Por Lars Klint, periodista sueco del diario Kvällsposten.
No Muerto. Suena como una especie de tema imaginado para un Viernes Santo.
No lo es. Lo que pasa es que terminé allí luego de una excursión al pueblo de Sjöbo durante esta semana santa para inspeccionar la tapa del desagüe de materiales distintos al hormigón.
Fue hace 30 años que el diario Kvällposten envió allí al joven escritor Omar Pérez Santiago para, como refugiado, retratara la recepción en el centro de la xenofobia de Suecia, el pueblo de Sjöbo y su emergente sello racista. Un referéndum se declaró puesto que las opiniones estaban dividas frente a la recepción de 15 refugiados por el municipio. El líder local del Partido del Centro, el agricultor Sven-Olle Olsson, fustigó la atmósfera con imágenes de horror a la delincuencia y a la cultura de la violencia. El espíritu Sjöbo se convirtió en un término nacional por su tono racista.
Omar Pérez, que entonces se llamaba Pancho y nueve años antes huyó de la persecución de la dictadura militar de Pinochet en Chile, describió afinadamente sus días en Sjöbo. Las reuniones y las impresiones. En la peluquería, la escuela, la librería, la oficina de empleo, el cine, el kiosko de completos. Y el hotel Gästis.

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