NUESTRA PROPIA CIUDAD INTERIOR, RADIANTE Y SUBJETIVA. Palabras del escritor Jorge Hernán Calvo Rojas, presentación de Escritores en Machu Pichu. Crónicas de viaje de Pérez Santiago. Nos convoca en esta oportunidad el nacimiento o la aparición de un nuevo libro de mi amigo el escritor Omar Pérez Santiago “Escritores en Machu Pichu”. Ya, desde el título apunta o señala que se trata de un viaje, pero como tantos viajes su destino son
distintos puertos de llegada.
Hoy se piensa que la ciudad de Machu Pichu fue construida alrededor de 1450, por orden del emperador Pachacutec en el Valle sagrado de los Incas y su nombre era Vilcabamba; fue un importante centro urbano y religioso, habitado por una población de entre 300 y 1000 habitantes. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983, por la Unesco. “Además de la extraordinaria belleza de su emplazamiento, Machu Picchu es probablemente la más lograda realización arquitectónica del periodo de apogeo del Imperio Inca.”
El título también alude a escritores en Machu Pichu y los escritores son cuatro; Borges, Neruda, Ginsberg e Isabel Allende. Entonces lo que se nos propone es una mirada a Machu Pichu desde la perspectiva de estos escritores y eso significa una mirada, aunque solo se trate de un vistazo, al tipo de vínculo que estos escritores pudieron tener con una ciudad que luego de 400 años de estar oculta emergió de golpe en nuestra época.
Como bien se sabe las ciudades reales o imaginarias juegan un papel central en la ficción borgeana, a partir de ese cuento notable que es Tlön Uqbar Orbis Tertius. Tlön propuesto por Borges es un mundo ilusorio que a su vez tiene regiones imaginarias en las que los habitantes de Uqbar basan sus leyendas. El narrador le atribuye a Johannes Valentinus Andreä la descripción de una comunidad imaginaria… Borges despliega una visión poética de lo fantástico. Quizá con el único propósito de demostrar que: “la metafísica es una rama de la literatura fantástica”. Meta relatos, espejos y mundos posibles. Los cuentos de Borges se sostienen a menudo en notas al margen o al pie de página señalando como referente algún pasaje de la Enciclopedia británica. Atención, nada de esto existe, el gran mérito de Borges, crear una realidad imaginaria para sostener otra realidad imaginaria, un espejo de ilusiones o un laberinto. La verdadera fascinación de Borges son los laberintos y en especial los laberintos temporales.
Y en cierto modo estos laberintos, que crea y recorre Borges, actúan a su vez como un poderoso imán que atrae a otros peregrinos de la literatura y les ofrece tours a ciudades reales o imaginarias donde acechan fantasmas de viejas historias.
Tuve oportunidad de conocer a Omar Perez Santiago, entonces bajo el apodo de Pancho, precisamente al final de un largo viaje que me llevó desde esta ciudad al pie de la Cordillera de los Andes, cruzando el Atlántico al aeropuerto de Kastrup en Dinamarca y luego cruzando el estrecho de Oresund a la casa de un amigo común, el escritor sueco Fredrik Ekelund, en cuya casa aquella noche conocí a Pancho. Nació una amistad en torno a la literatura y a menudo nos reunimos a conversar en el Café Siesta: De este modo me enteré con el andar del tiempo de su interés por Jorge Luis Borges, ese gigante literario del siglo XX, un escritor al que Pancho observa detenidamente y analiza con verdadera vocación y de vez en cuando le pega algún coscacho. Entonces Pancho había escrito un cuento La Novia de Borges, este cuento luego se convirtió en guión, se adaptó al cine y muy pronto junto a una alegre troupe de actores, camarógrafos y gente de cine se fueron a Budapest a rodar una película. Después, con el correr del tiempo Pancho se ha ido tras los pasos de Borges en otros lugares, en Buenos Aires de todas maneras, pero ojo, también en Suiza, en la ciudad de Ginebra, sus pasos lo condujeron al mismo Cimitiere de Rois, campo santo donde en la cripta cifrada con el número 735 descansan los restos de Borges.
Luego tenemos dos poetas que también imaginaron o jugaron a fabular que habían subido -al igual que los antiguos incas- aquellas escalinatas de piedra. Ginsberg el del Aullido y Pablo Neruda que incorpora Las alturas de Machu Pichu a su Canto General, un poema, al que después Los Jaibas pusieron música: Neruda en sus versos ve lo efímero de la vida donde el proceso de nacer y morir constituye una belleza natural.
De Isabel Allende nos habla brevemente de su infancia en Lima pero luego se refiere a su novela Ines de Suarez y el viaje, la travesía, acompañando a Don Pedro de Valdivia desde el Cusco a Chile.
En un reciente libro de fotografías sobre Machu Pichu, con poemas de Neruda, Isabel Allende ve la ciudad como un lugar espiritual, donde aún se percibe el hálito de la magia.
Viajamos a través de espacios y a través de seres y vivencias, nos asomamos como turistas a obsesiones y fantasías y así va naciendo nuestra propia ciudad interior, radiante y subjetiva.