lunes, octubre 30, 2006

Operadores políticos: moscas alrededor del culo del político

De todos los lanzamientos de libros de la feria del libro, la presentación Del profesor Lagos a la Chica de Rojo, crónicas de la casta política del Reino de Estupidilandia se convertirá en mito. El libro recopila las crónicas políticas de Rafael Gumucio Rivas, que firmó como Diógenes de Pelequén, en las Ultimas Noticias.
Su hijo, Rafael Gumucio Araya, el editor de la Últimas Noticias, Patricio Abarca y el diputado y sobrino, Marco Enríquez-Ominami alabaron al escritor. Pero Gumucio inició su disertación tratándolos de siúticos. “Mi mamá decía que un siútico es aquel que alaba a un huevón en vida”.

Gumucio, con uso reiterado de la chuchada, criticó la "Borregolandia" y la “Tontilandia” de la política chilena y se rió de la mediocre casta de operadores políticos: “son moscas que andan alrededor del culo de un diputado o un senador. Cuando hay algo de caca siempre aparece una mosca, esos son los operadores políticos. Nunca van a ser nada, sólo moscas alrededor de la caquita.”


Prólogo del libro
Rafael Gumucio Rivas

La verdad, es que nunca se me había ocurrido escribir columnas y, mucho menos, que los Diarios las publicaran. En el transcurso de vida me he dedicado a burlarme de los mitos de la historia de Chile ante los pacientes alumnos de la Universidad Bolivariana, con miras a desarrollar el análisis y el espíritu crítico en el alumno universitario. De cuando en vez publicaba algunos artículos en la Revista Polis, de esta Universidad. Debo esta nueva pasión, que absorbe mis horas libres, al periodista Sergio Mardones que, después de una inesperada entrevista al Gumucio desconocido, una especie de jamón de sándwich entre mi padre, Rafael Agustín Gumucio, (fundador de la Falange Nacional) y mi hijo, Rafael Gumucio Araya, (escritor de renombre en las letras nacionales), sólo podía ocupar la Tumba del Soldado Desconocido, en la Plaza Baquedano que es tan falsa como la mayoría de los acontecimientos chilenos. No sé cómo se le ocurrió a Sergio Mardones ofrecerme una columna, nada menos que en la página política del diario Las Últimas Noticias. El seudónimo fue todo un acierto: Diógenes, el filósofo helenístico, que vivía en un tonel, y que se burlaba del poder; además, le agregamos de Pelequén ciudad que no conocía, pero me parecía muy chilena. Con el tiempo supe que se celebraba a Santa Rosa que, seguramente, debe ser muy parecida a la virgen Michelle.
Posteriormente, fui conociendo a los editores de Diarios electrónicos, como mis amigos Paul Walder, editor de El Clarín.cl; Raúl Gutiérrez , del Gran Valparaíso; César Carrasco, (amigo desde mi estada en Canadá, donde fui Agregado Cultural), director de Chile Informa, el doctor Hermes Benítez, que envía mis columnas a Piensa Chile dirigido en forma brillante por un ángel; Manuel Cabieses, director de Punto Final; a Patricio Abarca, director de Últimas Noticias. Y Paskin.cl Todos ellos son los responsables de haber dejado pasar mis insolentes estulticias.
No quise titular este libro como Crónicas Irreverentes, pues pienso que muy pocos seres humanos merecen reverencia. Por lo demás, pretendo ser un hombre respetuoso y honesto, que sólo se dedica a criticar lo que encuentra mal en nuestro país. La verdad es que no sirvo para la apología ni, mucho menos, para rendir pleitesía a quienes detentan el poder.
Las Crónicas se constituye en género literario, a mi juicio, mucho más valioso que muchas de las eruditas obras académicas; a veces bastan unas pocas páginas lúcidas e irónicas para presentar una época a algún personaje. El recuerdo de las sopaipillas, degustadas en el campo por el exiliado Padre Lecunza, retrata mejor el amor a Chile, que su famosa Segunda venida del Mesías en gloria y majestad. Algunas frases de Joaquín Edwards Bello bastan para pintar un personaje, como Pedro Montt o Ramón Barros Luco: La tontilandia; de los artículos de Genaro Prieto, en El Diario Ilustrado pintan, a la perfección, a los limitados habitantes de este país. Reconozco que tengo un dulce vértigo por el plagio, por esta razón uso y abuso del cándido Voltaire y de la Tontilandia del escritor Genaro Prieto y, para que no me sorprendan, llamo al Chile actual Borregolandia, Vencejolandia y con otros epítetos. Nada más entretenido que copiar las Vidas Paralelas, de Plutarco, aplicándolas a los mediocres políticos chilenos que, a veces se creen Julio César o Alejandro Magno. Por lo demás, dejémonos de hipocresías: todos los historiadores se plagian unos de otros: Encina, a Nicolás Palacios y Barros Arana, y así suma y sigue.
No pretendo ser un cronista, apenas me alcanza para un plumario columnista que sólo persigue, con esta obra recopilar una especie de conjunto de escritos que retratan un período corto -que los historiadores llaman escenario- que va desde octubre de 2005 hasta junio de 2006. Es una visión irónica y crítica desde la elección presidencial, hasta los cien días de la diosa Michelle. Espero que al lector le provoque, al menos, una sonrisa y, si no le agrada el sarcasmo, puede botarlo al basurero de la historia.
Agradezco a Antonio Elizalde, rector de la Universidad Bolivariana, quien me alentó a publicar estos trabajos; a Eduardo Yentzen, recopilador y corrector; a Ana María Sanhueza, que aportó sus artísticos y creativos diseños; en fin, a todos los editores de Diarios, que han tenido la paciencia de corregirlos y la amabilidad de publicar mis artículos.
Dedicado a mi señora, Clara Castro, a mis hijos, Rafael e Ignacio y a mi sobrino Marco.

