Lo que más me impresiona del libro de Martin Amis, Experiencias, lo que más risa y pena me da, es como el autor puede construir un personajillo con su boca y especialmente con sus dientes, o la ausencia de ellos.
En este libro de memorias, aparte de las historias de su padre, el escritor Kinsgley Amis, son las intimidades de sus dientes, o la ausencia de ellos, lo que más me conmueve.
Literariamente no está sólo en esto, según afirma: Nabokov y Joyce sufrían de lo mismo.
“-Voy a pasármelo fatal. Pero también usted: va a tener que mirar dentro de mi boca. La parte inferior de mi dentadura es, sencillamente, muy mala. Pero la superior… Tengo un puente que me va de oreja a oreja, y lo único que lo mantiene ahí, que yo sepa, es la costumbre. El problema es hereditario, amén de la falta de adecuado cuidado cuando era más joven. Mi madre tenía buena dentadura y malas encías. Mi padre tenía las encías bien y mala dentadura. Yo tengo mala dentadura y malas encías.
—Echemos un vistazo.
—Ármese de valor —dije, y abrí la boca.”
Todo es material literario. Hasta los dientes.
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