sábado, agosto 22, 2020

Bolaño: “Es muy duro ser escritor en un país donde no te consideran de los suyos.” Pérez Santiago y las generaciones de narradores chilenos



Pérez Santiago. Escritores y escritoras de la guerra. Vigencia de una generación de escritores chilenos. Segunda edición, Editorial Universidad Bolivariana, 2007. 
CÁNOVAS, CANALES, TROPA, PIZARRO & SANTOS Y SEPÚLVEDA: IDEOLOGÍA DE LA OBRA ÚNICA

El día que dejé de creer en Santa Claus, lo recuerdo ahora con nostalgia, sentí un aire fresco, una malicia y un don irónico ingresó a mi vida. Ya nada sería lo mismo. Los tiempos de dejar de creer son relativos y esplendorosos, unos caemos antes que los otros.

Pongan atención.

 El profesor Rodrigo Cánovas y sus colaboradores Carolina Pizarro, Danilo Santos y Magda Sepúlveda en Novela Chilena, nuevas generaciones el abordaje de los huérfanos (1997) analizaron detenidamente la generación del 87. Se sostenían, técnicamente, en otros dos prominentes profesores, José Promis y Cedomil Goic. Del profesor Goic, Cánovas tomó la periodización generacional, hoy ampliamente aceptada. Goic distingue seis generaciones: la generación de 1927 (nacidos entre 1890 y 1904), la de 1942 (nacidos entre 1905 y 1919), la de 1957 (1920-1934), la generación del 72 (nacidos entre 1935 y 1949), la del 87 (nacidos entre 1950 y 1964) y la generación del 92 (nacidos entre 1965 y 1979).

 Cada generación tiene quince años de gestación, de los treinta a los cuarenta y cinco y quince años de vigencia, de los cuarenta y cinco a los sesenta. Del profesor Promis, Canovas mira el proceso de ejecución de las generaciones. José Promis postula que cada generación contiene un orden estructural singular. Así, la generación del 57 corresponde a la novela del escepticismo, a la generación del 1972 corresponde la novela de la desacralización. Canovas acepta la periodización de Goic y define a la generación del 87 como la nacida entre los años 1950 y 1964, pero, furtivamente, incluye a una hornada de autores de la generación del 72: José Leandro Urbina (1949), Damiela Eltit (1949), Ana María del Río (1948), Darío Oses (1949), Luis Sepúlveda (1949), Jaime Hales Dib. (1949), Eugenio Mímica (1949), José Leandro Urbina (1949).

Cánovas considera que estos autores tienen una producción cercana ―al espíritu de la nueva generación‖. Estos autores tienen, efectivamente, una vasta obra y su impacto es reconocido. Justamente, los escritores nacidos en esos años son muchos y potentes. Habría que incluir además a escritores interesantes como Adolfo 11 Pardo (1949), Jaime Casas (1949), Martín Faunes (1949), Javier Campos (1947) o Juan Pablo Uribe-Etxeverría (1949).

En consecuencia, instalarlos, de muto propio, en la generación 87 desvirtúa el análisis. No es un detalle. Gran parte del argumento posterior del libro de Cánovas se sustenta en estos autores. Allí se produce el primer gran desfalco y desconcierto. Cánovas no está hablando nuclearmente de la generación del 87. Cánovas desplaza, a fin de cuentas, el objeto de su estudio. Iba a darnos manzanas y nos dio peras.

Matemáticamente, la generación del 87 debe rondar alrededor de los nacidos entre los años 55 y 58. Jamás alrededor de los nacidos en los años 48 o 49. En estricto sentido, si hablamos de escritores de la frontera, con propiedad esos escritores son los (la) muchachos (a) nacidos (a) en el año 1950: Jorge Marchant, Roberto Rivera, Radomiro Spotorno, Desiderio Arenas, Mario Banic, Eugenia Brito, Hernán Rivera Letelier y Sergio Marras.

En cambio, Canovas no incorporó, entre otros, a novelistas como Michell Bonnefoy, y Alejandro Pérez, autores de exilio. Y, miren lo que son las cosas, tampoco consideró a Roberto Bolaño, también autor de exilio, aceptado casi unánimemente hoy como el príncipe de nuestra generación.

Bolaño había ya publicado tres novelas, (publicó su primera novela en 1984, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, que realizó en colaboración de Antoni García Porta. Con esta novela obtuvo el Premio Ambito Literario; La pista de hielo (1993), ganadora del Premio de Narrativa Ciudad de Alcalá de Henares, y La senda de los elefantes (1993), ganadora del premio de novela corta Félix Urabayen y publicada luego con el título de Monsieur Pain).

¿Raro, verdad?

 Cánovas excluyó a Roberto Bolaño, el verdadero eje de nuestra generación y, de ese modo, sin quererlo, se invalidó a sí mismo. Con estas desacertadas premisas, Cánovas identifica las características de la generación. La novela de la generación del 87 habla de la Orfandad, el delirio de un huérfano, afirma. Casi ya no vale discutir esta deducción.

Ya lo dijo el escritor y profesor Ricardo Cuadros, toda la literatura universal puede leerse como literatura de los huérfanos.

 El discurso de Canovas pretendió – ya no lo logró– ser un macrorelato único, paradigmático y, por eso mismo, normativo y didáctico. Una historia literaria oficiosa o académica y por otro lado, no menos significativa, de la prensa y la difusión editorial. Era la unión perfecta. La academia y el mercado, por fin, de acuerdo.

 El profesor Cánovas sobrevaloró la vitrina comercial para así contentar a autores y editores y a los sujetos de la normalización. Lo suyo fue, es fácil decirlo ahora, un gran invento. Un gran invento ideológico. 12 Su estética y su ética intentaron legitimar la novela que sonaba en el mercado, principalmente aquella que producían los escritores formados en el taller de José Donoso, estipulándola como eje central de la nueva narrativa.

Lo demás eran escrituras marginales. Canovas intentó legitimar un conformismo, un pacto que probablemente –yo no creo en la ingenuidad- no sea independiente del conservadurismo del mundo cultural de mitad de los años 90. De este modo, su visión enmascara el supuesto ―consenso‖ estético que afectaba al arte. Cánovas, hay que decirlo, fue alumno de Donoso en Estados Unidos.