Rocangliolo se llama Santiago


En la Feria del Libro subí también a la presentación del libro Abril Rojo del peruano Santiago Rocangliolo (1975). La presentación estuvo a cargo de Alberto Fuguet.
Fue más bien una conversación, que nos informó que Rocangiolo se llama Santiago pues sus padres se enamoraron en una marcha allendista en Santiago de Chile. Rocangliolo escuchó a menudo en su casa la canción del cubano Pablo Milanés, sobre pisar las calles de Santiago nuevamente y en una plaza liberada llorar por los ausentes. La conversación no ahondó en ese tema.
(Ni en ese ni en otros temas).
Derivó hacia las preocupaciones de un escritor joven que viaja promocionando su libro. Me dio la impresión que Alfaguara (el editor de Abril Rojo) envía a sus escritores a un curso standard sobre como promocionar un libro en público.
Muy pronto me levanté y me fui a otra presentación mucho más sabrosa, mucho más sustanciosa, la presentación del libro de Rafael Gumucio, Del profesor Lagos a la chica de rojo Bachelet, que comentaré en mi próxima nota.
Al que le interese saber algo sobre Abril Rojo, lea este link del peruano Iván Thays

Coré y el Peneca

Ayer domingo bebimos un aperitivo de vino arreglado (vino tinto, frutilla de la estación, azúcar a gusto, hielo) y almorzamos merluza frita con ensaladas varias.

Luego de una breve siesta fui a la feria del libro de Santiago en la estación Mapocho. A las 17 y 30 presentaron el libro Coré, del artista Mario Silva Ossa (Coré), (1913-1950), que reúne las mejores ilustraciones que Coré publicó en las portadas de El Peneca con la compilación y textos de Juan Domingo Marinello. Alfonso Calderon, un cronista destacado, contó sus encuentros con El Peneca en su sureño pueblo natal y luego su conversación con Coré en Santiago. El joven Rodrigo Salinas contó su especial relación con un original de Coré que permanecía en la casa de su abuela.
El libro es un placer hojearlo, ( cuesta 18 mil pesos, unos 35 dólares)
Presentación del libro de Juan Domingo Marinello :

