El 2022 se cumplen 100 años de la publicación del Ulises, la obra fragmentaria de 800 páginas del escritor irlandés James
Joyce, una bestia literaria.
Irlanda, una isla represiva, tiene admirables escritores. James Joyce, Samuel
Beckett o Jonathan Swift eran conocedores
y críticos de la apatía o desidia
de su pueblo.
Edna O´Brien, la bestia
literaria femenina o la enfant terrible de
Irlanda, en 1960 publicó la novela, Las chicas del Campo, sobre las vidas interiores de
dos jóvenes mujeres que
viven asfixiadas o esclavizadas en la autoritaria Irlanda. Cuenta la leyenda que un cura
fanático quemó ejemplares del
libro en la puerta de la iglesia de San Cronan, en su aldea, Tuamgraney.
Los escritores, se dice, han jugado un rol de líderes o
videntes, en un misterioso matrimonio con su pueblo. El vitalismo les
proporciona identidad.
Con solo 5 millones de habitantes, 4 irlandeses han recibido
el Premio Nobel de literatura: Yeats (1923), Shaw (1925), Beckett (1969) y Heaney
(1995).
Borges atribuía esto a que los irlandeses fueron dominados por los ingleses y les impusieron su lengua. El gaélico tendió a
extinguirse. Los irlandeses manejan la lengua inglesa. Y sin embargo, se saben
no-ingleses, es decir, no deben una lealtad especial a la tradición inglesa.
Entonces, agrega Borges, los irlandeses pueden encarar la literatura desde un punto de vista
revolucionario. La lengua es la misma, aunque
los irlandeses la usan de un modo totalmente distinta, con otra vitalidad.
Joyce publicó en 1914, un libro de 15 cuentos, Dublineses, historias críticas del
apaciguamiento islandés. En el cuento, Una
Nubecilla, un escritor irlandés de éxito en Europa, llamado Gallagher, se
encuentra con un amigo, llamado Chandler, un anodino que jamás salió de Dublín.
Es la risa que provoca el cosmopolita contra el provinciano. Su mejor cuento es Los Muertos, una fiesta en un departamento de una familia burguesa
de Dublín, una panorámica cínica, donde al final aparece la omnipresente
muerte, la muerte de pie.
Dave Lordan (nacido en 1975) pertenece a una nueva ola de
narradores irlandeses y su Primer libro
de Fragmentos, ha sido traducido por el chileno Ulises Fairlie.
Los 16 cuentos cortos de Dave Lordan son algo Joycianos. 16
fragmentos no sentimentales, crónicas oscuras o devastadoras, que transmiten
una sensación de motín artístico y político, donde las cosas se quiebran como
un espejo roto de las complejidades de la cultura contemporánea: la muerte, el
suicidio y la inseguridad.
Dave Lordan es un fiel admirador del escritor chileno
Roberto Bolaño (nuestra bestia literaria). En el libro fragmentario de 1119 páginas, 2666,
Bolaño explora el frenesí sádico en los cientos de asesinatos de
mujeres en México.
La
cocaína del Dr. Essler es
un cuento de Lordan, un True Crime,
basado en un hecho histórico real, un crimen de una mujer en un hotel en
Irlanda, en la década de 1930 que
involucró a miembros del Partido Nazi irlandés. El crimen fue barrido bajo la
alfombra. La muerte, como desde un abismo, movida por el viento, reaparece como
un fantasma estremecido y se ponen de pie los viejos huesos. Es un estilo
narrativo de representaciones de la
barbarie con elementos humorísticos imprevistos. Un lector se estremece frente al lado oscuro de la
existencia humana, mientras se ríe. La cara trágica y la cara cómica.
Es una literatura tan desesperada como divertida, que busca
conjurar a los muertos y preservar su memoria en forma de un arte vivo. El
abismo produce conmoción en la literatura.
En Irlanda, la puta isla conservadora, la mayoría abusada, frente al sadismo, busca una forma de decir basta al mal.
Chile también es una isla represiva. Del mismo modo, a los
chilenos también nos acechan nuestros
putos fracasos y nos llenamos de rabia e ira y al final y por desgracia, somos
tan faltos de compasión o misericordia.
https://www.offtherecordonline.cl/PDF/Off_2021_10.pdf
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