El estudio de José Canales y Emerson Tropa, La novela de la generación de 1980. La escritura del antipoder (1995) mantiene la periodización de Goic. Y, a partir de allí, realizan una verónica –con algo de elegancia- para afirmar que la generación de los ochenta son los nacidos en los años 50. Algo que no está del todo mal, teniendo en cuenta que los escritores nacidos después de los 60 son hoy una minoría (12 escritores, el 10 %).

Aunque, al igual que Cánovas, incorporan a escritores de la generación del 72 (Oses, Eltit, Urbina) y también soslayan a Bolaño, a Bonnefoy y a Alejandro Pérez. La sociedad Canales & Tropa afirma que la generación de los ochenta, es literatura del antipoder, al incorporar fórmulas desacralizadoras de la novela como formas paraliterarias (característica que, por lo demás, Promis le otorgaba a la novela de la generación del 72).

 Esta conclusión, aunque de otro signo, también es ideológica, es decir, ilusoria. Si no es una escritura de Orfandad ni del Antipoder, ¿Cual es entonces el tema de la visión de la generación del 87?

La sola pregunta me parece pérfida.

No hay ninguna fórmula. No hay centros. No hay metanarrativas. Hay libros muy diferentes en su complejidad.

No creo que se deba racionalizar, encauzar, canalizar, o sea, domesticar la narrativa de nuestra generación. Simplemente los libros se miden por sus méritos propios. ¿A qué cuento viene esto de estandarizar la fabricación literaria de una generación? Tenemos una literatura plural, con estilos, conocimientos e historias diferentes.

No hay una versión de lo real. Hay de todo: El pastiche, la mezcla de estilos, tonos, géneros, niveles de lenguaje, lo lúdico y lo paródico, irónica, el humor, la incorporación de iconos de la cultura de masas junto a elementos de la llamada alta cultura, la presencia de lo metaficcional. Hay obras buenas y no tan buenas en mi generación.

Pero, ¿un discurso? ¿Una ley?

¿No estaremos ya asaz viejos para creer en Papá Noel? 

lunes, agosto 10, 2020

El Pezón de Sei Shōnagon de Pérez Santiago. Tercera edición. Novela sobre seducción y moderno masoquismo

 


Novela chilena creepypasta sobre mujer obsesionada por los likes y retuits y la fama en internet 

J. del C. Ripper

 

Una mujer se confunde con su personaje creado, Su creencia está por sobre la verdad; la emoción de un like por sobre la realidad. 

Tres películas, La Piel de VenusPerfect Blue y El libro de la almohada parecen ser antecedentes  visuales de este entretenido libro de Pérez Santiago. Esto no es raro ya que el cine y comic son dos de sus pasiones. Dos films se han realizado con sus obras, La Novia de Borges y El Deber y Pérez Santiago fue uno de los creadores del Parque del Comic en San Miguel, Santiago.

La Piel de Venus  es un film de Roman Polanski basado en el libro del austríaco Leopold von Sacher-Masoch,  La Venus de las pieles, publicado en 1870, que combina la sumisión y el fetichismo. 

Perfect blue es un film de animé de Satoshi Kon, basado en la novela de de Yoshikazu Takeuchi. Un thriller psicológico sobre una estrella del pop que trata de labrarse una carrera en el mundo del cine pero sufre una crisis de identidad  cuando debe enfrentarse a un fan obsesivo, el acoso online, la paranoia y el estrés.

El británico Peter Greenaway presentó su película El libro de la almohada en 1996, una historia visual que hace referencia a la obra de la escritora japonesa Sei Shōnagon.

El Pezón de Sei Shōnagon es una visual novela corta de Pérez Santiagocreepypasta o de terror sicólogo ambientada en el mundo del internet. El Pezón de  Sei Shōnagon es sobre una joven y sexy mujer inteligente que admiran sus jóvenes compañeros en los pasillos de la universidad. Pero ella tiene una obsesión. Ella sueña que, mediante las redes sociales, brillará como artista en el mundo del arte. Ella desarrolla un narcisismo angelical y se auto explota en las falaces redes sociales. Ella quiere, que la miren, que la adulen y, por supuesto, quiere ser famosa. Está poseída por Facebook e Instagram.
Al inicio de Internet hubo una visión humanista alternativa. Pero, el espíritu inicial de plácido renacimiento cultural logrado por internet ha desaparecido o se ha hecho problemático.
Las redes sociales entraron en un punto crítico. Ahora parecen agotarse o convertirse en un elevado espejismo o bruma. Las redes sociales no han logrado eludir el asunto del control de la información de las grandes corporaciones. Más y más han quedado al desnudo que son una herramienta del poder.
Ese es el presente que enfrenta una nueva novela creepypasta del escritor chileno Pérez Santiago, titulada, El Pezón de Sei Shōnagon.
La novela se sustentaría en 4 premisas
1. Una mujer angelical es poseída o infectada por Facebook o por un Techno Diávolo.
2. El Techno Diávolo es producto del engranaje de la Utopía Neoliberal Realmente Existente, la UNRE.
3. El Techno Diávolo es un sofisticado mecanismo techno de control mental en el que las víctimas entregan voluntariamente sus vidas para beneficio del organismo que les ha infectado.
4. Finalmente y en el fondo, detrás del Techno Diávolo hay una siniestra ideología llamada el Ciberoptimismo del Techno que manipula nuestros comportamientos.

 

 

Una juventud erotizada e individualista

Reseña: Fran Gaete Trautmann


Lujuria por un pezón deseado por varios. Venerado pezón de una joven que es astuta, ardiente y deseada, deseada como el oro.

Crea una atmósfera sexual más que sensual. Hipnotiza a los hombres con ese botón mamario que atesorarían y que las mujeres envidian a la protagonista del pezón llamada Sei Shōnagon.

La estética, el arte, la fantasía erótica se une en este libro de Pérez Santiago, escritor y traductor chileno.