“Mario Silva Ossa, quien tomó su seudónimo Coré del nombre de un ángel rebelde que aparece en la Biblia, es uno de los ilustradores más importantes de nuestra historia, un creador de seres mágicos, un artista prodigioso cuyo trabajo pobló el inconsciente de los niños latinoamericanos durante décadas, y que hoy recuperamos para las nuevas generaciones.
La exquisita sensibilidad de Coré confirió vida eterna a hadas, ogros, duendes, piratas y aventureros sin cuenta, haciendo navegar por el mar de la fantasía a miles de mentes juveniles. Maestro en aprisionar con su trazo el instante de un gesto hiperrealista, siempre espontáneo, reconocible, cinematográfico, en sus «seres de tinta y hueso» –como los llamó el poeta Jorge Montealegre–, no deja de inquietar la expresión malhumorada de un pirata, la sensualidad de una princesa, la humanidad de sus gnomos. Sus personajes, que viajan por las historias representando y custodiando un ideal, son seres convincentes, no convencionales, expresiones esenciales de la bondad y la maldad. Sorprende la permanente curiosidad y la capacidad de estudio de épocas pretéritas en Coré, así como su fantasía y su amor por la infancia; él mismo fue un eterno soñador, un niño buscador de tesoros, un explorador de lejanos e insospechados continentes.
Mario Silva Ossa nació en San Fernando el 9 de marzo de 1913 y murió en Santiago en 1950, arrollado por un tranvía. Estudió arquitectura en la Universidad de Chile un par de años, pero abandonó la carrera para trabajar como ilustrador en la Editorial Zig-Zag, editora de El Peneca (1908-1960), la legendaria revista infantil que desde 1921 dirigía su tía Elvira Santa Cruz, la célebre Roxane, y que circulaba por toda América Latina. Desde entonces su genio otorgaría a El Peneca ese sello que fascinaba a los lectores y que motivó a gente como Constancio Vigil, dueño de la editorial argentina Atlántida, y al mismísimo Walt Disney, a realizar tentadoras ofertas para que Coré se incorporara a sus equipos de trabajo, las que éste rehusó siempre.
Tal era la sensibilidad artística de Silva Ossa que llegó a construir su propia casa de acuerdo a la imaginería de sus obras. Eximio carpintero, la ornamentó con puertas, cerrojos, lámparas y muebles medievales de inspiración propia. Su esposa, Nora Morvan, fue su modelo femenina predilecta, reconvertida múltiples veces en hada o princesa. Sus conocidos del barrio o del trabajo se reencarnaron a su vez en aventureros o piratas, y sus tres hijos les dieron identidad visual a los niños soñadores que habitaron la galaxia fantástica de El Peneca.
Mi primer contacto con las imágenes de Coré fue gracias al Silabario hispanoamericano de Adrián Dufflocq, que me regalara a comienzos de la década de 1950 mi tío Luis Lucero Quezada. También durante mi infancia, mi padre nos regaló a mí y a mis hermanos unos maravillosos boletos de viaje en la forma de una inolvidable colección de textos juveniles, la Biblioteca Amarilla de Zig-Zag, donde leímos a Salgari, Verne, May, Conan Doyle y muchos otros. Allí, en Corazón, La isla del tesoro, Lautaro, Oromaika, la virgen de la selva, Aventuras de una gorra y muchas otras novelas, seguí fascinándome con los mundos evocados por el ilustrador, y cuando el mundo mágico de la infancia se adormeció, las imágenes de princesas, hadas, ogros y duendes siguieron vigentes en mi imaginación gracias a Coré. Muchos años después, a mediados de los años setenta, en un mercadillo de Valparaíso di con una vieja maleta que contenía 189 pruebas de imprenta de portadas de El Peneca. Estaban extraordinariamente conservadas. Esa fue la chispa que encendió el motor, que me ha animado durante todos estos años siguiendo la pista de las obras de Silva Ossa. Probablemente el desafío más grande haya sido reunir una selección consistente de su obra inigualable, puesto que, tanto por tratarse de ilustraciones realizadas en soportes frágiles como por su magia intrínseca –que hacía a sus propietarios renuentes a cederlos–, después de su muerte esa obrasufrió una gigantesca dispersión.
En efecto, si consideramos sus casi veinte años de trabajo en la Editorial Zig-Zag, la aparición semanal de El Peneca y el medio centenar de libros que ilustró, un simple cálculo arrojaría una cifra cercana a las diez mil ilustraciones. Las imágenes que componen este libro se han seleccionado de un universo de más de tres mil dibujos, que a su vez constituyen el resultado de una treintena de años de búsqueda apasionante. Con mi hermano Jorge, camarada de aventuras en la exploración de mercados de viejo, hemos peregrinado cientos de kilómetros en busca de estos dispersos personajes. Cada fin de semana era, y aún lo es, dedicado a la pesquisa de las obras de Coré. Así, sin quererlo, fuimos elevando el precio de las portadas o libros que contenían sus ilustraciones. Desde hace un tiempo, sin embargo, este camino ya no ha sido en solitario. En la década de los noventa el Fondart y la Dibam me apoyaron en la reproducción fotográfica de las obras de Coré que se encuentran en la Biblioteca Nacional. Agradezco la ayuda de Carmen Martínez Valiente, quien compartió conmigo varios meses en la reproducción y ordenamiento de ese material. Vayan asimismo mis saludos a un hermano de la cofradía coretiana, Gonzalo Catalán, de la Dibam, quien manifestó en forma permanente su apoyo a esta iniciativa. En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, que acogió la idea de continuar investigando, sumando el aporte de la doctora Soledad Puente, hemos logrado reunir 4.567 obras, de las cuales hemos fichado y clasificado 2.456. Resta por ubicar más de la mitad de lo que probablemente fue su producción total.
Gran parte de las imágenes que reúne este volumen corresponden a originales; otras son pruebas de impresión y/o calce de la impresión en color. Muchas de ellas tienen manuscritas en el dorso fechas que no corresponden necesariamente al año de la publicación a que estaban destinadas. De todos modos la discrepancia se da casi exclusivamente en imágenes para novelas o libros, y no sobrepasan por más de un año la fecha de aparición en el mercado. En el caso de las portadas e ilustraciones de El Peneca, pueden diferir hasta en un par de meses, o variar de año cuando se trata de series muy extensas. Cabe recordar que muchas de las imágenes de Coré fueron utilizadas más allá de su primitivo destino y ocupadas después para ilustrar publicaciones varias o reediciones. Siempre que nos fue posible fechamos de acuerdo a nuestro dato más antiguo.”
Compilación y textos: Juan Domingo Marinello

jueves, octubre 26, 2006

Blogs se preocupan del agua y la sal en los pollos


Mi trabajo es el área técnica de ODECU. Ahora hemos realizado un análisis de pollos, donde hemos detectado que tienen mucha sal y normas permisivas sobre agua agregada. La noticia salió en todos los medios de comunicación chilenos y algunos extranjeros. También numerosos blogs comentan el estudio. Así lo hizo José Manuel Rebolledo, Potencia alimentariA y Observación gastronómica.
El estudio completo se encuentra en el diario del consumidor .
Así apareció la noticia el domingo 23 en El Mercurio, por el periodista René Olivares:

Odecu afirma que empresas obtendrían millonarias ganancias por agregar líquido al producto.100 gramos del ave poseen hasta la mitad de la sal diaria recomendada. Altas cantidades de sal y agua en los pollos que se comercializan crudos fueron detectadas por la Organización de Consumidores y Usuarios (Odecu), luego de un reciente análisis de calidad. Éste concluyó que por cada presa que se consume (de 100 gramos aproximadamente), se ingiere también casi un gramo de sal, lo que para Odecu es grave, ya que los consumidores desconocen que las empresas agregan este elemento en forma de sodio para sazonar sus productos, a lo que habría que agregar la sal añadida por las personas al momento de prepararlo.

El estudio, al que tuvo acceso exclusivo “El Mercurio”, revela que la mayor cantidad de sal entre las cuatro marcas estudiadas -Don Pollo, Ariztía, Súper Pollo y Pollos King- corresponde a esta última, que presenta 395 miligramos por cada 100 gramos. Si se considera que 400 mg. de sodio son equivalentes a un gramo de sal, consumiendo 100 gramos de un pollo de esta marca se estaría consumiendo casi la mitad de la sal diaria que las autoridades recomiendan, que es de 2 gramos. Y se agrava más, si se considera que en Chile hay más de dos millones de personas hipertensas, quienes deben controlar y reducir su consumo de sal, que está actualmente por sobre todas las normas, y llega a cerca de 12 gramos al día por persona.

