lunes, abril 26, 2021

Omar Pérez Santiago: “Cómo todos los grandes poetas, Karin Boye creó su propio mundo”

 

Pérez Santiago, 1988. Foto: Ricardo Arroyo

Entrevista a Pérez Santiago, traductor de la poeta más importante de la literatura sueca, Karin Boye.

“Leí a la sueca Karin Boye en los años 80. Yo era un joven desterrado y confundido. Ella me dio una luz.  Hoy, pasado los años  y en la triste pandemia, su relectura reforzó en mí  la poeta vital. No dolida, No triste. Un hombre, una mujer debe levantarse y hacer lo que tiene que hacer”

Entrevista en el programa Barco de Papel de Radio Nuevo Mundo por Macarena Castro y David  Hevia, lunes 26 de abril 2021.

1.  Omar ¿Cuáles son, a tu juicio, los elementos más destacables de la obra poética de Karin Boye?

Los elementos más destacables de su obra poética es su magnífico ritmo de oleadas sonoras surgidas de su fantasía personal. —sobre el amor, la fe, la muerte, la cultura y la naturaleza—,  de inusual calidad musical y rítmica y sensibilidad en el lenguaje.

En las horas frías de mi remoto exilio en Suecia, durante los años 80, leí encantado a Karin Boye. Descubrí entonces que el mayor valor de una poeta es su encanto. Hoy, en la apocalíptica pandemia traduzco sus libros de poesía. Releo su legado.  Karin Boye la poeta más querida en Suecia, nació en 1900 y murió en 1941.  En 1922 tenía 22 años  Era menuda. Pelo corto. Caminaba alegre y risueña por los grandes y hermosos jardines de la Universidad de Uppsala, la casa de estudios más antigua de la región, donde estudiaba griego, idiomas nórdicos e historia de la literatura. Un día su sueño mágico se hizo realidad y su vida cambió. En 1922 la editorial Bonniers publicó su primer libro Nubes, 42 poemas sobre cosas esenciales —El culto a la belleza, el espíritu de lucha y la vida dinámica, la intensidad, curiosidad y la sed de vivir de sus poemas sedujeron a la juventud. Fue inmediatamente leída por mujeres jóvenes, como ella. Una poeta al mismo tiempo canónica y heterodoxa.

2. Tú has emprendido un trabajo de traducción de su obra. ¿Qué buscas rescatar de la autora también traductora, en esa tarea y que desafíos aparecen allí en el oficio de volcarla al castellano?

Yo rescato su vitalidad poética, su alegría de vivir. Su fe en la palabra. Y mis traducciones la colocan en una corriente poética vitalista.

Durante los hermosos años de anarquía que siguieron al tratado de Versalles de 1919 -fin de la guerra y de la pandemia de la gripe española-, Boye vivió la vida que deseó. Era vital, de espléndidos ojos azules. Gentil. Graciosa. Pelo corto a la moda.

En la Universidad de Uppsala estudió idiomas, útil para su elocuencia.

Durante esos felices años veinte fue activa en asociaciones femeninas y en revistas culturales, fue crítica literaria y traductora. Tradujo  La Tierra Baldía de T.S. Eliot al sueco.

Le gustaba la fiesta. Bailó en los bares lésbicos El Dorado y Silhouette de Berlín, antes de que Hitler los prohibiera. Estuvo en Moscú antes de la sangrienta purga de Stalin.

Tuvo una vida sexual activa. Se casó con el escritor Leif Björk. Relación breve con el profesor Victor Svanberg. En Berlín, según escribió en una carta, se acostó con una gigoló griega. Desde 1934 vivió con la joven judía alemana Margot Hanel.

 

3. Por estos días vea la luz tu versión de Nubes. ¿Observas una evolución estética entre ese primer poemario de Boye y su obra posterior?

Sí, Nubes se publica con Los Perros Románticos. Karin escribió 5 libros de poemas entre 1922 y 1941 · (Nubes), 1922.  (Tierra Oculta), 1924 · (Los Hornos), 1927 · (En el nombre de los árboles) 1935 · (Los siete pecados capitales), 1941. En su poesía mantuvo el cuestionamiento de supuestos valores e ideales eternos, absolutos e inmutables. Hacia el fin de su vida las cosas cambian. La lucha cultural se libró entre las fuerzas culturalmente conservadoras que defendieron el viejo orden y  fuerzas radicales que sintieron la necesidad de crear un nuevo orden. Karin Boye tenía una verdad interior, era libre de prejuicios, abierta a la verdad. Su forma de vida era una protesta contra la decadencia y la decrepitud de la civilización.