“No hay mayor felicidad en el destino de un artista que en la plenitud de la vida, en los años creadores, descubrir una misión” (página 25).

En la página 31 describe muy bien lo que representa el pezón: “los pezones representaban una respuesta introspectiva de sentimientos oscuros o problemas irresueltos de sus vidas y existencia”.

A veces fría, a veces candente. Ella busca placer. Y tiene una idea que mientras más feo sea el hombre, mejor en la cama. Es ahí que conoce a Matsuo, un estudiante de arte al igual que ella que realmente no tiene ninguna gracia, no es estupendo, pero dibuja bastante bien. Por eso hace un dibujo extraordinario del pezón de Sei y todos quedaron locos. Y fue subida a las redes sociales. Ahí comenzó a derrumbarse la relación entre ellos dos.

Ella es todo lo que la modernidad nos muestra en la actualidad: los likes, la música, el arte contemporáneo, el look de pelos de varios colores y una desfachatez que demuestra sin vergüenza ante la gente. Utiliza a los hombres, perversa, pero encantadora.

En un mundo super actualizado un “like” significa el mundo entero, validarse, pero para otras como Matsuo Bashō el eterno enamorado de la joven artista que comenzó a sacar provecho su pezón para darse a conocer. Y él moría por eso, le daba mucha pena. Él lloraba por ella, ella, que, a pesar de ser feo, feo, le puso atención y luego de la obra de arte ella quedo como la reina digital y él como el bufón inexistente. Ella lo utilizó. Estaba en resumidas cuentas cansado de lo que estaba sucediendo.

El internet más lo erótico juega en la imaginación de la chica. Mientras más me gusta, más se siente poderosa. Lo extraño que al mostrar algo tan íntimo como su pezón la hace vulnerable y más aún, superficial.

Llama la atención en la parte psicológica que provoca este libro: la falta de libertad y privacidad. Uno es dueño de hacer lo que quiera hacer, sin embargo, el sobre exagerar su vida privada, “mostrando el pezón”, hace que se debilite la vida común y corriente de una persona.

Tras las páginas del libro, se van constituyendo nuevas aventuras artísticas eróticas, en el cual nuevamente internet y las redes sociales juegan un rol primordial para mostrar lo masoquista que el arte puede llegar hacer.

Lo interesante del libro es como el arte, la era del internet y lo sexual se envuelve como si fuera de lo más normal.

El autor ha escrito varias obras, como “Escritores y el Mar” (2002) y se presentó en el último Primavera Libro en el Parque Bustamante.

 La sensibilidad en el desarraigo

Reseña de Emilio Vilches Pino

              

El pezón de Sei Shōnagon, la nueva novela de Pérez Santiago, se sitúa en el Japón actual para contarnos la historia de la relación de (des)amor entre Matsuo  Bashō  y Sei Shōnagon. Se conocen en una Escuela de Arte (la Tokyo Gaidai). Ella es una mujer que “no tenía miedos; tenía autoestima, audacia y ambición” y de quien se rumoreaba en la Escuela que “seducía a los hombres con solo mirarlos a los ojos. Los usaba sexualmente y luego los lapidaba (…) una femme fatale cuyos novios aparecían después arrastrando tristes su propio sarcófago”. La llamaban Pezón Dorado por la altura casi legendaria del deseo que sentían por sus senos. Él, en cambio, “además de malcarado, era relativamente gordito e ingenuo y vestía con traje de factura sencilla y parca”. El autor es enfático al resaltar las diferencias entre ambos, no solo en lo físico sino en toda una forma de ver y vivir el mundo. Él la ve casi como a un ídolo (“hincado, como si estuviese rezando al divino, Matsuo  Bashō  se acordó de sus compañeros de arte de la Universidad que soñaban con este pezón”), tanto así que crea una obra de arte, una especie de escultura, del pezón de Sei Shōnagon y la exhibe en la Escuela.

La obra comienza a ser admirada y alabada, pero no precisamente por la calidad de la misma, sino por su referente: el pezón de Sei Shōnagon. Empieza así un vertiginoso proceso en que la mujer irá sucumbiendo ante las bondades efímeras de la fama virtual, perdiéndose entre redes sociales y páginas web, dejando atrás su vida y convirtiéndose, de cierta forma, en nada más que una imagen digital. (“Ella era un nuevo tipo de animal digital. Se utilizaba a sí misma voluntariamente. Ella estaba imposibilitada de amar a un ser de carne y hueso. Todo tenía que estar en gigas, o no era seductor para ella.”) Por otro lado, su novio, irá viviendo un proceso de celos artísticos en un comienzo, para luego ir derivando a la tristeza y la desesperación ante una mujer que lo deja de amar tan pronto se convierte en una celebridad de Internet.

Andy Wharhol, casi como un oráculo, anunció en un programa de televisión en los ya lejanos años sesenta que “en el futuro, todos tendrás sus quince minutos de fama”. Internet y todas las actuales tecnologías han cambiado la manera de comunicarse y de obtener notoriedad pública, tanto que hoy, efectivamente, muchas personas pueden tener sus quince minutos de fama a través de YouTube, Facebook, Instagram, virales, etc. El arte mismo ha cambiado producto de esto. La técnica y el talento parecen ya no tener una supremacía total por sobre la masividad, y este proceso lo refleja el cambio en los personajes:

“Los llamativos y enigmáticos pezones se viralizaron en las redes sociales de todo el mundo. Paradojalmente, junto con la fama de los pezones, comenzó la ruina de Matsuo  Bashō  (…) Así Sei Shōnagon se valorizó en el mercado del arte de las redes sociales, en spams y motores de búsqueda. Toda una máquina digital barata y persuasiva funcionó gratis para que Shōnagon expusiera sus hermosos pechos. Like, like, like. Mientras ella recibía más like, ella era más feliz”

La novela, desde este punto en adelante, permite ser leída como un thriller, debido a la misteriosa desaparición y muerte de una serie de muchachas japonesas, a la vez del acontecer de Sei Shōnagon; también puede ser leída como una novela juvenil con tintes ciberpunk; pero sobre todo como una crítica al mundo superficial de las redes sociales y a cómo han cambiado la manera de concebir las relaciones humanas y de percibir el arte.