A este preocupante dato se le agrega que la primera causa de muerte en el país son precisamente las enfermedades cardiovasculares. Las marcas estudiadas suman en conjunto una participación de mercado de más del 90%, por lo que la posibilidad de encontrar pollos con baja cantidad de sal agregada por la fábrica es escasa e implica un mayor gasto para las personas.

La explicación sobre el adicionado de sal lo entrega la empresa Ariztía, que explicó a este diario que “es común para acentuar el sabor y ayudar a conservar los productos frescos”. La empresa aclaró que los resultados que arrojó Ariztía en el muestreo de Odecu se deben a un sobrestock de envases, pero que “hace seis meses Ariztía tomó la decisión de terminar con la incorporación de cloruro de sal en sus productos marinados y la reemplazó por sales de potasio, que cumplen similares funciones, pero disminuyen el aporte de sodio en un 53%”. Empero, el estudio de etiquetado de Odecu fue realizado hace sólo tres meses, en julio de 2006. Ante esto, la empresa agrega que “aún así se cumple la normativa sanitaria vigente, y los aditivos están identificados en la etiqueta”.

Cobro por agua

Odecu también cuestionó las ganancias que las firmas lograrían por la cantidad de agua adicionada al pollo, ya que “las empresas obtendrían ganancias por cerca de $50 mil millones, a través de agua a precio de pollo”. Esta situación “se encuentra avalada por una norma permisiva”, a juicio de Odecu. Se refieren al reglamento sanitario de alimentos, que en su artículo 293 indica que se puede agregar agua hasta un 12% de su peso, en contraposición a la Comunidad Europea, que permite “el mínimo técnico inevitable”, que no supera en ningún caso el 5,1%.

La empresa Ariztía aseguró que el “marinado” -nombre preciso del adobamiento de las carnes a través de líquidos- es un proceso normado, normal y que añade mayor valor agregado al producto, ya que “son los clientes los que exigen productos sabrosos, suaves. Jugosos y de fácil cocción”, aseguran. Sobre la presencia de líquidos en los envases de pollos faenados, Ariztía explica que esto “puede ser causado por la pérdida de la cadena de frío, en el transporte o en un mal manejo del usuario”.

La compañía Pollos King no quiso referirse al tema. Súper Pollo, después de un día y medio de ser consultado, consideró insuficiente el tiempo para elaborar una respuesta, y Don Pollo no logró ser contactado. Ausencia de antibióticos No todo fue malo en el análisis de Odecu a los pollos. De hecho, el informe de Odecu señala que luego de realizar pruebas de laboratorio para detectar la presencia de antibióticos -que facilita el crecimiento de los animales y limita la aparición de enfermedades-, todos los tests resultaron negativos. Odecu evaluó a las principales marcas de pollos y demostró que todas ellas están libres de restos de antibióticos.

lunes, octubre 23, 2006

Octálogo del Escritor

Ser escritor o escritora:

1. Es una actitud interdisciplinaria, mental, multifocal.
2. Se necesita talento, que no se explica ni se enseña.
3. Es una viaje a un abismo. Se sabe la partida, nunca el final.
4. Es una dignidad y una independencia.
5. También es una condena.
6. Es un universo, de reglas propias, donde está siempre el bien y el mal
7. No hay que olvidar nada. La memoria es igual a la imaginación y a la creación.
8. La memoria es también un contexto emocional (miedo, envidia, celos, coraje, etc).

Octálogo inspirado en el libro El arte de enseñar a escribir de Mario Bellatin (coordinador), Fondo de Cultura Económica, 2006.

sábado, octubre 21, 2006

Bellatin: No es posible enseñar a escribir

José Luis Hernández –editor de la revista Derechos Consumados y del Diario del consumidor- está editando una nueva revista para profesores y anteayer desde la imprenta trajo el libro El arte de enseñar a escribir.

Intuí desde que lo vi, que el libro sí me interesaría.

Así fue.

Escribir, ser escritor, es una actitud mental, se deduce del libro que coordina Mario Bellatin.
Bellantin dirige Escuela Dinámica de Escritores en México donde sólo existe una prohibición: la de escribir. Bellantin postula la premisa de que No es posible enseñar a escribir. Es una escuela que busca precisar que la literatura es un arte y que pertenece a la misma estructura que cualquier otro arte..

Esta escuela NO ES UN TALLER de literatura convencional.

¡TALLEREAR NO!

El libro El arte de enseñar a escribir postula desde el inicio la paradoja de que No es posible enseñar a escribir.

Lo CREO.

El libro incluye, además del prólogo de Mario Bellantin, 40 reflexiones –cortas- de mentores de esa escuela (fotógrafos, psicólogos, críticos, músicos y también escritores). Varios de esos maestros reconocen que la escuela misma los revolucionó o los desconcertó. El libro también incluye el currículo de la escuela y los cursos impartidos.

Entre los 40 maestros de la escuela que escriben en el libro se encuentran: Laura Benetti, Ximena Berecochea, Fabienne Bradu, Juan Arturo Brennan, Aldo Chaparro, Federico Campell, Adriana Díaz Enciso, Guillermo Fadanelli, Raúl Falcó, Héctor Fernández, Margo Glantz, Anamari Gomís, Mario González Suárez, Juan José Gurrola, Francisco Hinojosa, Mónica lavín, David Lida, Sandra Lorezano, Mónica Mansour, Ricardo Martín, Alvaro Mata Guillé, Fabrizio Mejía Madrid, Benjamín Mayer Foulkes, Gerardo Montiel Klint, phillipe Ollé-Laprune, Ignacio Padilla, Eduardo Antonio Parra, Edmundo Paz Soldán, Mauricio Pilatatowsky, Sergio Pitol, Giovanna Polarollo, Cristina Rivera-Garza, Marcela Rodríguez, Marisol Schulz, Enrique Serna, Iván Thays, Milagros de la Torre, Miguel ventura, Jorge Volpi.

