CALUROSAS PASIONES DE UN ERRANTE
Prólogo a la edición del noviembre de 2017
Los cuentos tenían hambre de realidad erótica. Las circunstancias de un joven escritor exiliado y errabundo, sus ensayos y juegos sexuales. Se publicaron por aquí y por allá durante los años 80 y tomaron luego forma de libro.
¿Cuál era el ambiente en que escribí estos cuentos? ¿De dónde venía la naturaleza conjetural de la representación erótica en la posmodernidad irónica, autoconsciente y desesperanzada de los años 80?
Iba yo por los treinta. Vivía mi exilio en un frío departamento de Malmö en Suecia, sin calefacción central.
El mundo era absurdo y estaba lleno de dementes.
¿Quién puede aliviar al exiliado solitario?
Una danesa, una dulce danesa que había conocido casualmente.
Y eso era un paso adelante.
Henry Miller, catalogado de obsceno y pornógrafo, murió en 1980 y Anaïs Nin, la delgada candelilla de la atrevida literatura bohemia y erótica, había fallecido en 1977. En 1931 se habían conocido en París y mantuvieron una húmeda amistad y un encendido epistolario.
En 1981 se publicaron por vez primera "Cartas a Anaïs Nin" de Henry Miller, una aguda confesión.
“Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna.”
“Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros.”
Henry Miller y Anaïs Nin se pondrían de moda entre nosotros, en la década de los años 80, como una venganza, como una avalancha. Sus obras eran de fragmentos, paradojas, eclecticismo, autoexilio y desilusión. Los cuentos de Anaïs Nin eran erotismo errante en primera persona, difusa frontera entre la narradora y la autora, prefiguraciones del yo.
“¡Y yo, que siempre había querido que me desgarraran el vestido!”
Ellos tenían una visión personal e íntima, reírse de sí mismos, cruzar las débiles fronteras de los géneros literarios.
Desarrollaron mis sentidos, expandieron mi visión y enriquecieron mi juego.
Fue una forma de contagio y de entusiasmo.
Iba yo por los treinta y discutía de estas cosas con mi amiga danesa.
¿Es posible el amor sin deseo sexual?
—Lee a Kierkegaard, me dijo la danesa en la plaza de Nytorv de Copenhague, donde hace muchos años había nacido el autor, Sören Kierkegaard.
Era verano y ella llevaba una faldita floreada. Nos fuimos flaneando hasta la catedral de Nuestra Señora. Entramos. La besé.
—Aquí no, me dijo.
—Sí, le dije, aquí sí.
—No quiero que la Providencia me trate mal.
"El diario de un seductor", del danés Sören Kierkegaard, fue también un producto pop en los años 80, con sus nuevas traducciones y ediciones. Vivió 42 años y tuvo una borrascosa relación de atracción y rechazo con Regine Olsen, una chica realmente hermosa.
—No me dejes, dijo Regine Olsen.
Kierkegaard meditó sobre el amor biográfico. Juan, el seductor, perito en las artes del engaño y la manipulación, y la joven Cordelia. Es un hombre estético frente al poderío sexual femenino.
Una noche, hace poco, como un simple juego, en la cama divago sobre estas personas y estas obras autobiográficas y de sexo vivencial y su trasfondo de amargor, parejas dispuestas a todo como si fueran fieras, que influenciaron mi vida cultural de esos años.
Es la llamada memoria visual y emocional de esos años, la carga emotiva o placas literarias y culturales que funcionan como fuerza mágica.
Chispazos o cuchillazos neuronales y desconcierto vital, en la cama.
Pues bien, Charles Bukowsky había publicado muchos cuentos y poemas en editoriales independientes. Fue en los años 80 que publican en español sus novelas, con sus temas muy cerca de su realidad biográfica de desengaño, sus experiencias de vida o lo más parecido a ella. Su alter ego Henry Chinaski, con mirada de loco, consumidor de vino barato, un mujeriego sincero y duro, “gastado ya por la vida”.
“Ay, estas mujeres están locas. Van a acabar conmigo.”
En 1981 con la novela "Lunas de hiel", Pascal Bruckner narra ¡ay! el exquisito dolor y la fascinante insanía del descenso a los infiernos de una pareja durante un crucero. Un cuchillo afilado embetunado de farsa y tragedia.
“Todas las relaciones contienen la semilla de la farsa y la tragedia”.
La novela fue después llevada al cine por el potente Roman Polanski.
Año 1981. Dos films me dislocan la cabeza.
"El cartero siempre llama dos veces", un remake magnífico de Bob Rafelson, basada en la novela negra de 1934 del gran James M. Cain. Una pareja muy caliente, dos desquiciados, (con Jack Nicholsson y Jessica Lange), fabricaron una de las escenas eróticas más populares de pasión desatada sobre la mesa de una cocina donde saltan cuchillos, tenedores y sartenes.
"La tomé en mis brazos y aplasté mis labios contra los suyos...
—¡Muérdeme! ¡Muérdeme!
La mordí. Hundí tan profundamente mis dientes en sus labios, que sentí su sangre en mi boca."
El film es un remake de "Ossessione", una versión italiana de Luchino Vissconti de 1943, sobre el destino trágico de una pareja llevada por el fatalidad, "Les amants diaboliques", como la titularon en francés.
1981. Ese mismo año se estrenó otra obra de cine negro: "Fuego en el cuerpo" de Lawrence Kasdan, otra cinta de sexo y de chispas, de calor y perdición, procaz y descarada, protagonizada por William Hurt y Kathleen Turner.
¡Oh, aquellas manos en aquella escena en aquella bañera!
“Lo que posees, te posee”:
Un hombre al que le gusta el sabor del sexo es finalmente atrapado en las redes de una mujer fatal, un invento exquisito y peligroso como alacrán:
“No eres muy inteligente, ¿no?, me gusta eso en un hombre, que no sea muy inteligente”.
"La insoportable levedad del ser", la novela del checo Milan Kundera, de 1984 es un choque de amor, como choque de trenes. Tomás, un cirujano checo conquista a muchas amantes en Praga, hasta que conoce a Teresa, quien pone en duda su vida de eterno soltero.
¡Cuidado, Tomás, cuidado!
¡En manos de qué chica fue a caer!
Yo no había terminado de leer "La insoportable levedad del ser" y pude ver la versión enjundiosa llevada al cine por Philip Kaufman, con la sueca Lena Olin de Teresa en una erótica escena de espejo y sombrero.
Lena Olin fue entonces mi sueca preferida.
Recuerdo "Nueve semanas y media" de 1986, de Adrian Lyne, "Sexo, mentiras y video" de 1989 de Steven Soderbergh y "Wild Orchid", una película de 1989 dirigida por Zalman King. Agrégale todo el comic transgresor para adultos que irrumpió en los años 80.
Los cuentos, ejercicios y formas de ficción, (quería evitar el naturalismo y la literatura reflejo), se fueron publicando en revistas y antologías, hasta que asumió el rol de libro, como si fuese una novela.
La foto de la portada es de la sueca, Catarina Ek, sobre una versión de la obra de Diego Velázquez, "La venus en el espejo".
El mundo no es mejor ni peor que hace 30 años cuando escribí estos cuentos de literatura erótica errante; cuando yo, en mi exilio, quería ser un autor de calle para salir del frío y del fastidio, confrontando visiones culturales disimiles, con personas de diferentes orígenes, ver las cosas desde un punto de vista que nunca habría considerado, más allá de una tesis o una ideología..
El mundo es absurdo hoy, tal como lo era entonces.
Y los dementes, los grandes dementes siguen sueltos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario