Y entonces apareció el Lasse y buscamos un local que nos acomodara, algún viejo boliche de trabajadores y bohemios, de vino y cazuela.
Pasamos frente al Lincoln, un territorio que odiábamos, allí estaba la gente que aborrecíamos, allí estaba la gente que bebía cerveza en forma desenfrenada, ávidos de no alcanzarse a sí mismo, y ya estaban borrachos, peleándose entre ellos, o tirados a la calle por los matones de la seguridad.
Cuando ella, ella algo dice, ella algo dice que duele el alma, que revela su tristeza, su profundo dolor existencial, y me duele y me conduelo.
Sé que se irá.
Sé que desaparecerá.
Y temo y la abrazo y le digo que se cuide, que no se arriesgue, que por favor no sufra, y ella me abraza y llora, y yo le digo, por favor, cuídate. Eres libre y nada te detiene, pero vivir arriba de la cornisa es siempre peligroso. Y llora.
Y ella dice: Es lo más hermoso que nunca nadie me había dicho.
Imagen; 'Underground' de Kusturica
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