Mario Bellatin estudió Teología y Ciencias de la Comunicación en Lima. En 1987 fue a Cuba para estudiar guión cinematográfico. Publicó sus primeras cinco novelas en el Perú y luego regresó a la Ciudad de México. Actualmente, Bellatin dirige la Escuela Dinámica de Escritores.

lunes, octubre 16, 2006

Poetas lloran a Gonzalo Millán

Una gran concentración de poetas chilenos se vivió ayer domingo en el cementerio general, para despedir a uno de sus talentos, el poeta Gonzalo Millán (1947-2006).

Pato Igor me dijo el otro día que mi blog parece obituario.
Y es que, estimado amigo, que le voy a hacer: como dijo Teresa Calderón ayer en el cementerio, la señora de la guadaña se ha portado muy cerda estos últimos meses con el arte nacional.

Una enorme cantidad de poetas leyeron ayer poemas de Gonzalo Millán, y quedó demostrado que Gonzalo Millán tenía alto poder convocante.

-Falta alguna autoridad de gobierno, una ministra, un subsecretario, un senador o un diputado, me dijo un poeta ayer.

-Es que no hay tele.

-Un diputado se podría haber equivocado de país…
Vean la apostilla en poesias.cl
Imagen: con Gonzalo Millán en la Biblioteca Nacional

sábado, octubre 14, 2006

Blog provoca la renuncia de Ministra sueca, Maria Borelius

Según el diario Aftonbladet, fue el blog de Magnus Ljungkvist, quien primero publicó la información de la irregular declaración de los impuestos de la Ministra Maria Borelius. Ljungkvist solicitó la declaración de impuestos de la Ministra y descubrió que ella habia ganado muy bien en los últimos años. Pese a ello, Maria Borelius había afirmado que pagó sin imposiciones los servicios de su niñera. La ex ministra tampoco había pagado su licencia obligatoria de televisión abierta. Las cifras fueron publicadas en los grandes medios y...la Ministra se vió obligada a renunciar hoy.
Este caso se suma a los problemas de la Ministra de Cultura, la señora Cecilia Stegö Chilò.
Magnus declara hoy en su blog que no tiene tiempo de publicar ni responder nada, pues....hoy sábado va a la fiesta del matrimonio de un amigo....!
Así se inicia en Suecia un nuevo debate sobre el rol de los ciudadanos y los blogs.

miércoles, octubre 11, 2006

Corrupción a la sueca: Ministra de cultura no pagaba licencia de TV

Cecilia Stegö Chiló, periodista de 47 años, asumió como la nueva ministra de cultura sueca el 6 de octubre. Como ministra ella es responsable también de la Televisión y la radio sueca. Esas actividades se financian mayoritariamente con el pago de licencia de televisión, un impuesto que todos los suecos que tienen televisión en su casa deben obligatoriamente pagar.

La historia es que la señora Cecilia no había pagado ese impuesto durante varios años, a pesar que tenía televisión en su casa. Había evitado cumplir con la ley. Solo unos días antes de que la señora Cecilia asumiera como Ministra, su marido Eric Chiló registró su televisión.
Así estalló el escándalo. Se le acusó a la policía y se le pedirá que pague retroactivo.

Muchos piden su cabeza.

Para la mentalidad sueca, esta vergüenza pública, puede enterrar la carrera política de la señora Cecilia.

Sorprendente, ¿verdad?

Eso es transparencia, ¿no?

General Bachelet: A veces escribo cartas




LAS CARTAS DEL GENERAL BACHELET
Reinaldo Edmundo Marchant
Escritor

“Alberto escribía a mano los borradores de sus cartas y posteriormente los tipeaba en su máquina de escribir. De todo ello guardé cuidadosamente los borradores y lo mismo hice con todos los demás escritos, reflexiones y trabajos en cobre que realizó en los meses que estuvo recluido en la Cárcel Pública”. Quien habla es Angela Jeria, esposa del general Alberto Bachelet, en el prólogo del libro “Las cartas del general Bachelet” (Grupo Editorial Norma, 2006), texto que acaba de ser presentado y que, sin duda, por el valor íntimo e histórico que trasunta, no sólo se convierte en el mejor instrumento fidedigno para conocer al general Alberto Bachelet, su entorno familiar y principios políticos, morales y humanistas, sino además se convierte en la geografía indicada para entender las raíces más profundas de la primera Presidenta que ha tenido Chile, Michelle Bachelet.

El libro, testimonial y autobiográfico, con la voz del propio general en primera persona, enfrentando múltiples felonías, sombrías aspiraciones de sus propios camaradas, evoca de forma realista los grandes libros epistolares de todos los tiempos, de reconocidos personajes nacionales y mundiales, escritos en cárceles y prisiones de gobiernos dictatoriales y fascistas. La briosa pluma del general, con sus descripciones precisas, con tonos a veces dramáticos, irónicos y punzantes, empalidecen muchos testimonios escritos en la sobriedad de un escritorio.