El Japón actual aparece hiperconectado e hiper-tecnologizado. El autor hace gala de un no despreciable conocimiento de la cultura nipona, incluyendo referencias sociales, religiosas y culturales, pero que se van mezclando con las nuevas tecnologías y formas de comunicación, dándoles un nuevo significado. Por ejemplo, los mismos nombres de los personajes son homenajes a antiguos escritores japoneses y, tal como lo hizo Jim Jarmusch en Ghost Dog: The Way of the Samurai (1999), existen referencias directas a los códigos y la tradición de los samuráis, pero insertas en un mundo donde el honor y la lealtad ya no son prioridad.

El pezón de Sei Shōnagon es una novela escrita de manera fragmentada, con un lenguaje simple, que habla de una sociedad milenaria en crisis, de crímenes en las calles, de oscuras organizaciones que funcionan en la Deep web, pero también de personas desorientadas, sedientas de aceptación en una sociedad insegura y huérfana de soportes reales.

Una novela a la que hay que prestar atención.

 La higiene del sexo y las malas formas de amar

Reseña Jorge Yacoman


Pérez Santiago (Santiago, 1953), autor de “Malmö är litet” (1988), muestra en El Pezón de  Sei Shōnagon (Los Perros Románticos, 2018) lo más burdo del deseo sexual y de la ambición por el poder.

Situada la actualidad, aunque en un mundo con peculiaridades propias, la novela se centra en Matsuo Bashô, un joven estudiante de arte que se enamora de Sei Shōnagon, una llamativa mujer considerada por sus compañeros una femme fatale.

 Pérez Santiago usa estos nombres para sus personajes como un homenaje: Bashô, el famoso poeta japonés nacido en Ueno, en 1644, reconocido por sus haikus; y Shônagon, poeta japonesa nacida alrededor del año 966, autora de “El libro de la almohada” (Makura no Sôshi, c. 1000) cuyo nombre real y gran parte de su historia son desconocidos.

En El Pezón de  Sei Shōnagon, Shōnagon representa la cosificación de la mujer, lo más repudiable e irracional de nuestra sociedad donde sólo importa el placer personal. La particular obsesión con su pezón se explica en la novela a través de las generaciones actuales que han sufrido una falta de amor maternal por privación a lactancia. A esto se le denomina Trastorno de la Privación Emocional del Pezón.

Matsuo logra entablar una breve relación con Sei, donde él satisface todas sus fantasías, pero esta termina una vez que ella se hace famosa en las redes sociales y se pierde en el mundo virtual.

“Ella ya estaba acostumbrada a la raza de zombis que son adictos al sexo y la masturbación a distancia, sexting, y aplicaciones como Snapchat que envían de inmediato capturas de pantalla picantes a través de dispositivos móviles.”

“Su propuesta era el sexo higiénico. Puro, limpio. Sin sudor, sin olor. Sólo mirarse a través de una pantalla. La proterva novedad de la masturbación a distancia.” (P. 61)

Pérez Santiago  usa una narrativa explícita y breve, de frases cortas, y articula así un imaginario representativo de la psicología de estas generaciones saturadas por el internet donde lo más único de nuestra existencia es reducido a frases que se ajusten a los caracteres y expectativas de cada red social, usando siempre lo sexual como señuelo. Esto queda en aparente contraste con Matsuo que es más idealista y romántico, más a la antigua, pero que también lucha con sus celos y malas formas de amar.

Desgarrar y ser desgarrado

Reseña de Jorge Calvo

Esta novela es la más reciente obra de mi amigo el escritor Pérez Santiago quien ya ha publicado una serie de libros, cuentos y novelas y  quien suele abordar este tema, un tanto lúdico, y bastante estimulante. Pero también ligeramente peludo.

Conocí a Pérez Santiago hace ya unos treinta años en una época en que todos éramos escandalosamente jóvenes. Finalizaba el año 1986. Era el último día de noviembre, hacía mucho frío y había nevado de modo que un manto blanco cubría las veredas y el parque del Rey de la ciudad de Malmoe. Nos presentó un amigo común, el escritor sueco Fredrik Ekelund, estábamos en su casa en el barrio antiguo y muy pronto sonó música, se descorcharon algunas botellas y desde la noche, cantando,  aparecieron unas muchachas que volvían de haber visto el musical El Hombre de la Mancha. Pronto aquello cedió lugar a una atmosfera lúdica y erótica. En algún momento, avanzada la noche, salimos al Parque a jugar a la pelota, los suecos corrían descalzos sobre la nieve.

En los días siguientes coincidimos con Pancho en el café Siesta y me mostro algunos de los cuentos que publicaría en las Memorias eróticas de un chileno en Suecia. Dos o tres años más tarde se embarcó en la escritura de un guión y la producción de una película, y hasta actuó en el rol principal interpretando a Borges, la película se titula La Novia de Borges, y fue a filmada en Budapest.

Cuento todo esto para señalar que el tema del erotismo siempre ha estado presente en nuestras literaturas y conversaciones. Sobre la novela breve que me toca en suerte presentar en esta oportunidad puedo decir, citando a George Bataille -considerado el verdadero y legitimo padre del erotismo moderno: y metidos en el área chica de este tema –que mucho consideran escabroso- en la esencia o lo medular Bataille sostiene que “El punto de encuentro de los amantes es el delirio de desgarrar y ser desgarrado.  Ninguna comunicación es más violenta”

La verdad indesmentible es que en nuestro actual modo de vida, el ser humano ha extraviado su dimensión sagrada.

