domingo, agosto 17, 2025
viernes, agosto 15, 2025
Sueños lúcidos en el bar Cuchillo Negro del barrio Puerto. Por Omar Pérez-Santiago. Ilustración de Luis Martínez Solorza. Revista Off The Record, 1 agosto 2025.
La brisa salina se mezcló con un fuerte olor a pichí. Petra Ersdotter y Miguel Emebé caminan por el puerto. Ella llevaba su guagua dormida en brazos. No podían creer lo que estaba sucediendo en Valparaíso. El olor a pichí era tan fuerte que hasta su guagua, en su sueño infantil, soltó un leve gemido de disgusto, o tal vez, un gemido de asco.
Llegaron a la pulpería “El Cuchillo Negro” del barrio Puerto. Buscaban el punto de una reunión clandestina del movimiento de resistencia cuyo lema era:
¡Contra la canalla Tecno-Oligarca! ¡No al control de las mentes!
Cuando ingresaron al Cuchillo Negro el bar parecía haber sido tomado por corpulentos sicarios del tren de Aragua, sujetos de quisca y cuentas pendientes. Besaban a unas chimbirocas de cortas minifaldas.
En otro rincón, casi invisibles en la penumbra, había un grupo de diluidos nuevos artistas, grafiteros y poetas veinteañeros de la Universidad de Playa Ancha que toman vino “Cartonier”, comen salchichas de manteca con pan de soya y merquén. Dos gatos piñuflas, zarrapastrosos, esperan que caiga un trozo de longaniza.
Petra los saluda y, confundida, les pregunta por si saben de una reunión.
Una chica se rascó la cabeza. Era delgada y parecía una leve sombra con su vestido y sus pantis negros y su maquillaje albo de vampiro. Ella le respondió con curiosa voz gutural:
—No. Nosotros somos del colectivo “Síndrome Burnout”.
—¿Síndrome Burnout?
—Sí, estamos acabados emocionalmente. Sin energías.
—Jua jua jua…
Todo el grupo lanzó una carcajada.
Ella agregó con ácido y cruel cinismo:
—Somos de Valparaíso Patrimonio de la Inhumanidad.
—Jua jua jua…
Con sus sarcasmos el grupo de jóvenes estallan de nuevo en carcajadas.
Sus risotadas retumban en el lúgubre local
Al ver la cara de desconcierto de Petra, la mujer vampira agrega suavizándose levemente:
—Oye, Gringa…
—Me llamo Petra…
—Oye, Gringa Petra: en este puerto solo hay escaleras al infierno, grietas, violencia, drogas, soledad, desolación y desesperanza. Barrios quemados. Tala. Dolor. Los quiltros andan apiñados y se tomaron el poder. Los guarenes son los okupas de la Avenida Argentina.
A Petra Ersdotter y Miguel Emebé les costó entender que estaba sucediendo.
Petro y Miguel se habían imaginado El Cuchillo Negro como un faro de resplandor o dulce crepúsculo aterciopelado, pero, en cambio, era un abismo.
La pulpería El Cuchillo Negro, donde se reuniría un nuevo movimiento de resistencia, era solamente un sucucho de sicarios y un reducto de jóvenes porteños, que entre el polvo, el fracaso y la pena, sienten dolidos que la vida carece de sentido y valor. Desangrándose, se queman el corazón a fuego lento. Beben vino Cartonier como si intentaran olvidarlo todo.
Una bartender vestida con chaleco negro y chaqueta blanca estaba detrás de un largo mostrador de madera. Colgaba papeles con los pedidos de los paisanos y les servía tragos. La muchacha era bonita, porteña buenamoza: tenía unos grandes dientes frontales prominentes como de coneja, nariz pequeña y respingada, labios finos, ojos grandes y expresivos.
Sonrió de modo sencillo y dejó ver sus dientes frontales. Desde lejos les hizo una señal.
Petra y Miguel se acercaron con algo de esperanza.
—Me llamo Alicia.
Sacó un reloj de su chaqueta y aplicó una clave. Así con un leve clic una pequeña puerta se abrió detrás de ella.
—Entren ahí, dijo.
Su voz era mandante pero hermosa, como si silbara por entre sus grandes dientes frontales.
Petra y Miguel empujaron la puerta y vieron una escalera que daba a un difuso y largo túnel subterráneo.
