El escritor chileno Omar Pérez Santiago había egresado de la escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile. Después de haber vivido en la clandestinidad durante la dictadura de Pinochet, se asiló en la embajada de Venzuela, y después de varios meses, llegó a Malmö. Allí, durante los años 80, vivió su exilio en Malmö, una ciudad de 200 mil habitantes en el sur de Suecia. En ese tiempo, se vinculó con La Pandilla de Malmö, un mítico grupo de influencias Punk y Dadá, que pulsó las cuerdas de la cultura tradicional, y que pertenecía a un movimiento de contracultura que era internacional y a la que estaban emocionalmente comunicados. Y toda nueva cultura reescribe el pasado. El sueco Clemens Altgård fue uno de fundadores. Esta es la reciente conversación con Omar Pérez Santiago
Clemens Altgard |
Omar Pérez Santiago: Recuerdo la primera vez que llegué a tu casa en Vittemölle, Clemens, hablamos de unas bandas punk, bebimos un “valioso” licor italiano y me regalaste tu libro Kristall-Skeppet, de traducciones de poemas del danés, Michael Strunge (1958 – 1986).
Clemens Altgård: El licor italiano era probablemente Galliano, una bebida de moda en los años 80. También tengo un claro recuerdo de esa época. La recordamos como un momento muy divertido, cuando pasó mucho y todo parecía posible. Tu novela sobre Malmö, por ejemplo, no por casualidad se llama “Malmö är litet” (“Malmö es pequeño”).
Malmo ar Litet |
Omar Pérez Santiago: Me gustaría que contaras algo sobre en qué momento surgió La pandilla de Malmö
Clemens Altgård: El surgimiento de la Pandilla de Malmö es una historia complicada, por supuesto. Y Håkan Sandell también tuvo parte en ella. Así que no me voy a tomar todo el crédito por ello. Se podría decir que yo y Håkan Sandell desarrollamos la idea, pero el nombre de la Pandilla de Malmö fue probablemente mi invención, si no recuerdo mal. El nombre la “Pandilla de Malmö” se usó por primera vez en 1986. Y pronto tuvimos contactos con algunos de los nuevos poetas daneses, Michael Strunge y Søren Ulrik Thomsen. Con Michael Strunge (1958 – 1986) nos juntaríamos esa semana que comenzó con su suicidio en 1986. ¿Fue algo que él había planeado? No, no lo creo. Estaba enfermo, entonces, cuando sucedió. Varios años más tarde el poeta Martti Soutkari compró un libro en una librería de viejos. El libro tenía una carta y en la carta la novia de Strunge describe que pasó esa noche, cuando Strunge se arrojó por la ventana. Suena como algo salido de una novela, ¿no? Pero es realmente cierto. Strunge no estaba en sus cabales cuando se arrojó por la ventana. Pero también es cierto que él había escrito un poema que predecía el suicidio. El poema “A través del espejo”, describe el caso de la muerte.
“y mirar en un espejo que los años se han ido
en vaciarme de deseo
y llenarme de temor a todo
y el amor que sólo casi existe
mas, se siente vivaz, liviana la vida conducida por la muerte.”
Extraño.
Omar Pérez Santiago: Tengo la clara sensación de que con los años la poesía de Strunge no ha perdido vitalidad.
Traducciones de Omar Perez Santiago |
Clemens
Altgård: Con
Strunge teníamos puntos de partida culturales parecidos a los nuestros – el
punk y un fuerte interés en los primeros modernistas como Baudelaire y Rimbaud.
La transformación, el cambio de la conciencia, eso era, brevemente el programa
de Strunge. Michael Strunge tenía una fuerte inspiración en David
Bowie, con quien Strunge literalmente estaba obsesionado. Inspirado por Bowie,
Strunge había escrito una colección de poemas en prosa con diseños futuros. Se
llamó Fremtidsminder (Memorias del futuro) y fue mi primer proyecto de
traducción. Lo que no sospechábamos era lo profundo que esas figuras
fantásticas de Bowie habían influenciado a Strunge. Apenas podíamos
imaginar que nuestro amigo Strunge pronto abandonaría el mundo. El 9 de marzo
de 1986, Michael Strunge saltó por la ventana y de ese modo la muerte que había
poetizado se convirtió en realidad. Así, a los 28-años de edad, Strunge
finalmente fue un mito. Por siempre joven, como la poesía de Ziggy
Stardust. Si Michael Strunge estuviese vivo, probablemente también habría
madurado, como hacen los poetas. Habría escrito otra poesía, estoy bastante
seguro. Pero, como están las cosas, él seguirá siendo un eterno joven poeta. Y
quizás por encima de todo, Strunge es un poeta que habla a los lectores jóvenes,
aunque la gente mayor puede leer los poemas con agrado.
