miércoles, marzo 26, 2008

Disolución de los sólidos y los gigantes nómades


Enrique Correa renunció al Partido Socialista, el Partido por la Democracia expulsó a Fernando Flores y Jorge Schaulson, y la Democracia Cristiana expulsó a Adolfo Zaldívar y cía. Los partidos “realmente existentes” o sólidos se convierten en complicados instrumentos de aparatichis. El grado de satisfacción que provoca la relación dentro de la coalición va en caída. Y hay quienes ven que abandonarla no les causará la pérdida de alguna inversión importante.
Parece que el dilema no tiene solución pues parece el fin del tipo de democracia fundada en el No y el Sí.
Si se aplicará la Ley de Gresham, el principio según el cual, cuando una unidad monetaria depreciada es menos valiosa y tenderá a desaparecer, es inevitable que las coaliciones en baja tiendan a ser desplazadas. Con la posible excepción de una causa común como fue la dictadura militar, no hay ya mucho en la Concertación que promueva una relación cómoda.
En general, cada vez más, las coaliciones tienden a ser flotantes, flexibles y frágiles.
Líquidas, para usar el concepto de Zygmunt Bauman. La fluidez es una tendencia nacional también. La “disolución de los sólidos”, es un rasgo permanente del sistema.
Los sólidos, como los glaciares, se están derritiendo.
Joaquín Lavín y Ricardo Lagos intuyeron tempranamente la disolución de los sólidos, y ya no quieren dejarse atrapar por sus “tribus”. Ahora son ellos transtribalizados, ya no se sujetan ya más a esas tribus fastidiosas y sedentarias. Se sienten gigantes importunados por liliputienses.
Ahora son nómades. Han descubierto que pueden ser un poder cada vez más móvil, resbaladizo, cambiante, evasivo y fugitivo.
Escultura de Muack

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