El ciudadano moderno, entregado por entero a una infinidad de actividades rutinarias –esquemas, desplazamientos, metas–, sumado a la cantidad de horas desperdiciadas en los tacos, finalmente ha acabado lejos de la intimidad que lo define como ser humano. Extraviado en el sistema de los compromisos, dinero plástico, mall y consumo se debate día a día en un mundo sin vida que, no obstante, se le presenta como la sempiterna Shangri-La, el paraíso prometido- un sistema perfecto con la tarjeta de crédito como síntesis de todos los sueños. Definitivamente estancado en esa perpetua correa sin fin, el ser humano (hombres/mujeres) se encuentra a una distancia sideral de la fiesta, del carnaval en medio de los espesos bosques y del libre ejercicio del deseo. El sistema ofrece sustitutos: droga sintética y de la otra, vaginas plásticas, soma y consoladores automáticos. Pornografías diversas: veinte, mil, millones o si se quiere cincuenta  sombras que distan años luz del erotismo.

Otro escritor, el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, al analizar y escribir sobre el tema dice que “...para Bataille el erotismo, la muerte y el pecado son conceptos equivalentes o  signos intercambiables que repiten el mismo significado: apuntan a la absoluta y despiadada nada en que habita el hombre y  su irremediable abyección”

En la novela de Pérez Santiago–astutamente ambientada en una capital del mundo posmoderno como lo es Tokio- aparecen estos personajes que además deambulan o existen en el terreno del arte, ambos son estudiantes y por ende son compañeros en una hiper moderna escuela de arte, la Tokio Geidai. De un lado aparece el protagonista Matsuo Bashō que nos narra desde su perspectiva su encuentro, los roces y las citas cargados de erotismo y la poderosa succión a la que se ve sometido por los siempre activos encantos de ella, Sei Shōnagon la protagonista y eje central de la historia.

No solamente se sabe bella y atractiva además posa, modela, incita, provoca a generado un mito en la escuela y especialmente entre los alumnos varones sobre las delicadas y sensibles zonas erógenas de su cuerpo, elevando uno de sus pezones, que tiene sabor a canela, a la categoría de deidad. Imágenes del pezón circulan en diversas imágenes, dibujado, pintado, fotografiado, sometido a métodos de transparencia, viralizado recorre las redes, lo watsappean, lo envían como mensaje. Ella gradualmente, y en función del pezón, va adquiriendo notoriedad, se vuelve famosilla, ingresa a dimensiones mitológicas, la buscan, para fotografiarla, filmarla y hacer películas con ella.

Es la imagen en la retina de todos, la adoran, la aman, se masturban con ella. Sei Shōnagon deviene orgasmo electrónico, un manjar de impulsos eléctricos:  icono virtual.

Hasta que ciertas bandas, hackers, mafiosos virtuales, depravados de toda laya, traficantes de niñas y señoritas se fijan en ella. En cambio el narrador solo la ha visto a veces. Pero la sigue y la vigila. Entre tanto de vez en vez aparecen por aquí y por allá cadáveres de chicas que han sido abusadas asi como uno se imagina que gustaría abusar de Sei Shōnagon, han sido violentadas, descuartizadas en el sumun del acto…

Es un mundo donde la tecnología es altamente avanzada y sofisticada y no existe nada que no se pueda conseguir, todo es alcanzable sin moverse del sillón, eternamente sentado frente a la pantalla se tiene al alcance de la mano un mundo virtual, acaso depravado, Pero es la realidad en que vivimos.

Esta suerte de reality show que Pérez Santiago nos ofrece en El Pezón de Sei Shōnagon, no es irreal ni algo inalcanzable, ya está aquí, se encuentra entre nosotros y llego para quedarse. Lo vemos a diario, Lo que hace la novela de Pérez Santiago es simplemente dejar constancia que a diario vivimos y existimos en esta inquietante realidad.

Entre lo moderno y lo clásico

Reseña de Rodrigo Torres Quezada

 

El autor retrata a una sociedad que confunde el mapa con el territorio, que vive en la virtualidad al punto que los momentos cotidianos, como un beso o tener sexo, se transforman en trámites, o en lapsos previos antes de conectarse a la red: se trata de agudas reflexiones sobre la soledad en la que estamos en la actualidad.

En un mundo hipertecnologizado, las temáticas ciberpunk se vuelven ad hoc para intentar comprender una realidad que a veces asusta o derechamente provoca terror. Pérez Santiago, escritor chileno, en su nueva novela El pezón de Sei Shōnagon publicada por editorial Los Perros Románticos, toma este camino y lo hace a base de mucha cultura pop y reflexiones en torno a la locura digital en la que estamos insertos.

Hay que acotar que Pérez Santiago es un escritor de letra multifacética y que siempre juega con el pasado y el presente fusionando ambos en una especie de no tiempo, donde pareciera que los límites espacio temporales jamás hubiesen existido y todos hubiésemos estado aquí, siempre en el mismo punto. Prueba de esto es su novela Allende, el retorno (Aura Latina, 2013), donde el autor juega con la idea de un Salvador Allende que revive en un mundo que se vanagloria de su efímera condición de moderno.

En El pezón de Shōnagon también presenciamos este juego de ideas sobre lo clásico y lo moderno y cómo estos conceptos se funden. El autor escogió muy bien el escenario de su obra, Japón, ya que esta es la tierra superlativa donde tradición y modernidad conviven. En la novela se nos cuenta la historia de dos jóvenes: Matsuo Basho (homenaje al poeta japonés), un gordito muy feo y con problemas de sociabilidad y Sei Shōnagon (otro  homenaje a una escritora), una mujer atractiva y deseada que, de forma impensada, inicia una relación con Matsuo. El problema viene cuando Matsuo, obsesionado con ella, hace una figura artística de su pezón. La gente, sin embargo, no alaba a Matsuo y su obra, sino a la musa: Sei Shōnagon, quien pronto se convierte en un referente de las redes sociales y la locura bondage, dejando a un lado de su “vida real” a Matsuo.

Esta es la historia central. Pero es más bien la excusa de Omar Pérez para retratarnos una sociedad que confunde el mapa con el territorio, que vive en la virtualidad al punto que los momentos cotidianos, como un beso o tener sexo, se transforman en trámites, o lapsos previos antes de conectarse a la red. Así, en la novela conviven alusiones sobre la deep web, gran cantidad de palabras que pertenecen al ciberespacio y reflexiones sobre la soledad en la que estamos en la actualidad.

