domingo, enero 04, 2015

Nicanor Parra al Nobel y la necesaria gestión cultural en la era global.


Don Nicanor Parra ha tenido dificultades para recibir el premio Nobel. Se justifican con razones variadas. Pero lo cierto es que Chile no ha tenido una política cultural de inserción en el flujo mundial de arte y cultura.


MISTRAL Y NERUDA
La literatura chilena siempre tuvo un rol -no muy grande, pero significativo-, en el marco mundial; latinoamericano, por lo menos.
El primer premio Nobel latinoamericano fue a una mujer y a una chilena llamada Gabriela Mistral. Ella había viajado mucho, conocía a todas las estrellas del starssystem literario. Con el apoyo del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, se proyectó al Nobel. El gobierno de Chile dirigió la edición masiva de los versos de Gabriela y su traducción a distintos idiomas.
Vean la diferencia: Gabriela Mistral recibió, en 1945, el Premio Nobel. Su candidatura fue lanzada años antes por el mismo Presidente Aguirre Cerda que impartió instrucciones a su embajador en Francia. Este encargó a Salvador Reyes, Cónsul chileno en París, que pagara un traductor para una antología de Mistral. Finalmente encontraron al escritor de Malmö, Hjalmar Gullberg, quien la tradujo al sueco. ¿Ven la diferencia? Así se hacían las cosas antes.
Nada fue gratuito.
Lo mismo ocurrió con Pablo Neruda y su premio Nobel. Se realizaron seguimientos y monitoreos por años. Neruda y sus amigos mantenían contactos estrechos con un miembro de la Academia sueca, entre ellos el activo Arthur Lundkvist.

NICANOR PARRA Y LA GUERRA FRIA SUECA
Inicialmente Nicanor Parra quedó envuelto en una guerra de baja intensidad propia de la guerra fría.
Los cubanos se pelearon con Parra. Fue a raíz de ese affaire llamado: “Té de Parra con la señora Nixon”. Parra visitó la Casa Blanca en 1970, durante la ofensiva militar yanqui a Camboya, y saludó a Patricia Nixon. 
El mundo ya era globalizado y la performance comunicacional impactó como bomba de racimo. Los cubanos lo sacaron del jurado de Casa de las América de ese año. Parra pidió “justicia revolucionaria” y “rehabilitación urgente”. 
Fue negada. 
“Como revolucionarios condenamos su confianza en el imperialismo”, decía la carta visada por Roberto Fernández Retamar. 
En Chile, los rojos tampoco lo disculparon y le dieron como caja. El presidente de la SECH, Luis Merino Reyes, lo trató de “ególatra y sexagenario hippie”. El diario Puro Chile escribió que era “chupa medias de Nixon”. Carlos Droguett lo trató de “basura temblorosa”. Luis Sánchez Latorre (Filebo) habló de “acto de deserción” y “ombliguismo”. Germán Marí  dijo que “el poeta es víctima de su propia ambigüedad” y Mahfud Massis afirmó que “sentía una inmensa pena” por Parra.
Parra se protegió a cachetadas: “los enemigos son los pelotudos, los conformistas incondicionales, los robots”. “Droguett es un escritor mediocre y como persona es un hijo de puta”, “Massis es un resentido literario y un robot que no sabe pensar por sí mismo”.
Combos iban, combos venían. Un debate de nivel, un fino debate, en una era de controversias y de guerra fría. Así fue como Parra quedó atrapado en las redes de la guerra fría. Y como el mundo ya era globalizado, en Estocolmo, obvio, la fracción pro cubana en la Academia Sueca, también escuchó y tomó nota.