Una nueva curiosidad repentina los llevo a cruzar la entrada secreta y bajar pensando que irían a un sitio mejor que este.
Así Petra, Miguel y su guagua comenzaron una aventura subterránea, tratando de no tropezar en la penumbra.
Al final había un salón con 20 nativos digitales de la generación Z. Jóvenes tranquilos. Silenciosos. Trabajaban en computadores y líneas de celulares encendidos. Era una moderna plataforma tech que les permitía acceder, crear, gestionar o intercambiar contenido, servicios o productos a través de la web o aplicaciones.
—Aquí se construye una realidad paralela—, dijo Alicia, la dientes de coneja—. Una de las formas de rebelión actuales pasa por Internet, la tecnología es un espacio de contrapoder.
Petra y Miguel quedaron por un momento boquiabiertos.
—Desde aquí, jóvenes porteños difuman en su ordenador y su teléfono móvil las fronteras entre lo real, lo digital y la imaginación.
—¿De qué se trata?
—Se trata de ser libre. Crear un mundo paralelo que tiene capacidad de desplazar la realidad, transformar las cosas.
Petra y Miguel estaban un poco asustados.
—Es conocido como el reality shifting chileno.
—¿Qué es el reality shifting?
—Es una práctica imaginativa híbrida que genera nuevos mundos a través de la imaginación y la fantasía donde podemos proyectar y jugar con nuestra identidad y nuestros sueños.
—¿Se puede transformar el mundo a través de la imaginación y los sueños digitales? preguntó Miguel.
Alicia, la mujer con cara de coneja, rápidamente lo apuntó con el dedo índice y contestó con fe, imperativa:
—Es primordial que entiendan de una vez que llegar a destino solo se logra si transitamos en armonía, apoyándonos entre todos, sin distingos odiosos que no hagan detener o ralentizar la marcha. No se trata de ser el único o el primero en llegar a la meta. Se trata de que juntos crucemos el mismo horizonte. No es necesario ser el primero para ser uno. Así muy pocas cosas son imposibles.
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Pérez-Santiago |
sábado, agosto 09, 2025
Patricio Manns, premio nacional.
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Omar Pérez-Santiago, Patricio Manns, Sergio Badilla |
Hace algunos años, me encontré en el centro de Santiago con mi amigo, el cálido y amistoso poeta Aristóteles España, el joven poeta de la Isla Dawson. Con la humanidad de siempre me invitó a un café.
viernes, agosto 08, 2025
Manfred Max Neef: En Uruguay hasta los perros saludan. Por Omar Pérez-Santiago
EN URUGUAY HASTA LOS PERROS SALUDAN
martes, agosto 05, 2025
Montegrande. Teatro del Sarcasmo sobre la ritualidad de los homenajes a la Poeta del Valle. Por Omar Pérez-Santiago
Por Omar Pérez-Santiago, escritor.
El aire la sala de teatro de la obra Montegrande se tiñe de una melancolía densa, brumosa, casi palpable. El escenario, un velo brumoso desde el instante en que se cruza el umbral del teatro, parece invitar a un viaje a las profundidades del alma. El humo artificial se aferra a la penumbra, mientras la iluminación tenue y el vestuario de luto de las cuatro actrices transforman la escena en sombras, de figuras apenas vislumbradas, como fantasmas que danzan al compás de un recuerdo distante. Es el telón de fondo perfecto para el ritual de un regreso que es, en esencia, una despedida prolongada: el entierro de una muerta embalsamada, la Poeta del Valle, que finalmente vuelve a casa.
En el susurro del introito, se nos traslada a 1960. En Montegrande, tres mujeres, envueltas en la quietud de la espera, preparan la recepción del cuerpo inerte de la Poeta del Valle. Su nombre nunca es pronunciado, una ausencia que resuena más que cualquier mención. Pero todos, con un escalofrío en el alma, comprendemos que ella es el eco, el karma ineludible de la gran poeta chilena que partió en 1957 y que, al fin, encontrará su reposo definitivo en la tierra que la vio nacer. Su figura, un manto dramático y pesado, se cierne sobre las mentes de estas mujeres, condicionando sus propias existencias, sus propias reencarnaciones en un pueblo que parece atrapado en un ciclo eterno.
