"La amistad es una religión sin Dios, sin juicio final y sin diablo." Así comienza el amable librito de Tahar Ben Jelloun, Elogio de la amistad (2000), traducido por Malika Embarek López. Con un estilo directo, el escritor marroquí (Uno) rememora amigos, sus estilos y sus múltiples caracteres:
el compañero de curso que se transformó en un leal, pero que se molestó para siempre por una mentirilla.
O el amigo diferente a uno, que piensa en todo distinto, pero compatible.
O la amiga mujer y confidente a la que uno admira, que te deja de ver cuando encuentra pareja.
O las amistades intelectuales.
O las amistades posesivas.
O los amigos livianos de sangre que nunca cobran nada.
O los que siempre están allí cuando uno los llama.
En fin, el dolor de las heridas que deja la amistad. (la traición, los malos entendidos)
el compañero de curso que se transformó en un leal, pero que se molestó para siempre por una mentirilla.
O el amigo diferente a uno, que piensa en todo distinto, pero compatible.
O la amiga mujer y confidente a la que uno admira, que te deja de ver cuando encuentra pareja.
O las amistades intelectuales.
O las amistades posesivas.
O los amigos livianos de sangre que nunca cobran nada.
O los que siempre están allí cuando uno los llama.
En fin, el dolor de las heridas que deja la amistad. (la traición, los malos entendidos)
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