Otro punto a favor de la novela, es que ha sabido situarse dentro de un género que recuerda mucho al anime o al manga nipón. No solo porque hable de Japón, sino porque este tipo de trabajos utilizan dos elementos esenciales en su estructura narrativa: una metafísica tradicional y una observación sobre la hipermodernidad social. Tenemos así a Akira: película que habla de una sociedad enfrentada a la creencia en el fin del mundo y a su utilización de las personas como armas de guerra. También se puede citar a Death note: los tradicionales demonios shinigamis conviven con un joven que desea tener el poder sobre la vida de los demás, a la vez que estudia y quiere ser el mejor alumno de su generación. Y no olvidar la clásica Evangelion donde “ángeles” llegaban a la Tierra para destruirla a la vez que los protagonistas lidiaban con problemas sicológicos relacionados con la soledad, el abandono y el vacío existencial. Así, la novela de Omar Pérez bien puede seguir esta línea ya que ha sabido unir los dos elementos clásicos del género anime-manga y ciberpunk; todo bajo una prosa entretenida y llena de reflexiones sobre la extraña sociedad en la que vivimos.

domingo, agosto 09, 2020

Allen Ginsberg visits Machu Picchu. By Pérez Santiago

 

XPERIENCE. On January 20th 1960, Allen Ginsberg flew from New York and landed at the Los Cerrillo’s airfield in Santiago. The poet was bearded and short-sighted, had dark eyes with optical lenses and carried a backpack. Ginsberg told reporters ‘I’m here to have fun’, but the next day a newspaper would write, perhaps maliciously: ‘I’m here to fuck one’.

Allen Ginsberg published his book Howl in 1957. Its impact on the literary world was like that of a cluster bomb. Chilean poet Gonzalo Rojas sent him an invitation to participate in a meeting organised by the Universidad de Concepción in 1960.
He stayed at the Pan-American hotel on Teatinos Street, next to the presidential palace La Moneda. He went to Café Il Bosco, the bustling bohemian centre in Alameda. Il Bosco was full of journalists, writers, night owls, cabaret performers, comedians and nightclubs dancers.

The following day a skinny man, only 25 years old, appeared at the entrance of the hotel. It was the poet Jorge Tellier. He did an interview which he published in Ultramar magazine. Ginsberg travelled in a van to Los Cerrillos where a plane took him to Concepción. The ‘First meeting of American writers’ was held between January 20th and 25th.

On April 21st Allen Ginsberg arrived in Cusco. He spent five days in the city. Then he went to the Machu Picchu area where a guard offered him accommodation in his hut. From there he wrote to his boyfriend, Peter, describing the cliffs and snow-capped mountains of the Andes. Ginsberg did not find what he was looking for: the sacred plant of the Incas – Ayahuasca, the rope of the dead.

 

Ginsberg stayed at the City Hotel, famous for its parties, boîte and elegant rooms. On January 21st he reads Howl in the auditorium of the University. In a letter he sent to his lover Peter Orlovsky he writes that the central discussion was about the relationship between art and politics. ‘Everyone expects the revolution.’ He wrote about the poet Luis Oyarzún, whom he described as a ‘roly-poly philosopher’, member of a semi-secret queer society. The writer Luis Oyarzún was then 40 years old. In 1954 he had been president of the Society of Writers. He also meets the Peruvian writer, Sebastián Salazar Bondy, director of the Institute of Contemporary Art of Lima. He invited him to Lima.

In the early morning of January 26th, Ginsberg and his backpack got on the train that would take him further south. He wandered the wet streets of the cities of southern Chile; Temuco and Puerto Montt. Then he returned to Santiago and met the famous poets, Nicanor Parra, Jorge Teillier and Pablo de Rokha. He spent three months in Chile. In April he went to La Paz, the capital of Bolivia, writing:

”How real is Bolivia? With its snowy Andes rising above the modern city, now that one is in La Paz, which means The Peace in Spanish.”

On April 21st Allen Ginsberg arrived in Cusco. He spent five days in the city. Then he went to the Machu Picchu area where a guard offered him accommodation in his hut. From there he wrote to his boyfriend, Peter, describing the cliffs and snow-capped mountains of the Andes. Ginsberg did not find what he was looking for: the sacred plant of the Incas – Ayahuasca, the rope of the dead.

On May 5th Ginsberg went to Lima by bus. He stayed at the legendary Hotel Comercio, in front of the Desamparados Railway Station. The hotel has a famous bar on the ground floor, the Cordano bar. As in Il Bosco de Santiago, pisco sours were famous in the Cordano bar. Ginsberg reads Howl in a tiny room of the Institute of Contemporary Art, steps away from San Martin Square, on May 12th, 1960.
Ginsberg hiked in the Peruvian Amazon jungle through Huánuco to Pucallpa. Pucallpa reminded him in some city of Tibet. There he drank the hallucinogenic ayahuasca. In a letter sent to Burroughs Allen Ginsberg described his experience in these terms:

‘Drank a cup -slightly old stuff, several old and slightly fermented also- lay back and after an hour (in a bamboo hut outside his shack, where the shaman cooks) began seeing or feeling what I thought was a Great Being or a lake that approaching my mind like a great wet vagina was.’

On July 8th, 1960, Ginsberg departed from Lima airport back to New York.

 

PÉREZ SANTIAGO
info@opulens.se

Pablo Neruda visits Machu Picchu. By Pérez Santiago

 

LIFE. “Like hundreds of visitors, I look out over the mighty ruin city of Machu Picchu in Peru. Below is the winding river Urubamba or Willcamayu, which in Quechua means ”the sun’s river”. I sigh with amazement, as do hundreds of hundreds of tourists every day, at the sight of these high mountains and the most famous creation of Inca culture.

Although it is not so easy to get here, the number of tourists increases every year. In an hour and a half, a bus takes us early in the morning from Cusco to Ollantaytambo, where a train awaits to take us to Aguas Calientes, a tourist town among green mountains. From there, a bus takes us along a winding mountain road 700 meters up to the Machu Pichu entrance.”

In October 1943, poet Pablo Neruda was said to have visited Machu Picchu. According to him, the visit came to be a magical revelation that transformed him as a human and as a poet. In 1945, he published one of his best-known poems, Alturas de Macchu Picchu (”Machu Picchu’s Heights”).

