jueves, febrero 28, 2008


Eduardo Yentzen y Gabriela Corral están reactivando el sitio del utopista pragmático (http://www.utopistapragmatico.cl/) que es un proyecto de propuestas y debate sobre el cambio epocal.
Visítalo.

Malmö, Lilla torg


Poema de JAN ÖSTERGREN

(Suecia, 1940-2001)

(versión castellana: Roberto Mascaró)


VIAJE INICIADO
Sin pasaporte, sin fe

En el exilio,

en la cuarentena del lenguaje

entre contrabandistas

de llamadas verdades

Equipaje:--Pasaje de ida

Sueños tax-free en el bolso de mano

En cualquier caso:Con el lenguaje os amo

El deseo resbala

del frío del paréntesis

Crece

hasta ser un ritmo, un cuerpo

de vocales vibrantes

bajo la consonante de mi mano

de caricias

Con el lenguaje os amo

A través de los choques del lenguaje

Pesados

Llenos de helio
(Intervaller & repriser, Intervalos & reposiciones, 1973)

La foto es de Claudia

miércoles, febrero 27, 2008

General Introduction to Collectivity in Modern Art

El profesor de Critical Theory & Contemporary Art de la City University of New York, Alan Moore, ha investigado las relaciones entre el arte y los colectivos artísticos. Supone Moore que la colectividad es la base para la producción artística y que los artistas necesitan aprender en la historia del arte, las tácticas que los ayuden a mantenerse autónomos. Moore cree que estamos en un momento excitante. Lean aquí.

martes, febrero 19, 2008

Algo huele mal en la cultura

En México, claro.
"Lo que más duele es el silencio de una comunidad artística que se calla ante la precariedad y la ausencia de políticas culturales, ante la posibilidad del beneficio personal y la carencia general. Los poetas tienen ahora más títulos profesionales que hace 20 años, publican más y con mayores facilidades, se mueven en redes internacionales de escritores y asisten a encuentros por dondequiera. Ser poeta da prestigio y abre puertas a las oportunidades, si no las señoras que antes jugaban canasta en ausencia de sus maridos ricos no pagarían cursos y talleres para “aprender a ser poetas o escritoras”. "
Lee todo en Gaceta Alforja

viernes, febrero 15, 2008

Luis Oyarzún y su diario íntimo

Mientras veo pasar el tiempo estival me entretengo con dos libros agudos que recomiendo amablemente:
El primero se llama Diario íntimo de Luis Oyarzún (1920-1972) con edición y prólogo de Leonidas Morales, (léelo aquí) y editado por el Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Luis Oyarzún fue amigo de Jorge Millas y Nicanor Parra, presidente de la Sociedad de Escritores en 1954 decano de la Facultad de Artes Plásticas en 1958 y vicerrector de la Universidad de Chile.
El otro libro es la Prosa Poética de Luis Oyarzún, recopilación de sus libros Las Murallas del sueño (1940), Poemas en prosa (1943) y Ver (1952) con prólogo de Pedro Pablo Zegers y comentarios de Alfredo Lefebvre.
Lee aquí el homenaje de Nicanor Parra a Luis Oyarzún.