Omar
Pérez Santiago: Desde el punto de vista estético, la Pandilla de
Malmö descreyó de la poesía de los años 60 y 70 en Suecia. Pero también
de la poesía de los años 50, como la poesía de Lasse Söderberg (n. 1931)
y Tomás Tranströmer (n.1931). Mirado en perspectiva, tú estuviste cerca
del simbolismo, del surrealismo y del imagismo.
Clemens
Altgård: Era
el mismo conflicto aquí en Suecia y en Dinamarca entre la nueva “generación
punk” o la generación “posmoderna” contra la poesía realista de visión
política, a menudo social, que surgió durante los años 60 y 70. Hubo
excepciones en la poesía del 70, como el Grupo Vesubio, (Bruno K. Öijer, n.
1951) y su aclamado anarquismo, el legado de Rimbaud y la poesía beatnik.
Es también cierto que hubo cierto desacuerdo entre nosotros y la poesía
modernista clásica, principalmente la celebrada metáfora como agente efectivo.
Nos gustaban los simbolistas y surrealistas, sí. Imaginismo también, claro. Baudelaire
era importante inicialmente.
Omar
Pérez Santiago: Culturalmente hablando, el poeta Lasse Söderberg era
fuerte en la poesía de Malmö en los años 80, entre las instituciones y los
medios de comunicación, en particular. ¿Jugó algún rol la influencia de Lasse
Söderberg?
Clemens
Altgård: Estuve
con Lasse ayer por la noche en un lugar llamado “La esquina del Poeta”, en una
velada poética sobre la poesía de Joyce Carol Oates. Hablé un poco con
Lasse y él me dijo que en ese momento sintió que había un cierto antagonismo.
Éramos casi una amenaza. Pero, en realidad, él nos ayudó a salir a la luz.
Naturalmente, Lasse desempeñó un gran papel y nos invitó al Festival de poesía
que él organizaba! Pero, en Estocolmo él no tenía mucha influencia.
Nuestro avance en Estocolmo vino con Madeleine Grive (n. 1955) que nos publicó
un gran reportaje en el diario Dagens Nyheter.
Omar Pérez
Santiago: Sí, recuerdo bien a la joven Madeleine Grive cuando
visitó Malmö y tuvimos una velada en el Café Macondo de la Casa Latinoamericana
de los hermanos Juan y Guillermo Moya. Madeleine había creado la revista
80-tal, un gran portal de la literatura de la época. Socialmente
hablando, la Pandilla de Malmö era un grupo que jugaba a ser “poetas
callejeros” y era evidente que Lasse Söderberg estaba un poco preocupado.
Clemens Altgård: Ja, Ja! Sí, eso era cierto. Yo nunca
mencioné, por ejemplo, que yo tenía un título universitario, una licenciatura.
Nuestra imagen era anti-académica. Poetas de la calle, absolutamente. Usábamos
expresiones tales como “educación de calle”. El nombre de Pandilla de
Malmö fue, por supuesto, también provocativo, y trajo asociaciones con la
criminalidad. Del mismo modo que el hiphop juega con esas asociaciones. No es
que escribiéramos “gangster rap”, pero los motivos de los poemas a veces podían
ser de ese tipo. Se suponía que, obviamente, la generación de más edad se
preocuparía! Lo hicimos deliberadamente. Del mismo modo que tuvimos una
especie de manifiesto en el estilo dadaísta, que en realidad no era mucho más
que decir que habíamos venido a causar el caos! Por otra parte, hay un hilo que
va del Dadá al Punk. Greil Marcus ha escrito sobre él en un excelente libro
llamado Rastros de Carmín.
Clemens Altgård, según José Luis Liard |
Clemens Altgård: Mis collages. Sí, había mucho Dada allí. Dadá, el surrealismo, de todo un poco, un poco de Pop Art también, creo. Había también un par de posters de Carsten Regild (1941-1992). Regild era un heredero directo de Picabia. Aun me gusta mucho el arte de Regild.
