Los Jaivas, Los Prisioneros y Los tres hicieron algo cotizado. No oficiales, de cultura abierta y libre, íconos de ansias nativas estas bandas musicales han sido, con soltura y modernidad, un eco de sueños y luchas. Borroneo este post y oigo su música. Y rememoro -alentado por un leve, pero leve, acceso de pasión- evoco, por ejemplo, ese concierto indeleble de Los Jaivas en el Copenhague de mi exilio a comienzos de los años 80. O esa embriaguez, que ya no olvidaré, de una noche estrellada y de luna llena en una cabaña en El Quisco, con Jorge, Sylvia y Elly, mientras bailamos un casette de Los Tres. Siento un sutil placer al evocar esos instantes felices, soplos de alegría que la vida regala. Sin esa música la vida, ninguna de nuestras vidas, sería lo mismo.
¿Cómo lo hicieron? ¿Dónde está el punto de quiebre que los eleva por sobre los muchos otros que lo intentan y fracasan? Son las preguntas que yo busco responder cuando leo sus biografías.
Julio Osses (1970) recopila entrevistas en su libro Exijo ser un héroe. La historia (real) de Los Prisioneros (2002). Los nexos sirven de excusa a Osses para contar sus asados y entrevistas con los músicos. ¿Qué valor tiene que Julio Osses se haya comido un asado con Miguel Tapia en Pirque? El biógrafo escribe una story semi oficiosa sentado en las faldas de los músicos. Pero Osses no es más que un reportero. Copie and paste. Grabar y pegar entrevistas. 90 páginas de entrevistas, y otras tantas de los listados de discos y canciones de Los Prisioneros. El libro de Osses es material periodístico básico para una (real) biografía. Este libro no tiene forma, composición, ni construcción mitológica y no supera la otra biografía sobre Los Prisioneros, Corazones Rojos (1999) de Freddy Stock.
El inicio del libro Los tres. La última canción (2002) de los argentinos Enrique Symns (1945) y Vera Land (1966) cuenta con parsimonia y aguja los primeros años de Los Tres en Concepción. Sin embargo, Vera & Symns, cuando van a abrir los Archivos X de Los Tres, (las relaciones de la banda con la droga o las relaciones de la banda con Javiera Parra) hacen un desliz. Este gazapo no me parece inocente. Vera & Symns prefieren no correr riesgos con piedras filudas. Pero para mí, un leedor, no basta, ni me espanta. Las entrevistas son material básico que el biógrafo debería contrastar. A un periodista le bastará con la entrevista. Pero no a un escritor de biografías. Al final, Vera & Symns no toman distancia. La introducción y el cierre del libro se podría llamar: Mis líos con Alvaro Henríquez. Pero ¿Qué me importa a mí que Henríquez haya mirado feo a Enrique Symns una vez en el Liguria?
El libro de Freddy Stock Los caminos que se abren. La vida mágica de Los Jaivas (2002) es el más correcto de los tres libros. Es de relato lineal, cronológico, la historia de Los Jaivas desde 1957 hasta 1995, hiladas y articuladas en una línea de tiempo contadas en una cauta tercera persona. Basado en entrevistas a los músicos y acompañados por recortes y fotografías de diarios y revistas, aparece como un buen libro de promoción y de consulta sobre hechos de Los Jaivas. Paradojalmente, es el libro que más me aburre y el que más me llama a desertar de la lectura. ¿Por qué? Las enciclopedias son correctas, los espíritus flemáticos son correctos. Pero uno no se entretiene toda la tarde con una enciclopedia, ni uno se va preferentemente de parranda con un espíritu flemático.
¿En qué fallan estas biografías? En la débil narrativa. Todo puede ser un chiste, pero no todos son humoristas. Todo se puede contar, pero no todos son narradores. Y la gracia narrativa, para el leedor, es tan importante como la veracidad de los hechos. El biógrafo da unidad, referencia, define un personaje, contextualiza sus comportamientos en el presente, a partir de una historia íntima, única. Pesquisas meticulosas, reconstituciones de la memoria de gente -muchas veces anónimas- que de veras intimaron con los artistas: su médico personal, sus compinches, los cocineros y sirvientes de cantinas, los bebedores en las noches de parranda. O las huellas que deja el corazón, las cartas que nunca se ponen en el correo, las canciones a medio escribir, etc. Y luego el biógrafo analiza, concentra: la vida de un artista a veces pueden concentrarse en en tres tópicos: la publicidad, los cenáculos y la bohemia.
¿Por qué los biógrafos no recrean de verdad la siquis compleja, sus matices y misterios, de Alvaro Henríquez o de Jorge González? ¿Cómo son sus íntimos y delicados sentimientos que los llevaron a su universo musical? ¿Qué hay de cierto de los ritos esotérico-iniciáticos de los Jaivas? ¿Por qué los biógrafos no trazan preguntas indiscretas con honestidad e integridad?
