Novela chilena creepypasta sobre mujer obsesionada por los likes y retuits y la
fama en internet
J. del C. Ripper
Una mujer se confunde con su personaje creado, Su creencia está por sobre la verdad; la emoción de un like por sobre la realidad.
Tres películas, La Piel de Venus, Perfect Blue y El libro de la almohada parecen ser antecedentes visuales de este entretenido libro de Pérez Santiago. Esto no es raro ya que el cine y comic son dos de sus pasiones. Dos films se han realizado con sus obras, La Novia de Borges y El Deber y Pérez Santiago fue uno de los creadores del Parque del Comic en San Miguel, Santiago.
La Piel de Venus es un film de Roman Polanski basado en el libro del austríaco Leopold von Sacher-Masoch, La Venus de las pieles, publicado en 1870, que combina la sumisión y el fetichismo.
Perfect blue es un film de animé de Satoshi Kon, basado en la novela de de Yoshikazu Takeuchi. Un thriller psicológico sobre una estrella del pop que trata de labrarse una carrera en el mundo del cine pero sufre una crisis de identidad cuando debe enfrentarse a un fan obsesivo, el acoso online, la paranoia y el estrés.
El británico Peter Greenaway presentó su película El libro de la almohada en 1996, una historia visual que hace referencia a la obra de la escritora japonesa Sei Shōnagon.
El Pezón de Sei Shōnagon es
una visual novela corta de Pérez
Santiago, creepypasta o de terror
sicólogo ambientada en el mundo del internet. El Pezón de Sei Shōnagon es
sobre una joven y sexy mujer inteligente que admiran sus jóvenes compañeros en
los pasillos de la universidad. Pero ella tiene una obsesión. Ella sueña que,
mediante las redes sociales, brillará como artista en el mundo del arte. Ella
desarrolla un narcisismo angelical y se auto explota en las falaces redes
sociales. Ella quiere, que la miren, que la adulen y, por supuesto, quiere ser
famosa. Está poseída por Facebook e Instagram.
Al inicio de Internet hubo una visión
humanista alternativa. Pero, el espíritu inicial de plácido renacimiento
cultural logrado por internet ha desaparecido o se ha hecho problemático.
Las redes
sociales entraron en un punto crítico. Ahora parecen agotarse o convertirse en
un elevado espejismo o bruma. Las redes sociales no han logrado eludir el
asunto del control de la información de las grandes corporaciones. Más y más
han quedado al desnudo que son una herramienta del poder.
Ese es el
presente que enfrenta una nueva novela creepypasta del escritor chileno Pérez
Santiago, titulada, El Pezón de Sei Shōnagon.
La novela
se sustentaría en 4 premisas
1. Una
mujer angelical es poseída o infectada por Facebook o por un Techno Diávolo.
2. El Techno Diávolo es
producto del engranaje de la Utopía Neoliberal Realmente Existente, la UNRE.
3. El Techno Diávolo es
un sofisticado mecanismo techno de control mental en el que las víctimas
entregan voluntariamente sus vidas para beneficio del organismo que les ha
infectado.
4.
Finalmente y en el fondo, detrás del Techno Diávolo hay una
siniestra ideología llamada el Ciberoptimismo del Techno que
manipula nuestros comportamientos.
Una juventud erotizada e
individualista
Reseña: Fran Gaete Trautmann
Lujuria
por un pezón deseado por varios. Venerado pezón de una joven que es astuta,
ardiente y deseada, deseada como el oro.
Crea una atmósfera sexual más que sensual. Hipnotiza a los hombres
con ese botón mamario que atesorarían y que las mujeres envidian a la
protagonista del pezón llamada Sei Shōnagon.
La estética, el arte, la fantasía erótica se une en este libro de Pérez
Santiago, escritor y traductor chileno.
“No hay mayor felicidad en el destino de un artista que en la
plenitud de la vida, en los años creadores, descubrir una misión” (página 25).
