martes, agosto 26, 2025

Tempest project. Peter Brook. La tempestad de Shakespeare.


puesta en escena del mítico director franco-inglés Peter Brook y Marie-Hélène Estienne -dupla emblemática del teatro europeo- y con elenco nacional, este montaje se sumerge en la esencia de La Tempestad de Shakespeare 

Colaboración a la puesta en escena y asistencia de dirección (Chile): Amalá Saint-Pierre |

 Elenco (Chile): Diana Sanz, Pablo Schwarz, Alex Quevedo, Noelia Coñuenao, Rafael Contreras y Aldo Marambio | 

Producción y diseño de vestuario (Chile): Valentina San Juan asistida de Omar Parraguez | Diseño de iluminación (Francia): Philippe Vialatte | Cantos: Harué Momoyama | 

Traducción al castellano: Benjamín Galemiri y Amalá Saint-Pierre, a partir de la traducción francesa de Jean Claude Carrière 


 

GONZALO LEÓN, El Mal ingles, Shakespeare y el romanticismo.



Placas tectónicas de la poesía:
"Todo autor genial abreva o se beneficia de su generación, y Shakespeare no fue la excepción"
El Mal ingles, Shakespeare y el romanticismo.

viernes, agosto 15, 2025

Sueños lúcidos en el bar Cuchillo Negro del barrio Puerto. Por Omar Pérez-Santiago. Ilustración de Luis Martínez Solorza. Revista Off The Record, 1 agosto 2025.


