Quizás hay que amar a Norteamérica, para disfrutar completamente el libro de Philip Roth, Sale el espectro (Exit Gosh, 2007), traducido por Jordi Fibla.
Quizás hay que amar a Norteamérica y yo no amo a Norteamérica.
(Confieso que no pude con La Conjura contra América)
(Confieso que no pude con La Conjura contra América)
Sin duda que lo más vital o mejor del libro Sale el espectro son los diálogos que se inventa el viejo autor, cargados de erotismo gratuito y de mala leche, con una joven escritora.
“ELLA
¿Por qué has venido aquí?
EL
Para estar a solas contigo.
ELLA
Ya veo
EL
Sí, para estar a solas contigo.
ELLA
¿Por qué quieres estar a solas conmigo?
EL
¿Debo serte sincero?
ELLA
Yo he sido sincero contigo
EL
Porque me excita estar a solas contigo.”
Lo que vale en Roth, como siempre, es su anarquismo vitalista y su fuerza narrativa, el vibratorio de los sentimientos y el cuerpo. Es decir, su fuerza lúdica.
Al igual que en obras anteriores, a Roth - experto realista- le gustan los retratos escatológicos. En la crónica familiar El mal de Portnoy (1969) relataba sobre el estreñimiento enfermizo y protocolar del padre de narrador, Alexander Portnoy. En este libro cuenta las incontinencias y sus necesarios pañales del protagonista Nathan Zuckerman, un escritor operado de próstata. La caca como motivo literario. Vaya uno a saber, pero puede ser probable que ese tema humorístico les guste a los judíos de Nueva York.
Los espectros son los fantasmas que salen cuando uno cree que va a enfrentar a la muerte, la santísima Muerte que se aproxima con su guadaña y los cuerpos que se marchitan, en un personaje escritor –como en la mayoría de las novelas de Roth-, de 71 años. Zuckerman regresa a Nueva York para someterse a un tratamiento de cáncer a la próstata. Se enamora de una bella escritora de treinta años. Aparece otro espectro a Zuckerman, Amy Bellette, señora enamorada E. I. Lonoff, un escritor muerto hace mucho, el maestro de Zuckerman.
Y así continúa la historia paralela de El y Ella, la que me interesa más, entre un viejo escritor y una joven escritora:
“EL
¿Las mujeres de treinta años en estos tiempos sois todas tan dueñas de vosotras mismas, o solo lo hacéis el tiempo necesario para sostener vuestra actuación?
ELLA
Ni una cosa ni la otra
EL
Entonces, ¿sólo sucede con las mujeres de treinta años con aspiraciones literarias?”
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