Cuando los historiadores e investigadores emprendan la búsqueda ancestral de la primera mandataria de Chile, no podrán soslayar los escritos de puño y letra entre la entonces estudiante de medicina de apenas veintidós años y su padre, ofrecidos a plena autenticidad en este libro, que develan una naturalidad insólita ante el drama que en él y en el país acechan, ante el encierro paternal, las traiciones lacerantes e inesperadas, la calma de una esperanza que no llegaría jamás y la carencia de odio de un general leal que no pierde la hidalguía, el honor de los valores humanos, que no piensa caer a pesar de “…cuando la escala de valores se cambia violentamente, cuando los conceptos, las ideas y los ideales son destruidos, cuando, en fin, todo el templo arquitectónico se derrumba, uno se encuentra indefenso frente a algo absolutamente nuevo, frente a algo realmente opresor y fuerte. Y cuando uno ha sufrido la experiencia de esa opresión, preso e incomunicado por largo tiempo, con cargos infundados, verdaderas felonías y traiciones de personas que uno creía eran sus amigos, entonces ya no se piensa, sino que se asegura que algo anda mal, que el mundo está loco o que uno ha estado equivocado durante cincuenta años…”, señala a puño y letra en una hoja cualquiera, en prisión, enfermo, en una misiva que después su señora se encargará de sacar oculta en los más impensados lugares del cuerpo, desde los primeros días de septiembre de 1973 hasta marzo de 1974, fecha que en que el corazón torturado del general Bachelet deja de latir.

Hay en el libro, pasajes notables, que, por su legado político, hasta literario y de carácter emocional, recuerdan con fuerza las últimas frases inolvidables del Presidente Salvador Allende: ambos las escribieron para la posteridad desde el infierno de la Moneda, en el caso del Presidente Allende, y desde la celda N° 12, Galería N° 2 de la Cárcel Pública de Santiago, en el caso del general Bachelet.

Es posible que “Las cartas del general Bachelet” hayan sido editadas en este escenario nacional del 2006, donde las miradas interesadas están en carreras presidenciales precipitadas, en berrinches cotidianos que no permiten el silencio para pensar en este legado que debieran conocer las futuras generaciones. Si el libro hubiera salido en su momento, o años más tarde de la tragedia que le tocó vivir, el general Alberto Bachelet tendría carácter de prócer de la patria, por su valentía, consecuencia inalterable de lucha, de ideales que no se cansa de repetir a lo largo de las misivas, “..Mami – le escribe a su heroica esposa, Angela Jeria-. Si algo valgo, si algo he hecho, si algo de participación he tenido en un proceso que ha quedado transitoriamente detenido, te lo debo exclusivamente a ti, que has sabido en todos los años que te conozco, que ya son varios, inculcarme un espíritu de lucha y un deseo de justicia, de igualdad, de derecho para con todos nuestros semejantes... Y como el preso N. 9, si volviera a nacer, seguiría la misma huella...”. Y sigue el general, “Gelucha – forma cariñosa para tratar a su esposa- mía y más mía que nunca, quiero enviarte en estas letras, todo mi amor, mi recuerdo, mis deseos de verte, de estar junto a ti, mirando el horizonte infinito, libres, absolutamente libres para poder dirigir juntos nuestros pasos buscando la forma y luchando para que el hombre deje de ser el lobo del hombre y la libertad, la igualdad, la justicia social se traduzca en hechos concretos, aunque en ello se nos vaya la vida...”. El proceso donde fue juzgado junto a una cincuentena de militares de la FACH, se denominó “Contra Bachelet y otros”, lo que demuestra no sólo la aberración jurídica premeditada, sino también el encono contra el general, que fue acusado cobardemente de conspiración y de otros hechos ridículos que nunca se probaron, que buscaban castigar – sin éxito, a pesar de las torturas y vejaciones como prisionero de guerra, realizado por oficiales de la Fuerza Aérea, que intentaron degradarlo sin ningún respeto por la dignidad humana ni grado militar-, en el fondo, la libertad de sus pensamientos y respeto absoluto de apego a la Constitución del gobierno de la Unidad Popular. Indica el general, “¿Cuál fue mi error? Mi error fue haber sido totalmente leal a la Constitución, totalmente leal a la Fuerza Aérea y totalmente leal a un hombre que se llamaba Salvador Allende”.

Nada doblegó al general. Ni “los ablandamientos”, la cárcel incierta, los vigilantes que lo custodiaban hasta en la enfermería, las constantes y delicadas dolencias cardíacas, todo ello jamás disminuyó su ánimo, la esperanza de continuar luchando, “Pero una cosa debe tener bien clara: mis manos y mi conciencia están limpias, son claras y transparentes, y creo que si alguien debe sentir vergüenza porque yo me encuentro en la cárcel, son nuestros propios opresores. Para mí, al margen de las limitaciones, ha sido una experiencia extraordinaria”, ironizaba el general desde su cautiverio.

Incluso la alegría del general se deja ver en medio de ese tiempo lúgubre, como cuando le escribe al ex Senador Hugo Miranda, detenido en la Isla Dawson, “Santiago empieza a ponerse caluroso – escribía-. Pienso que si lográramos combinar la temperatura de ustedes en Dawson con la nuestra, obtendríamos una medida bastante aceptable... Pero desgraciadamente, aquel que compaginó geográficamente este mundo, lo hizo sin consultar a nadie, lo hizo a su soberano arbitrio y olvidó que la democracia en la vida de los pueblos constituye la felicidad de ellos...”.