En la página 31 describe muy bien lo que representa el pezón: “los
pezones representaban una respuesta introspectiva de sentimientos oscuros o
problemas irresueltos de sus vidas y existencia”.
A veces fría, a veces candente. Ella busca placer. Y tiene una
idea que mientras más feo sea el hombre, mejor en la cama. Es ahí que conoce a
Matsuo, un estudiante de arte al igual que ella que realmente no tiene ninguna
gracia, no es estupendo, pero dibuja bastante bien. Por eso hace un dibujo
extraordinario del pezón de Sei y todos quedaron locos. Y fue subida a las
redes sociales. Ahí comenzó a derrumbarse la relación entre ellos dos.
Ella es todo lo que la modernidad nos muestra en la actualidad:
los likes, la música, el arte contemporáneo, el look de pelos de varios colores
y una desfachatez que demuestra sin vergüenza ante la gente. Utiliza a los
hombres, perversa, pero encantadora.
En un mundo super actualizado un “like” significa el mundo entero,
validarse, pero para otras como Matsuo Bashō el eterno enamorado de la joven
artista que comenzó a sacar provecho su pezón para darse a conocer. Y él moría
por eso, le daba mucha pena. Él lloraba por ella, ella, que, a pesar de ser
feo, feo, le puso atención y luego de la obra de arte ella quedo como la reina
digital y él como el bufón inexistente. Ella lo utilizó. Estaba en resumidas
cuentas cansado de lo que estaba sucediendo.
El internet más lo erótico juega en la imaginación de la chica.
Mientras más me gusta, más se siente poderosa. Lo extraño que al mostrar algo
tan íntimo como su pezón la hace vulnerable y más aún, superficial.
Llama la atención en la parte psicológica que provoca este libro:
la falta de libertad y privacidad. Uno es dueño de hacer lo que quiera hacer,
sin embargo, el sobre exagerar su vida privada, “mostrando el pezón”, hace que
se debilite la vida común y corriente de una persona.
Tras las páginas del libro, se van constituyendo nuevas aventuras
artísticas eróticas, en el cual nuevamente internet y las redes sociales juegan
un rol primordial para mostrar lo masoquista que el arte puede llegar hacer.
Lo interesante del libro es como el arte, la era del internet y lo
sexual se envuelve como si fuera de lo más normal.
El autor ha escrito varias obras, como “Escritores y el Mar”
(2002) y se presentó en el último Primavera Libro en el Parque Bustamante.
La
sensibilidad en el desarraigo
Reseña de Emilio Vilches Pino
El pezón de Sei Shōnagon, la nueva novela de Pérez Santiago,
se sitúa en el Japón actual para contarnos la historia de la relación de
(des)amor entre Matsuo Bashō y Sei Shōnagon. Se conocen en
una Escuela de Arte (la Tokyo Gaidai). Ella es una mujer que “no tenía miedos;
tenía autoestima, audacia y ambición” y de quien se rumoreaba en la Escuela que
“seducía a los hombres con solo mirarlos a los ojos. Los usaba sexualmente y
luego los lapidaba (…) una femme fatale
cuyos novios aparecían después arrastrando tristes su propio sarcófago”. La
llamaban Pezón Dorado por la altura casi legendaria del deseo que sentían por
sus senos. Él, en cambio, “además de malcarado, era relativamente gordito e
ingenuo y vestía con traje de factura sencilla y parca”. El autor es enfático
al resaltar las diferencias entre ambos, no solo en lo físico sino en toda una
forma de ver y vivir el mundo. Él la ve casi como a un ídolo (“hincado, como si
estuviese rezando al divino, Matsuo Bashō se acordó de sus compañeros de
arte de la Universidad que soñaban con este pezón”), tanto así que crea una
obra de arte, una especie de escultura, del pezón de Sei Shōnagon y la exhibe
en la Escuela.
La obra comienza a ser admirada y alabada, pero no precisamente
por la calidad de la misma, sino por su referente: el pezón de Sei Shōnagon.
