(Publicado en utopista pragmático Nº73, 16 de junio 2002)
En El Mercurio, Ignacio Valente, el cura Valente, sindicó a Isabel Allende como un epígono de García Márquez. Los hechos ocurrieron hace veinte años, por su novela La Casa de los espíritus. Durante años, escritores de esta provincia llamada Chile, en una desmañada operación de asesinato de imagen, tomaron esa afirmación del cura Valente y, para apocarla, (difícil tarea con una empecinada Isabel Allende) iteran que ella copia el realismo mágico de García Márquez. Nada más artero y conspirador en la literatura que desacreditar de un plumazo.Había en esa manipulación un estrecho, estrechísimo cerco mental y mala leche, una falta de distanciamiento y una perspectiva anclada aún en la estética de la región.Efectivamente, el realismo mágico no es exclusividad latinoamericana: ya estaba, de algún modo, en las sagas nórdicas de la Edad Media, algunas recopiladas en Codees Regius, un manuscrito del 1200, guardado en Copenhague. Los fundadores de Islandia -tierra del hielo- fueron jefes feudales noruegos exiliados durante el siglo IX. Allí los pueblos exiliados construyeron aventuras extravagantes de héreos mítico-reales sobre sus antepasados. Estas sagas enumeran hechos fantásticos y surreales. Durante los siglos X y XI llegaron a ser alrededor de treinta y cinco mil habitantes islandeses y en esa época construyeron las sagas propiamente islandesas que comenzaron a ser transcritos sobre piel de ternera. Los largos y oscuros inviernos, despertaban la imaginación de los islandeses. Aún hoy los islandeses son uno de los países con mayor índice de lectura en el mundo. Paralelamente a las sagas de seres reales, surgen sagas noveladas en las que se hace borroso el deslinde entre historia y cuento. Venganzas sangrientas y disputas familiares son los motivos más comunes. Un pequeño descuido, el más leve agravio podía desencadenar actos de venganza. La venganza era una obligación para hombres y mujeres. Las mujeres eran iguales, y sin llantos ni suspiros, van también tras el desagravio. La leyenda Gesta Danorum de Saxo Grammaticus del siglo XI relata sobre como el príncipe Amleth prepara la refinada venganza de su padre. Si usted reconoce la anécdota es que recuerda el Hamlet de Shakespeare, una obra que tiene raíces islandesas. Durante el siglo XII las guerras civiles acabaron con su república y la independencia de Islandia. Lo único que sobreviviría era su literatura.
La sueca Selma Lagerlöf (1958-1940) (Premio Nóbel en 1909), escuchaba de niña las sagas de Islandia en Värmland, su terruño cubierto de lagos y bosques, propicio para la mística de las leyendas. Su técnica narrativa -en La Saga de Gösta Berling y Las Monedas de Don Arne, por ejemplo- es deudora de las sagas islandesas. Y Selma Lagerlöf, a su vez, ejerció influencia sobre la literatura latinoamericana. El mexicano Juan Rulfo reconoció: "los escritores nórdicos fueron en realidad la influencia que he tenido más cerca. Yo empecé a leer a los nórdicos, a Knut Hamsun, a Björnsson, a Selma Lagerlöf, en fin...a mí siempre me ha gustado la literatura nórdica porque da la impresión de un ambiente brumoso, neblinoso, ¿no?."
Obviamente, no podía ser de otro modo, las sagas han influenciado siempre a la nueva literatura islandesa en su folclorismo y color local. Halldor Laxness (1902- 1983) (Premio Nóbel en 1955) introdujo una renovación de la literatura islandesa. Pero es Gudbergur Bergsson (1932) -con su novela Tomas Jonson, Best seller (1966)- el que amplió la matriz literaria de Islandia. Hizo una revolución. Una novela larga, de estructura compleja y tono experimental, que modernizaba la narrativa tradicional, mezcla de realismo y surrealismo con tonos humorísticos y bizarros, propios de la tradición islandesa. Los jóvenes lo convirtieron en un libro de culto. Nuestra literatura le debe mucho a este islandés.
Escuchemos.
Bergsson ha traducido a El Quijote, a García Márquez, a Borges, a García Lorca, entre otros, al islandés. Bergsson ha introducido la literatura española y latinoamericana en Islandia. Nació en 1932 en Grindavik, un pueblo cerca de Reykiavik. Es autor de más de veinte novelas y colecciones de cuentos y ha recibido dos veces el prestigioso Premio de las Letras Islandesas. Bergsson, muy popular en su país, ha alcanzado en los últimos años verdadero reconocimiento en el mundo literario europeo. Kundera, por ejemplo, considera a Gudbergur Bergsson un autor continental. Bergsson escribe artículos para diarios y radios de Islandia desde donde mantiene su lucha contra la estupidez, la corrupción y la estagnación.
Así es, Islandia tiene una gran tradición de "realismo mágico". No es casualidad que Isabel Allende tenga un público masivo en los países nórdicos.
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