En los cinco libros, que yo ahora traduzco, incubó un legado literario, realidades imaginarias o simbólicas, que han ejercido una gran influencia en la cultura con su magnífico ritmo del lenguaje, que cautiva nuestro entusiasmo por su pureza y fuerza.

Una poesía pura y  llena que esas oleadas sonoras que no se interrumpen ni por un segundo; ninguna obra de la poesía sueca tiene esa continuidad de ritmo, esa armonía tan bellamente desplegada.

4. “Aquí no voy. Esta no soy yo/ Esto es solo es solo un reflejo mentiroso”, escribe la autora en Idea. En el Réquiem de tu traducción de Nubes tú adviertes sobre la forma majadera en que se ha pretendido dar a la autora el rol de angel caído, y que la manipulación hizo algo parecido en Chile con Gabriela Mistra. Nos gustaría que te explayes sobre eso.

Karin Boye era una poeta de excelencia superior, pero la construcción mental de la época  interpretó su muerte como un problema psicológico personal, antes que efectos de la organización social. Su muerte en 1941 fue considerada como un problema íntimo. Las construcciones mentales de la época evadieron la responsabilidad social y política del statu quo en el trato a las mujeres. Eso es lo que hay que reparar.

Efectivamente, el rol que le asignaron en mundo del arte fue de ángel sufrido, de monja.

En Chile, los manipuladores hicieron lo mismo con la poeta Gabriela Mistral, la convirtieron en una recitadora de rondas infantiles, en una madre frustrada. Recién ahora se lee con otros registros.

En el caso de Karin Boye, las nuevas biografías han cambiado esa visión que se construyó inmediatamente después de su muerte. Hay indicios que ella realmente no quería suicidarse. La dosis de insomnio no habría sido lo suficientemente fuerte. Ella no murió por las pastillas para dormir. Ella se habría congelado hasta la muerte.

A comienzos de los años 40, ella vivía una de las épocas más oscura de la civilización, nazismo, stalinismo, en una palabra, totalitarismo. Una lucha directa con el demonio. Una época tan oscura como la actual crisis de la civilización por el Coronavirus.

Lo mismo ocurrió con otras dos escritoras de esa época, Virginia Woolf y Alfonsina Storni. La comparación da una serie de reflejos que iluminan mejor el marco de profundidad en el espacio.

La tres insignes figuras épicas acumularon muchas semejanzas, Boye, Woolf y Storni. Las tres terminan prematuramente su vida.

Eran naturalezas libres encerradas entre muros, en un espacio más reducido que un convento, en una comunidad opresora.

Para ellas, después de unos brillantes y divertidos años 20,  la realidad era sombría.

El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf se puso su abrigo, llenó sus bolsillos con piedras y se lanzó al pequeño pero profundo río Ouse, Inglaterra, cerca de su casa y se ahogó en esas aguas oscuras.

En 1938 Alfonsina Storni se suicidó en Mar del Plata, Argentina, arrojándose desde la desaparecida escollera del Club argentino de mujeres.

A Karin Boye la encontraron en un bosque.

 

5. En tu condición de escritor, qué sabores y aprendizajes te deja haber revisitado los versos de Boye de esa forma tan intensa que desemboca en la traducción?

 Para mí, ha sido un redescubrimiento. La leí cuando yo era joven en los años 80, cuando yo era un expatriado confundido. Ella me dio una luz.  Y ahora, pasado los años, su relectura refuerza en mí, en plena pandemia, la idea de una poeta vital. No dolida, No triste.  Un hombre, una mujer debe levantarse y hacer lo que tiene que hacer.

La nobleza de su lenguaje era la forma natural de su aliento, de su voz; era algo fundamental de su propio ser; nada hay de artificial en esa obra, en la que sólo hallamos magnificencia de la forma. Su literatura ha influido en varias generaciones de mujeres de trayectorias intelectuales. Sí, por supuesto. Karin Boye era una mujer llena de vida y vitalidad, con gran sentido del humor y personalidad

Era gentil e indulgente. Tenía gracia y gentileza. Sí. Pero también tenía el brío de las chotacabras, la energía que el pájaro necesita para incubar en el nido su huevo poético. Su luminosidad para entregar vida a su germen interior, una lírica de temperamento y carácter. Karin Boye era bastante rica en imaginación, audacia y fuerza creadora como para producir una nueva realidad que la amplia y la enriquece, una ilusión poética que se transforma en vida, un mundo dentro del mundo. Cómo todos los grandes poetas, ella creó su propio mundo. 


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