Empieza así un vertiginoso proceso en que la mujer irá sucumbiendo ante las
bondades efímeras de la fama virtual, perdiéndose entre redes sociales y
páginas web, dejando atrás su vida y convirtiéndose, de cierta forma, en nada
más que una imagen digital. (“Ella era un nuevo tipo de animal digital. Se
utilizaba a sí misma voluntariamente. Ella estaba imposibilitada de amar a un
ser de carne y hueso. Todo tenía que estar en gigas, o no era seductor para
ella.”) Por otro lado, su novio, irá viviendo un proceso de celos artísticos en
un comienzo, para luego ir derivando a la tristeza y la desesperación ante una
mujer que lo deja de amar tan pronto se convierte en una celebridad de
Internet.
Andy Wharhol, casi como un oráculo, anunció en un programa de
televisión en los ya lejanos años sesenta que “en el futuro, todos tendrás sus
quince minutos de fama”. Internet y todas las actuales tecnologías han cambiado
la manera de comunicarse y de obtener notoriedad pública, tanto que hoy,
efectivamente, muchas personas pueden tener sus quince minutos de fama a través
de YouTube, Facebook, Instagram, virales, etc. El arte mismo ha cambiado
producto de esto. La técnica y el talento parecen ya no tener una supremacía
total por sobre la masividad, y este proceso lo refleja el cambio en los
personajes:
“Los llamativos y enigmáticos pezones se viralizaron en las redes
sociales de todo el mundo. Paradojalmente, junto con la fama de los pezones,
comenzó la ruina de Matsuo Bashō (…) Así Sei Shōnagon se valorizó
en el mercado del arte de las redes sociales, en spams y motores de búsqueda.
Toda una máquina digital barata y persuasiva funcionó gratis para que Shōnagon expusiera
sus hermosos pechos. Like, like, like. Mientras ella recibía más like, ella era
más feliz”
La novela, desde este punto en adelante, permite ser leída como un
thriller, debido a la misteriosa desaparición y muerte de una serie de
muchachas japonesas, a la vez del acontecer de Sei Shōnagon; también puede ser
leída como una novela juvenil con tintes ciberpunk; pero sobre todo como una
crítica al mundo superficial de las redes sociales y a cómo han cambiado la
manera de concebir las relaciones humanas y de percibir el arte.
El Japón actual aparece hiperconectado e hiper-tecnologizado. El
autor hace gala de un no despreciable conocimiento de la cultura nipona,
incluyendo referencias sociales, religiosas y culturales, pero que se van
mezclando con las nuevas tecnologías y formas de comunicación, dándoles un
nuevo significado. Por ejemplo, los mismos nombres de los personajes son
homenajes a antiguos escritores japoneses y, tal como lo hizo Jim Jarmusch en Ghost Dog: The Way of the
Samurai (1999), existen referencias directas a los códigos y
la tradición de los samuráis, pero insertas en un mundo donde el honor y la
lealtad ya no son prioridad.
El pezón de Sei Shōnagon es una novela escrita de
manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria
en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan
en la Deep web, pero
también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad
insegura y huérfana de soportes reales.
Una novela a la que hay que prestar atención.
La higiene
del sexo y las malas formas de amar
Reseña
Jorge Yacoman
Pérez Santiago (Santiago, 1953), autor
de “Malmö är litet” (1988), muestra en El Pezón de Sei Shōnagon (Los Perros Románticos, 2018) lo más burdo del deseo sexual y de
la ambición por el poder.
Situada la
actualidad, aunque en un mundo con peculiaridades propias, la novela se centra
en Matsuo Bashô, un joven estudiante de arte que se enamora de Sei Shōnagon, una llamativa mujer considerada
por sus compañeros una femme fatale.
Pérez
Santiago usa estos nombres para sus personajes como un homenaje: Bashô, el
famoso poeta japonés nacido en Ueno, en 1644, reconocido por sus haikus; y
Shônagon, poeta japonesa nacida alrededor del año 966, autora de “El libro de
la almohada” (Makura no Sôshi, c. 1000) cuyo nombre real y gran parte de su
historia son desconocidos.