LA ROSCA IZQUIERDISTA EN SUECIA
Arthur Lundkvist se convirtió, en 1968, en el miembro 18 de la Academia Sueca. Lundkvist era de izquierda e izaba el pendón del llamado tercermundismo. Son los años sesenta y el ritual era cubanísimo. Lundkvist publicó el libro Sa lever Kuba (Así vive Cuba, 1965). Söderberg publicó Ros för en revolution, (Una rosa para una revolución, 1972) y seleccionó y tradujo la antología de poetas cubanos Kubas poeter drömmer inte mer (1969).En esa banda literaria estaban, además, su mujer, la danesa Maria Wine (una poeta erótica mística: “Disolveré mi cuerpo en átomos”, escribió en su debut el año 42) y el poeta y traductor de fuste, el largo y delgado Lasse Söderberg y  la escritora sueca Sun Axelsson (Estación de la noche, 1995).
Lundkvist era un coloso y un irreverente, no se dejaba impresionar, y apostaba por lo que creía. No vino a marcar el paso. Apoyó al Nobel a Beckett (1969), a Neruda (1971), a Aleixandre (1977), a García Márquez (1982), a Simon (1985) y a Paz (1990). Taponó a Amado, a Greene y a Borges. Criticó públicamente el premio a Golding (1983) y a Cela (1989).
Lundkvist conoció a Parra, a fines de los años 50  en un piso en Estocolmo, y Parra no era mayormente de su gusto.
Así, vino el golpe militar  y la dictadura de Pinochet no iba a mover un soldado, y no movió un soldado, por la poesía en general, y por Parra en particular.

LA TRANSICION Y LA MEDIDA DE LO POSIBLE
Cuando llegó al gobierno Patricio Alywin, varios, en la medida de lo posible, se hicieron los suecos.
Parra es un independiente. Y los autónomos son mal vistos. (Digámoslo bajito para que no escuchen las eminencias grises: también Chile es un país de roscas y nomenclaturas). 

Los años pasaron vanamente y la lucha por el Nobel a Parra arrancó tarde y, además, manía insular, para consumo interno de las masas. Un Premio Nobel significa dignidad, amplitud cultural, educación y estímulo para los jóvenes. Por eso la ineptitud de país es asaz imperdonable.

Recién el año 1993, se inició una campaña dirigida por la  Universidad de Concepción y su  Departamento de Español y el diputado por Concepción, José Antonio Viera-Gallo. Parra era conocido en algunos ambientes intelectuales estadounidenses, pero no tenía traducida su obra al inglés, francés ni sueco. Y si la tenía, era de forma intermitente.  Se activan los fans de Parra; aparecen murallas rayadas en Santiago y afiches pegados en avenidas, ¡Parra al Nobel! Gente que caminaba hasta La Reina y se quedaba ahí, a la espera de alguna señal o saludo imprevisto del antipoeta. La campaña no tenía ninguna relación con la academia Sueca.

El año 1995  la campaña fue dirigida por Marlene Gottlieb y tuvo al Instituto Cervantes de Nueva York como institución oficial. Se comunicaron con académicos por teléfono, que conocían bien la obra de Parra. Hubo una carta firmada por 300 intelectuales de distintas partes del mundo. Actos, conferencias en diversas ciudades y universidades, pero principalmente en Estados Unidos, lo que le dio un toque internacional a la campaña.

El año 2001 la campaña fue dirigida por José Antonio Viera-Gallo y Viviana Vicencio, encabezados por la Universidad de Chile. Mandaron un dossier a la Academia, y  un video de diez minutos en el cual Parra salía recitando y dando discursos. Uno de los encargados de ese video fue Víctor Jiménez, el director del documental Retrato de un antipoeta. Se tradujo  parte de su obra al sueco.  Hubo lecturas en torno a la obra de Parra en lugares como el Bellas Artes y diversas universidades. Exposición de sus Artefactos en el edificio de la Telefónica. Pero no hubo ningún tipo de acercamiento con la Academia Sueca.

El año 2003, el músico  Julio Numhausser, agregado cultural en Suecia, movió las cosas en Suecia y se  publicó Manchas en la pared, Fläckar på väggen  con poemas de Nicanor Parra 2003, del traductor  Leif Duprez. También hubo una mesa redonda con Manuel Jofré y Lasse Sòderberg en Suecia.

