"Pulvis es et in pulverum reverteris.”
(Génesis 3,19)
José Luis Hernández salió una noche de aquí del Mesón del buen comer, con su morral naranja, su camisa gris de manga corta y sus pantalones de jeans, después que se había bebido unos ron. En la madrugada estará su cuerpo reventado en la sala de la morgue, inerte, tirado sobre una bandeja de metal, cubierto de una tela de polietileno.