Lima: II Congreso
Internacional de Narrativa Fantástica en Centro de estudios literarios Antonio
Cornejo Polar (CELACP))
“Poéticas
del tiempo: Consideraciones sobre lo fantástico y la ciencia ficción en
Latinoamérica”
Por Omar Pérez Santiago
24
de Octubre 2015
Uno de los temas preferidos de la literatura es la muerte. Uno de
los temas preferidos de la literatura fantástica sueca es, quizá, conocer los secretos que nos aguardan más allá
de la muerte, en el cielo o infierno. No
es extraño entonces que la muerte es, a
lo menos, uno de los temas preferidos del escritor sueco, Melker Garay. El escritor sueco Melker Garay
nació en 1966 y ha publicado los libros Anotaciones secretas de un sacristán, El
sepulturero y la muerte, MCV y la
Rata, libros de literatura fantástica que han sido traducidos al
español, al francés, al rumano y al inglés.
Melker Garay ha publicado
físicamente el libro MCV, de cuatrocientas diez páginas, en que se
repiten las letras MCV. Idea que Melker Garay tomo del cuento de Jorge Luis
Borges, “La biblioteca de Babel”.
EMANUEL SWEDENBORG (1668-1772)
Conocemos en América a la literatura fantástica sueca desde que el místico
Emanuel Swedenborg fue incluido por Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo
Bioy Casares en la Antología de la Literatura Fantástica de 1940 con el texto Un teólogo en la muerte, un fragmento de su Arcana
Coelestia. Hoy se cumplen 70 años desde la publicación que es, tal como
dice el estudioso de este artefacto, el profesor, Daniel Zavala, una antología central
en la literatura. Colocar a Swendenborg parecía un capricho de antologadores. La
propiedad de Swedenborg como escritor de literatura fantástica fue cuestionada por el francés Roger Caillois que,
(en una carta del 7 de abril de 1941, que le
escribe a Victoria Ocampo) consideró a Swedenborg como un teólogo, no un
creador de historias. “En cuanto a poner a Swedenborg, es increíble: nunca tuvo
la intención de escribir literatura fantástica. Y si uno se ocupa de la
literatura fantástica involuntaria, entonces puede empezarse con la Biblia y
algunas otras obras del mismo tipo, bastante importantes”.
Pero la teología es una rama de la literatura fantástica,
afirmó y reafirmó Borges. “Los
metafísicos de Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el
asombro. Juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica.”
(1941) “la filosofía y la teología, lo
sospecho, dos especies de la literatura fantástica” (Nota al poema Las dos
catedrales) (1981)
Desde entonces se
discute en los congresos de literatura fantástica si la teología es o no
literatura fantástica, tal como lo expresa el profesor mexicano, Omar Nieto.
De cualquier modo,
invento borgiano o no, Swedenborg es un autor tremendamente influyente en
muchos escritores.
El texto de Swedenborg en la Antología de 1940 trata
sobre Melanchton, un sujeto que creía que para ingresar al cielo bastaba la fe, y que
al morir se le asigna una casa similar a la que tenía. No sabía que ya estaba
muerto y que su lugar no era el cielo. El texto de Swedenborg reafirma
la teoría de que el cielo y el infierno
son estados del alma y depende de cada uno y como experto conocer sobre los
secretos después de la muerte.
PER LAGERKVIST (1891-1974)
El premio Nobel de 1951
escribió en los años 20 dos libros de cuentos, La Eterna sonrisa (Det eviga leendet,
1920) e Historias Malignas (Onda
sagor, 1924), cuentos fantásticos donde la muerte, con su sonrisa eterna es
la gobernante de la humanidad. Los muertos, que son los protagonistas de esta
historia, se sientan a conversar acerca de sus vidas, muchas veces mediocres,
de sus virtudes y de sus defectos. La muerte de un héroe es un cuento
corto donde la gente se divierte cuando
presencia un suicidio que incluso es trasmitido por televisión. La historia puede
parecer insignificante hoy. Pero esta obra no es solo de la literatura
fantástica, también es una obra de premonición. La sociedad del espectáculo ya
paga para que la gente participe en arriesgadas maniobras televisivas. El
ascensor que bajo al infierno
es un cuento donde una pareja va divertida en un ascensor, son amantes que no
se dan cuenta que el ascensor se demora mucho en bajar. Cuando se abre la
puerta, los espera el Diablo, han llegado al infierno.
