jueves, agosto 14, 2008

Poeta de pocas palabras. Visita a Sofía III


Publicado en diario Arbetet, 8 junio 1991

Sofía es confusa, pero también muy amable. Es fácil tomar contacto con la gente. El Café Praha está lleno de humo de cigarro y de gente muy vivaz. Bebemos café con coñac. Le pregunto por la literatura búlgara a una amiga búlgara, una espigada bailarina que nos acompaña y que viste un llamativo jersey lila. Hizo unos llamados por teléfono y no nos demoramos mucho en estar en la casa de Deian Ene, un premiado joven escritor, en las faldas del monte Vitosha, donde vive con su mujer y sus dos hijos. El nos invita con un aperitivo de raika, un aguardiente búlgaro.
Deian es un treintañero profesor de inglés, y ha publicado el libro de cuentos “Lecturas para un tren nocturno”. Su segundo libro espera, pues el editor debe encontrar papel, un bien escaso en la Sofía actual. El escribe usualmente en diarios y revistas. Pero vive con una sensación de asilamiento, una claustrofobia que duele.
Miedo
Deian ha pasado toda su vida en Sofía. Sus contactos con el extranjero son pocos, aunque Bulgaria es un país Europeo muy central. Deian –igual que muchos otros jóvenes escritores europeos- es escéptico de la política. “La literatura es una manera de volar”, dice. “Escribir es un modo de buscar armonía entre el mundo interno y externo. Es como el amor: uno no sabe bien como comienza, pero luego uno no desea terminar. Pero cuando uno escribe sobre la gente, siempre está allí el entorno.”
El gran tema en la literatura búlgara es el miedo. Y vendrá a marcar la literatura en el futuro, quizás de modo más abierto ahora. En Bulgaria han empezado, paralelamente con la salida de diarios y revistas, a fundar editoriales independientes. “Hay tres grupos: el primero son los ex jefes, que aún publican mierda. El segundo grupo son editoriales que sólo quieren ganar dinero y publicar pornografía. El tercer grupo es el que está realmente interesado en la literatura, pero que hasta ahora ha tenido dificultades para establecerse en el casi inexistente mercado.
El tiempo pasó rápido y ya era muy de noche cuando terminamos la velada.

Minimalista

Al otro día mi amiga del jersey me presenta a otro escritor: Ivan Radief tiene 33 años y es un minimalista, cuidadoso con el idioma, con la palabra, con miedo a la retórica. Me cuenta que ha escrito una pieza de radio de 15 minutos, con una sola réplica.
-El único problema es que ellos pagan según el largo de la obra, dice y sonríe. El es un escritor que sonríe a menudo.

Raíces

Seis poemarios ha publicado y es redactor de Annales, la gran revista cultural de Sofía. El publica su propia revista, Naba. Mucha poesía minimalista hay allí. Por ejemplo, su poema Familia, tiene tres palabras: “Y era amor”.
-Mientras menos palabras, el poema es más libre. Debemos ir a las raíces, dice. Y las raíces están en un camino donde muchas otras raíces se cruzan. Bulgaria es una cultura mezclada. No son catedrales, son árboles lo que necesitamos, allí están nuestras tradiciones.

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