Thomas Wolfe vivió 38 años, entre 1900 y 1938. En diciembre de 1930, Sinclair Lewis, en su discurso de recepción del Nobel en Estocolmo, lo alabó como uno de los mejores escritores norteamericanos. Wolfe tenía apenas 30 años y recién había publicado su primer libro Look Homeward, Angel, El ángel que nos mira o La mirada del ángel.
“there is
Thomas Wolfe, a child of, I believe, thirty or younger, whose one and only
novel, Look Homeward, Angel, is worthy to be compared with the best in
our literary production, a Gargantuan creature with great gusto of life;”
Tajamar Editores publicó cinco textos del genio de la
literatura norteamericana, Thomas Wolfe. Comienza con El retorno del hijo prodigo donde describe la vuelta imaginada de un famoso escritor, Eugene Gant, a su vieja
casa materna, convertida en un albergue, una casa de huéspedes.
“ Sobre su cabeza, en el viejo cuarto de Ben –el cuarto de
su hermano, Ben, muerto hacia tantos años
y, como él, también olvidado– escuchó un paso leve, extraño, tan tenue
como el de un pájaro, tan suave como cenizas, tan veloz como la lluvia.”
Y luego relata en Lo verdadero:
“Cada hombre, entre nosotros, tiene su propia América, su
propio rincón, desde el cual, de allí hacia fuera, los patrones son conocidos
como el rostro de su madre y toda la perspectiva es suya.”
“No había hotel, pero encontró una casa de huéspedes. Y no
bien empezó a indagar acerca de los Pentland, la familia de su madre, tropezó
en todas partes con personas que decían ser sus parientes.”
La segunda obra de este libro es el excepcional El niño perdido, una hermosa y conmovedora nouvelle autobiográfica de 1937 sobre la muerte de su
hermano Grove. El niño perdido es una lectura absolutamente indispensable para los jóvenes que desean ser novelistas. El hermano mayor de
Thomas Wolfe, Grove, muere a los doce
años de fiebre tifoidea. Thomas tenía 4 años.
La historia es contada desde cuatro puntos de vista.
Es la madre la que dice:
“Fue hace tanto tiempo, pero cuando pienso en ello regresa
como si hubiera sucedido ayer. Ahora todos ustedes o bien han muerto o bien han
crecido y se han marchado y nada es igual a como era entonces”
O es la hermana que relata:
“Y de pronto recuerdas
exactamente cómo fue, y vuelves a ver a esos chicos curiosos, asustados y flacos, con la nariz
apretada contra la ventana sucia de ese comedor de hace treinta años.”
El libro se complementa con Oscuro en el bosque, extraño como el tiempo de 1934, No hay puertas de 1933, donde se encuentran evocaciones de La Tierra Baldía de Eliot:
“La lengua muerta se atrofia y se pudre el corazón muerto,
bocas ciegas cavan túneles a través de la carne enterrada, pero la tierra permanece
para siempre, el pelo se expande como abril en el pecho sepultado y desde las
cuencas del cerebro crecerán y no perecerán las flores de la muerte”
Lo distante y lo próximo de 1935 es el ultimo relato de este
libro.
El ídolo literario de la adolescencia de Philip Roth fue Thomas
Wolfe: "No hubo un chico con incipiente sentido literario que a los 16 o 17 no se enamorara locamente de Thomas Wolfe, el
chorro, el torrente de sentimientos, y luego el retrato maravilloso de la
sobreabundancia. De ninguna manera es el genio que fue Bellow, pero tenía un
tipo similar de sentimiento de grandeza, para el retrato de tipos norteamericanos".
No es raro que Sinclair Lewis, William Faulkner, Scott Fitzgerald,
Jack Kerouac, Kurt Vonnegut, Philip Roth, o los chilenos Claudio Giaconi y Jorge Teillier hayan considerado a Thomas Wolfe como un autor que cambió sus
mentes. Su obra sobre la memoria y la evocación de los seres queridos, es lúcida,
poética, magistral.
Hay que agradecer a Tajamar Editores y al traductor porteño
Óscar Luis Molina por la estupenda traducción.
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