How could Pablo Neruda get to the city of Machu Picchu, is a question that is asked spontaneously? Luis Nieto Degregori, one of the more critical writers in Cusco, has researched the story Pablo Neruda’s visit to Machu Picchu. His father, Luis Nieto Miranda, met Neruda in Cusco in 1943.

In a 2004 chronicle entitled ”Neruda in Machu Picchu,” Luis Nieto Degregori claims that Neruda arrived in Cusco by train on the afternoon of October 26. With him was his wife Delia del Carril, the Peruvian writer Esteban Pavletich, as well as Uriel Garcia, writer and senator for Cusco.

Cusco, situated at 3,500 meters above sea level, was not the tourist Mecca of today. The city had only about 45,000 inhabitants, most of whom spoke Quechua that came to the Plaza de Armas chewing on coca leaves with their hats, colourful ponchos and llamas to sell agricultural products and handicrafts.

Cusco’s mayor appointed Neruda, the guest of honour in the city. During the visit, Neruda was hailed during a ceremony in Cusco’s theatre in the presence of representatives of cultural organisations, artists and workers from the area. Luis Nieto Miranda provided the welcome speech.

The Inca trail was an access road. Everyone who has passed it certifies that it is one of the most challenging paths on earth. The four-mile trail runs along steep mountain paths. The precolonial trail with high stone steps is maintained today by the guides. There are several archaeological centres and tunnels in the mountain. It takes four days and three nights to arrive, and you pass an altitude of 4,200 meters above sea level in cold air.

Neruda reads some of the poems. On All Saints’ Day, November 1, Neruda and his wife boarded the train to continue their journey to Chile. At the station, delegations from cultural organisations and trade unions dismissed them. Nieto Digregori claims that the local press did not inform about the poet’s visit to Machu Picchu. That trip must have taken place between Wednesday, October 27 and Saturday, October 30, 1943.

”On inaccessible paths and on ridge ridges, we came up to the lost city: Machu Picchu.” (Neruda, Condé Sur Iton, January 1972). “We got there on horseback. At that time, there was no road. From above, I could see the old stone buildings, surrounded by the high, green mountains of the Andes ”(Neruda, I confess I lived: memories, 1975).
Esteban Pavletich (1906-1981), a Peruvian writer, organised Neruda’s trip to Machu Picchu. Pavletich was 37 years old at this time and had the experience of climbing mountains after joining César Sandinos and Farabundo Martí’s guerrillas in Nicaragua in the late 1920s.

The mystery remains. How did Pablo Neruda come up to Machu Picchu? One way to get to Machu Picchu was via Aguas Calientes, where the train has been going since 1934. From there, the trip went up on foot or on horseback. That was probably the road Neruda took. But it was not until 1948 that the winding road from Aguas Calientes was opened up to Machu Picchu, the so-called Hiram Bingham’s road. And it was not until 1950 that Machu Picchu was opened to tourists.

The Inca trail was an access road. Everyone who has passed it certifies that it is one of the most challenging paths on earth. The four-mile trail runs along steep mountain paths. The precolonial trail with high stone steps is maintained today by the guides. There are several archaeological centres and tunnels in the mountain. It takes four days and three nights to arrive, and you pass an altitude of 4,200 meters above sea level in cold air.

This is heaven. Altitude sickness can cause headaches, dizziness, lack of appetite and difficulty sleeping and can have complicated consequences. You have to prepare physically, and it is important to drink a lot of tea of coca leaves. It is an adventurous route. The day we visited Machu Picchu it started to rain.

We took the bus down to Aguas Calientes, and before we drank a Pisco Sour, it started raining with lightning and thunderous thunder. From the terrace of the restaurant, we saw how American, German, Italian, French and Spanish tourists continued to pour into Machu Picchu. No one goes astray anymore; everyone is well informed with the help of map and GPS in their iPhones. All are equipped with rain cover, hat and boots.

The journey to Macchu Picchu is still an unpredictable adventure to this day, also for well-trained tourists who travel a safer route than the Inca Trail. Pablo Neruda was not an Indiana Jones. Neruda was an urban bohemian dandy. He wasn´t a rock climber.
Could Neruda really have made it to Machu Picchu during a four-day ride? I haven’t been able to confirm that.

PÉREZ SANTIAGO
info@opulens.se

Mysteriet med Pablo Nerudas besök i Machu Picchu. By Pérez Santiago

 INKAMYSTERIUM. Den chilenske poeten Pablo Neruda besökte Machu Picchu någon gång mellan onsdagen den 27 och lördagen den 30 oktober 1943. Hur tog han sig dit? Först fem år senare invigdes den slingrande vägen från Aguas Calientes upp till Machu Picchu, den så kallade Hiram Binghams väg.

Jag blickar liksom hundratals besökare ut över inkakulturens mäktiga ruinstad i Machu Picchu i Peru. Nedanför forsar den slingrande floden Urubamba eller Willcamayu, som på quechua betyder ”solens flod”.

Och jag suckar av hänförelse, liksom hundratals hundratals turister också gör varje dag vid åsynen av dessa höga berg och denna inkakulturens mest kända skapelse.

Trots att det inte är så enkelt att ta sig hit ökar varje år antalet turister. På en och en halv timme tar en buss oss tidigt på morgonen från Cusco till Ollataytamba , där ett tåg inväntar för att ta oss till Aguas Calientes, ett turiststad bland gröna berg. Därifrån tar en buss oss längs en slingrande bergsväg 700 meter upp till inkastaden.

I oktober 1943, alltså för 75 år sedan, lär poeten och Nobelpristagaren Pablo Neruda ha besökt Machu Picchu. Enligt honom själv kom besöket att bli magisk uppenbarelse som förvandlade honom som människa och som skald. 1945 utgav han ett av sina mest kända diktverk, Alturas de Macchu Picchu ( ”Machu Picchus höjder”), som 1950 blev en del av Canto General (”Den allmänna sången”).

Hur kunde Pablo Neruda komma till inkastaden Machu Picchu, är en fråga som man spontant ställer sig.