«En Montegrande nadie puede ser feliz», repiten, como un lamento ancestral que se escapa de los labios de las actrices. El alma de Montegrande se revela profunda y oscura, un abismo donde las mujeres se encuentran subyugadas por la imagen idealizada de la Poeta, una figura de fama mundial que, paradójicamente, las aprisiona en las falsas expectativas que el mundo ha tejido a su alrededor.
Así nos adentramos en una obra de humor negro, de sarcasmo que duele y libera a la vez. Un humorismo profano, casi blasfemo, que, si se mirara desde otra perspectiva, provocaría una piedad desoladora, un terror paralizante o una lástima profunda. Pero en Montegrande, extrañamente, desata carcajadas, risotadas que resuenan huecas en la melancolía del ambiente.
El encierro en un ambiente pueblerino puede ser una angustia que carcome el espíritu. Y en Montegrande, estas mujeres parecen haberse transformado en un Club de Disociadas Afectivas, prisioneras de un trastorno psicológico que confunde sus pensamientos, sus recuerdos, sus sentimientos, su propia identidad.
Una disociación afectiva puede nacer también de la sumisión a las cadenas o yugos mentales, sean ideológicas, religiosas o políticas. Expectativas férreas, cimentadas en esperanzas rígidas que no dejan espacio para el respiro.
En Montegrande, el sarcasmo punza, hiere algunas almas sensibles, mientras que otras, en una extraña catarsis, se ríen a carcajadas, como en la vieja comedia humanística universitaria o la comedia urbana de carnaval que se alza contra la inminencia de la muerte que acecha al pueblo.
La comicidad surge de la contraposición de valores, de la risa amarga que brota cuando los valores rústicos, casi obstinados, de estas mujeres disociadas se estrellan contra la imagen sacralizada de la Poeta del Valle. De este choque nace la desmitificación, la ridiculización de la retórica vacía y la falsa ritualidad que envuelven el homenaje a la Poeta. La crítica mordaz, sarcástica y risible busca desvelar comportamientos, cumpliendo la antigua función moral de la comedia: corregir las malas y vanas costumbres que nos arrastran.
Montegrande es, en su desenvoltura, una señal de vida, un eco de que el teatro chileno se mueve, «E pur si muove». Se desplaza desde las profundidades, revelando un sentido crítico que, mientras algunos prefieren cerrar los oídos, la obra agudiza, invitándonos a escuchar con el alma abierta lo que nos acontece, a los chilenos, en esta danza perpetua entre la memoria y el olvido.
Detalles de la Obra
- Obra: Montegrande
- Compañía: Teatro Sindominio
- Dirección: Bosco Cayo Álvarez
- Dramaturgia: Bosco Cayo Álvarez
- Elenco: Verónica Medel, April Gregory González, Mónica Rios Contreras, Jacinta Rodríguez
- Equipo: Productor: Gonzalo Araya Arenas – Diseño Integral: Laurene Lemaitre – Universo Sonoro: Luciano Vásquez
- Año: 2025
- Fotógrafo: Lorenzo Mella Ruiz
- Teatro: Matucana 100
Original y recomendable obra de Teatro Comic. Drácula quiere morir. Por Omar Pérez-Santiago
Drácula visita sus dos hijos. Drácula ha sido un miserable padre ausente y sus hijos le hacen saber su molestia. Así empieza esta comedia, muy cercana a los recursos del comic. Las tres personas sobre un escenario con piso ajedrezado blanco y negro, iluminadas con luces de colores adecuado para el tema (principalmente morado, azul y naranja). Es una obra de teatro o una presentación con temática que parece oscura, pero en verdad es cómica, coquetea quizá con el estilo gótico o quizá también con la ciencia ficción. Drácula está cansado de su eterna existencia como vampiro. Busca la muerte, explorando un lado humorístico del personaje clásico.
La narrativa del comic busca crear personajes que representan figuras estereotípicas: Los personajes prototípicos a menudo se basan en arquetipos, es decir, modelos universales de personajes que se repiten a través de diferentes historias y culturas.
En «Drácula quiere morir» funciona así también. Y logra hacernos reír.
El hijo de Drácula es un trash punk, neurótico, alcoholizado, mal hablado, a veces violento o a veces triste. La hija de Drácula es un personaje de pelo y bata blanca, cercana a una científica loca, con expresión intrigante o maliciosa. Ella intenta controlar los desvaríos de su hermano trash punk. Finalmente, tenemos a Drácula, el centro de la comedia, con su apariencia vampírica o de noble antiguo, con capa, postura altiva y expresión dramática. Sin duda, la actuación de Drácula es impecable.
