miércoles, junio 05, 2013

Cartas para Violeta, bisabuelo de 89 años le escribe a su bisnieta



La epístola es un género literario tan antiguo como libertario. Las  primeras cartas circulan en Mesopotamia desde el 3.000 antes de Cristo. Fue en Egipto donde se instauró el primer correo. Aún se conservan cartas escritas en tablillas en el  Antiguo Egipto. Se guardan también las Epístolas de Horacio, del siglo I  A. C. o las cartas de los Apóstoles a los cristianos en el Nuevo Testamento.   

Y las cartas son dúctiles y libertarias pues la carta, entre el saludo y la despedida, puede incluir poemas, recomendaciones, recuerdos, recetas, incluso dibujos. 
Los correos electrónicos  han hecho las cartas más crípticas, más funcionales y más fragmentadas.  Pero, la carta de amor no pierde vigor para  expresar lo que se siente por otro persona.  
Por ejemplo, en “Las cartas a una mujer” de Gustavo Adolfo Bécquer, escribe:

“-¿Qué es la poesía? -me dijiste.
Yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones te respondí titubeando:
-La poesía es..., es...
-¡La poesía..., la poesía eres tú!”

O las cartas de Gabriela Mistral al poeta Manuel Magallanes Moure, cuando ella  tenía 27 años:

“Manuel amado... Por ahorrarte una lágrima andaría un camino de rodillas! De rodillas: esa es mi actitud de humildad para ti, y de amor. Y nunca yo he sido una humilde... Mira, he tomado mi café... y he cerrado los ojos para verte, y he exaltado mi amor hasta la embriaguez. Y hubiera querido prolongar el gozo muchas horas.”

Las “Cartas para Violeta” de Héctor Gallardo Mackenzie son también cartas de amor, amor de un bisabuelo  a una bisnieta, que hoy ya ha cumplido 5 años.

Un día mi queridísima Violeta leerás esta carta dirigida con todo amor a ti y podrás percatarte de la vida de algunos de tus antepasados”

Violeta no ha leído aun las cartas de su bisabuelo. ¿Por qué le escribe a una niña que posiblemente leerá sus cartas varios años después?  Sin duda, que es un recurso literario, es un motivo para hablar de su propia familia, para que la historia de una familia no se extravíe. Parece que hoy hay fórmulas digitales más fáciles de guardar información, los sistemas digitales como los ipod, los cd, etc. Pero fíjense ustedes que los libros se conservan por siglos. Y tienen la fortuna de quedar a veces tirados en algún lado, hasta que alguien, por fin, los redescubre y les da nueva vida.

El autor le escribe a su bisnieta pues le está hablando a su comunidad más próxima, pues él sabe, él tiene fe que otros lo están leyendo. 

“Te preguntarás, querida bisnieta, por qué estoy escribiendo todo esto dirigido a ti. Me lo pregunto yo también y me respondo con una pregunta, por qué será que estoy orgulloso de haber llegado a ser bisabuelo.”

Primero, le escribe para contarle sobre su familia, la familia Gallardo Mackenzie, que tiene sus raíces en Liverpool y en el sur de Chile, en la isla de Achao en Chiloé. De sus cuatro hermanos de los cuales quedan dos, y cuenta como esta familia se expande y se estira, y aparece así que este libro no sólo tiene interés para el pequeño círculo, sino para la familia ampliada.  
Héctor Gallardo Mackenzie es un lector furibundo, una amante de los libros y sus historias. Lo digo yo, que lo conozco de hace cuarenta años.  Recuerdo que alguna vez paseando por Roma, mirando la vidriera de una librería él vio un libro que decía: “I versi del capitano”. Era la versión italiana de Los versos del Capitán, escritos en la Isla de Capri por Pablo Neruda a su entonces amante, Matilde Urrutia. Héctor no se aguantó y entró de inmediato a comprar la versión italiana de Los versos del capitán. Y cuando después llegamos a Nápoles, en lugar de entrar a una programada visita de uno de los más importantes museos de Europa, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, Héctor se escabulló a último minuto y prefirió  irse a sentar frente al mar Tirreno, con la esperanza de ver la Isla de Capri, donde Pablo Neruda le había escrito los Versos del capitán a su amante, Matilde Urrutia. 
Y ocurre con los buenos libros, lo que yo creo que ocurrirá con este libro, esto es, cuando alguien lo lea le evocará su propia familia, la lectura les dará a ustedes, las simples y directas ganas de contar su propia historia, sobre su propia familia, porque todas las familias, en el fondo, constituyen un ramaje de historias y leyendas, cada familia es una novela en sí.

Hay otro gran valor del libro. Es lo siguiente. Parece que todos valoramos el actual despertar de los jóvenes y su activación en la vida social chilena. O del empoderamiento de las mujeres en la sociedad chilena. Pero este libro viene a recordar que hay también hay un fuerte despertar del rol social de los adultos mayores en la sociedad chilena. Héctor Galllardo Mackenzie tiene 89 años y está aquí con su libro motivando a la reflexión a su gente, a su comunidad, a sus vecinos.  Los adultos mayores no  se ven  a sí mismos como alguien acabado antes de tiempo. La sociedad está también repensando ese rol, dándoles el espacio que se merecen, para que vivan, cooperen y revivan sus largas y sabias experiencias. Los adultos mayores la llevan también y este libro “Cartas para Violeta” es un gran ejemplo.