En la foto: Nicanor Parra, Jorge Millas y Luis Oyarzún

sábado, febrero 02, 2008

Las orillas están llenas de murmullos de Marchant, según Raúl Zurita

Por Raúl Zurita
Las orillas del río están llenas de murmullos de Reinaldo Marchant, al contrario de lo que sucede con la inmensa mayoría de los textos literarios, constituye uno de esos escasos libros en que se ensaya el lenguaje de la felicidad. Esta serie de setenta y tantos relatos breves dialogan con una tradición más que milenaria cuya raíz se encuentra tanto en la antiguas fábulas como en el entramado de Las mil y una noches, y donde la presencia del realismo mágico, de lo real maravilloso o del realismo fantástico, empleando terminologías que se pusieron en boga durante el boom, están atravesados permanentemente por una experiencia de la cotidianeidad y de los paisajes que nos son familiares, plazas, parques, calles, que puede adscribirse, y para quienes gusten de las definiciones, a una suerte de surrealismo no programático sino existencial.
Así estos murmullos vuelven a resaltar dos atributos que finalmente son morales: el primero es el de la libertad. Es una libertad que se manifiesta antes que nada en la ruptura con los límites del realismo para indagar en aquellas zonas de nosotros mismos donde, como querían también los surrealistas, la vigilia y el sueño, la noche y el día, la vida y la muerte, dejan de ser percibidos como términos contradictorios. Pero también a diferencia del surrealismo ortodoxo, el otro atributo que privilegian estos murmullos es, la piedad. Se trata de una piedad hacia los seres humanos representados a menudo por personajes que viven en los márgenes y que la sociedad considera parias, pero que en el universo de Reinaldo Marchant representan la pureza, el consuelo y, de nuevo, la libertad. Se trata entonces de una singular inocencia donde los animales, por ejemplo, como la vaca en el relato “La vaca y él”, la mosca de “Se alquila, una oreja…” o los perros en “Murmullos en la mitad de la ciudad”, entre tantas otras narraciones igualmente remarcables, ocupan roles protagónicos en una complicidad con lo humano y cuyo origen en la narrativa se encuentra en la raíz misma de la escritura, sin ir más lejos recuérdese el papel de los monos en el Ramayana hindú o del caballo en el Aquiles homérico, pero que aquí ha adquirido un sesgo particular y a la vez inmediatamente reconocible: estos animales atraviesan la cotidianeidad, se hacen presente en escenarios que nos son en extremo familiares, porque se les ha encomendado el papel de ser alucinantes representaciones de la hermandad, de la solidaridad y, finalmente, de la libertad y del amor.
No podemos entonces dejar de leer este libro como una crítica a un modo de relacionarnos y a una pérdida generalizada, a un extravío monstruoso que nos lleva en el mejor de los casos a relegar la inocencia, la virtud y la belleza, al diván de los trastos inservibles y, en el peor, a tomarlos como sinónimos de la afectación, de lo cursi y de la simplonería. Algo sucede con nuestras vidas, con nuestras vidas concretas, algo demasiado feroz, como para que se haya impuesto una exaltación de los espacios de la violencia, del mal y del daño. No se trata obviamente, de criticar a Kafka o a José Donoso, y por favor entiéndaseme bien, odiaría en este punto al menos ser malinterpretado, de lo que se trata es de mirar, pero mirar con dolor, con angustia, con remordimientos, la historia que nos ha llevado a Kafka o a Donoso. Quien admire a Roberto Bolaño no puede sino horrorizarse del mundo. Lo demás es simplemente frivolidad, literature. Pero es precisamente ese el nudo central que ponen de manifiesto los relatos de Marchant; sus personajes son entrañables porque aunque perfectamente ellos podrían ser cada uno de nosotros, ellos, también a diferencia de nosotros, siempre al final nos están hablando de una experiencia de la dicha.
Me ha parecido que ese es el aporte de este libro esperanzado. Leerlo nos devuelve a una infancia que probablemente no existió nunca, pero a la que paradójicamente volvemos cuando hablamos solos, cuando murmuramos en sueños, cuando cruzamos una calle sin fijarnos en las luces del semáforo. Quiero apostar a que en esos momentos somos ángeles y que luego al volver caemos abruptamente en el desvelo de habitar nuestros cuerpos imperfectos, nuestras pasiones imperfectas, nuestra irremediable vejez y muerte. Pero no nos engañemos, ser ángeles, aunque sea por un minuto, es en extremo peligroso, puedes ser arrollado por un automóvil o atravesar los límites de la locura. Leer Las orillas del río están llenas de murmullos de Reinaldo Marchant también puede ser un ejercicio peligroso; su ensayo de la felicidad es también el relato de nuestra desgracia.

viernes, febrero 01, 2008

El realismo ártico del noruego Kjartan Fløgstad

Tove Alsterdal, Kjartan Fløgstad, Pérez-Santiago y Sergio Badilla.

El realismo mágico ya no es exclusividad latinoamericana. El destacado narrador, poeta, traductor, ensayista noruego, Kjartan Fløgstad nacido en 1944, es considerado en Noruega como un muy digno representante del realismo mágico. O realismo ártico, como él mismo lo llama.

Como parte del intento de promover la literatura nórdica, el Consejo Nórdico de Ministros -un organismo que reúne a Islandia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega- concede un premio anual de literatura a un autor de uno de estos cinco países. Desde que se introdujo este galardón en 1962, han sido ocho célebres autores noruegos quienes lo han recibido. Entre los ganadores del premio se encuentra Kjartan Fløgstad.
Noruega tiene sólo cuatro millones y medio de habitantes, y uno de los más altos índices de lectura del mundo (un promedio de 47 libros por año). Los noruegos consumen mucha televisión, cine e internet, pero los libros siguen en el centro de la sociedad.
Fløgstad ha traducido a Pablo Neruda, entre otros autores, al noruego y ha introducido la literatura latinoamericana en Noruega.