STIG LARSSON (1955-)
Stig
Larsson era uno de los escritores suecos más famosos a comienzos de los años 80. Había publicado numerosos
poemarios, piezas de teatro y de cine, y novelas y cuentos. Era considerado el autor que dio inicio al
posmodernismo literario en Suecia con su novela Los autistas (Autisterna). Luego
apareció Stieg Larsson, un escritor de nombre parecido con su saga policial
Millenium y el detective Blomkist y la hacker Salander y al parecer, opacó en el mundo el nombre de
Stig Larsson.
El año 1992 Stig Larsson publicó Om en död. Sobre un muerto,
un extraordinario cuento que habla del mismo tema de Swedenborg, Un teólogo en la muerte, en que
relata la extraña primera etapa de estar muerto.
MELKER GARAY (1966-)
En
esta poderosa tradición se encuentra el autor Melker Garay.
“El
sepulturero y la muerte” de Melker Garay es un libro sobre la
espiritualidad, escrito con elegancia, cultura y humor enraizado en la
literatura mística. El sepulturero y la muerte de Melker Garay contiene
un prefacio, un epílogo y 28 capítulos en 200 páginas. El barbero Nikolai está
recién muerto. Y sin embargo, alguien le ha solicitado que escriba la forma de
pensar de un sepulturero, llamado Josef Kinski, un enterrador de oficio. Melker
Garay escribe una literatura fantástica relacionada con la creación de
personalidades, de caracteres profanos, con sus tragedias, su memoria, su
soledad y con la altura del idioma.
El sepulturero y la
muerte de Melker Garay es un libro sobre la espiritualidad, escrito con
elegancia, cultura y humor. Creo que el libro está arraigado en una corriente
literaria sueca muy principal, la tendencia de la literatura mística, quizá
la más poderosa de todas.
Pertenece, entre
nosotros, a una corriente literaria onírica, mágica. La corriente que
moderniza la vieja escuela de los asuntos existenciales góticos, lo
terrorífico, lo mágico, lo onírico o lo diabólico de la cultura popular.
Es una literatura fantástica relacionada con la creación de
personalidades o caracteres profanos, con sus tragedias, su memoria, su soledad
y con la altura del idioma. Narraciones que hablan sobre anécdotas
supuestamente imposibles, pero que facultan para hablar sobre los límites de la
realidad.
El barbero Nikolai está
recién muerto. Y sin embargo, alguien, alguien, (quizá Dios), le ha solicitado
que escriba la forma de pensar de un sepulturero, llamado Josef Kinski.
Josej Kinski es un
enterrador de oficio. En su currículo se cuenta que ha cavado 2.300 tumbas y ha
enterrado alrededor de 700 cadáveres. Posee en su escritorio una calavera que
compró de ocasión.
Es imaginable, por
tanto, que para un sepulturero de oficio como Joseph Kinski, el tema de la
muerte sea un asunto muy serio y que está en todas las preocupaciones
existenciales de su vida.
Es un personaje
notable. Solitario y con aristas. Con un puñado de personas a su alrededor o en
su recuerdo, como sus padres, Herman y Elizabeth, su abuelo Gunther, su colega
Nestor y sus mascotas, la cacatúa Vicent y el pez Roland.
También es solitaria su
hermana Margareta, con quien Josef se relaciona por cartas. Dentro de la cual
juega ajedrez con su hermano. Es un guiño, creo. Este tema de jugar ajedrez en
el marco de una conversación sobre la muerte, me lleva inmediatamente a la
película de Igmar Bergman, el Séptimo Sello de 1957, donde el caballero
cruzado, Antonius Block, para alargar su vida, juega ajedrez con la muerte.
Idea que Bergman tomó del pintor medieval sueco Albert Pictor, sobre una imagen
que se encuentra en la iglesia de Târby, cerca de Estocolmo. Igmar Bergman tuvo
una recepción positiva en América del Sur, cuando presentó Juventud
divino tesoro, en el año 1952, en el festival de Punta del Este. El primer
libro sobre Bergman fue editado también en el Mar del Plata, lo que refleja una
afinidad con cierto espíritu del tango.
A través de los diarios
de Kinski y de las cartas con su hermana, Nikolai reconstruye las
preocupaciones del sepulturero.
El sepulturero es un
lector de la biblia, de la mística medieval sueca Santa Brígida, de John Donne,
del simbolista Maurice Maeterlinck, de Hoffman, Rimbaud y naturalmente, de
Emanuel Swedenborg. Swedenborg se dedicó durante gran parte de su vida a las
ciencias, donde hizo aportes notables. Después se realizó en las reflexiones
sobre el cielo, los ángeles y Dios.
