El Borges de un irreverente. Postfacio de La Novia de Borges de Omar Pérez Santiago
Rubén Aguilera, Lund, 1993.
En octubre
de 1986 nos sorprendió un viejo marinero noruego en la capital de Dinamarca,
Copenhague. Vagábamos junto a un par de amigas suecas, por el costado del
quieto y colorido canal de Ny Havn. Nuestras amigas habían puesto de moda
cepillarse hacia atrás, como un chico, y usaban pantalones ajustados. Hacía
frío. Omar Pérez Santiago llevaba un abrigo y bufanda negra y un sombrero alón
en su cabeza. Entramos a uno de los epicúreos bares del puerto. Pedimos
tequilas y cervezas. Un hombre de unos 70 años –vestía chaleco y un gorro de
lana y tenía cara de boxeador, como si un caballo le hubiese pateado la cara-,
ojeó descarada e insistentemente a nuestras amigas. Escuchó algunas de nuestras
palabras en español y entonces dirigió la vista a Omar Pérez y lanzó la
pregunta:
—¿Sudamericanos?
—Sí, chilenos, le respondió Omar.
—Ah, Chile…, Valparaíso…
Era un
viejo marinero noruego, que había navegado por Sudamérica. Traía muchas
anécdotas de Valparaíso o Montevideo donde había estado en los años cuarenta,
esas típicas historias de bar, sin aparente lógica. Era un tipo
excéntrico. Pero, nosotros, mal
acostumbrados a esa bohemia, no nos dejábamos sorprender fácilmente ni nos
dejábamos llevar por la vaga y sentimental idea de que es bonito conversar con
un tipo desconocido en el bar. Omar demostraba escaso interés y más bien se
sentía importunado.
Pero,
entonces, fuimos sorprendidos por el marinero de gorro de lana y rostro de
boxeador. Nos contó, con su lenguaje directo y crudo, la siguiente historia
pudorosa, un sucsexo.
“Llegué a
Buenos Aires con el barco Tre Stjärnor de Malmö. Me fui a un bar del puerto. De
pronto entró una rica argentinita. Diferente a las otras mujeres del bar. No
llevaba las polleras muy ajustadas ni se pintaba como mono. En silencio nos
miró a todos. Luego volvió su vista hacía mí. Se me acercó y sin decir nada me
tomó de una mano y me llevó a una pieza contigua. Oiga, no le miento, allí
rápidamente me la cogí. Yo estaba sorprendido. Ella tenía prisa, la yegüita. La
argentinita no tenía experiencia. No les miento, esa mujer era virgen. Se los
juro. Yo sé distinguir. Lo hice con placer y sorpresa. Luego saqué unos dólares
para pagar los servicios, pero la mujer los rechazó, como asustada y ofendida.
Se los dejé sobre la mesa y me marché a seguir bebiendo con mis colegas. ¿Qué
les parece? …Ah…, las sudamericanas…!”
El relato
nos conmocionó. Omar estaba boquiabierto y luego de unos segundos dijo como
iluminado:
—Emma Zunz, ella era Emma Zunz…
—¿Quién? Preguntó el marinero.
—La argentina se llamaba Emma Zunz…
—Y ¿Cómo puedes saberlo tú? El
marinero podía también ser hosco.
Omar se
alteró un poco. El ambiente se empañó. No quiso refutarle nada.
Pero, la
historia, por razones que ahora explicaré era increíble, sin duda. Un cuento
escrito por Jorge Luis Borges se llama, precisamente, “Emma Zuns”
La joven
Emma Zunz desea vengar la muerte de su padre, quien se suicidó tras ser
estafado por un socio. La venganza adopta una forma extraña: acusará al socio
de “violación” y luego lo matará en supuesta defensa propia. Para conseguir su
objetivo, se hace “violar” por un marinero noruego, desconocido, que venía en
el barco Tre Stjärnor” de Malmö; ella va al puerto, entra en uno de esos bares,
busca a un hombre extranjero y en una pieza contigua hace el amor con él. El
marinero se retira, y ella rompe el dinero. Luego va a visitar con un pretexto
al socio, y lo mata. Cuando llega la policía, ella puede probar que ha sido
violada.
La venganza
ha sido cumplida.
Otro
sucsexo.
¿Estaba
allí frente a nosotros el marinero que había “violado” a Emma Zunz en Buenos
Aires?
Las
coincidencias eran curiosas. Jorge Luis Borges había muerto hacia unos meses,
en agosto de 1986. Omar ya estaba puliendo un cuento sobre Borges. Este cuento
fue finalmente un guion de cine para un mediometraje sobre Borges. Este film
fue presentado en una jornada de homenaje a Borges en el Konsthallen de Malmö,
Suecia.
Esta
experiencia fue colectiva. El artista uruguayo José Luis Liard, diseñó el
catálogo de la muestra y se le ocurrió que llegáramos con bastones, de ciegos,
haciendo una performance cultural lúdica. Nuestro amigo Carlos capelán, otro
artista uruguayo, realizó una notable performance. Fue un homenaje a Borges.
Tenía, en el fondo, un cierto aire de protesta. La academia Sueca no le había
dado el premio Nobel a Borges, por razones extraliterarias.
El texto de
La Novia de Borges fue publicado entonces en una revistilla de exiliados. Este
es el texto que corregido se publica aquí.
La Novia de
Borges es una historia sensible, desplegada con gracia fílmica e imágenes
paródicas de la literatura borgeana. Una historia de amor imposible. “me enseñó
que algo más terrible que la muerte es amar y no ser amado”.
Hay un
juego adicional.
El buen
lector de Borges, notará fácilmente que este es un cuento intertextual,
infectado de literatura, de réplicas borgianas y de leyendas que hacen a su
mito.
Uno de los
más preciados y sutiles placeres de Borges era sacralizar la literatura,
ironizar sobre la superchería literaria y la petrificación racionalista,
reinventar autores y resumir otros.
En la Novia
de Borges se reinventa al propio maestro, el Borges iconoclasta e irreverente.
Hay aquí
también los elementos de la literatura de Omar Pérez, el tema central: los
espejos de un hombre y una mujer, la irreductible diferencia de los sexos, el
amor como paraíso y como infierno. El amor y el desamor, el deseo y el
no-deseo, los celos y la fidelidad.
El marinero
noruego se puso descortés esa noche. Nuestro silencio lo interpretó como
arrogancia. De mal humor, volcó un coñac y se volvió sobre otros parroquianos
que en la barra de cinc discutían de fútbol.
Omar se
colocó sus sombreros y salimos por el Stroget, el paseo peatonal, con las
chicas cimbrándose con sus pantalones ajustados. Entramos a un club de jazz.
Nunca más
volvimos a ver al marinero noruego, el “violador” de Emma Zunz.
Lund,
Suecia, 1993
“La Novia de Borges” se presenta el miércoles
27 de agosto de 2014 a las 19 horas en el Café Literario del Parque Bustamante.
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