El realismo mágico ya estaba, de algún modo, en las sagas nórdicas de la Edad Media, algunas recopiladas en Codees Regius, un manuscrito del 1200. Los fundadores de Islandia fueron jefes feudales noruegos exiliados durante el siglo IX. Allí los pueblos exiliados construyeron aventuras extravagantes de héroes mítico-reales sobre sus antepasados. Estas sagas enumeran hechos fantásticos y surreales que comenzaron a ser transcritos sobre piel de ternera. Los largos y oscuros inviernos, despertaban la imaginación de los islandeses. Paralelamente a las sagas de seres reales, surgen sagas noveladas en las que se hace borroso el deslinde entre historia y cuento.

Los países nórdicos tuvieron una nueva edad oro de la literatura a comienzo del siglo veinte: Los noruegos Björnson (Premio Nóbel, 1903), Ibsen, Hamsun (Premio Nóbel, 1920) y Undset (Premio Nóbel, 1928), los suecos August Strinberg, Selma Lagerlöf (Premio Nóbel, 1907), Per Legerkvist (Premio Nóbel, 1951) los daneses Blixen, el islandés Laxness (Premio Nobel, 1955).

La sueca Selma Lagerlöf (1958-1940) escuchaba de niña las sagas de Islandia en Värmland, su terruño cubierto de lagos y bosques, propicio para la mística de las leyendas. Su técnica narrativa -en La Saga de Gösta Berling y Las Monedas de Don Arne, por ejemplo- es deudora de las sagas islandesas.
Varios de estos escritores nórdicos, con serios vestigios en las sagas nórdicas, fueron leídos e inyectaron un gen fantástico en los escritores latinoamericanos como Juan Rulfo, María Luisa Bombal, Jorge Teiller, Manuel Rojas y Francisco Coloane y ayudó a asentar el posterior realismo mágico latinoamericano.
El mexicano Juan Rulfo reconoció: "los escritores nórdicos fueron en realidad la influencia que he tenido más cerca. Yo empecé a leer a los nórdicos, a Knut Hamsun, a Björnsson, a Selma Lagerlöf, en fin...a mí siempre me ha gustado la literatura nórdica porque da la impresión de un ambiente brumoso, neblinoso, ¿no?."

Y María Luisa Bombal: “Un libro que me impresionó mucho, yo creo que es el único que me ha inspirado profundamente, lo habré leído a los catorce años porque me lo dio mi primo Antonio Bombal que era muy poeta, muy escritor, pero nunca publicó nada, es Victoria, del noruego Knut Hamsun. Eso sí que me ha inspirado toda la vida, creo que fue la base. Si yo tengo alguna influencia fue eso, claro que después lo he releído y lo encuentro mucho más materialista que yo...”
Francisco Coloane introduce a veces en sus relatos elementos fantásticos, mitológicos y se acerca en esas páginas a la atmósfera de escritores del norte de Europa como Knut Hamsun o Selma Lagerlöff, autores que Coloane leyó con frecuencia. Jorge Teilier participa de cierto clima espiritual y afectivo nórdico de los aires supernaturales y las presencias telúricas de Hamsun y Selma Lagerlof, a quienes Teillier recordaba con frecuencia o citaba en alguno de sus poemas.
Con ese sustento, tuvimos una esplendorosa época de realismo mágico o fantástico en América latina, corriente que luego influiría a todo el mundo.
Mientras en Europa se hablaba de la muerte del género novela, un joven noruego llamado Kjartan Fløgstad viaja a América Latina, visita a Chile en 1971, y descubre la novela en los escritores latinoamericanos del boom.
Curioso como funciona el mundo. Rulfo, Bombal, Coloane, Borges, Teillier se dejaron influenciar por los escritores nórdicos. Kjartan Fløgstad se alimentó, a la vez, de la literatura latinoamericana que provocó el boom. Aprendió de ellos, la necesidad del humor, de la ambición de mirar la realidad más allá de la nariz, para construir ficción.
Paraíso en la tierra, el segundo libro Kjartan Fløgstad traducido al español por Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo, trata sobre un chileno de Antofagasta, José Andersen, que sale a buscar a su padre noruego. Es un libro con un tono algo burlesco, cuyo aspecto clave es la marginalidad y el exilio, una condición de la modernidad. José Andersen es hijo de un noruego que alguna vez estuvo viviendo en Calama y de la relación con una joven muchacha llamada Natividad Galindo, nace José Andersen Galindo.
Nosotros ya sabemos que cuando uno sufre una gran crisis, entonces uno descubre que lo que tiene que hacer es encontrarse a sí mismo. Y para encontrar una identidad, muchas veces, debemos hacer un viaje al pasado o a nuestros antecedentes de ADN. Eso es lo que hace José Andersen quien, luego de vivir un complejo proceso de crisis, (muerte de su madre y de su amigo, el golpe militar de Pinochet) decide viajar a Noruega, el “paraíso en la tierra”, para buscar a su padre, a quien, por lo demás, nunca conoció. De su padre Arthur Andersen, lo único que heredó fue una biblioteca con libros de literatura nórdica donde aprende a leer y a conocer la literatura nórdica.
Así aterriza en Noruega y tiene el primer contacto con la Noruega realmente existente:
“En el extranjero puede resultar difícil distinguir a carteros de generales de aviación, y a contraalmirantes de porteros. No puedo, por tanto afirmar, si fue la policía o los aduaneros los que me examinaron tan a fondo. Pero los uniformados examinaron en primer lugar mi equipaje con rayos X y luego la mayor parte de orificios y cavidades de mi cuerpo. Al final escrutaron mi corazón y mis riñones con preguntas indiscretas. En lugar de infundir confianza, parecía que mi inocente apellido les provocaba sospechas aún mayores. ¿José Andersen Galindo? José Andersen Galindo, repetía el portero, contralmirante, cartero o policía fronterizo una y otra vez como una prueba fonética de que había algo que no encajaba. Yo, por mi parte, me limitaba a asentir con la cabeza y a esbozar una forzada sonrisa cada vez que tenía que repetir que sí, que ese era mi nombre, que yo era José Andersen Galindo y que había aterrizado allí con el deseo de cruzar la frontera con el pasado en busca de información sobre mi verdadero padre. Con el fin de demostrar que no estaba hablando por hablar saqué el original de mi certificado de nacimiento y lo desdoblé con mucho cuidado ante los vigilantes de la puerta de perlas de ese paraíso terrenal.”