El año 2012 la campaña fue dirigida por  Julio Ortega y Las Universidades Diego Portales,  La Pompeu Fabra (España) y de Leiden (Holanda). Organizaron un mesa  donde participó Peter Landelius ,  Carlos Peña ,  William Rowe y Julio Ortega, en idioma español en el Instituto Cervantes, (curiosamente no lo organizó el Instituto Latinoamericano).

LA BASE LITERARIA CHILENA EN SUECIA
Hubo apoyos aislados a Parra en Suecia. Leif Duprey tradujo a Parra. La traducción esperó un editor. Pero no había apoyo. Tampoco nadie activó la redecilla literaria chilena en Suecia. Por ej.: los poetas Sergio Infante (su ultimo libro: La del alba Sería, 2002), Adrián Santini(Contradanza, 2002), Rubén Aguilera (Cerditos de Sabio Rabo, 2000) y Jesús Ortega (Para hablar con las musas, 2003). No se usó el know how, los contactos y el poder de producción cultural, por inopia de la clase política.

CAMPAÑAS LIMITADAS Y DESCOORDINADAS
Si uno revisa las campañas anteriores a favor de Nicanor Parra, uno descubre que las campañas han sido insuficientes, descoordinadas y hay que aprender de esas limitaciones.
Desde la primera campaña de Parra al Nobel del año 1969 que dirigió el periodista y poeta Patricio Lerzundi, hasta última la campaña, estas han sido campañas parciales, no coordinadas con todos los elementos necesarios.

En primer lugar, las traducciones de Nicanor Parra al sueco han sido escasas y carecen de vigor y de creatividad. Hay un solo libro en sueco, que lleva por título Manchas en la pared, del año 2003, con traducción de Leif Duprez. El diseño y el título del libro son aburridos, existencialistas. No le hace justicia a la poesía de Parra. De hecho, En Suecia los comentarios críticos al libro fueron tibios.  Leif Duprez construyó su propia visión de Parra. Lo vio con sus ojos y su cultura. Parra pasado por el tamiz existencialista de Duprez.

Pongo el ejemplo paralelo siguiente: El primer disco de Bob Marley, Catch a Firedel año 1973, era un encendedor marca Zippo, todo de color gris. El disco no vendió en un año. Fue Esther Andersen que le tomó una fotografía sin camiseta a Bob Marley fumando un porro, con los colores de un amanecer de Jamaica, y con ella se reeditó el disco, que prendió la extraordinaria carrera de Bob Marley.
Para que tenga efecto la campaña de Parra al Nobel, debe tener una nueva imagen, más adecuada con su poesía.

LA MARCA NICANOR PARRA DEBE SER RESIGNIFICADA
Hay que destruir la ya vieja, aburrida y marginal imagen que tiene Nicanor Parra en Suecia y construir una nueva, bajo el concepto de destrucción creativa. La imagen de Parra en Suecia, hay que destruirlo, para idear una nueva versión, más comunicable.

La actual posición en la influencia cultural se da a través de la producción de contenidos, el llamado softpower. Los fenómenos culturales de masas, el valor del softpower y su atracción y los flujos mundiales de contenidos, y todas las reflexiones y problemáticas que generan sobre la industria que genera contenidos y servicios culturales, un asunto de primer orden, como la circulación de los contenidos globalizados, a través de los mediadores entre el escritor y el mercado. Hay que incluir la idea en los flujos de los grandes y modernos medios, que evalúan los contenidos culturales no solamente en función de su calidad -obviamente subjetiva- sino también de su popularidad, impacto visual, y el ruido mediático.
La poesía de Parra es la unidad de la alta poesía con la cultura popular.

Esto debe presentarse con sentido  creativo y de calidad, una visión abierta. Entregar más información  relevante para los grandes medios de comunicación. Y más blurb, más frases promocionales.

Una propuesta renovada latinoamericana al Nobel, una nueva manera de pensar.

Una campaña debe contar los contactos académicos e intelectuales, lobby periodísticos, traducciones, mesas redondas, y movilización de sus fans.

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