En El Pezón de Sei Shōnagon,
Shōnagon representa la cosificación de la mujer, lo más repudiable e
irracional de nuestra sociedad donde sólo importa el placer personal. La
particular obsesión con su pezón se explica en la novela a través de las
generaciones actuales que han sufrido una falta de amor maternal por privación
a lactancia. A esto se le denomina Trastorno de la Privación Emocional del
Pezón.
Matsuo logra
entablar una breve relación con Sei, donde él satisface todas sus fantasías,
pero esta termina una vez que ella se hace famosa en las redes sociales y se
pierde en el mundo virtual.
“Ella ya
estaba acostumbrada a la raza de zombis que son adictos al sexo y la
masturbación a distancia, sexting, y aplicaciones como Snapchat que envían
de inmediato capturas de pantalla picantes a través de dispositivos móviles.”
“Su
propuesta era el sexo higiénico. Puro, limpio. Sin sudor, sin olor. Sólo
mirarse a través de una pantalla. La proterva novedad de la masturbación a
distancia.” (P. 61)
Pérez
Santiago usa una narrativa explícita y breve, de frases cortas, y
articula así un imaginario representativo de la psicología de estas generaciones
saturadas por el internet donde lo más único de nuestra existencia es reducido
a frases que se ajusten a los caracteres y expectativas de cada red social,
usando siempre lo sexual como señuelo. Esto queda en aparente contraste con
Matsuo que es más idealista y romántico, más a la antigua, pero que también
lucha con sus celos y malas formas de amar.
Desgarrar y ser desgarrado
Reseña de Jorge Calvo
Esta novela es la más reciente obra de mi amigo el escritor Pérez
Santiago quien ya ha publicado una serie de libros, cuentos y novelas y
quien suele abordar este tema, un tanto lúdico, y bastante estimulante. Pero
también ligeramente peludo.
Conocí a Pérez Santiago hace ya
unos treinta años en una época en que todos éramos escandalosamente jóvenes.
Finalizaba el año 1986. Era el último día de noviembre, hacía mucho frío y
había nevado de modo que un manto blanco cubría las veredas y el parque del Rey
de la ciudad de Malmoe. Nos presentó un amigo común, el escritor sueco Fredrik
Ekelund, estábamos en su casa en el barrio antiguo y muy pronto sonó música, se
descorcharon algunas botellas y desde la noche, cantando, aparecieron
unas muchachas que volvían de haber visto el musical El Hombre de la Mancha. Pronto
aquello cedió lugar a una atmosfera lúdica y erótica. En algún momento,
avanzada la noche, salimos al Parque a jugar a la pelota, los suecos corrían
descalzos sobre la nieve.
En los días siguientes
coincidimos con Pancho en el café Siesta y me mostro algunos de los cuentos que
publicaría en las Memorias eróticas de un
chileno en Suecia. Dos o tres años más tarde se embarcó en la
escritura de un guión y la producción de una película, y hasta actuó en el rol
principal interpretando a Borges, la película se titula La Novia de Borges, y fue a filmada
en Budapest.
Cuento todo esto para señalar que
el tema del erotismo siempre ha estado presente en nuestras literaturas y
conversaciones. Sobre la novela breve que me toca en suerte presentar en esta
oportunidad puedo decir, citando a George Bataille -considerado el verdadero y
legitimo padre del erotismo moderno: y metidos en el área chica de este tema
–que mucho consideran escabroso- en la esencia o lo medular Bataille sostiene
que “El punto de encuentro de los amantes es el
delirio de desgarrar y ser desgarrado. Ninguna comunicación es más
violenta”
La verdad indesmentible es que en
nuestro actual modo de vida, el ser humano ha extraviado su dimensión sagrada.