También esa chispa a flor de labios afloró cuando su esposa Angela Jeria rindió exámenes brillantes en la carrera de arqueología en la Universidad de Chile, y para celebrar le pidió que entrara a la cárcel pisco sour... Angela Jeria, intentó diversas técnicas para ocultar algo de pisco: finalmente logró su propósito en un termo con “tutifruti”... Desgraciadamente, el licor fue recibido el mismo día de la muerte del general Bachelet: aquella noche sus compañeros brindaron en su memoria.

A lo largo del relato, en las páginas finales, se han rescatado cartas del coronel Carlos Ominami Daza, donde describe los momentos finales del general Bachelet: “El día de su muerte estaba terminado de lavar los platos, la vajilla... Murió en una parrilla de madera que hacía de cama, rodeado de sus acongojados compañeros de celda...”. Por su parte, el entonces capitán Raúl Vergara, su asesor y hombre de confianza, también detenido en una celda contigua, le dedica un estremecedor poema:

No me despediré de ti/porque no te has ido/ni te llamaré
Hermano/porque hiero tus oídos/con palabra falsa/ni camarada/
Porque te evoca la ingratitud/ni siquiera compatriota/ porque huele
A traición... Te nombraré con nuestra canción de amor/y marcha de
De combate/te llamaré simplemente/¡compañero!/admirable/compañero
General/querido compañero Alberto/siempre:/¡compañero! (extracto).


A su vez, su hijo Alberto, radicado en el extranjero, al enterarse de la aciaga noticia, le escribe otro sentido un poema:


Mucho se dijo en su contra
De mucho se le acusó
Que era un traidor, un comunista
Que era un ladrón, un instigador
¿Que quería evitar un golpe?
Nada se pudo comprobar
Pues él siempre fue inocente.
Parece que es pecado defender al gobierno
Ayudar al país y a la gente pobre. (extracto).


A lo largo del libro, donde cuesta marginarse de la emoción, por el largo calvario del general, el constante sufrimiento al que es sometido, asaltan preguntas, ¿por qué no se asiló?, ¿por qué no pidió ayuda externa, como lo hicieron tantos perseguidos? La respuesta es una: ¡Al general Alberto Bachelet le importaba “demostrar” que tener ideales y luchar por la justicia social no es delito! Incluso, en una carta deja entrever su deseo, si quedaba en libertad, de establecerse en Chile, con todo el peligro y la hostilidad que entonces significaba.

Antes de la publicación de “Las cartas del general Bachelet”, yo había escrito en diarios y libros sobre él, destacando el aspecto deportivo que desarrolló cuando era Vicepresidente del Club Deportivo Aviación y Director de Finanzas de la Fuerza Aérea de El Bosque, época en que formaba parte de las inferiores de ese equipo. Con mis compañeros muchas ocasiones estuvimos con él, como jugaba al arco se ponía a atajar balones, armaba partidos informales los fines de semana, escuchaba a todo el mundo. Camaradas de él, como Belarmino Constanzo, recuerdan su solidaridad cuando el dinero no rendía para llegar a fines de mes y el general no se hacía problema en adelantar parte del salario. En una ocasión, nos llevó a tres juveniles a jugar un partido a San Bernardo. Era en contra de gente adulta. En un momento, con una convicción impecable, le explicó a los del otro equipo “que no le llegaron unos convocados” y pidió autorización para que “jugaran los más jóvenes”. No pusieron traba. Ganamos por un marcador casi indigno. Esta parte de su vida es la que tangencialmente conocí de don “Beto”, como lo llamaban. Ignoraba esta parte estremecedora de la prisión y de su muerte, acaecida el 12 de marzo de 1974, sólo tres días después que yo cumpliera diecisiete años.


Por lo que hizo, por lo que fue, por su valentía y extremada sencillez, por no haber hecho ostentación jamás de autoridad y cargos, tenemos una deuda histórica con el general Alberto Bachelet. Es un mártir de la tragedia de Chile. Un soldado que la historia no puede omitir. Un hombre que infundió coraje, optimismo, comprensión, fuerza, elevó la moral de los caídos, detenidos, a pesar de padecer malos tratos, tortura, un cautiverio humillante. Su nombre debe estar en un parque, avenida o población; debe estar en el corazón del pueblo.

Chile le debe un lugar permanente en la memoria de la patria; y a su maravillosa esposa, Angela Jeria, está pendiente el reconocimiento a su valentía, consecuencia, coraje, que debe quedar plasmado con letra inmarchitable por el ejemplo de una mujer que venció el dolor, las pesadillas de las situaciones más adversas que se puedan imaginar; sin su valentía este valioso texto nunca hubiera salido a la luz.

Decía el general Alberto Bachelet: “Yo no voy a ser castigado por algo que he cometido, sino por una falsedad y esa es la manera más difícil de ser castigado. Cuando el momento llegue, lo afrontaré lo mejor que pueda, pero me atrevo a decir, aún cuando no se me escuche ni a muchos les pueda importar, que la presunción es errada. Ni todos los descubrimientos de todos los jurados, ni todos los procesos de todos los tribunales, ni todas las sanciones, por drásticas y extremas que sean, de todo el mundo, pueden hacer que sea lo que no es”.

A veces sabemos cuando nacimos y no cómo moriremos. Sin embargo, quizás lo más triste, es no llegar a saber cómo fueron y qué hicieron los demás en la vida que les tocó. El general Alberto Bachelet vivió con el ejemplo en la comisura de los labios. Ese fue su honra. Su valioso legado. Vale, mil veces siete, conocerlo.


