Inventa cosas, pero inventa grandes cosas.
Las especulaciones y las razones para recibir el Nobel son muchas y pueden ser variadas, pero deben ser grandiosas. Se trata de barajar los propios deseos con ciertas razones, ficticias o inventadas, pero grosas.
Cosas así:
El Nobel está en deuda con Milán Kundera.
Javier María es uno de los más firmes candidatos al Nobel.
Pynchon se merece el Nobel de Literatura.
Un africano lidera las apuestas para el Nobel de Literatura: Ngugi Wa Thiog’o.
Grandiosidad. Me lo dice mi experiencia.
Un día me dirigí a la ciudad de Lund para escuchar en la Universidad a Yeugeni Yevtushenko, el poeta ruso. Caminando me crucé con el músico Julio Numhausser. Miren lo que son las cosas. Julio había sido ataché de Yevtushenko cuando estuvo en Chile, año 1972. Lo llevaba para allá y lo traía para acá.
-Oye, Julio, quiero comprar un diccionario de rimas en castellano. Llévame a una librería buena.
Ataché. A la librería.
Yevtushenko tuvo una lectura en el Estadio Chile, allá en Estación Central, 1972. Allí recuerdo yo que leyó su poema, (un poema en contra de esa llamada ultra):
A la izquierda, a la izquierda, siempre a la izquierda,
pero no más a la izquierda del corazón.
Antes de terminar su recital en la Universidad de Lund, el ruso dijo así:
-Quiero dedicar este último poema a mi amigo Julio Numhausser, que está sentado en la platea, y lo leeré en español, pues este poema lo leí una vez en el Chile de Salvador Allende.
Julio estaba sentado al lado mío y se ruborizó como cabro chico.
Yevtushenko leyó en español
A la izquierda, a la izquierda, siempre a la izquierda,
y al terminar, el autor de a la izquierda, a la izquierda, vino hacia Julio, y lo abrazó.
Entonces Julio me presentó.
-Espérenme -dijo el ruso- para que vayamos a comer.
El ruso firmaba libros, una larga fila de lectores.
Luego nos fuimos caminando al Gran Hotel de Lund.
Mientras hablábamos yo lo miraba hacia arriba, pues el gallo es alto.
El editor, que financió la excelente cena y el vino, estaba convencido que le darían ese año el premio a su escritor estrella y lo dijo así a la hora del brindis, con un muy buen vino italiano:
-El Nobel está en deuda con Yevtushenko. Yevtushenko es uno de los más firmes candidatos al Nobel. Yevtushenko se merece el Nobel de Literatura.
Lo creímos nosotros también e hicimos salud.
Salud por el Nobel.
Saluuuud.
Ese año, el año 1987, recibió el Premio Nobel, Joseph Brodsky.
El principal enemigo de Yevtushenko.
La mierda.
Qué balde de agua helada.
Joseph Brodsky tenía 47 años, era un niño en el marco de los viejujos de la Academia.
Un periodista le consultó luego al académico Ulf Linde, por qué a Joseph Brodsky, un poeta tan joven.
-Tiene problemas al corazón.
Chistoso, el huevòn.
Razones ficticias o inventadas. Brodsky murió 11 años después.
El otro caso que quería contarles:
El año 1989 me llamó a mi departamento en Malmo, Lasse Sôderberg, poeta y traductor de Octavio Paz. Había escuchado que al otro día le darían el Nobel a su amigo Octavio Paz.
El rumor era fuerte. En esa época la misma academia filtraba la noticia a ciertos directores de cultura de los grandes medios de comunicación. La misma academia lo consideraba necesario, por el realce del premio, y que los editores tuviesen tiempo para preparar la noticia. En ese tiempo, un director de cultura de un gran medio de comunicación era una personalidad honorable.
Hoy las páginas de culturas están mayoritariamente digitadas por el dinero. El gerente de publicidad y auspicio, lo decide todo. Hoy son las Mega Corporaciones que lo pudren todo. Sigan la huella del dinero. Corporaciones contra el Pueblo.
Efectivamente, yo había escuchado la noticia en amigos periodistas de Estocolmo, que Octavio Paz era caballo seguro. Lasse Sôderberg, su traductor, era el más contento de todos. Soñó, el pobre, con Octavio Paz recibiendo el premio.
Yo mismo, me dormí con la convicción que me despertaría con la noticia de que Octavio Paz era el nuevo premio Nobel.
-Camilo José Cela. Eso dijo el secretario de la academia sueca al otro día.
La reconche…
Nueva decepción.
-A Camilo José Cela le habría gustado ser torero. Pero se puso a escribir y ganó el Nobel, pinche cabrón, dicen que dijo Octavio Paz.
Muchos dijeron, entonces, que Octavio Paz no sería nunca Nobel.
-Es imposible que la Academia le dé el premio a dos escritores del habla castellano, en años seguidos.
