El libro “Diario de un Seductor” del danés Kierkegaard de 1843 debería llamarse: “La manipulación perversa por una mente diabólica”.
Trata sobre Juan, un hombre blanco, malhumorado en un paisaje urbano frío, la moderna Copenhague. Arropado como se debe estar cuando se camina sobre los adoquines de las calles de Copenhague, donde el viento helado te come vivo.
Juan, un hombre pálido y frío como los adoquines de Copenhague; frío, analítico y sórdido, aunque Juan cree que tiene un alma tierna y cálida, (como todos los arrogantes no diagnosticados).
La figura del seductor, la relación entre Juan, el seductor” -hábil en las artes del engaño -, y la joven e ingenua Cordelia de 16 años. ¿Para qué?
Para abandonar a Cordelia, para dejar a Cordelia sola con su desconcierto helado, en una noche brutalmente helada y lluviosa. ¿Qué hay más allá de esa desolación de Cordelia?
¿Aprender a sobrevivir?
Si se hace una relectura, veremos que hay detrás una "comunicación perversa" y, que según la describe la sicología, es un tipo de comunicación que, en este caso, Juan manipula a Cordelia y ejerce poder y control sobre ella.
Kierkegard en el Diario de un Seductor usó conceptos de la manipulación sicológica tales como "exacerbatio cerebri", “cuerpo parastático” "reflexividad en sí mismo", y aplicaciones de abuso emocional, hoy tan de moda, como el “Gaslighting” o “Goshting”. O "Actiones in Distans" (ejercer influencia a través del vacío o la distancia. Como la violencia a distancia o bullying que se ejerce hoy en las redes sociales).
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