Esto músicos son dotados. Pero, aún no sé por qué.
¿Cómo lo hicieron? ¿Dónde está el punto de quiebre que los eleva por sobre los muchos otros que lo intentan y fracasan? Son las preguntas que yo busco responder cuando leo sus biografías.
Julio Osses (1970) recopila entrevistas en su libro Exijo ser un héroe. La historia (real) de Los Prisioneros (2002). Los nexos sirven de excusa a Osses para contar sus asados y entrevistas con los músicos. ¿Qué valor tiene que Julio Osses se haya comido un asado con Miguel Tapia en Pirque? El biógrafo escribe una story semi oficiosa sentado en las faldas de los músicos. Pero Osses no es más que un reportero. Copie and paste. Grabar y pegar entrevistas. 90 páginas de entrevistas, y otras tantas de los listados de discos y canciones de Los Prisioneros. El libro de Osses es material periodístico básico para una (real) biografía. Este libro no tiene forma, composición, ni construcción mitológica y no supera la otra biografía sobre Los Prisioneros, Corazones Rojos (1999) de Freddy Stock.
El inicio del libro Los tres. La última canción (2002) de los argentinos Enrique Symns (1945) y Vera Land (1966) cuenta con parsimonia y aguja los primeros años de Los Tres en Concepción. Sin embargo, Vera & Symns, cuando van a abrir los Archivos X de Los Tres, (las relaciones de la banda con la droga o las relaciones de la banda con Javiera Parra) hacen un desliz. Este gazapo no me parece inocente. Vera & Symns prefieren no correr riesgos con piedras filudas. Pero para mí, un leedor, no basta, ni me espanta. Las entrevistas son material básico que el biógrafo debería contrastar. A un periodista le bastará con la entrevista. Pero no a un escritor de biografías. Al final, Vera & Symns no toman distancia. La introducción y el cierre del libro se podría llamar: Mis líos con Alvaro Henríquez. Pero ¿Qué me importa a mí que Henríquez haya mirado feo a Enrique Symns una vez en el Liguria?
El libro de Freddy Stock Los caminos que se abren. La vida mágica de Los Jaivas (2002) es el más correcto de los tres libros. Es de relato lineal, cronológico, la historia de Los Jaivas desde 1957 hasta 1995, hiladas y articuladas en una línea de tiempo contadas en una cauta tercera persona. Basado en entrevistas a los músicos y acompañados por recortes y fotografías de diarios y revistas, aparece como un buen libro de promoción y de consulta sobre hechos de Los Jaivas. Paradojalmente, es el libro que más me aburre y el que más me llama a desertar de la lectura. ¿Por qué? Las enciclopedias son correctas, los espíritus flemáticos son correctos. Pero uno no se entretiene toda la tarde con una enciclopedia, ni uno se va preferentemente de parranda con un espíritu flemático.
¿En qué fallan estas biografías? En la débil narrativa. Todo puede ser un chiste, pero no todos son humoristas. Todo se puede contar, pero no todos son narradores. Y la gracia narrativa, para el leedor, es tan importante como la veracidad de los hechos. El biógrafo da unidad, referencia, define un personaje, contextualiza sus comportamientos en el presente, a partir de una historia íntima, única. Pesquisas meticulosas, reconstituciones de la memoria de gente -muchas veces anónimas- que de veras intimaron con los artistas: su médico personal, sus compinches, los cocineros y sirvientes de cantinas, los bebedores en las noches de parranda. O las huellas que deja el corazón, las cartas que nunca se ponen en el correo, las canciones a medio escribir, etc. Y luego el biógrafo analiza, concentra: la vida de un artista a veces pueden concentrarse en en tres tópicos: la publicidad, los cenáculos y la bohemia.
¿Por qué los biógrafos no recrean de verdad la siquis compleja, sus matices y misterios, de Alvaro Henríquez o de Jorge González? ¿Cómo son sus íntimos y delicados sentimientos que los llevaron a su universo musical? ¿Qué hay de cierto de los ritos esotérico-iniciáticos de los Jaivas? ¿Por qué los biógrafos no trazan preguntas indiscretas con honestidad e integridad?
Esto músicos son dotados. Pero, aún no sé por qué.
Interesante punto de vista.
ResponderBorrarEvidentemente equivocado en las apreciaciones sobre narrativa, que me doy cuenta no es su fuerte.
También bastante disociado de lo real, en lo que me atañe como autor del libro que cita, al argumentar flojera de estructura, que sin duda es el fuerte del libro en cuestión.
Pero un punto de vista vehemente y novedoso siempre es bienvenido.
Le deseo suerte y permanencia.