Leseras.
Era otra razón inventada y sin fundamento. Otra razón espuria. Cosas que se decimos a nombre del Nobel.
Al año siguiente Octavio Paz recibió el Premio, el año 1990. Estaba contento, el pinche cabrón, ese.
Orhan Pamuk, 2006, era unos de mis candidatos preferidos, pero nunca pensé que se lo iban a dar. A Le Clézio o Herta Müller jamás habría podido adivinar. No los había leído. A Herta Müller no la he leído aún. No la leeré.
Pero uno de mis preferidos del año 2011, era el sueco Tomas Tranströmer, de quien yo había conocido y había traducido varios de sus poemas. Y se lo dieron el año 2011.
Ahora podría ser Milan Kundera.
Me gustan esas frases: “El premio Nobel está en deuda con Milán Kundera”, frases inventadas en los departamentos de marketing de la editoriales grandes, que se viralizan rápido.
Claro, el premio Nobel está en deuda . Milán Kundera estamos en deuda contigo, nosotros que te quisimos tanto y fuimos tan leves, huevón, seres tan insoportablemente leves.
Este año mi favorito al Nobel es el poeta sirio Adonis, un poeta permanentemente nominado.
Aclaro.
Adonis no es mi actual poeta preferido, que no lo es.
No puede ser mi poeta preferido, alguien que hizo su obra en otra época. Digamos años 60. Es como decir, ¿Por qué no se lo dan a Homero y su Odisea?
Es mi preferido al Nobel, que es otra cosa.
Mis razones son ficticias, como todas, mentirosas, espurias, pero claras y por eso convincentes: Lleva tantos años postulando. Debería ser un árabe. Tiene 84 años.
Supe de Adonis a fines de los años 80, cuando el escritor sueco libanés Hesham Bahari, fundador de la editorial Alhambra en Suecia, organizó una antología de la poesía de Adonis, lo tradujo y la publicó en sueco en la editorial de Lund, Bakhall, en 1987. Y un dìa me dijo:
-Lee a Adonis.
Bien.
¿Qué podemos aprender de Oriente?, le preguntó un periodista medio filósofo a Adonis:
El respondió: "La hospitalidad y la indiferencia a la muerte como parte de la vida, la amistad y el amor, la magia y el corazón abierto para la inexplicable vida".
Es decir, según Adonis, Oriente puede enseñar a Occidente lo esencial para vivir.
Un poeta ambicioso, pensé.
Un hombre con esos ideales había nacido, como dice el mito, en un pobre pueblo sirio, en las montañas alrededor de Latakia, donde su padre cultivaba tabaco y trigo. Pensar que no fue a la escuela hasta los 10 años. Pensar.
Pensar que era la poesía oral la que domina durante su infancia, aprendía los viejos poemas árabes de memoria.
Pensar.
Ali Ahmad Said es su nombre original.
Con ese nombre no te pesca nadie, pensó. Más bien se ríen de ti.
Ali Ahmad Said.
Feo. Exactamente eso pensó Ali Ahmad Said.
A los 17 años pensó que Adonis, el dios fenicio de la belleza, era mejor.
El mismo quizá era un Adonis, pensó.
Poeta ambicioso y ahora narciso.
Hay poetas narcisos. Créanme.
No tenía problemas de personalidad, el muchacho.
Ali eligió el nombre de Adonis.
Adonis emigró a Beirut de habla francesa en 1956 y se occidentalizó.
Recibe una beca y viaja a París en 1961.
¿Qué hizo Adonis en París?
Adonis, el bello, leyó lo que todos estaban leyendo en París: Rimbaud, Rilke y Baudelaire. TS Eliot había ganado el Premio Nobel y también era moda, o moderno. La tierra baldía, la residencia en la tierra, la fatalidad y la resurrección era un ideal para un joven poeta árabe. Póngale unas gotas de surrealismo y ya el poema está servido.
Ser moderno es siempre necesario para un poeta, un artista. De lo contrario, leemos a los clásicos. ¿Para qué leer al que repite, al que dice lo mismo, al que no le da una vuelta de tuerca?
París maduró su libro Canciones de Mihyar el de Damasco. Que incluye este poema, que a mí, fuera de hueveo, sí me gusta.
Deseo
Si me abriera sus brazos
un cedro,
entre las arboledas de honduras y de años.
Si me guardara
de las perlas y velas tentadoras.
Si yo tuviera sus raíces,
y se anclara mi rostro tras su triste corteza.
Me haría entonces nubarrones y rayos
en lontananza,
este país de confianza.
Mas todo ramo en las arboledas
de honduras y de años, viviendo yo,
es fuego sobre mi frente,
fuego de fiebre, de perdición,
que devora la tierra que me guarda.
De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 1961
Versión de Pedro Martínez Montávez
2014