Paraíso en la tierra es un libro entonces sobre exilios y soledad y naturalmente, José Andersen habitará y compartirá el espacio de los numerosos desterrados latinoamericanos que llegaron a los países nórdicos.
Si bien la novela mira con gran ironía a Noruega, ese “paraíso terrenal”, uno de los países más ricos del mundo, también hace un retrato algo paródico de nosotros los chilenos, de nuestro aires de ingenuidad, de ese humor infantil que tenemos los chilenos y de lo miserables que somos, a veces, los chilenos.
José Andersen se encuentra con otra chilena, Ester, que hacía aseo en el Centro de estudios sobre Ibsen. José cree que en esos archivos puede encontrar antecedentes de su padre y pasa días en el Centro. Y cuando el director del instituto, un señor de apellido Niedermann, lo encuentra en sus territorios, Ester no encuentra otra salida que adulterar ingenuamente la presencia de José en el Centro:
“La mentira puede ser a la vez pasiva y activa, y la gente universitaria es a menudo muy confiada, por no decir, ingenua, de un modo que la convierte en víctima fácil de la ironía de otros, eufemismo, falsedades y puras mentiras. Piensan que toda afirmación es un intento más o menos conseguido de sacar adelante su tesis doctoral. No es así, al menos no en mi caso. Aparentemente tampoco en el caso de Esther. Y no obstante, el profesor Niedermann escuchaba atentamente mientras me miraba de reojo. Yo estaba religiosamente callado mientras Esther explicaba que yo había dirigido los estudios sobre Ibsen en el Instituto de estudios Nórdicos de la Universidad de Calama hasta el 11 de septiembre de 1973, cuando el golpe militar y la persecución política me enviaron al exilio en la pequeña ciudad universitaria barroca Ouro Preto, de Brasil, en las entrañas de Minas Gerais. Yo permanecía, como ya he dicho en silencio, limitándome a mover los pies, y carraspeé y contesté “los dramas contemporáneo” cuando Niedermann, sonriente, quiso saber cuál era la parte que más me interesaba de la obra ibseniana.”



La novela Paraíso en la tierra ya generó una cierta incomodidad en Noruega. Es probable que esta novela provoque también en Chile una cierta carga. La mirada del otro no siempre corresponde a la mirada que tenemos de nosotros mismos. Los chilenos estamos muy auto centrados y auto complacientes. La visión de los chilenos que entrega el libro Paraíso en la tierra, vendrá a corregir, seguramente, algo de nuestra identidad, o la percepción que tenemos de nosotros, (que es quizás lo mismo).


Valparaíso, 30 de enero 2008. Casa del Pescador.

EL COSMOPOLITA DE LOS FIORDOS