El ciudadano moderno, entregado
por entero a una infinidad de actividades rutinarias –esquemas,
desplazamientos, metas–, sumado a la cantidad de horas desperdiciadas en los
tacos, finalmente ha acabado lejos de la intimidad que lo define como ser
humano. Extraviado en el sistema de los compromisos, dinero plástico, mall y consumo se debate día a
día en un mundo sin vida que, no obstante, se le presenta como la
sempiterna Shangri-La, el paraíso prometido-
un sistema perfecto con la tarjeta de crédito como síntesis de todos los
sueños. Definitivamente estancado en esa perpetua correa sin fin, el ser humano
(hombres/mujeres) se encuentra a una distancia sideral de la fiesta, del
carnaval en medio de los espesos bosques y del libre ejercicio del deseo. El
sistema ofrece sustitutos: droga sintética y de la otra, vaginas plásticas,
soma y consoladores automáticos. Pornografías diversas: veinte, mil, millones o
si se quiere cincuenta sombras que distan años luz del erotismo.
Otro escritor, el poeta y
ensayista mexicano Octavio Paz, al analizar y escribir sobre el tema dice que “...para Bataille el erotismo, la muerte y el
pecado son conceptos equivalentes o signos intercambiables que repiten el
mismo significado: apuntan a la absoluta y despiadada nada en que habita el
hombre y su irremediable abyección”
En la novela de Pérez
Santiago–astutamente ambientada en una capital del mundo posmoderno como lo es
Tokio- aparecen estos personajes que además deambulan o existen en el terreno
del arte, ambos son estudiantes y por ende son compañeros en una hiper moderna
escuela de arte, la Tokio Geidai. De un lado aparece el protagonista Matsuo Bashō que nos narra
desde su perspectiva su encuentro, los roces y las citas cargados de erotismo y
la poderosa succión a la que se ve sometido por los siempre activos encantos de
ella, Sei Shōnagon la protagonista y eje
central de la historia.
No solamente se sabe bella y
atractiva además posa, modela, incita, provoca a generado un mito en la escuela
y especialmente entre los alumnos varones sobre las delicadas y sensibles zonas
erógenas de su cuerpo, elevando uno de sus pezones, que tiene sabor a canela, a
la categoría de deidad. Imágenes del pezón circulan en diversas imágenes,
dibujado, pintado, fotografiado, sometido a métodos de transparencia,
viralizado recorre las redes, lo watsappean, lo envían como mensaje. Ella gradualmente,
y en función del pezón, va adquiriendo notoriedad, se vuelve famosilla, ingresa
a dimensiones mitológicas, la buscan, para fotografiarla, filmarla y hacer
películas con ella.
Es la imagen en la retina de
todos, la adoran, la aman, se masturban con ella. Sei Shōnagon deviene orgasmo
electrónico, un manjar de impulsos eléctricos: icono virtual.
Hasta que ciertas bandas,
hackers, mafiosos virtuales, depravados de toda laya, traficantes de niñas y
señoritas se fijan en ella. En cambio el narrador solo la ha visto a veces.
Pero la sigue y la vigila. Entre tanto de vez en vez aparecen por aquí y por
allá cadáveres de chicas que han sido abusadas asi como uno se imagina que
gustaría abusar de Sei Shōnagon, han
sido violentadas, descuartizadas en el sumun del acto…
Es un mundo donde la tecnología
es altamente avanzada y sofisticada y no existe nada que no se pueda conseguir,
todo es alcanzable sin moverse del sillón, eternamente sentado frente a la
pantalla se tiene al alcance de la mano un mundo virtual, acaso depravado, Pero
es la realidad en que vivimos.
Esta suerte de reality show que
Pérez Santiago nos ofrece en El Pezón de
Sei Shōnagon, no es irreal ni algo
inalcanzable, ya está aquí, se encuentra entre nosotros y llego para quedarse.
Lo vemos a diario, Lo que hace la novela de Pérez Santiago es simplemente dejar
constancia que a diario vivimos y existimos en esta inquietante realidad.