Reinaldo Edmundo Marchant
Escritor


viernes, octubre 06, 2006

¿Julio César Rodríguez pagó derechos de autor al asesor de Lagos, Ottone por lucrar con su imagen?

Julio César Rodríguez era director de la revistilla Plan B, cuando se publicó allí la caricatura Don Tottone, una serie cómica dibujada por el talento de Leo Ríos, en la que se presentaba a un irritable asesor político. La serie era ácida y valiosa y obviamente tenía su raíz en el asesor de Ricardo Lagos, del famoso segundo piso de La Moneda, Ernesto Ottone.

Ahora, miren lo que son las cosas, el mismo Leonardo Ríos es uno de los dibujantes de Idolos de la Farándula, un álbum de monitos de los que hoy hacen piruetas en la tele y en el que aparece un tal Mulo César Rodrígue.

Sin embargo, ahora, según me informo por un diario, Julio César Rodríguez ha presentado, junto a otros conocidillos, un recurso de protección en contra de Salo, la empresa que edita el álbum, por que asegura que los dibujantes de las láminas y los editores, vulneraron sus derechos de propiedad al ocupar y lucrar sin autorización con su imagen y nombre: Mulo.
¡Qué Mulo!

lunes, octubre 02, 2006

Nuevos talentos en cómic chileno

Nuevos talentos

DOS JÓVENES dibujantes chilenos por su talento y su particular visión de mundo, han llamado la atención y se han convertido tempranamente en referentes para la nueva hornada de los jóvenes dibujantes de la historieta chilena: Leonardo Ríos y Rodrigo Salinas.

EL TALENTO Y VERSATILIDAD de Leonardo Ríos, periodista de profesión, se vieron reflejados en una serie de alcance político, Don Tottone, un asesor político de la posmodernidad, que fue publicada en la desaparecida revista Plan B. Don Tottone es un lujurioso, sobrepagado y malas pulgas asesor del Príncipe, que se mueve en el segundo piso de Palacio dando órdenes y humillando a sus eminencias grises y medios pollos. Cree controlar las motivaciones de los mortales y las razones y sinrazones de la baja o subida en las encuestas del gobernante. Un ser básico de la política moderna.

RODRIGO SALINAS M., licenciado en arte en la Universidad de Chile, publicó Arturo Prat is not dead y Los viajes de Massachussets con la editorial Nueva Gráfica Chilena, y el apoyo monetario del Estado, vía Fondo de Arte y Cultura. Salinas editó el volumen La Calma después de la Tormenta que compila sus trabajos entre el 2000 y el 2005. Salinas se convirtió, con su estilo humorístico desbocado y creativo, donde se esconde un cierto aire de desencanto (político, por cierto), en un referente para el entorno de dibujantes jóvenes.

Chancho Cero

DE GRAN éxito comercial, Chancho Cero de Pedro Peirano, es un libro de 64 páginas a color con historietas del suplemento Zona de Contacto del diario El Mercurio, narra las aventuras de la Escuela de Lobotomía, con personajes como el Moco Soto o el Decano Avellana.

Nuevos superhéroes

EL DIBUJANTE E HISTORIADOR del cómics chileno, el porteño Cristian Díaz, TEC, se han convertido en una animador de la vida cultural de Valparaíso y además ha publicado tres series de su personaje Capitán Chile, un superhéroe que pretende defender Chile. Otro superhéroe criollo de Antofagasta El Hombre Cordillera del dibujante Luis Zuñiga, un superhéroe lleva un pico de Los Andes como gallardete en el pecho. Diego Maya es el creador del fanzine Futuro Comics tributario también de los superhéroes.

Fanzines

APARECEN nuevos dibujantes cómics en revistas autogestionadas con sangre, sudor y tinta.

Han salido a kioscos revistas Fragmentos Terminales de Carlos Reyes y la revista Huemulín de Galo, Jaime Huerta.

Han aparecido Tinta negra, y allí dibujan, entre otros, Italo Ahumada, Nicolás Silva, Felipe Villarroel y Ariel Cid.

El Informe Meteoro es una idea original de Estaban Chacón y José Huichiman, según indica la revista, que reúnen a un grupo de jóvenes como Roberto Armijo, Angel Bernier, Gabriel Hernández, Victro Figueroa y Carlos López Balló, Carlos Reyes, entre otros. También se ha publicado Nautilus en Valparaíso y El último Respiro, proyecto fanzine que se lleva a cabo en Concepción.

César Fuentes es el creador de Conejín con algo de humor destructor y Franco Rampoldi edita Eter en una clara vertiente autoral.

El Grup Pac, (diseñadores de la U de Chile: Andyjack, Bruna, Bromhbley, Díaz, Zepeda, Moreno y Zamora) producen la revista Paczine.

El fanzine Huyendo del buen gusto es editado por el Sindicato de la imagen.

Milton Izurieta y Jorge Toro están detrás de la revista Sin Huesos.

Revista Caleuche

LA REVISTA CALEUCHE destaca en el panorama de las nuevas iniciativas de esta década. En primer lugar por que ya llevan 12 números puestos en kioscos, algo inusual en el cómics nacional. Los sostenedores son dos hermanos de Talca: los hermanos Miguel y Luis Contreras G. Reúnen a jóvenes dibujantes de varias regiones, orientados claramente a niños y jóvenes. Caleuche tiene el extraño mérito de ser hoy la única revista de cómic de aparición mensual.
Texto © Omar Pérez Santiago
2006
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 158 147
Derechos Reservados
Viñeta: Hijos de P
dibujo: Amancay Nahuelpan.
Color: Daniel Bernal
Caleuche nr 11, 2006