«Se requiere una sociedad de hombres y mujeres cultos, donde las ideas sean actuales y las percepciones ágiles, para que la comedia pueda contar con material y público.» (Ensayo sobre la comedia. George Meredith)
La obra de teatro «Drácula quiere morir» es una comedia escrita y dirigida por José Andrés Peña. El elenco está compuesto por Hugo Espinoza, Rocío Garcés y Patricio Narváez de la Cïa Teatro Mortis.
La recomiendo de corazón.
Se presenta en el Teatro Las Tablas en Providencia, Chile.
Las funciones son del 8 al 30 de agosto a las 18:00 hrs. n el Teatro Las Tablas ubicado en Crucero Exeter 0250, Providencia, Chile. Las entradas e pueden adquirir por TycketPlus
La obra «Drácula quiere morir» es una producción del Teatro Mortis.
En el Teatro Las Tablas, Sala 2, se puede disfrutar de esta comedia que se presenta en las siguientes fechas:
Viernes 8 de agosto
Sábado 9 de agosto
Domingo 10 de agosto
(hasta el 30 de agosto)
Las funciones comienzan a las 18:00 hrs.
Detalles de la obra:
Título: Drácula quiere morir
Autor y director: José Andrés Peña
Lugar: Teatro Las Tablas, Sala 2
Fechas: Viernes 8 al Sábado 30 de Agosto 2025 (18:00 hrs)
Ubicación: Crucero Exeter 0250, Providencia, Chile
Género: Comedia
Actores: Hugo Espinoza, Rocío Garcés, Patricio Narváez
Diseño de vestuario: Ana Mazuelos
Diseño de utilería: Emilio Gutiérrez
Maquillaje: Nancy Parodi
Iluminación: Elías
Sueños lúcidos en el bar Cuchillo Negro del barrio Puerto. Capítulo 9. Asesinato de Olof Palme. Por Omar Pérez-Santiago. Revista Off The Record, 1 agosto 2025
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Ilustración de Luis Martínez Solorza |
La brisa salina se mezcló con un fuerte olor a pichí. Petra Ersdotter y Miguel Emebé caminan por el puerto. Ella llevaba su guagua dormida en brazos. No podían creer lo que estaba sucediendo en Valparaíso. El olor a pichí era tan fuerte que hasta su guagua, en su sueño infantil, soltó un leve gemido de disgusto, o tal vez, un gemido de asco.
Llegaron a la pulpería “El Cuchillo Negro” del barrio Puerto. Buscaban el punto de una reunión clandestina del movimiento de resistencia cuyo lema era:
¡Contra la canalla Tecno-Oligarca! ¡No al control de las mentes!
Cuando ingresaron al Cuchillo Negro el bar parecía haber sido tomado por corpulentos sicarios del tren de Aragua, sujetos de quisca y cuentas pendientes. Besaban a unas chimbirocas de cortas minifaldas.
En otro rincón, casi invisibles en la penumbra, había un grupo de diluidos nuevos artistas, grafiteros y poetas veinteañeros de la Universidad de Playa Ancha que toman vino “Cartonier”, comen salchichas de manteca con pan de soya y merquén. Dos gatos piñuflas, zarrapastrosos, esperan que caiga un trozo de longaniza.
Petra los saluda y, confundida, les pregunta por si saben de una reunión.
Una chica se rascó la cabeza. Era delgada y parecía una leve sombra con su vestido y sus pantis negros y su maquillaje albo de vampiro. Ella le respondió con curiosa voz gutural:
—No. Nosotros somos del colectivo “Síndrome Burnout”.
—¿Síndrome Burnout?
—Sí, estamos acabados emocionalmente. Sin energías.
—Jua jua jua…
Todo el grupo lanzó una carcajada.
Ella agregó con ácido y cruel cinismo:
—Somos de Valparaíso Patrimonio de la Inhumanidad.
—Jua jua jua…
Con sus sarcasmos el grupo de jóvenes estallan de nuevo en carcajadas.