La brisa salina  se mezcló con un fuerte olor a pichí. Petra Ersdotter y Miguel Emebé  caminan por el puerto. Ella llevaba su guagua dormida en brazos. No podían creer lo que estaba sucediendo en Valparaíso. El olor a pichí era tan fuerte que hasta su guagua, en su sueño infantil, soltó un leve gemido de disgusto, o tal vez, un gemido de asco.
Llegaron a  la pulpería “El Cuchillo Negro” del barrio Puerto. Buscaban el punto de una reunión clandestina del movimiento de resistencia cuyo lema era:
¡Contra la canalla Tecno-Oligarca! ¡No al control de las mentes!
Cuando ingresaron al Cuchillo Negro el bar parecía haber sido tomado por corpulentos sicarios del tren de Aragua, sujetos de quisca y cuentas pendientes. Besaban a unas chimbirocas de cortas minifaldas.
En otro rincón, casi invisibles en la penumbra, había un grupo de diluidos nuevos artistas, grafiteros y poetas veinteañeros de la Universidad de Playa Ancha que toman vino “Cartonier”, comen salchichas de manteca con pan de soya y merquén. Dos gatos piñuflas, zarrapastrosos, esperan que caiga un trozo de longaniza.
Petra los saluda y, confundida, les pregunta por si saben de una reunión.
Una chica se rascó la cabeza. Era delgada y parecía una leve sombra con su vestido y sus pantis negros y su maquillaje albo de vampiro. Ella le respondió con curiosa voz gutural:
—No. Nosotros somos del colectivo “Síndrome Burnout”.
—¿Síndrome Burnout?
—Sí, estamos acabados emocionalmente. Sin energías.
—Jua jua jua…
Todo el grupo lanzó una carcajada.
Ella agregó con ácido y cruel cinismo:
—Somos de Valparaíso Patrimonio de la Inhumanidad.
—Jua jua jua…
Con sus sarcasmos el grupo de jóvenes  estallan de nuevo en carcajadas.
Sus risotadas retumban en el lúgubre local
Al ver la cara de desconcierto de Petra, la mujer vampira agrega suavizándose levemente:
—Oye, Gringa…                          
—Me llamo Petra…
—Oye, Gringa Petra: en este puerto solo hay escaleras al infierno, grietas, violencia, drogas, soledad, desolación y desesperanza. Barrios quemados. Tala. Dolor. Los quiltros andan apiñados y se tomaron el poder. Los guarenes son los okupas de la Avenida Argentina.
A Petra Ersdotter y Miguel Emebé  les costó entender que estaba sucediendo.
Petro y Miguel se habían imaginado El Cuchillo Negro como un faro de resplandor o dulce crepúsculo aterciopelado, pero, en cambio, era un abismo.
La pulpería El Cuchillo Negro, donde se reuniría un nuevo movimiento de resistencia, era solamente un sucucho de sicarios y un reducto de jóvenes porteños, que entre el polvo, el fracaso y la pena, sienten dolidos que la vida carece de sentido y valor. Desangrándose, se queman el corazón a fuego lento. Beben vino Cartonier como si intentaran olvidarlo todo.
Una bartender vestida con chaleco negro y chaqueta blanca estaba detrás de un largo mostrador de madera. Colgaba papeles con los pedidos de los paisanos y les servía tragos. La muchacha era bonita, porteña buenamoza: tenía unos grandes dientes frontales prominentes como de coneja, nariz pequeña y respingada, labios finos, ojos grandes y expresivos.
Sonrió de modo sencillo y dejó ver sus dientes frontales. Desde lejos les hizo una señal.
Petra y Miguel se acercaron con algo de esperanza.
—Me llamo Alicia.                               
Sacó un reloj de su chaqueta y aplicó una clave. Así con un leve clic una pequeña puerta se abrió detrás de ella.
—Entren ahí, dijo.
Su voz era mandante pero hermosa, como si silbara por entre sus grandes dientes frontales.
Petra y Miguel empujaron la puerta y vieron una escalera que daba a un difuso y largo túnel subterráneo.
Una nueva curiosidad repentina los llevo a cruzar la entrada secreta y bajar pensando que irían a un sitio mejor que este.
Así Petra, Miguel y su guagua comenzaron una aventura subterránea, tratando de no tropezar en la penumbra.
Al final había un salón con 20 nativos digitales de la generación Z. Jóvenes tranquilos. Silenciosos. Trabajaban en computadores y líneas de celulares encendidos. Era una moderna plataforma tech que les permitía acceder, crear, gestionar o intercambiar contenido, servicios o productos a través de la web o aplicaciones.
—Aquí se construye una realidad paralela—, dijo Alicia, la dientes de coneja—. Una de las formas de rebelión actuales pasa por Internet, la tecnología es un espacio de contrapoder.
Petra y Miguel quedaron por un momento boquiabiertos.
—Desde aquí, jóvenes porteños difuman en su ordenador y su teléfono móvil las fronteras entre lo real, lo digital y la imaginación.
—¿De qué se trata?
—Se trata de ser libre. Crear un mundo paralelo que tiene capacidad de desplazar la realidad, transformar las cosas.
Petra y Miguel estaban un poco asustados.
—Es conocido como el reality shifting chileno.
—¿Qué es el reality shifting?
—Es una práctica imaginativa híbrida que genera nuevos mundos a través de la imaginación y la fantasía donde podemos proyectar y jugar con nuestra identidad y nuestros sueños.
—¿Se puede transformar el mundo a través de la imaginación y los sueños digitales? preguntó Miguel.
Alicia, la mujer  con cara de coneja, rápidamente lo apuntó con el dedo índice y contestó con fe, imperativa:
—Es primordial que entiendan de una vez que llegar a destino solo se logra si transitamos en armonía, apoyándonos entre todos, sin distingos odiosos que no hagan detener o ralentizar la marcha. No se trata de ser el único o el primero en llegar a la meta. Se trata de que juntos crucemos el mismo horizonte. No es necesario ser el primero para ser uno. Así muy pocas cosas son imposibles.

Pérez-Santiago






 

sábado, agosto 09, 2025

Patricio Manns, premio nacional.

