se refieren al reglamento sanitario de alimentos, que en su artículo 293 indica que se puede agregar agua hasta un 12% de su peso, en contraposición a la Comunidad Europea, que permite “el mínimo técnico inevitable”, que no supera en ningún caso el 5,1%.

La empresa Ariztía aseguró que el “marinado” -nombre preciso del adobamiento de las carnes a través de líquidos- es un proceso normado, normal y que añade mayor valor agregado al producto, ya que “son los clientes los que exigen productos sabrosos, suaves. Jugosos y de fácil cocción”, aseguran. Sobre la presencia de líquidos en los envases de pollos faenados, Ariztía explica que esto “puede ser causado por la pérdida de la cadena de frío, en el transporte o en un mal manejo del usuario”.

La compañía Pollos King no quiso referirse al tema. Súper Pollo, después de un día y medio de ser consultado, consideró insuficiente el tiempo para elaborar una respuesta, y Don Pollo no logró ser contactado. Ausencia de antibióticos No todo fue malo en el análisis de Odecu a los pollos. De hecho, el informe de Odecu señala que luego de realizar pruebas de laboratorio para detectar la presencia de antibióticos -que facilita el crecimiento de los animales y limita la aparición de enfermedades-, todos los tests resultaron negativos. Odecu evaluó a las principales marcas de pollos y demostró que todas ellas están libres de restos de antibióticos.

lunes, octubre 23, 2006

Octálogo del Escritor

Ser escritor o escritora:

1. Es una actitud interdisciplinaria, mental, multifocal.
2. Se necesita talento, que no se explica ni se enseña.
3. Es una viaje a un abismo. Se sabe la partida, nunca el final.
4. Es una dignidad y una independencia.
5. También es una condena.
6. Es un universo, de reglas propias, donde está siempre el bien y el mal
7. No hay que olvidar nada. La memoria es igual a la imaginación y a la creación.
8. La memoria es también un contexto emocional (miedo, envidia, celos, coraje, etc).

Octálogo inspirado en el libro El arte de enseñar a escribir de Mario Bellatin (coordinador), Fondo de Cultura Económica, 2006.

sábado, octubre 21, 2006

Bellatin: No es posible enseñar a escribir

José Luis Hernández –editor de la revista Derechos Consumados y del Diario del consumidor- está editando una nueva revista para profesores y anteayer desde la imprenta trajo el libro El arte de enseñar a escribir.

Intuí desde que lo vi, que el libro sí me interesaría.

Así fue.

Escribir, ser escritor, es una actitud mental, se deduce del libro que coordina Mario Bellatin.
Bellantin dirige Escuela Dinámica de Escritores en México donde sólo existe una prohibición: la de escribir. Bellantin postula la premisa de que No es posible enseñar a escribir. Es una escuela que busca precisar que la literatura es un arte y que pertenece a la misma estructura que cualquier otro arte..

Esta escuela NO ES UN TALLER de literatura convencional.

¡TALLEREAR NO!

El libro El arte de enseñar a escribir postula desde el inicio la paradoja de que No es posible enseñar a escribir.

Lo CREO.

El libro incluye, además del prólogo de Mario Bellantin, 40 reflexiones –cortas- de mentores de esa escuela (fotógrafos, psicólogos, críticos, músicos y también escritores). Varios de esos maestros reconocen que la escuela misma los revolucionó o los desconcertó. El libro también incluye el currículo de la escuela y los cursos impartidos.

Entre los 40 maestros de la escuela que escriben en el libro se encuentran: Laura Benetti, Ximena Berecochea, Fabienne Bradu, Juan Arturo Brennan, Aldo Chaparro, Federico Campell, Adriana Díaz Enciso, Guillermo Fadanelli, Raúl Falcó, Héctor Fernández, Margo Glantz, Anamari Gomís, Mario González Suárez, Juan José Gurrola, Francisco Hinojosa, Mónica lavín, David Lida, Sandra Lorezano, Mónica Mansour, Ricardo Martín, Alvaro Mata Guillé, Fabrizio Mejía Madrid, Benjamín Mayer Foulkes, Gerardo Montiel Klint, phillipe Ollé-Laprune, Ignacio Padilla, Eduardo Antonio Parra, Edmundo Paz Soldán, Mauricio Pilatatowsky, Sergio Pitol, Giovanna Polarollo, Cristina Rivera-Garza, Marcela Rodríguez, Marisol Schulz, Enrique Serna, Iván Thays, Milagros de la Torre, Miguel ventura, Jorge Volpi.

Mario Bellatin estudió Teología y Ciencias de la Comunicación en Lima. En 1987 fue a Cuba para estudiar guión cinematográfico. Publicó sus primeras cinco novelas en el Perú y luego regresó a la Ciudad de México. Actualmente, Bellatin dirige la Escuela Dinámica de Escritores.

lunes, octubre 16, 2006

Poetas lloran a Gonzalo Millán

Una gran concentración de poetas chilenos se vivió ayer domingo en el cementerio general, para despedir a uno de sus talentos, el poeta Gonzalo Millán (1947-2006).

Pato Igor me dijo el otro día que mi blog parece obituario.
Y es que, estimado amigo, que le voy a hacer: como dijo Teresa Calderón ayer en el cementerio, la señora de la guadaña se ha portado muy cerda estos últimos meses con el arte nacional.

Una enorme cantidad de poetas leyeron ayer poemas de Gonzalo Millán, y quedó demostrado que Gonzalo Millán tenía alto poder convocante.

-Falta alguna autoridad de gobierno, una ministra, un subsecretario, un senador o un diputado, me dijo un poeta ayer.

-Es que no hay tele.

-Un diputado se podría haber equivocado de país…
Vean la apostilla en poesias.cl
Imagen: con Gonzalo Millán en la Biblioteca Nacional