Omar Pérez Santiago: Había un espíritu regionalista también, de autonomía, y de resentimiento anti Estocolmo, los periodistas de Estocolmo miraban a Malmö como si estuviera en Africa.
Clemens Altgård: Sí, estábamos en contra del centralismo de Estocolmo y lo que queríamos era empezar desde nuestro entorno, nuestra propia ciudad. Y, sobre todo, Håkan Sandell y yo partíamos de un tipo de celebración de la periferia regional y geográfica. En cierto sentido, es verdad que la innovación poética a menudo proviene de la periferia. En el Reino Unido, es muy claro. Pero, cultivar lo regional, y escribir en una especie de “Escania” hecho en casa resultó ser un callejón sin salida. Hoy en día, tanto yo como Håkan Sandell nos hemos liberado de esos pensamientos en alto grado. Håkan está viviendo en Oslo, capital de Noruega. Yo me he quedado en Malmö y pienso en un Malmö multicultural, un crisol como un aspecto interesante e importante de la ciudad, como una especie de centro de Escania. La región en sí mismo tiene una cierta autonomía – Región de Escania.
Ruben Aguilera |
Carlos Capelán |
Omar Pérez Santiago: Gran parte del estilo de “poetas callejeros” creó simpatía y cierta alquimia también entre los inmigrantes y los refugiados de América Latina, como yo. Llegamos a Malmö desde la dictadura de Pinochet, y fue emocionante estar involucrado en algo estimulante. Éramos jóvenes latinoamericanos que veníamos de una gran derrota, como si nos hubiese caído la bomba de hidrógeno. Piensa que el poeta Rubén Aguilera (n. 1949) venía de sobrevivir dos años en un campo de concentración. Yo mismo, había vivido una estresante vida clandestina bajo la dictadura de Pinochet. Sentíamos que estábamos en el mismo barco, que también veníamos de la calle, tal vez no de una calle principal, pero sí de un callejón. Además, había algo dadaísta o de los situacionistas en leer textos en diferentes idiomas, tal como lo habían hecho los dadaístas originales, y nos sonaba vanguardista o cautivador. Quizá sonaba horrible, pero era potente hacerlo. O recuerdo al artista uruguayo, de una obra muy punk, Carlos Capelán, y su performance de quema de libros en el Konsthallen de Malmö, cuando presentamos una película que produjo el fotógrafo peruano Ricardo Arroyo sobre Jorge Luis Borges, La Novia de Borges. O sus ilustraciones en nuestras revistas, dibujos muy de manchas, muy punk, del artista uruguayo, José Luis Liard. El arte nos había dicho que la vida tenía de nuevo un sentido.
Clemens Altgård: Sí, nos hallamos muy pronto en una especie de comunidad. Todos somos “extraños” en la cultura sueca. Entonces pensé que había otro “salvajismo” en ustedes, y una especie de herencia de la época barroca de la literatura española, que no es realmente bien visto en el luterano clima literario sueco, de color protestante. Recordarás que hablé de eso a veces. Que el asceta sueco “IKEA ideal”, tenía sus raíces en la guerra de la cultura protestante contra los católicos durante la Contrarreforma, cuando el estilo barroco era el arma “secreta” del Papa. Que “era absurdo” y sigue siendo un proverbio sueco al decir que algo es malo o incorrecto. La historia ha dejado su huella en el lenguaje y también en la manera de pensar. Pero eso está cambiando. Aunque lleva su tiempo.
Omar Pérez Santiago: Sí. Con respecto a eso, yo recuerdo muy bien un sábado que organizamos una velada literaria en la casa de la juventud en Norra Skolgatan. Propuse iniciar la velada con una bella morena y bailarina de samba brasileña, que vivía en Copenhague. Mi amigo, el saxofonista del Río de la Plata, José Luis Liard, tenía una pequeña banda y comenzaron a tocar ritmos brasileños y yo hago entrar a escena a la morena voluptuosa y sus plumas, bajo la música de Liard. Hubo un silencio temible en el público. Yo pensé: a estos suecos luteranos no los conmueve nada. Al rato se me acerca el administrador de la Casa de la Juventud y me dice eufórico: Se llenó el local, tuvimos que cerrar y aún hay una fila de gente que da vuelta la cuadra y que quiere entrar. Por los grandes ventanales, la gente había visto el show de la hermosa brasileña y se había corrido la voz de inmediato. Ahí descubrí que los suecos también tienen sentimientos calientes, je je je.
