Hace seis años, en un día de septiembre, murió a la edad de 77 años, Oriana Fallaci, una periodista italiana profunda, apasionada, controvertida, libertaria y de gran fama mundial. Su forma directa de entrevistar a personajes más importantes de los años 60 y 70, (Yasser Arafat, Golda Meir, Indira Gandhi, Henry Kissinger, Mao Tse Tung, Robert Kennedy, entre otros), con su estilo de mal genio que se lo copiaron algunos periodistas en el mundo (como Raquel Correa en Chile).
Oriana Fallaci era única, dulce y mucho más grande que una simple entrevistadora. Fue una bella adolescente partisana antifascista en Toscana, Italia, y recibió a los 14 años un reconocimiento de honor por parte del Ejército Italiano. No le tenía miedo a la historia, y estuvo herida en Tlatelolco durante la matanza de estudiantes en 1968. En la Plaza de las Culturas el ejército mexicano disparó sobre una manifestación estudiantil. Esa carnicería conmovió al mundo y Oriana Fallaci fue la periodista que con mayor certeza y verdad relató los hechos vividos en la plaza.
En su entrevista al cretino del dictador Galtiere, ella le dijo, en plena guerra de las Malvinas: “La suya es una dictadura, señor presidente, no lo olvidemos.”
A Ayatollah Khomeini le preguntó:
“Me gustaría preguntarle, si yo fuera una iraní en lugar de una italiana y viviera aquí y pensara como yo pienso y escribe como yo escribo, quiero decir si yo le criticara a usted, ¿usted me tiraría a la cárcel?
El Shah respondió cínicamente: “probablemente”.
A Gadafi le preguntó en 1979: “Entonces, ¿por qué donde quiera que ponga los ojos, sólo veo su retrato?”
Gadafi respondió: “¿A mí que me cuenta? Es lo que quiere el pueblo. ¿Qué puedo hacer?”
Su libro autobiográfico, “Un hombre”, de 1979, dedicado a Alekos Panagulis, héroe de la resistencia griega contra la dictadura de los coroneles, la dictadura griega entre el año 1967 y 1974, fue una lectura obligada para una generación, que compraron el libro por millones. Por lo menos para mi generación latinoamericana, en los años duros de los pies de plomo, fue un libro inspirador. Panagulis intentó atentar contra el tirano Papadopoulos, fue apresado, torturado y condenado a muerte. El régimen le conmutó la pena de muerte. Cuando salió de la cárcel conoció a Oriana Fallaci y se enamoraron. Panagulis murió trágicamente en mayo de 1976 y unas 200.000 personas, acompañaron sus restos mortales.
Oriana Fallaci era una intelectual de carácter, corajuda, aventurera e inteligente y fue la periodista más famosa y más respetada del mundo. La libertad era su misión y su lucha.
En cambio, mirada panorámicamente, el papel de la gran prensa chilena en las últimas décadas no ha sido muy brillante. La servidumbre de los grandes medios ante las corporaciones que les aseguran ingresos ha contribuido a no estimular ni a contratar a los periodistas con espina dorsal. Así la gran prensa chilena ha caído en el deshonor y rehuido su función democrática.
Oriana Fallaci, fumadora implacable, murió en 2006, de cáncer.
“Me desagrada morir, sí, porque la vida es bella, incluso cuando es fea”.
En su tumba en el cementerio de Florencia, el epitafio de esta mujer brillante, dice simplemente: “Oriana Fallaci, Scrittore”.
Pues sí, era también una escritora, y de las grandes .
ORIANA FALLACI SCRITTORE”: SABATO 15 SETTEMBRE A GREVE SI PRESENTA IL LIBRO
"Memorial Oriana Fallaci"
No hay comentarios.:
Publicar un comentario