miércoles, julio 23, 2008

Cuando el tiempo se pone duro



Tom Waits en la recordada presentación de Chocolate Jesús, en un show de tevé.
"Artista único, ecléctico e inquieto, de voz lijosa, abrigado a la escritura beatnik de William Burroughs o Jack Kerouac y a los sonidos primarios del jazz, el blues, el cabaret, las composiciones pop del Tin Pan Alley, la vanguardia, Lenny Bruce, Harry Partch, Louis Armstrong, el burlesque, Kurt Weill o el rock experimental.
Creador y espejo de outsiders dados al alcohol y a la bohemia que pueblan ambientes tan sórdidos como románticos, tan míseros como fascinantes, tan teatrales como reales, Tom Waits es uno de los grandes personajes de la historia del rock, un crooner noctívago del lumpen, de los clubes de barrios bajos henchidos de alcohol y humo."
Bien dicho aquí.
Y, por supuesto, la descripción de Carlos Boyero es precisa y convulsiva:
"Es más que un músico, que un cantante excepcional, que un showman, que un actor, que un símbolo. Es un estado de ánimo, es el delirio y el analgésico del perdedor, es llenar de belleza el volcán y el desastre cotidiano, es de las cosas más profundas que te pueden ocurrir cuando tienes el hígado roto y el corazón jodido, es el corazón del sábado noche, es el último tren a la ciudad, es las cosas del corazón, es el suelo inmensamente frío, son los halcones nocturnos en el diner, es la chica de Jersey, es noviembre, es el tiempo, es nadie, es la hermosa enfermedad, es la droga que logra establecer una tregua con mis dolores más profundos, es la autodestrucción y la necesidad de vivir, es la autocompasión y el desgarro, es las entrañas de la soledad y del desamparo, es la chulería indefensa y la sensualidad del amanecer, es la necesidad de irse y de quedarse, es la elegía y la obsesión, es un individuo de pinta inquietante y voz incomparable llamado Tom Waits."

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