Entre lo moderno y lo clásico
Reseña de Rodrigo Torres Quezada
El
autor retrata a una sociedad que confunde el mapa con el territorio, que vive
en la virtualidad al punto que los momentos cotidianos, como un beso o tener
sexo, se transforman en trámites, o en lapsos previos antes de conectarse a la
red: se trata de agudas reflexiones sobre la soledad en la que estamos en la
actualidad.
En un mundo hipertecnologizado, las temáticas ciberpunk se vuelven ad hoc
para intentar comprender una realidad que a veces asusta o derechamente provoca
terror. Pérez Santiago, escritor chileno, en su nueva novela El pezón de Sei Shōnagon publicada por editorial Los Perros
Románticos, toma este camino y lo hace a base de mucha cultura pop y
reflexiones en torno a la locura digital en la que estamos insertos.
Hay que acotar que Pérez Santiago es
un escritor de letra multifacética y que siempre juega con el pasado y el
presente fusionando ambos en una especie de no tiempo, donde pareciera que los
límites espacio temporales jamás hubiesen existido y todos hubiésemos estado
aquí, siempre en el mismo punto. Prueba de esto es su novela Allende, el retorno (Aura Latina, 2013), donde el
autor juega con la idea de un Salvador Allende que revive en un mundo que se
vanagloria de su efímera condición de moderno.
En El pezón de Shōnagon también presenciamos este juego de
ideas sobre lo clásico y lo moderno y cómo estos conceptos se funden. El autor
escogió muy bien el escenario de su obra, Japón, ya que esta es la tierra
superlativa donde tradición y modernidad conviven. En la novela se nos cuenta
la historia de dos jóvenes: Matsuo Basho (homenaje al poeta japonés), un gordito
muy feo y con problemas de sociabilidad y Sei Shōnagon (otro homenaje a una
escritora), una mujer atractiva y deseada que, de forma impensada, inicia una
relación con Matsuo. El problema viene cuando Matsuo, obsesionado con ella,
hace una figura artística de su pezón. La gente, sin embargo, no alaba a Matsuo
y su obra, sino a la musa: Sei Shōnagon, quien pronto se convierte en un
referente de las redes sociales y la locura bondage, dejando a un lado de su
“vida real” a Matsuo.
Esta es la historia central. Pero es
más bien la excusa de Omar Pérez para retratarnos una sociedad que confunde el
mapa con el territorio, que vive en la virtualidad al punto que los momentos
cotidianos, como un beso o tener sexo, se transforman en trámites, o lapsos
previos antes de conectarse a la red. Así, en la novela conviven alusiones
sobre la deep web, gran cantidad de palabras que pertenecen al ciberespacio y
reflexiones sobre la soledad en la que estamos en la actualidad.
Otro punto a favor de la novela, es
que ha sabido situarse dentro de un género que recuerda mucho al anime o al
manga nipón. No solo porque hable de Japón, sino porque este tipo de trabajos
utilizan dos elementos esenciales en su estructura narrativa: una metafísica
tradicional y una observación sobre la hipermodernidad social. Tenemos así
a Akira: película que habla de una sociedad enfrentada a
la creencia en el fin del mundo y a su utilización de las personas como armas
de guerra. También se puede citar a Death note: los
tradicionales demonios shinigamis conviven con un joven que desea tener el
poder sobre la vida de los demás, a la vez que estudia y quiere ser el mejor
alumno de su generación. Y no olvidar la clásica Evangelion donde “ángeles” llegaban a la Tierra
para destruirla a la vez que los protagonistas lidiaban con problemas
sicológicos relacionados con la soledad, el abandono y el vacío existencial.
Así, la novela de Omar Pérez bien puede seguir esta línea ya que ha sabido unir
los dos elementos clásicos del género anime-manga y ciberpunk; todo bajo una
prosa entretenida y llena de reflexiones sobre la extraña sociedad en la que
vivimos.