La
epístola es un género literario tan antiguo como libertario. Las primeras cartas circulan en
Mesopotamia desde el 3.000 antes de Cristo. Fue en Egipto donde se instauró el
primer correo. Aún se conservan cartas escritas en tablillas en el Antiguo Egipto. Se guardan también las
Epístolas de Horacio, del siglo I A. C. o las cartas de los
Apóstoles a los cristianos en el Nuevo Testamento.
Y las cartas son dúctiles y libertarias pues la carta, entre el saludo y la despedida, puede incluir poemas, recomendaciones, recuerdos, recetas, incluso dibujos.
Y las cartas son dúctiles y libertarias pues la carta, entre el saludo y la despedida, puede incluir poemas, recomendaciones, recuerdos, recetas, incluso dibujos.
Los
correos electrónicos han hecho las
cartas más crípticas, más funcionales y más fragmentadas. Pero, la carta de amor no pierde vigor para expresar lo que se siente por otro persona.
Por
ejemplo, en “Las cartas a una mujer” de Gustavo Adolfo Bécquer, escribe:
“-¿Qué es la
poesía? -me dijiste.
Yo, que no
soy muy fuerte en esto de las definiciones te respondí titubeando:
-La poesía
es..., es...
-¡La
poesía..., la poesía eres tú!”
O
las cartas de Gabriela Mistral al poeta Manuel Magallanes Moure, cuando ella tenía 27 años:
“Manuel
amado... Por ahorrarte una lágrima andaría un camino de rodillas! De rodillas:
esa es mi actitud de humildad para ti, y de amor. Y nunca yo he sido una
humilde... Mira, he tomado mi café... y he cerrado los ojos para verte, y he
exaltado mi amor hasta la embriaguez. Y hubiera querido prolongar el gozo
muchas horas.”
Las
“Cartas para Violeta” de Héctor Gallardo Mackenzie son también cartas de amor, amor
de un bisabuelo a una bisnieta, que hoy
ya ha cumplido 5 años.
“Un día mi queridísima
Violeta leerás esta carta dirigida con todo amor a ti y podrás percatarte de la
vida de algunos de tus antepasados”
Violeta no ha leído aun las cartas de su
bisabuelo. ¿Por qué le escribe a una niña que posiblemente leerá sus cartas
varios años después? Sin duda, que es un
recurso literario, es un motivo para hablar de su propia familia, para que la
historia de una familia no se extravíe. Parece que hoy hay fórmulas digitales
más fáciles de guardar información, los sistemas digitales como los ipod, los
cd, etc. Pero fíjense ustedes que los libros se conservan por siglos. Y tienen
la fortuna de quedar a veces tirados en algún lado, hasta que alguien, por fin,
los redescubre y les da nueva vida.
El
autor le escribe a su bisnieta pues le está hablando a su comunidad más
próxima, pues él sabe, él tiene fe que otros lo están leyendo.
“Te
preguntarás, querida bisnieta, por qué estoy escribiendo todo esto dirigido a
ti. Me lo pregunto yo también y me respondo con una pregunta, por qué será que
estoy orgulloso de haber llegado a ser bisabuelo.”
Primero,
le escribe para contarle sobre su familia, la familia Gallardo Mackenzie, que
tiene sus raíces en Liverpool y en el sur de Chile, en la isla de Achao en
Chiloé. De sus cuatro hermanos de los cuales quedan dos, y cuenta como esta
familia se expande y se estira, y aparece así que este libro no sólo tiene
interés para el pequeño círculo, sino para la familia ampliada.
Héctor
Gallardo Mackenzie es un lector furibundo, una amante de los libros y sus
historias. Lo digo yo, que lo conozco de hace cuarenta años. Recuerdo que alguna vez paseando por Roma,
mirando la vidriera de una librería él vio un libro que decía: “I versi del
capitano”. Era la versión italiana de Los versos del Capitán, escritos en la
Isla de Capri por Pablo Neruda a su entonces amante, Matilde Urrutia. Héctor no
se aguantó y entró de inmediato a comprar la versión italiana de Los versos del
capitán. Y cuando después llegamos a Nápoles, en lugar de entrar a una
programada visita de uno de los más importantes museos de Europa, el Museo Arqueológico
Nacional de Nápoles, Héctor se escabulló a último minuto y prefirió irse a sentar frente al mar Tirreno, con la
esperanza de ver la Isla de Capri, donde Pablo Neruda le había escrito los
Versos del capitán a su amante, Matilde Urrutia.
Y
ocurre con los buenos libros, lo que yo creo que ocurrirá con este libro, esto
es, cuando alguien lo lea le evocará su propia familia, la lectura les dará a
ustedes, las simples y directas ganas de contar su propia historia, sobre su
propia familia, porque todas las familias, en el fondo, constituyen un ramaje
de historias y leyendas, cada familia es una novela en sí.
Hay
otro gran valor del libro. Es lo siguiente. Parece que todos valoramos el actual
despertar de los jóvenes y su activación en la vida social chilena. O del
empoderamiento de las mujeres en la sociedad chilena. Pero este libro viene a
recordar que hay también hay un fuerte despertar del rol social de los adultos
mayores en la sociedad chilena. Héctor Galllardo Mackenzie tiene 89 años y está
aquí con su libro motivando a la reflexión a su gente, a su comunidad, a sus
vecinos. Los adultos mayores no se ven a sí mismos como alguien acabado antes de
tiempo. La sociedad está también repensando ese rol, dándoles el espacio que se
merecen, para que vivan, cooperen y revivan sus largas y sabias experiencias.
Los adultos mayores la llevan también y este libro “Cartas para Violeta” es un
gran ejemplo.
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