Uno podría imaginarse
que el libro de Garay se iría en la línea de los llamados poetas del
cementerio, poetas prerrománticos ingleses que abundaron en disgregaciones
sobre la nocturnidad y la muerte en los cementerios y que continuó el maestro
de lo macabro, el genial Edgar Allan Poe.
El libro El sepulturero
y la muerte navega con elegancia en la línea de un cierto espiritualismo
racional, con distancia y con ese controlado humor sueco, que siempre nos
desconcierta.
Bajo este registro se
tocan asuntos claves. Nombraré algunos:
Primero ¿Es la muerte
buena o mala? ¿Hay que tenerle miedo a la muerte? Hay quienes ni siquiera se
atreven a nombrarla. Los padres de Josef, Herman y Elizabeth, inspirados en
Swedenborg creen que se abrirá un sello en el cielo, donde todo será bueno.
Claro está, todo será bueno si es que uno no va a parar en el infierno.
Segundo: la muerte de
los animales. Dueño de dos mascotas atípicas, un pez una cacatúa, la muerte de
los animales es una preocupación para Kinski. El asunto se complica cuando el
personaje Kinski tiene un pez muerto. Para Kinski es un problema. No lo tirará
por el desagüe, como yo lo haría.
He ahí un problema.
Tercero. Ese tema del
entierro de mascota es bonito comparado a este otro que aparece en el libro: el
asunto de comer cadáveres. Ahora hay un gran movimiento animalista que ha
puesto de moda este tema. Pero aquí en el libro se reflexiona y se nos pide
reflexionar sobre la idea de alimentarnos de cadáveres.
Cuarto: la
resurrección, o no. El misterio expresado por Ezequiel quien creía que
adquiríamos nervios, carne, piel, en algún momento. Es claro que, como lo
expresa Kinski en el libro de Garay, hay varios problemillas. Kinski tiene una
calavera cuyo dueño vivió casi 30 años, según él averiguó. Esa es la edad,
según los teólogos medievales, sería la edad de la resurrección promedio. Pero
el asunto parece risible, pues ahora dentro de poco, la gente va para morirse a
los cien años. Las expectativas de vida es uno de los grandes saltos de la
humanidad. ¿Entonces? ¿Resucitaremos viejos, viejos?
El libro de Garay es de
combustión lenta. Pues un párrafo lo detiene a uno en sus propias reflexiones.
Por ejemplo.
El asunto de la
eternidad. Llegará Dios y el Diablo. Llegaremos los justos y los injustos.
Estarán los ángeles y los arcángeles. El día del juicio final ha llegado.
Pesarán una a una nuestras almas. Y de modo preciso se sabrá la verdad. Y el
resultado será para siempre.
La rata es el reciente
libro de Melker Garay (2015) y son cuentos cortos fantásticos como en el cuento
La Locomotora, donde la máquina sufre una crisis de identidad, y La Secta donde
unos ancianos le dicen a la incrédula Sara que su alma pertenece a Dios.
Hay un gran interés por
los temas de la espiritualidad. Estoy seguro que Melker Garay será interesante
para muchos lectores.
BIBLIOGRAFIA
GARAY,Melker.
2013. Las anotaciones secretas de un
sacristán
2014. El Sepulturero y la muerte.
2014. El Sepulturero y la muerte.
2014. MVC.
2015. La Rata.
BORGES, Jorge Luis.
1940. La
Antología de la literatura fantástica.
1941. El Jardín de los senderos que se bifurcan.
1981. La cifra. 1981.
NIETO ARROYO, Omar Alfredo. 2015. El sistema de lo fantástico: la quintaesencia de la literatura (Universidad Autónoma de la Ciudad de México)
ZAVALA, Daniel. 2012. Borges en la
conformación de la Antología de la literatura fantástica. México: Porrúa, 2012. 376 pp.
LAGERKVIST, Per.
1920. La Eterna sonrisa (Det eviga leendet, 1920)
1924. Historias Malignas (Onda sagor, 1924)
LARSSON, Stig. 1992. Sobre
un muerto. (Om en död)
(Correspondance.
Roger Caillois-Victoria Ocampo, eds. Odile Felgine, con la colab. de Laura
Ayerza de Castilho, Stock, Paris, 1997, pp. 114-115