He visto recién
el excelente film The Butler, El Mayordomo, dirigida por el estadounidense Lee Daniels. Es la historia inspirada en el
mayordomo negro de la Casa Blanca,Eugene Allen (protagonizado por Forest Whitaker), que
atendió a ocho presidentes de los Estados Unidos, desde Eisenhower hasta Nixon,
durante 34 años.
El film
aprovecha de repasar la historia política de Norteamérica de las últimas
décadas desde la perspectiva de los derechos civiles.
El hijo del
mayordomo de la Casa Blanca se enamora de Angela Davis, líder de los Panteras
Negras y del feminismo total.
Inevitable.
Mi memoria emotiva me lleva al momento en que Angela Davis visita la Universidad Técnica de Santiago el año 1972. Yo estuve allí.
Mi memoria emotiva me lleva al momento en que Angela Davis visita la Universidad Técnica de Santiago el año 1972. Yo estuve allí.
Éramos
cientos de estudiantes que fuimos parte de un acto o perfomance Pop temprana en la
Universidad Técnica.
Con mi amigo
Gabriel Caldés contamos esta historia en un capítulo de la novela Trompas de
Falopio (2002, en dos ediciones).
Angela Davis
“Sé que te pones llorosa
cuando te acuerdas de mí
Mira lo que son las cosas
Ya ni me acuerdo de ti”
Mira
lo que son las cosas
Yaco Monti
El Foro Griego de la Universidad Técnica
estaba repleto, en los escaños de piedra, en los jardines, de pie en los
pasillos y plataformas, arriba de los árboles. Más de 2.000 estudiantes.
Primero cantó Pedro Yánez.
Luego el Inti Illimani:
“La mujer que yo más quiero. El río que yo más quiero. El cielo que yo más quiero”.
Van a iniciar la segunda canción
“Simón Bolívar, Simón, caraqueño americano y el suelo venezolano le dio la fuerza a tu voz“
cuando, ojo, apareció un rumor, un murmullo que crece poco a poco.
“La mujer que yo más quiero. El río que yo más quiero. El cielo que yo más quiero”.
Van a iniciar la segunda canción
“Simón Bolívar, Simón, caraqueño americano y el suelo venezolano le dio la fuerza a tu voz“
cuando, ojo, apareció un rumor, un murmullo que crece poco a poco.
Finalmente estalla en aplausos y gritos.
Había llegado la negra Angela Davis, sonriente,
una melena oscura, peinado rizado fachendoso. Se detiene al borde del estrado y
saluda con el brazo en alto.
Aplaudimos (clap, clap, clap). Deliciosa, la
negra. Un metro ochenta, pantalón y chaqueta corta ceñida de gamuza color
chocolate. Una revolucionara americana, condenada a muerte por un crimen que no
cometió. Recién liberada.
Se nos pone la piel de gallina.
Inti Illimani canta Venceremos, el himno de la Unidad Popular :
“Desde el hondo crisol de la patria, se levanta el clamor popular...”
“Desde el hondo crisol de la patria, se levanta el clamor popular...”
Angela Davis nos observa desde atrás, con el
rostro ladeado, coqueta.
Habló Alberto Ríos, un cabecilla estudiantil.
Habló Enrique Kirberg, el rector de la UTE.
Entonces habla Angela Davis. Con seguridad, sin
titubeos, mientras mueve sus largas y flacas manos con plasticidad y fuerza.
Era entretenida, era místico verla. Su melena que gira y vuelve. Una leyenda,
un gran mito gesticulando en vivo y en directo en el Foro griego de la Universidad Técnica.
Pero, ya comenzamos con problemas.
El ambiente ceremonioso, místico, potente y
revolucionario se pudrió por un simple detalle: la traductora.
La intérprete, una compañera estudiante, estaba
nerviosilla y comete todos los errores de novata. Titubea, se mete a destiempo,
se tropieza o traduce inexpresivamente.
Era un descalabro.
Los estudiantes nos miramos, nos empezamos a
poner inquietos, cundió el desasosiego. Primero aparecieron las risas, esas
risillas tan típicas de los estudiantes, primero, hacia adentro, ji, ji, ji,
como en buena onda, ji, ji, ji.
Pero, luego hacia afuera ja, ja, ja, fuerte y sarcástica, ja, ja, ja.
Luego risotadas, juuaa, juuaa, juuaa.
Luego gritos y pifias.