Sus risotadas retumban en el lúgubre local
Al ver la cara de desconcierto de Petra, la mujer vampira agrega suavizándose levemente:
—Oye, Gringa…
—Me llamo Petra…
—Oye, Gringa Petra: en este puerto solo hay escaleras al infierno, grietas, violencia, drogas, soledad, desolación y desesperanza. Barrios quemados. Tala. Dolor. Los quiltros andan apiñados y se tomaron el poder. Los guarenes son los okupas de la Avenida Argentina.
A Petra Ersdotter y Miguel Emebé les costó entender que estaba sucediendo.
Petro y Miguel se habían imaginado El Cuchillo Negro como un faro de resplandor o dulce crepúsculo aterciopelado, pero, en cambio, era un abismo.
La pulpería El Cuchillo Negro, donde se reuniría un nuevo movimiento de resistencia, era solamente un sucucho de sicarios y un reducto de jóvenes porteños, que entre el polvo, el fracaso y la pena, sienten dolidos que la vida carece de sentido y valor. Desangrándose, se queman el corazón a fuego lento. Beben vino Cartonier como si intentaran olvidarlo todo.
Una bartender vestida con chaleco negro y chaqueta blanca estaba detrás de un largo mostrador de madera. Colgaba papeles con los pedidos de los paisanos y les servía tragos. La muchacha era bonita, porteña buenamoza: tenía unos grandes dientes frontales prominentes como de coneja, nariz pequeña y respingada, labios finos, ojos grandes y expresivos.
Sonrió de modo sencillo y dejó ver sus dientes frontales. Desde lejos les hizo una señal.
Petra y Miguel se acercaron con algo de esperanza.
—Me llamo Alicia.
Sacó un reloj de su chaqueta y aplicó una clave. Así con un leve clic una pequeña puerta se abrió detrás de ella.
—Entren ahí, dijo.
Su voz era mandante pero hermosa, como si silbara por entre sus grandes dientes frontales.
Petra y Miguel empujaron la puerta y vieron una escalera que daba a un difuso y largo túnel subterráneo.
Una nueva curiosidad repentina los llevo a cruzar la entrada secreta y bajar pensando que irían a un sitio mejor que este.
Así Petra, Miguel y su guagua comenzaron una aventura subterránea, tratando de no tropezar en la penumbra.
Al final había un salón con 20 nativos digitales de la generación Z. Jóvenes tranquilos. Silenciosos. Trabajaban en computadores y líneas de celulares encendidos. Era una moderna plataforma tech que les permitía acceder, crear, gestionar o intercambiar contenido, servicios o productos a través de la web o aplicaciones.
—Aquí se construye una realidad paralela—, dijo Alicia, la dientes de coneja—. Una de las formas de rebelión actuales pasa por Internet, la tecnología es un espacio de contrapoder.
Petra y Miguel quedaron por un momento boquiabiertos.
—Desde aquí, jóvenes porteños difuman en su ordenador y su teléfono móvil las fronteras entre lo real, lo digital y la imaginación.
—¿De qué se trata?
—Se trata de ser libre. Crear un mundo paralelo que tiene capacidad de desplazar la realidad, transformar las cosas.
Petra y Miguel estaban un poco asustados.
—Es conocido como el reality shifting chileno.
—¿Qué es el reality shifting?
—Es una práctica imaginativa híbrida que genera nuevos mundos a través de la imaginación y la fantasía donde podemos proyectar y jugar con nuestra identidad y nuestros sueños.
—¿Se puede transformar el mundo a través de la imaginación y los sueños digitales? preguntó Miguel.
Alicia, la mujer con cara de coneja, rápidamente lo apuntó con el dedo índice y contestó con fe, imperativa:
—Es primordial que entiendan de una vez que llegar a destino solo se logra si transitamos en armonía, apoyándonos entre todos, sin distingos odiosos que no hagan detener o ralentizar la marcha. No se trata de ser el único o el primero en llegar a la meta. Se trata de que juntos crucemos el mismo horizonte. No es necesario ser el primero para ser uno. Así muy pocas cosas son imposibles.
domingo, agosto 03, 2025
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Omar Pérez-Santiago, Patricio Manns, Sergio Badilla Hace algunos años, me encontré en el centro de Santiago con mi amigo, el cálido y amisto...
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Efectivamente, el rumor era fuerte, y continúa, un rumor que no cesa, entre chicas del entorno de Pamela Jiles. Habría follado con Gabriel...