En una sociedad de creciente fluidez (Zygmunt Bauman) los discursos fragmentados logran espacio. Y por lo menos, en una elección que tiene tiempos muy acotados, la fluidez juega un rol y proyecta un ambiente de urgencia apremiante en las reorientaciones electorales, que debe ser tomado en serio.
Marco Enríquez-Ominami ¿Cómo ir de líquido a sólido?
Un liderazgo líquido. No tiene nada muy premeditado, pero le resulta. El candidato alternativo líquido muy bien posicionado en algunas de las últimas encuestas.
Los medios digitales, los medios líquidos, lo apoyan. Esas relaciones son, al estilo de la levedad del ser de Kundera, débiles vínculos humanos, lazos provisionales y frágiles. Tiene el aura de la cultura de celebridades. Pensiero débole, pensamiento débil (Vattimo): especialista en sloganes y publicidad. Las comunidades de Marco Enríquez-Ominami son artificiales, líquidas, frágiles. Pero genera, en su lado positivo, un sentimiento de libertad y seducción.
Marco Enriquez Ominami, tiene que pasar, sin embargo, de líquido a sólido.
Su fluidez no le permite soportar un peso, se deforma.
El pie forzado es su inscripción. Tiene los tiempos cortos. En cuatro meses necesita 36 mil firmas sólidas. Inscribirse es costoso y se necesita dólares sólidos. Esto significa que el candidato tiene que concentrar sus fuerzas en solucionar este problema de solidez, tiene que arraigar judicialmente a muchas almas errabundas: llevar a una notoria a 36 mil ciudadanos líquidos.
Jorge Arrate: de sólido a líquido
Los sólidos mantienen la forma y tienen una clara definición espacial. Y de algún modo, con tendencia al estancamiento.
Jorge Arrate, hace un año atrás, nadie hubiese creído en él. Desde que hace un año atrás, un pequeño grupo se reunía en una oficina de la calle Teatinos hasta hoy, proclamado candidato del Junto Podemos, Jorge Arrate resolvió un gran tema: tener el sustento orgánico para hacer una campaña. Un sustento sólido. Tuvo, hasta el último minuto, gran paciencia. Su estoicismo y su olfato político estaban intactos. Su núcleo es el pensamiento fuerte, frente al pensamiento débil.
Su ventaja es que es un político sólido, contundente e inequívoco. Pensamiento fuerte” (pensiero forte). Pero, en el actual contexto, es contundente y nutritivas como las lentejas. Su problema es que los votantes líquidos son más relativos, y, a menudo, la gente no está convencida de lo que quiere, pero sí sabe que no quiere lentejas.
De aquí en adelante, el líder de la izquierda de la izquierda clásica, del puño en alto, Jorge Arrate, enfrenta la gran tarea de captar votos líquidos. Debe competir con el carácter rígido y compacto de sus aliados comunistas, que no están para bromas, ni para aceptar de buenas a primeras el carácter más desideologizado de una parte importante de los votantes. Quizás la candidatura debería poner el acento en licuarse, por lo menos alguna de sus áreas, sin que sea traumático para su alianza, que ve con desconfianza el espectáculo efímero.
Arrate y Enríquez: ¿líquidos y sólidos unidos?
Arrate y Enríquez deben hacer en los próximos cuatro meses caminos inversos.
Hacia lo líquido uno y hacia lo sólido el otro.
Puede ocurrir, que esas fuerzas se crucen en un punto intermedio y descubran que lo que tiene uno, no lo tiene el otro. Y que se necesitan. Y en ese camino descubran que ambas fuerzas son parte de un todo mayor.
Y descubran además, la era del compromiso mutuo.
Quizás, en ese momento, por ahí por septiembre del 2009, una poderosa fuerza electoral habrá nacido.
Sería la oportunidad de repensar todas las cosas.
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