1. Un gusano oculto en el
cerebro de ciertos chilenos les inocula la droga de la indolencia. Les hace
creer que no tienen culpa de nada de lo que ha pasado en Chile. Creen que lo
hacen la raja y lo escriben en El Mercurio con la proverbial moralina de un
rancio obispo vanidoso.
2. Cuentos felices. En un
cuento de Chéjov, los veteranos se reúnen los jueves a jugar cartas; comen,
beben y hablan con ironía. De todo. Religión, filosofía o de la importancia de
la vida, con roma ironía. Y si hablan de campesinos o siervos de la gleba,
también es con ironía.
3. En cambio, las
constituyentes en sus discursos de apertura se emocionan, sin ironía, al
decir,” soy profesora, como mi abuela, como mi madre”; “soy mapuche”; “vengo de
la pampa…”
Traen un dolor al
edificio del congreso, el dolor y el orgullo de su familia o de su tribu.
4. El dolor unido al orgullo genera un estremecimiento inusitado en un alma
femenina. Eso se llama nobleza, hidalguía.
“Si es tan fácil, ¿por qué duele así por dentro?”, (Así dice la canción
Si Está Bien, de Los Planetas).
6. En pocas palabras, pero
con frases intensas, Vera Cifras describe nuestra actual y tremenda dinámica
atmósfera social y espiritual. Avanzamos con espasmos y contracciones de un
parto, de un alumbramiento. Sin utopías.
7. Las utopías abruman
desde el siglo XX: totalitarismos, fascismo, comunismo, bombas atómicas,
genocidios, Gulag. El dogma de la utopía neoliberal y la violencia pinochetista:
seríamos felices si tan sólo se compra y se vende libremente, o se roba o
estafa libremente.
8. El gran poeta Octavio
Paz dijo que los mexicanos eran melancólicos, una solitaria melancolía que
sonríe y calla. Le comenté a mi hija de 19 años que a mí me parecía que los
chilenos somos tristes. Y mi Antonia me dijo: los chilenos somos resentidos.
9. El resentimiento o la amargura parece ser el ingrediente básico de la
subjetividad actual y el más siniestro de los múltiples demonios que anidan en
nosotros, los chilenos.
“Siento que todo lo malo me pasa a mí”
11. Pero un día, hace dos años, fuimos millones, y afloramos como un río
subterráneo.
Y otro día, hace un año, fuimos millones a votar por el apruebo de la
convención constituyente.
Ha sido un sueño sencillo.
Para culturas enteras como para los individuos, las historias son
importantes. Son estas historias las que nos guían a través del tiempo.
Tomará tiempo. Sí.
Querrán destruirla. Sí.
Se cometerán errores. Sí.
Es un cirio algo piñufla, Sí.
Pero ahora nos ilumina un camino.
“¿Voy a permitir que todo lo bueno vuelva a
mí?” (Superlitio, Viernes otra vez).
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