Luis Nieto Degregori, en av de mer kända författarna i Cusco, har forskat kring historien med Pablo Neruda besök i Machu Picchu. Hans far, Luis Nieto Miranda, kallad ”Cholo Nieto”, träffade Neruda i Cusco 1943. Latinamerika hade öppnat sig för världen och Nieto hade fattat tycke för solidariska äventyrare som Neruda.

I en krönika från 2004 med rubriken ”Neruda i Machu Picchu”  hävdar Luis Nieto Degregori att Neruda kom till Cusco med tåg på eftermiddagen den 26 oktober. Med sig hade han sin hustru Delia del Carril , den peruanske författaren Esteban Pavletich, tillika press- och propagandachef i regeringen, samt Uriel Garcia, författare, socialist och senator för Cusco.

Cusco, som ligger på 3 500 meters höjd över havet, var på den tiden inte det turisternas Mecka som det är i dag. Staden hade bara omkring 45 000 invånare, varav de flesta talade quechua. De kom in till stortorget Plaza de Armas med sina hattar, färgglada ponchos och lamadjur för att sälja jordbruksprodukter och hantverk tuggande på cocablad.

Vid en välkomstceremoni samma dag utnämnde Cuscos borgmästare Neruda till hedersgäst i staden.

Vid ett senare tillfälle under besöket hyllades han under en ceremoni i Cuscos teater i närvaro av företrädare för kulturorganisationer, konstnärer och arbetare från trakten. Hans vän Luis Nieto Miranda stod för välkomsttalet, som kom att publiceras i Cuscos kommuntidning 1945. Luis Nieto hade lärt känna Pablo Neruda under sin åttaåriga landsflykt från Chile. Under publikens jubel utbrast han bland annat: ”Ni har bett mig att framföra en hälsning till denne kampens skald, detta hjärta gjort av morgonens stål. Se på honom, där har ni honom.”

Den morgonen deklamerade Neruda två av sina tjugo kärleksdikter och en förtvivlad sång, några av dikterna i Spanien i hjärtat och Residencia en la tierra (ej översatt till svenska). Efter en och en halv timme tog han avsked av publiken med sin då ännu icke publicerade ”Ny kärlekssång till Stalingrad”.

På Alla helgons dag den 1 november gick Neruda och hans hustru på tåget för att fortsätta resan till Chile. På stationen tog delegationer från kulturorganisationer och fackföreningar avsked av dem. Nieto Digregori hävdar att lokalpressen inte informerade om poetens besök i Machu Picchu. Den resan måste ha skett mellan onsdagen den 27 och lördagen den 30 oktober 1943.

”På otillgängliga stigar och på åsneryggar kom vi upp till den förlorade staden: Machu Picchu, den mystiska” (Neruda, Condé sur Iton, januari 1972). ”Jag stannade till i Peru och besökte ruinstaden Machu Picchu. Vi kom dit upp till häst. På den tiden fanns det ingen väg. Uppifrån kunde jag se de gamla stenbyggnaderna, omgivna av Andernas höga, gröna berg” (Neruda, Jag bekänner att jag levat: minnen, 1975).

Det sägs att det var hans följeslagare Esteban Pavletich (1906–1981), peruansk författare och politisk aktivist i indianfrågor, som organiserade Nerudas resa till Machu Picchu. Han hade levt i landsflykt i Chile i början av 30-talet och hade då lärt känna Neruda. Pavletich var vid det här laget 37 år gammal och hade erfarenhet av att klättra i berg efter att ha ingått i César Sandinos och Farabundo Martís gerilla i Nicaragua i slutet av 1920-talet.

Mysteriet kvarstår. Hur kom Pablo Neruda upp till Machu Picchu? Först 1948 invigdes den slingrande vägen från Aguas Calientes upp till Machu Picchu, den så kallade Hiram Binghams väg. Och det var först 1950 som Machu Picchu öppnades för turister.

Inkaleden var en tillfartsväg. Alla som gått den intygar att den är en av de mest imponerande och utmanande leder som finns på jorden. Den fyra mil långa leden löper längs branta bergsstigar. Den förkoniala leden med höga trappsteg i sten underhålls i dag av guiderna. Man passerar på vägen flera arkeologiska inkacentra och tunnlar inne i berget. Det tar fyra dagar och tre nätter att komma fram och man passerar en höjd på 4 200 meter över havet i kall luft. Om man haft vingar kanske skulle ha flugit, för detta är himlen. Höjdsjukan kan ge huvudvärk, yrsel, bristande aptit och sömnsvårigheter och kan få komplicerade följer om man inte ser upp. Man måste förbereda sig fysikt inför strapatserna och det är viktigt att dricka mycket te av cocablad. Det är en äventyrlig och fascinerande rutt.

Det andra sättet att komma till Machu Picchu var via Aguas Calientes, dit tåget gått sedan 1934. Därifrån gick färden upp med mulåsna eller till häst. Det var troligen den vägen Neruda tog.

Den dag vi besökte Machu Picchu började det regna på eftermiddagen. Vi tog bussen ner till Aguas Calientes och innan vi hann  inta en Pisco Sour började det ösregna med blixtar och dundrande åska. Från terrassen på restaurangen såg vi hur amerikanska, tyska, italienska, franska och spanska turister fortsatte att strömma in till Machu Picchu. Ingen går längre vilse, alla är välinformerade och tar sig fam med hjälp av karta och GPS i sina Iphones. Alla är försedda med regnskydd, mössa och stövlar. Dessa turister kommer för att kriga, tänkte jag.

Resan till Macchu Picchu är än i dag ett oförutsägbart äventyr, också för vältränade turister som tar sig fram en säkrare väg än Inkaleden. Pablo Neruda var mer en flanerande poet än en Indiana Jones, mer en bohemisk stadsdandy och lättsam livsnjutare än en bergsklättrare. Kan han verkligen ha tagit sig upp till Machu Picchu under en fyradagarsritt på en åsnerygg? Jag har inte kunnat få det bekräftat.

PÉREZ SANTIAGO
info@opulens.se