Pérez Santiago, 1988. Foto: Ricardo Arroyo
Entrevista a Pérez Santiago, traductor de la poeta más importante
de la literatura sueca, Karin Boye.
“Leí a la sueca Karin Boye
en los años 80. Yo era un joven desterrado y confundido. Ella me dio una
luz. Hoy, pasado los años y en la triste pandemia, su relectura reforzó
en mí la poeta vital. No dolida, No
triste. Un hombre, una mujer debe levantarse y hacer lo que tiene que hacer” Entrevista en el programa Barco de Papel de Radio Nuevo Mundo por Macarena Castro y David Hevia, lunes 26 de abril 2021. 1. Omar ¿Cuáles son, a tu juicio, los elementos más destacables de la obra poética de Karin Boye? Los elementos más destacables de su obra poética es su magnífico ritmo
de oleadas sonoras surgidas de su fantasía personal. —sobre el amor, la fe, la muerte, la cultura y la
naturaleza—, de inusual calidad musical y rítmica y sensibilidad en el
lenguaje. En las horas frías de mi remoto exilio en Suecia, durante los años 80,
leí encantado a Karin Boye. Descubrí entonces que el mayor valor de una poeta
es su encanto. Hoy, en la apocalíptica pandemia traduzco sus libros de poesía.
Releo su legado. Karin Boye la poeta
más querida en Suecia, nació en 1900 y murió en 1941. En 1922 tenía 22 años Era menuda.
Pelo corto. Caminaba alegre y risueña por los grandes y hermosos jardines de la
Universidad de Uppsala, la casa de estudios más antigua de la región, donde
estudiaba griego, idiomas nórdicos e historia de la literatura. Un día su sueño
mágico se hizo realidad y su vida cambió. En 1922 la editorial Bonniers publicó
su primer libro Nubes, 42 poemas
sobre cosas esenciales —El culto a la belleza, el espíritu de lucha y la vida
dinámica, la intensidad, curiosidad y la sed de vivir de sus poemas sedujeron a
la juventud. Fue inmediatamente leída por mujeres jóvenes, como ella. Una poeta
al mismo tiempo canónica y heterodoxa. 2.
Tú has emprendido un trabajo de traducción de su obra. ¿Qué buscas rescatar de
la autora también traductora, en esa tarea y que desafíos aparecen allí en el
oficio de volcarla al castellano? Yo rescato su vitalidad
poética, su alegría de vivir. Su fe en la palabra. Y mis traducciones la
colocan en una corriente poética vitalista. Durante los hermosos años de anarquía
que siguieron al tratado de Versalles de 1919 -fin de la guerra y de la
pandemia de la gripe española-, Boye vivió la vida que deseó. Era vital, de
espléndidos ojos azules. Gentil. Graciosa. Pelo corto a la moda. En la Universidad de Uppsala estudió
idiomas, útil para su elocuencia. Durante esos felices años veinte fue activa en asociaciones
femeninas y en revistas culturales, fue crítica literaria y traductora. Tradujo La Tierra Baldía de
T.S. Eliot al sueco. Le gustaba la fiesta. Bailó en los
bares lésbicos El Dorado y Silhouette de Berlín, antes de que Hitler los
prohibiera. Estuvo en Moscú antes de la sangrienta purga de Stalin. Tuvo una vida sexual activa. Se casó
con el escritor Leif Björk. Relación breve con el profesor Victor Svanberg. En
Berlín, según escribió en una carta, se acostó con una gigoló griega. Desde
1934 vivió con la joven judía alemana Margot Hanel. 3. Por estos días vea la luz tu versión de Nubes. ¿Observas una
evolución estética entre ese primer poemario de Boye y su obra posterior? Sí, Nubes se publica con Los Perros Románticos. Karin escribió 5 libros
de poemas entre 1922 y 1941 · (Nubes), 1922. (Tierra Oculta), 1924 · (Los Hornos), 1927 ·
(En el nombre de los árboles) 1935 · (Los siete pecados capitales), 1941. En su
poesía mantuvo el cuestionamiento de supuestos valores e ideales eternos,
absolutos e inmutables. Hacia el fin de su vida las cosas cambian. La lucha
cultural se libró entre las fuerzas culturalmente conservadoras que defendieron
el viejo orden y fuerzas radicales que
sintieron la necesidad de crear un nuevo orden. Karin
Boye tenía una verdad interior, era libre de prejuicios, abierta a la verdad.