Clemens Altgård: Sí, nos hallamos muy pronto en una especie de comunidad. Todos somos “extraños” en la cultura sueca. Entonces pensé que había otro “salvajismo” en ustedes, y una especie de herencia de la época barroca de la literatura española, que no es realmente bien visto en el luterano clima literario sueco, de color protestante. Recordarás que hablé de eso a veces. Que el asceta sueco “IKEA ideal”, tenía sus raíces en la guerra de la cultura protestante contra los católicos durante la Contrarreforma, cuando el estilo barroco era el arma “secreta” del Papa. Que “era absurdo” y sigue siendo un proverbio sueco al decir que algo es malo o incorrecto. La historia ha dejado su huella en el lenguaje y también en la manera de pensar. Pero eso está cambiando. Aunque lleva su tiempo.
Omar Pérez Santiago: Sí. Con respecto a eso, yo recuerdo muy bien un sábado que organizamos una velada literaria en la casa de la juventud en Norra Skolgatan. Propuse iniciar la velada con una bella morena y bailarina de samba brasileña, que vivía en Copenhague. Mi amigo, el saxofonista del Río de la Plata, José Luis Liard, tenía una pequeña banda y comenzaron a tocar ritmos brasileños y yo hago entrar a escena a la morena voluptuosa y sus plumas, bajo la música de Liard. Hubo un silencio temible en el público. Yo pensé: a estos suecos luteranos no los conmueve nada. Al rato se me acerca el administrador de la Casa de la Juventud y me dice eufórico: Se llenó el local, tuvimos que cerrar y aún hay una fila de gente que da vuelta la cuadra y que quiere entrar. Por los grandes ventanales, la gente había visto el show de la hermosa brasileña y se había corrido la voz de inmediato. Ahí descubrí que los suecos también tienen sentimientos calientes, je je je.
Y ahora, el tiempo siguió su marcha inevitable, Clemens ¿Cómo es tu relación con los nuevos poetas jóvenes de Malmö hoy?
Jose Luis Liard |
Clemens Altgård: La poesía en Suecia ha cambiado mucho durante lo primera década del siglo XXI. El Language poetry o el idioma materialista se convirtió en la gran moda en las páginas de cultura. Así que la poesía escrita se hizo más experimental, “académica”. Pero, La Pandilla de Malmö es ajena a ambas escuelas. Del mismo modo, sé que Hakan Sandelll odia la Poetry Slam, porque él piensa que es una perversión populista de lo que la poesía debe o puede ser. Yo mismo vi con frialdad a los nuevos que vinieron y he escrito principalmente sobre la prosa o la poesía extranjera en traducción. En los últimos años, sin embargo, trato de tener una actitud más curiosa y abierta, incluso hacia la poesía que no está de acuerdo con mis propios ideales. No quiero caer en la trampa de la edad, que no les gusta nada nuevo ni nada de lo que los jóvenes hacen. Hay que tratar de tener la mente abierta. Pero, por lo general no soy demasiado aficionado a la poesía demasiado programática. O académica para el papel. A través de los nuevos medios sociales como Facebook he estado en contacto con poetas de todo tipo de lugares. Algunos de ellos son jóvenes y la geografía es menos importante. Pero en términos de motivo, mi ciudad tiene significado para mí. Se trata de tener una relación más profunda con las cosas que uno escribe. Si escribo sobre un lugar que nunca he estado antes, tengo la mirada de un turista, que ve sólo ciertas cosas. Pero después de cinco años en un lugar, se puede ver la ciudad de una manera diferente. Creo que ya sabes lo que quiero decir. Y tengo contacto con algunos poetas jóvenes muy talentosos que, hasta ahora o generalmente, sólo publican en la web. Antes había esténcils, fanzines y hoy en día hay revistas digitales. Es una escena que está creciendo.
Portada de La pandilla de Malmö |
Lee también Homenaje a Michael Strunge
Clemens Altgård: nacido en 1959 en Laholm, Suecia, poeta, crítico de arte, crítico literario y traductor. Debutó como poeta en 1986 con el libro Pandemonium.
Omar Pérez Santiago: nacido en 1953 en Santiago de Chile. Fue creador de la editorial Aura Latina. En 1990 publicó la antología La Pandilla de Malmö. Recientemente, publicó una colección de cuentos Nefilim Alhué y Otros Relatos Sobre la muerte y el libro “Introducción para Inquietos. Tomas Tranströmer. Premio Nobel 2011”, Cinosargo Ediciones