Omar Pérez-Santiago, Patricio Manns, Sergio Badilla

Hace algunos años, me encontré en el centro de Santiago con mi amigo, el cálido y amistoso poeta Aristóteles España, el joven poeta de la Isla Dawson. Con la humanidad de siempre me invitó a un café.
El Tote España había escrito unos poemas terribles y conmovedores sobre su estadía en Isla Dawson, el campo de prisioneros políticos de Augusto Pinochet:
"La venda es un trozo de oscuridad que oprime,
un rayo negro que golpea las tinieblas."
El Tote España tenía apenas 17 años, era presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Magallanes y militante socialista, cuando lo detiene la llamada Fuerza Aérea. Lo llevaron a la Base Aérea Bahía Catalina y posteriormente a la Isla Dawson. El Tote vestía ropas livianas y estaba muerto de hambre.
Unos incontrolables infantes de Marina lo torturaron; lo torturaron: es decir, se trata de esto: simulacros de fusilamiento, comer mierda hirviendo, meterlo en el agua helada en mallas de pescadores, trabajos forzados: cabro de mierda, entrega a tus compañeros, habla, huevón, habla.
Su registro era el F-13. No tenía nombre, sino un registro alfa numérico como en los campos nazis.
Su libro Dawson es un texto testimonial que atrapó el tiempo.
Aristóteles España aprendió a resistir con la poesía.
Pertenece a la raza de poetas chilenos que estuvieron en los campos de prisioneros como Sergio Badilla, Raúl Zurita, Jorge Montealegre, Rubén Aguilera, Mauricio Redolés, Heddy Navarro, Bruno Serrano.
Y con Aristóteles, esa tarde, fuimos a tomar café y era el momento de elegir a un nuevo Premio Nacional de Literatura y Aristóteles me sugiere, mientras sopla su café cortado, que el mejor candidato se llama Patricio Manns.
Y en eso quedamos.
Llamé luego a Sergio Badilla.
Patricio Manns agradeció el gesto.
Con la colaboración de Alejandra Lastra, la fiel compañera de largos años de Patricio Manns, lo proclamamos en Valparaíso y luego en la Biblioteca Nacional de Santiago.
Patricio Manns fue candidato al merecido Premio Nacional de literatura.
Han pasado los años.
Y, para ser consecuentes, al igual que la primera vez, fuimos con el poeta Sergio Badilla, esta semana reciente a proclamarlo de nuevo en la Biblioteca Nacional.
Patricio Manns reivindicaría el Premio Nacional, dijo Aristóteles España en ese café, entonces. Le daría un nuevo status. Lo acercaría a la gente, al pueblo chileno que ha escuchado la poesía de Patricio Manns desde hace ya 50 años.
Aristóteles España ya no está entre nosotros y lo echamos de menos.
Pero yo recuerdo, como si fuera hoy, sus emocionadas palabras en el café, hace algunos años:
"Debemos ser agradecidos los chilenos," dijo Aristóteles España.
Una virtud algo perdida.
En eso quedamos.


viernes, agosto 08, 2025

Manfred Max Neef: En Uruguay hasta los perros saludan. Por Omar Pérez-Santiago

 EN URUGUAY HASTA LOS PERROS SALUDAN


Nunca olvidé la cena, ni la escena.
El año 1983 Manfred Max Neef recibió el Premio Nobel alternativo, el Premio Right Livelihood, que se presenta anualmente en el Parlamento Sueco el 9 de diciembre, para homenajear a las personas que "trabajan en la búsqueda y aplicación de soluciones para los cambios más urgentes que necesita el mundo actual". Un jurado internacional decidió darle ese año el premio sobre “protección medioambiental y desarrollo sostenible” a Manfred Max Neef.
Nunca olvidé una escena en Suecia en una cena de homenaje al premiado.
En la sobremesa hablamos de perros. Los perros se parecen a sus amos.
Tenía yo 30 años, mas nunca olvidé lo que Manfred dijo:
“En los años que viví en Uruguay, me di cuenta que allí hasta los perros saludan.”
Y ¿Qué hay de los perros chilenos? preguntó alguien en la mesa:
“Parece que los perros chilenos muerden por la espalda”.
La mayoría de chilenos exiliados sonreímos tristemente.
De eso me acuerdo ahora que el gran Manfred Max Neef ha partido para siempre a los 86 años de edad.

8 de agosto 2019.

Diana Bellesi , Pérez-Santiago