Su forma de vida era una protesta contra la decadencia y la decrepitud de la
civilización. En los cinco libros, que yo ahora traduzco, incubó un legado literario,
realidades imaginarias o simbólicas, que han ejercido una gran influencia en la
cultura con su magnífico ritmo del lenguaje, que cautiva nuestro entusiasmo por
su pureza y fuerza. Una poesía pura y llena que esas
oleadas sonoras que no se interrumpen ni por un segundo; ninguna obra de la
poesía sueca tiene esa continuidad de ritmo, esa armonía tan bellamente
desplegada. 4. “Aquí no voy. Esta no
soy yo/ Esto es solo es solo un reflejo mentiroso”, escribe la autora en Idea.
En el Réquiem de tu traducción de Nubes tú adviertes sobre la forma majadera en
que se ha pretendido dar a la autora el rol de angel caído, y que la
manipulación hizo algo parecido en Chile con Gabriela Mistra. Nos gustaría que
te explayes sobre eso. Karin Boye era una poeta de excelencia superior, pero la construcción
mental de la época interpretó su muerte
como un problema psicológico personal, antes que efectos de la organización
social. Su muerte en 1941 fue considerada como un problema íntimo. Las construcciones
mentales de la época evadieron la responsabilidad social y política del statu quo en el trato a
las mujeres. Eso es lo que hay que reparar. Efectivamente, el rol que le asignaron en mundo del arte fue de ángel
sufrido, de monja. En Chile, los manipuladores hicieron lo mismo con la poeta Gabriela
Mistral, la convirtieron en una recitadora de rondas infantiles, en una madre
frustrada. Recién ahora se lee con otros registros. En el caso de Karin Boye, las nuevas biografías han cambiado esa visión
que se construyó inmediatamente después de su muerte. Hay indicios que ella
realmente no quería suicidarse. La dosis de insomnio no habría sido lo
suficientemente fuerte. Ella no murió por las pastillas para dormir. Ella se habría
congelado hasta la muerte. A comienzos de los años 40, ella vivía una de las épocas más oscura de
la civilización, nazismo, stalinismo, en una palabra, totalitarismo. Una lucha
directa con el demonio. Una época tan oscura como la actual crisis de la
civilización por el Coronavirus. Lo mismo ocurrió con otras dos escritoras de esa época, Virginia Woolf
y Alfonsina Storni. La comparación da una serie de reflejos que iluminan mejor
el marco de profundidad en el espacio. La tres insignes figuras épicas acumularon muchas semejanzas, Boye,
Woolf y Storni. Las tres terminan prematuramente su vida. Eran naturalezas libres encerradas entre muros, en un espacio más
reducido que un convento, en una comunidad opresora. Para ellas, después de unos brillantes y divertidos años 20, la realidad era sombría. El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf se puso su abrigo, llenó sus
bolsillos con piedras y se lanzó al pequeño pero profundo río Ouse, Inglaterra,
cerca de su casa y se ahogó en esas aguas oscuras. En 1938 Alfonsina Storni se suicidó en Mar del Plata, Argentina,
arrojándose desde la desaparecida escollera del Club argentino de mujeres. A Karin Boye la encontraron en un bosque. 5. En tu condición de escritor, qué sabores y aprendizajes te deja haber
revisitado los versos de Boye de esa forma tan intensa que desemboca en la
traducción? La nobleza de su lenguaje era la forma natural de su aliento, de su
voz; era algo fundamental de su propio ser; nada hay de artificial en esa obra,
en la que sólo hallamos magnificencia de la forma. Su literatura ha influido en
varias generaciones de mujeres de trayectorias intelectuales. Sí, por supuesto.
Karin Boye era una mujer llena de vida y vitalidad, con gran sentido del humor
y personalidad
Era gentil e indulgente. Tenía gracia y gentileza. Sí. Pero también
tenía el brío de las chotacabras, la energía que el pájaro necesita para
incubar en el nido su huevo poético. Su luminosidad para entregar vida a su
germen interior, una lírica de temperamento y carácter. Karin Boye era bastante
rica en imaginación, audacia y fuerza creadora como para producir una nueva
realidad que la amplia y la enriquece, una ilusión poética que se transforma en
vida, un mundo dentro del mundo. Cómo todos los grandes poetas, ella creó su
propio mundo. |
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